Abren las puertas del arrabal. Allí
la palabra canora cuenca
el tiempo que no pasó. Perdemos
la calle que se derrite en
el chapaleo de la vida breve
al sol de la verdad.
¡Espléndida cosecha de
almas desordenadas que no saben
por qué está gris el pulso/triste
la pasión que encendía
sus ángeles de guerra
y hoy no puede venir! ¡Y suben
libros del corazón que el deseo
capó de luz!