Capítulo 47

Ky

Eli parpadea.

—¿Yo? —pregunta—. ¿Y Ky?

—Tú —dice Cassia—. E Indie. No yo.

Indie la mira, sorprendida.

—Alguien tiene que llevar a Eli río abajo —explica Cassia—. Hunter e Indie son los únicos con experiencia en aguas como estas, y Hunter se va a las montañas.

Hunter toca la barca.

—Ya está casi inflada.

—Puedes hacerlo, ¿verdad? —pregunta Cassia a Indie—. ¿Puedes ir con Eli hasta allí? Es la forma más rápida de llevarlo a un lugar seguro.

—Puedo hacerlo —responde Indie sin el menor atisbo de duda.

—Un río no es como el mar —le advierte Hunter.

—Teníamos ríos que desembocaban en el mar —dice ella. Coge uno de los remos que iban envueltos dentro de la barca y lo monta—. Yo solía bajarlos de noche, para practicar. La Sociedad nunca me vio hasta que salí al mar.

—Un momento —dice Eli. Todos nos volvemos. Él alza el mentón y me mira con sus ojos graves y solemnes—. Yo quiero atravesar la llanura. Es lo que querías hacer tú al principio.

Hunter lo mira, sorprendido. Eli frenará su avance. Pero Hunter no es la clase de persona que abandona a nadie.

—¿Puedo ir contigo? —le pregunta Eli—. Correré lo más rápido posible.

—Sí —responde—. Pero tenemos que irnos ya.

Cojo a Eli y lo abrazo.

—Volveremos a vernos —dice—. Lo sé.

—Sí —afirmo. No debería prometer nada semejante.

Miro a Hunter por encima de la cabeza de Eli y me pregunto si él no diría lo mismo a Sarah cuando se despidió de ella.

Eli se separa de mí y abraza primero a Cassia y luego a Indie, que parece sorprendida. Cuando termina, se pone derecho.

—Estoy listo —afirma—. Vamos.

—Espero volver a veros —dice Hunter.

Levanta la mano para despedirse y la luz de su linterna frontal le alumbra las marcas azules del brazo. Todos nos miramos durante un momento más. Luego, Hunter echa a correr y Eli lo sigue. Las luces de sus frontales no tardan en perderse entre los árboles.

—Eli estará bien —dice Cassia—. ¿Verdad?

—Es su decisión —aduzco.

—Lo sé —dice con dulzura—. Pero ha sido tan rápido…

Sí. Como el día que me fui del distrito. Y el día que murieron mis padres. Y cuando Vick se fue. Las despedidas son así. No siempre podemos prestarles la debida atención en el momento de la separación, por mucho que nos hieran.

Indie se quita el abrigo y extrae rápidamente el disco plateado con su navaja de piedra. Lo arroja al suelo con un gesto triunfal y se vuelve hacia mí.

—Eli se ha decidido —dice—. ¿Qué vas a hacer tú?

Cassia me mira. Se lleva la mano a la cara para enjugarse la lluvia y las lágrimas.

—Seguiré el río —digo—. No iré tan deprisa como Indie y tú en la barca, pero os alcanzaré en el último tramo.

—¿Estás seguro? —susurra.

Lo estoy.

—Tú has venido de muy lejos para encontrarme —digo—. Puedo acompañarte al Alzamiento.