EN la mitología republicana ha sido común insistir en que la llegada de la república en abril de 1931 vino precedida de unas elecciones en las que el pueblo se manifestó abrumadoramente en contra de la monarquía y a favor del cambio de régimen. Se habría tratado, por lo tanto, de un tránsito democrático de una forma de Estado a otra. La afirmación no pasa de ser una mentira histórica que busca ocultar lo que sólo fue un golpe de Estado republicano. Lo peor es que la mentira tendría además terribles consecuencias históricas.