Cruzando la barrera

LORD ALFRED TENNYSON

Estrella vespertina y rojo sol poniente,

¡y una voz desde dentro que me viene a llamar!;

y que el hosco sonido del agua en el rompiente

cese al menos entonces, cuando me haga a la mar.

Que en su lugar aflore marea adormecida,

muy plena, sin espuma ni ruido pertinaz,

cuando aquel que de lo hondo llamado fue a la vida

a su casa retorne sosegado y en paz.

Al caer de la tarde una campana reza,

y después… ya se sabe: ¡total oscuridad!;

y que a nadie le embargue del adiós la tristeza

cuando me embarque solo hacia la eternidad;

Pues aunque el flujo lejos me arrastre mar adentro

y del Tiempo y Espacio se rebase el umbral,

con mi Piloto espero tener un franco encuentro

cuando mi nave cruce el rompiente final.