Me gustaría dar las gracias

Creo que un libro lo escribe sólo una persona, pero en realidad siempre son muchas las que intervienen. Tal vez algunas no se den cuenta y, sin embargo, están ahí. Espero no olvidarme de nadie. Todos los que me han ayudado, de una manera o de otra, a escribir o mejorar este libro han sido muy amables.

Un agradecimiento especial para Stefano Magagnoli. Sus consejos musicales me han acompañado a lo largo de toda esta novela, me han emocionado, divertido y hecho descubrir cosas que no conocía. De algún modo, me han hecho crecer.

Gracias también a Michele Rossi. Vino a Roma en cuanto leyó el libro y me transmitió todo su entusiasmo y su profesionalidad a la hora de ayudarme a mejorarlo.

Otro agradecimiento especial para Paolo Zaninoni, Marco Ausenda y Angela De Biaso. Es un placer trabajar con ellos. Cuando les conté esta historia, en seguida la acogieron con gran entusiasmo. Y esto es fundamental para volver a casa y empezar a escribir. Pero lo más importante es que nunca lo perdieron.

Gracias a Paola Mazzucchelli, con quien pasé horas al teléfono revisando el texto. Sin embargo, se me pasaron volando. Gracias a Gemma Trevisani, Caterina Campanini, Andrea Canzanella y Cecilia Nobili. Un agradecimiento especial a Maria Cardaci, que, con gran celeridad, compagina perfectamente los textos.

Gracias a Rosella Martinello y a su modo de inventar una campaña entusiasta y brillante. Sus ideas siempre tienen ese toque especial…

Gracias a Annamaria Guadagni, que sintonizó de inmediato con esta nueva aventura. También a Federica Fulginiti y a todo el Departamento de Prensa.

Le doy las gracias al Departamento de Ventas. Cuando presenté este libro en Milán, me escucharon con atención y sé que algunos de ellos apreciaron mi elección. A todos, gracias. Hubo algunos a los que no pude conocer bien, y lo lamento, porque todos son fundamentales. Se toman el libro en serio, y cuando es bueno, están tan contentos como si lo hubieran escrito ellos.

Mi agradecimiento a los libreros y a su tesón. Los imagino en sus tiendas, hablando con gente de todas edades, intentando encontrar una historia adecuada para cada uno, para que siempre se pueda seguir leyendo.

Gracias a Ked y, más concretamente, a Kylee Doust. He echado de menos tus apuntes escritos, pero he usado todos los que me diste de palabra. Tenías razón.

Un agradecimiento especial y profundo a Marco Belardi. A menudo, por la noche, cenando, le leía páginas de la novela. Su entusiasmo me ha hecho compañía durante este viaje.

También me gustaría dedicar un agradecimiento especial a todos lo amigos de Giuliopoli. El último verano pasé unos días realmente maravillosos en ese pueblo. Todas las mañanas daba un paseo y después me iba a escribir gran parte de este libro, y si hay algo bueno en él, estoy seguro de que mucho mérito lo tienen ellos. Gracias, Loreta y Romano.

Un agradecimiento especial para Mimmo Renzi. A veces viene a verme mientras escribo y entonces le digo que se siente frente a mí y le leo algún capítulo. Él cierra los ojos y escucha en silencio, con mucha paciencia, y no se duerme, porque cuando acabo siempre aporta alguna observación oportuna y útil.

Gracias a mi tía Annamaria Amenta. Durante aquella llamada telefónica noté un entusiasmo que me hizo olvidar todo mi cansancio, me hizo sonreír y me llenó de nueva energía.

Otro agradecimiento especial para Ilaria Amenta. Con su gran sensibilidad hizo que no cometiera ningún error.

También me gustaría dar gracias a todas aquellas personas que me conocen, que están conmigo, que me cuentan cosas sobre ellas, que me viven y se dejan vivir. Aunque algunas de ellas tal vez no lo sepan, han contribuido a escribir este libro.

Un agradecimiento lleno de afecto a toda mi familia. A Fabiana, a Valentina, a Luce y a mi gran amigo Giuseppe, al que muchos conocen como Pipolo, que siempre está conmigo.

Me gustaría dedicarle un último agradecimiento lleno de amor a Giulia. Además de hacerme el regalo más bonito de este mundo, el principito, me sonrió y, con esa sencillez que tanto le envidio, me resolvió un pasaje, el más importante.