El pan quemado recuerda a la boca
que no hable de los
carbones que encendió.
Hay parásitos, comen
del sufrimiento a otro, de
la pecho que cantaba, de
los vivos en la imaginación.
El animal del horizonte calla
sus abismos detrás.
El cosmos tiembla
como lo pájaro perdido
sin coartada.