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La diplomacia sin armas es como la música sin instrumentos.
FEDERICO EL GRANDE
Tamar
Zona de ocupación del Clan de los Lobo
8 de agosto de 3057
Phelan Ward, Khan del Clan de los Lobos, se colocó junto a Natasha Kerensky mientras el ilKhan ocupaba su puesto en el elevado banco de la cámara del Gran Consejo. Ni Phelan ni Natasha llevaban las máscaras de lobo esmaltadas, pero sí la ropa de piel gris y negra del Clan, respectivamente. Ulric también vestía un traje gris y un casco que se quitó solemnemente y depositó sobre el banco.
—Yo, Ulric Kerensky, como ilKhan en el sexto año de la tregua de Tukayyid, por la presente convoco esta reunión del Gran Consejo del Clan de los Lobos. Como se acordó en el cónclave del doce de junio del cincuenta y dos, seguimos estando bajo las órdenes del Código Marcial dictado por Nicho-las Kerensky. Este asunto será enviado del modo convenido.
—Seyla —corearon los hombres y mujeres del Clan presentes. Sus voces sonaron casi al unísono, pronunciando el antiguo juramento con un acento totalmente ajeno al discurso normal de los Clanes.
Si el Gran Consejo se hubiera congregado en tiempos de paz se habría reunido en la cámara de Strana Mechty, el planeta natal del Clan situado en los confines de la Esfera Interior, y los treinta y cuatro Khanes de los diecisiete Clanes habrían tenido que asistir personalmente. Como el Código Marcial exigía la resolución acelerada de las cuestiones importantes, veintidós de los treinta y cuatro Khanes del Clan aparecían a través de monitores de vídeo. Los otros doce Khanes, miembros de los Clanes que habían intervenido en la Esfera Interior, habían asistido en persona.
Phelan sacudió la cabeza. Aunque sabía que ambos cargos y el juicio eran falsos, durante las seis semanas de preparación de su alegato había albergado la esperanza de machacar a sus colegas mediante una presentación lógica y racional. Al observar las expresiones de aburrimiento y enojo de los Khanes presentes, tuvo la sensación de que casi todos habían prejuzgado a Ulric o que votarían cualquier resultado que pareciese favorecer más a sus propios Clanes. Podría convertirme en la personificación de la elocuencia del día y nadie se daría cuenta.
Ulric paseó la mirada por los Khanes allí reunidos.
—Hermanos y hermanas cercanos y lejanos, esta rede nos une ahora, para siempre y más allá de la existencia de todas las cosas. Nos hemos reunido para juzgar la verdad sobre un grave cargo imputado en mi contra. Se me acusa de genocidio contra los Clanes y de haberlo cometido aceptando una tregua que nos impedirá defendernos de la amenaza de la Esfera Interior.
Vandervahn Chistu, el Khan más joven de los Halcones de Jade, se puso en pie.
—Me presento hoy ante mis hermanos y hermanas Khanes en este Gran Consejo y acuso a Ulric Kerensky de genocidio.
—Entonces empecemos —dijo Ulric, tecleando algo en la consola del ordenador de su banco antes de volver a alzar la vista—. El Código Marcial, en pos de la brevedad, permite un solo portavoz a cada parte. ¿Quién se presenta ante este cónclave como fiscal?
El otro Khan de los Halcones de Jade se levantó.
—Ese honor corresponde a Elias Crichell, ilKhan.
La disposición de Crichell de ir tras Ulric sorprendió a Phelan. Esperaba que Lincoln Osis, el Khan de los Jaguares de Humo, solicitase el derecho a la fiscalía. Los Jaguares de Humo eran Cruzados, al igual que los Halcones de Jade, y su Khan, Leo Showers, había sido el primer Khan en dirigir la invasión de la Esfera Interior. La muerte de Leo Showers requirió la selección de un nuevo ilKhan y los éxitos de Ulric durante la invasión lo convirtieron en la elección lógica como nuevo Khan de los Khanes, líder de todos los Clanes. Si uno de ellos hubiese presentado el caso contra Ulric, los Jaguares de Humo habrían tenido la oportunidad de recuperar una parte del prestigio perdido, pero el hecho de que los acontecimientos no se desarrollaran de este modo significaba que o bien se había hecho un trato o bien se había producido un cambio en el poder.
