LA CAMISA

La luz que toca mi camisa

nada sabe de mí. La recibo,

pero quién la merece.

Poner el cielo al fuego es una

condición de este tiempo, el almanaque

finge inocencia en su papel.

Los bárbaros que manejan las penas

de los demás, espinan

astros que no vendrán.

¿Qué esperan los dolidos en su cueva

con una cama donde

espantos, miedos, duermen cada noche?

El no mundo conversa

con mañanas sin Dios.