Mujeres, hombres, niños, díganme.
La niebla no ha salido
y d aire arropa el pabellón
de los solos. Un otoño arrugado
le da la mano a pérdidas, los sastres
no las saben coser. En el camino
cae lo ciego del andar, palabras
arrancadas al cuerpo, los pedazos
de una ausencia que cruje.
Las fabricas del frío no
pueden capar la boca
abierta a viencos de nacer
en los kilómetros de insomnio
a caminar todavía.