Al meditar sobre la situación, Ulric empezó a vislumbrar el problema general. Los Halcones habían conquistado más mundos que los Jaguares de Humo en la invasión, lo cual les había dado cierta ventaja, un derecho a la superioridad moral. Los Jaguares habían perdido la batalla por Luthien, el mundo capital del Condominio Draconis y su derrota venía de manos de dos unidades mercenarias, un acto vergonzoso que pagaron con la pérdida del respeto. También era significativo el hecho de que Lincoln Osis hubiera acusado de traición a Ulric cuatro años antes, un intento que fracasó cuando el Gran Consejo votó tras la defensa de Ulric por parte de Phelan.
Al joven Khan le parecía algo desconcertante no haber imaginado que serían los Halcones de Jade los que lo desafiarían, aunque en realidad no tenía motivos para sorprenderse. Como Ulric había dicho, los Cruzados esperaban que el resultado del veredicto desencadenase una guerra entre Clanes, de modo que la facilidad con la que los Lobos podían atacar a los Halcones de Jade en la frontera mutua no les preocupaba. Phelan suponía que los Halcones ya tenían fuerzas destinadas a asaltar la Tierra en el instante en que se repudiase la tregua. Ser el fiscal de un juicio que deponía a Ulric abriría el camino a Elias Crichell para convertirse en el nuevo ilKhan.
Elias Crichell colocó una mano sobre el casco verde esmaltado de los Halcones de Jade que había en el banco mientras con la otra se echaba la capa de plumas hacia atrás antes de intervenir. A sus sesenta años era bastante viejo según los estándares del Clan y, sin embargo, era un manipulador político tan astuto que tenía bien sujetas las riendas del poder del Clan de los Halcones de Jade.
—IlKhan Ulric Kerensky, hermanos y hermanas Khanes presentes y ausentes, el cargo contra Ulric es el más grave que jamás se haya imputado a un ilKhan o a un Clan. Y lo peor es que Ulric no ha planeado destrozar la herencia genética de un Clan, sino la de todos los Clanes. Según su visión excéntrica del universo, parece que nosotros, los Clanes, somos la encarnación de todos los males. El ha cambiado lo blanco por lo negro y nos ha conducido ante el espejo para que todo lo que creemos conocer aparezca invertido ante nuestros ojos y para que cada acción que lleve a cabo de acuerdo con nuestras tradiciones tenga como finalidad destrozarlas.
Los ojos azules de Crichell se iluminaron al pasear la vista por la sala y fijarla en una de las cámaras que retransmitía el soliloquio a los Khanes ausentes.
—No se puede dudar de la verdad de este cargo porque la prueba de ello se basa en nuestra existencia. Cuando acabe la tregua de Tukayyid después de quince años, todo lo que hemos aprendido de la lucha contra la Esfera Interior quedará olvidado. No sólo nuestras tropas carecerán de esta experiencia, sino que los ejércitos de la Esfera Interior habrán modificado sus tácticas para que no tengamos modo alguno de enfrentarnos a ellos. Aquí lo tienen: dispondremos de comandantes inexpertos que dirigirán tropas igualmente inexpertas, por lo tanto, la enormidad del crimen de Ulric es evidente por sí sola.
»Lo que deben preguntarse es lo siguiente: ¿.Por qué Ulric querría destrozar a su pueblo? ¿Qué es lo que le ha hecho cambiar tanto? ¿Por qué nos traiciona? ¿Deberíamos haberlo advertido hace tiempo?
Crichell se pasó la mano por la mata de pelo erizado de su nuca y prosiguió.
