DURANTE las dos últimas décadas ha sido común el repetir una serie de afirmaciones relacionadas con los vascos que no por más insistentes resultan más verdaderas. Entre ellas estaría la de que los vascos formaron una entidad política conjunta en el pasado, la de que su absorción en España y Francia se debió a la violencia opresora ejercida contra los vascos pero no a su voluntad, la de que el vascuence (denominado euskera) ha sido siempre la única lengua de Euskal Herria o la de que las guerras carlistas fueron ya un fenómeno claro de independentismo vasco frente a la opresión española. Todas estas afirmaciones pretenderían demostrar que los vascos no son —no lo han sido nunca— españoles. Semejante aserto, sin embargo, no pasa de ser una mentira histórica.