A VECES

Sin saludo ni aviso

la ciudad se goza a solas

en un domingo cierno.

¿Y quién es uno entonces?

La memoria se calla

y la hermosura de las calles

prohibe el paso del dolor.

Todo es afuera, dice.

Lo que te toca es una calle

ávida de puertos donde no

partirás de esta calle nunca.