—Los Lobos siempre han estado dispuestos a revisar las tradiciones iniciadas por nuestro fundador, Nicholas Kerensky. Han reivindicado su derecho a hacerlo porque Nicholas era uno de ellos y durante mucho tiempo les hemos permitido esconderse tras esta reivindicación. Puede que antes estuviéramos ciegos, pero ninguno de nosotros duda de que lo que ellos denominan flexibilidad no es más que otro nombre para el revisionismo y la revolución.
»Con esta predilección por el cambio, Ulric ha caído presa del hechizo de tres individuos. Dos han sido elevados a cargos que superan con creces su valía. Natasha Kerensky, si es la misma mujer que dejó los Clanes hace medio siglo, ha sido seducida por la Esfera Interior y ejerce una influencia excesiva en el Khan. Con Phelan Ward, Ulric vendió su alma a cambio de una inteligencia que le permitió progresar rápidamente durante la invasión. Gracias a él, la Esfera Interior contaba con uno de sus simpatizantes entre nosotros, uno que sabían que podían controlar, y la tregua fue su recompensa.
El Khan de los Halcones de Jade hizo una pausa para que todos pudieran advertir su fulminante mirada de odio.
—El tercer colaborador de Ulric es el individuo al que pidió consejo durante la invasión y con el que negoció la tregua. El capiscol marcial Anastasius Focht fue recompensado con una victoria que lo ha convertido, a ojos de la Esfera Interior, en un guerrero comparable al legendario Oleksandr Kerensky. Y, por si esa aberración no fuera suficiente, Ulric se doblega ante Focht y le pide permiso para admitir y expulsar a gente de la Esfera Interior. Para un miembro del Clan, verse reducido a tal humillación es mera blasfemia.
»Los cuatro, Ulric, Focht, Phelan y Natasha, han firmado una alianza secreta, el propósito de la cual no se aleja de la formación de una nueva Liga Estelar. Phelan es el primo de Víctor Steiner-Davion, que se convertirá en Primer Señor si su plan triunfa. Se casará con Omi Kurita y sus reinos se unirán. Su caudillo será Kai Allard-Liao, el “carnicero” de Twycross, y su primer objetivo será engullir a la Confederación Capelense y apoyar a Kai Allard-Liao como gobernador del reino. Kai se casará con Katrina Steiner-Davion, tras lo cual la Liga de Mundos Libres se desmoronará mientras la hija de Thomas Marik se verá obligada a casarse con Peter Davion, el hermano de Víctor.
Phelan sacudió la cabeza, desesperado ante la sarta de mentiras de Crichell. Puede que fuera cierto que Víctor Davion y Omi Kurita estuvieran enamorados, pero ni eran amantes ni albergaban la esperanza de poder casarse algún día. Kai, según un rumor difundido por Taman Malthus —un Halcón de Jade— había encontrado una mujer y no era Katrina Steiner. El resto de la declaración de Crichell era pura fantasía; sin embargo, tenía cierta plausibilidad y podía incluso aterrar a los otros Khanes.
—¿Cuál es el papel que ejercerán Ulric y los otros Clanes en esta nueva orden, en esta nueva Liga Estelar? —preguntó Crichell, con un dedo levantado—. Ulric busca convertirse en el nuevo Aleksander Kerensky y someternos a ese Víctor Davion. Nos utilizará para dominar la Confederación Capelense. Nos utilizará para estabilizar la Liga de Mundos Libres. Nos utilizará para cazar bandidos, apoyar a gobernadores corruptos y reforzar los demonios de la Esfera Interior que expulsaron a nuestros antecesores hace ya algún tiempo.
»Ninguno de nosotros estaría dispuesto a convertirse en el títere de Víctor Davion, pero la tregua de Ulric no nos dejará elección. Si pudiéramos pronosticar lo que pasará dentro de diez años, con el reloj de la tregua marcando la cuenta atrás, nos daríamos cuenta de que no podemos ganar a la Esfera Interior. Él nos debilitaría y nos prometería la gloria, pero con un objetivo más próximo a los de la Esfera Interior. Él nos pediría la fusión con la Esfera Interior, ¡y adonde podría llevarnos sino a la absorción!
