EL PUÑAL

El puñal marroquí

conoció sangre humana. Ahora

el olvido le come

la hoja que brillaba al sol.

Calla en su vaina y nada

le quita el gran desierto,

los caballos. ¿Qué haces, eternidad,

en este humilde acero, es

tu condición raspada por

las furias del metal? ¿Los párpados

que cerraba la herida? ¿Brumas

con madre alrededor?

A Marco Antonio Campos