La moneda cae
con su país sin alma.
Nadie vive en el himno que
cantan los escolares y
la gloria que pasó, ya lejos.
Inmóvil,
el Poder abre abismos en
el sonido de cada uno, único.
¿Quién reconoce su mitad
con delicias soñadas?
Soñar es un trabajo que
adentro no separa la
tierra del cielo. El cuerpo mira
las manos que podrían
tocar otoños que vendrán,
claros, la dicha me
calla escondida.