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Saga deja que el agua helada del grifo le corra por las manos. Tiene los nudillos inflamados e insensibles y se le han hecho tres heridas pequeñas.

Ha salido todo mal.

Ha perdido el control, ha maltratado a Bernie y Jurek se ha llevado la culpa.

Por la puerta pudo oír a los vigilantes gritar que prepararan cuatro ampollas de Diazepam antes de meterlo en la celda.

Creen que ha sido él quien ha pegado a Bernie.

Saga cierra el grifo, deja que las manos goteen en el suelo y se sienta en la cama.

La adrenalina le ha dejado un rastro de somnolencia y un peso tembloroso en los músculos.

Una doctora de urgencias se ha ocupado de Bernie. Pudo oír su cháchara maníaca hasta que lo sacaron por la puerta.

Saga siente tanta angustia que le dan ganas de llorar. Lo ha estropeado todo con su maldita ira. La puta falta de control de sus impulsos. Sencillamente, ¿por qué no podía mantenerse al margen? ¿Cómo se ha dejado provocar hasta recurrir a la violencia?

Siente un escalofrío y aprieta las mandíbulas. Es posible que Jurek quiera vengarse por haber cargado con la culpa.

Las puertas de seguridad traquetean y unos pasos rápidos se suceden en el pasillo, pero nadie entra en su celda.

Todo está en silencio.

Saga se sienta en la cama y cierra los ojos cuando los gruñidos comienzan a atravesar las paredes. Su corazón se acelera. Jurek Walter suelta un grito gutural y aúlla de dolor. Se oyen golpes en las paredes, como si estuvieran dando patadas con los talones en el acero blindado. Parecen series de golpes asestadas en un saco de boxeo.

Saga clava la mirada en la puerta y piensa en electrochoques y lobotomía.

Jurek grita con voz rota y luego se oyen unos golpes sordos.

Todo vuelve a quedar en silencio.

El único ruido que se percibe es el de las tuberías dentro de las paredes. Saga se levanta y mira por la gruesa ventanilla de la puerta. El joven médico pasa por delante. Se detiene y la mira inexpresivo.

Saga se queda sentada hasta que se apagan las luces.

La vida en el aislado módulo de seguridad es mucho más dura de lo que se había imaginado. En vez de llorar repasa la misión, las reglas para una infiltración de larga temporada y el objetivo último de toda la operación.

Felicia Kohler-Frost se encuentra completamente sola en una habitación cerrada. A lo mejor está sufriendo inanición y quizá tiene legionelosis.

Hay prisa.

Saga sabe que Joona está buscando a la chica, pero que sin la información de Jurek Walter las probabilidades de éxito son casi inexistentes.

Saga tiene que quedarse allí dentro, debe hacer un esfuerzo por soportar aquello un poco más.

Cuando cierra los ojos, siente un calor que se esparce bajo sus párpados.

Piensa que la vida que ha dejado atrás ya la había abandonado antes a ella. Stefan se ha ido. No tiene familia.