Querido Marco Antonio: Ella
seguirá visitando
tu enorme corazón. Allí se abriga
contra
las mordeduras de la época,
las guerras, la pobreza, los
malos poetas.
Con un fulgor de alma primera
te dejará para volver.
En los surcos abiertos por el dolor del mun
te sembrará de vientos y
conocerá su rostro.