Aunque la mayoría de estos textos deban su existencia a distintas circunstancias precisas, los he concebido todos con la idea de que un día estarían vinculados unos a otros en un único libro-ensayo, balance de mis reflexiones sobre el arte de la novela.

(¿Debo acaso señalar que no tengo la más mínima ambición teórica y que todo este libro no es sino la confesión de un «practicante»? La obra de cada novelista encierra una visión implícita de la historia de la novela, una idea de lo que es la novela; ésta es la idea de la novela, inherente a mis novelas, a la que he procurado dar la palabra).

La herencia desprestigiada de Cervantes[1] expone mi concepción personal de la novela europea y encabeza este «ensayo en siete partes».

Hace unos años, una revista neoyorquina, Paris-Review, pidió a Christian Salmon que me entrevistara sobre mis experiencias prácticas en el arte de la novela. Dividí la entrevista (que no es la transcripción de una conversación, sino un diálogo meticulosamente redactado) en dos textos independientes, el primero de los cuales, «Conversación sobre el arte de la novela», pasa a ser la segunda parte de este libro.

Con ocasión de la nueva edición francesa (Gallimard) de Los sonámbulos, y deseoso de redescubrir a Broch al público francés, publiqué en el Nouvel observateur el artículo «El testamento de Los sonámbulos». Renuncié a reproducirlo aquí después de que Guy Scarpetta publicara su excelente Introduction à Hermann Broch. No obstante, al no poder eludir Los sonámbulos, que en mi historia personal de la novela ocupa una posición preferente, escribí, a guisa de tercera parte, «Notas inspiradas por Los sonámbulos», secuencia de reflexiones que pretenden menos analizar esta obra que decir todo lo que le debo, todo lo que le debemos.

El segundo diálogo, «Conversación sobre el arte de la composición», es un debate a partir de mis propias novelas sobre los problemas artísticos, «artesanales», de la novela, en particular sobre su arquitectura.

En alguna parte ahí detrás[2] es el resumen de mis reflexiones sobre las novelas de Kafka.

Sesenta y siete palabras[3] es el diccionario de las palabras-clave que recorren mis novelas, y de las palabras-clave de mi estética de la novela.

En la primavera de 1985 recibí el Premio Jerusalén. El padre Marcel Dubois, dominico, profesor de la Universidad de Jerusalén, leyó el elogio en inglés con un marcado acento francés; con marcado acento checo, en francés, leí yo mi discurso de agradecimiento sabiendo ya que constituiría la última parte de este libro, el punto final de mi reflexión sobre la novela y Europa. No habría podido leerlo en un ambiente más europeo, más caluroso, más querido.