En las migas de tu esplendor,
mamá, recibí el recital
de pogroms y de sangre
que dio rostro a mi rostro.
El puente de esas vidas es
lo respirado a cuestas.
Desde tus hombros miro
las arrugas de las estrellas célebres.
A un dedo de lo que fui me soy
en lo que habré de ser. Tanto mundo,
tanta abierta confianza en su cambiar
el accidente,
desastres que
dicen al lado adiós.