Phelan abucheó a Crichell cuando éste hizo hincapié en la palabra «absorción». De los veinte Clanes originarios, uno había sido destrozado y dos absorbidos. El Clan de los Hacedores de Viudas había sido absorbido por los Lobos y el reloj de arena rojo que Natasha utilizaba como emblema personal representaba la sangre de los Hacedores de Viudas que corría por sus venas. El Clan de las Mangostas había sido absorbido por los Jaguares de Humo, pero no quedaba nada de ellos, ni siquiera un rastro ni un símbolo. La muerte absoluta de un Clan mediante la absorción era el mayor temor de todos los líderes de los Clanes y Crichell se había servido de él para clavar una estaca en el corazón de Ulric.
Crichell asintió lentamente.
—Sabemos lo que Ulric pretende con sólo leer sus acciones y entender su verdadero significado. El único modo de impedir nuestra propia destrucción es sacándolo de su despacho, repudiando la tregua y reanudando la guerra sagrada que nos ha impedido acabar.
Ulric miró a Phelan.
—¿Su respuesta?
Phelan hizo un gesto de asentimiento y se puso en pie. Ni en un millón de años habría previsto tener que defender a Ulric de un ataque así. Depositó las tarjetas que había impreso y sacudió la cabeza. Siempre hemos pensado que yo no podía ganar, pero Crichell también ha contribuido. Lo que tengo que hacer ahora es estrechar el margen de su victoria y puede que la fantasía paranoica que ha presentado me lo permita.
—No sé cómo rebatir el caso del Khan Elias, ya que su argumento carece de coherencia. Estoy obligado a revisarlo, como se hace con las ficciones. El escenario que ha construido contiene algunos puntos interesantes, pero carece de conexión con la realidad. El los asalta con conceptos con los que pretende difundir el temor y está claro que haciendo esto subestima las mentes y los dones de las generaciones más jóvenes.
»Les pido que sean cautelosos al evaluar su declaración. El Khan Elias les ha tendido una trampa muy sutil. Los exhorta a que se den cuenta de que viven en un mundo espejo, un lugar donde todo lo que Ulric ha hecho, en realidad, no lo ha hecho. Guiándonos por este pensamiento, descubriremos que el Khan que se ha apoderado de más mundos es en realidad el que se ha apoderado de menos.
Phelan se detuvo para que asimilasen la contradicción.
—Al pedirles que cambien su enfoque del mundo, Elias los aleja de lo que los ha convertido en los Khanes que son. Está destrozando su control sobre sus propias mentes e intenta usurparles su juicio. Este hombre, este Khan cuyas tropas fueron asediadas en Twycross por un solo guerrero de la Esfera Interior, quiere que confíen en él.
Phelan dio un brusco golpe en la mesa con los nudillos.
—No abandonen la razón: utilícenla. Miren su escenario. No ofrece prueba alguna para verificar que Anastasius Focht, la Khan Natasha y yo estamos confabulados con el ilKhan Ulric. Todo es invención suya.
»Distorsiona la evidencia. Ha olvidado decirles que Víctor Davion y yo, pese a ser familiares, nos hemos despreciado durante años. Durante el tiempo que el Khan Crichell dice que yo conspiraba con Víctor para crear una nueva Liga Estelar, el padre de Víctor, Hanse Davion, gobernaba la Mancomunidad Federada. Víctor estaba tan alejado del poder por aquel entonces que fue enviado en misión suicida a una zona de ocupación de los Jaguares de Humo y desde que estoy con los Lobos es obvio que los conspiradores no hemos tenido la oportunidad de conspirar. Excepto en la imaginación fértil y febril del Khan Crichell.
Phelan extendió los brazos.
—No es ningún secreto que los Halcones de Jade odian a los Lobos. No es ningún secreto que son Cruzados y que odian el hecho de que un Guardián haya derrotado a todos los Clanes Cruzados en su intento de conquistar la Esfera Interior. Para los Halcones de Jade es especialmente irritante el hecho de que los Lobos consiguieran su triunfo con tropas entrenadas del mismo modo que nosotros las entrenamos ahora. Los Halcones tienen motivos para no confiar en la efectividad de sus métodos de entrenamiento. De hecho, no me extrañaría que el Khan Crichell temiera que la Esfera Interior esté entrenando cuadros formados por guerreros que pueden acabar con unidades enteras de Halcones en cuestión de segundos. Si yo fuera un Halcón de Jade y yo tuviera tales temores buscaría refugio en un mundo espejo donde la derrota es la victoria y el éxito se condena como fracaso.
Phelan señaló al ilKhan.
—Todos ustedes saben que Ulric nos ha conducido a la victoria contra la Esfera Interior. Todos ustedes saben que fue la ambición de gloria personal lo que condenó a los Clanes de Tukayyid y no una traición fantasma de Ulric. Ésa es la realidad y todos lo sabemos.
»Con sus votos pueden negar la verdad y unirse al laberinto espejo de paranoia y fantasía del Khan Crichell. Háganlo, destruyan a Ulric y destruirán a los Clanes. Voten a favor de Ulric y la realidad de nuestra gloria futura será toda suya.
Phelan se sentó y Natasha se inclinó hacia él.
—Buen trabajo, Phelan. Ahora los Khanes que están al otro lado de las pantallas tendrán algo en que pensar.
—¿Ninguna posibilidad de ganar?
—Estuviste bien, Phelan, pero nadie podría ser tan bueno —contestó Natasha, con una sonrisa en los labios—. Sin embargo, creo que has reducido los votos en contra de forma muy sustancial y puede que eso se note a largo plazo.
Ulric solicitó la votación. Cuatro de los Clanes invasores —los Halcones de Jade, los Jaguares de Humo, los Nova Cats y las Víboras de Acero— votaron por un veredicto de culpabilidad. Los Osos Fantasmales y los Lobos votaron por su inocencia. Los demás Clanes se dividieron entre los Guardianes y los Cruzados mientras que algunos Khanes cancelaron el voto de sus colegas. El resultado neto fue de diecinueve votos en contra y quince a favor.
Ulric se puso en pie tras el último voto.
—La moción continúa. Yo ya no soy ilKhan, pero les informo inmediatamente que exijo un Juicio de Rechazo en relación a este voto. El índice de votos de culpabilidad e inocencia es de uno coma veintiséis contra uno. Disponen de un mes para decidir quién se enfrentará a mí y a mis fuerzas para ratificar este voto.
El Khan Elias Crichell se levantó con una amplia sonrisa en los labios.
—Retire su desafío del veredicto, Ulric. Déjenos reanudar la invasión que empezamos hace ocho años. Déjenos escoger a un nuevo ilKhan que estoy seguro que permitirá a sus Lobos unirse a la nueva invasión. Estoy seguro de que se da cuenta de que no existe motivo alguno para luchar entre nosotros cuando hay tantas otras cosas por las que luchar.
Ulric adoptó un gesto de sorpresa.
—¿Tiene miedo de enfrentarse a los Lobos, Elias?
—No, por supuesto que no —dijo Crichell, sonriendo con benevolencia—. Sólo quiero que sea razonable.
—Estoy siendo bastante razonable —dijo Ulric, con una sonrisa parecida a la de un lobo—. Es razonable esperar que tratará de conseguir entre los otros Clanes el derecho a defender su victoria, ¿quiaf?
—Af, es la única manera. Yo no apoyé este cargo sin intención de vengarme de usted o de sus Lobos.
—No imaginaba, Elias, que el odio personal fuera su motivo —dijo Ulric, sacudiendo la cabeza—. Yo, por mi parte, siento odio por los Cruzados e, incluso, por sus Halcones de Jade y he llegado tan lejos precisamente para poder enfrentarme a usted y a sus Halcones. Puede que usted supiera que ganaría la votación ante el Gran Consejo, pero yo lo he dejado ganar.
El ex ilKhan soltó una carcajada que resonó por toda la sala.
—Lo que usted ha ganado son los Lobos y todo el combate real que sus tropas puedan soportar.