Joona ya había intentado hablar con Summa de la posibilidad de huir, de empezar una nueva vida, pero ella nunca había visto a Jurek Walter, no conocía la envergadura de sus actos y no se tragaba que aquel hombre estuviera detrás de la desaparición de Rebecka, Joshua y Ruben.
Con una concentración febril, Joona comenzó a obsesionarse con lo inevitable. Una perspicacia de hielo se apoderó de su persona cuando se puso a analizar cada detalle, cada aspecto, para elaborar un plan.
Un plan que los salvaría a los tres.
La policía judicial no sabía prácticamente nada sobre Jurek Walter. La razón decisiva de que se sospechara de un posible cómplice era la desaparición de la familia de Samuel Mendel poco después de la detención de Jurek.
Pero ese cómplice no había dejado ningún rastro.
Era la sombra de una sombra.
Los compañeros decían que era imposible, que no valía la pena seguir por ahí, pero Joona no se rindió. Entendía que no iba a ser fácil encontrar y detener al colaborador invisible. Podía tardar varios años y Joona estaba solo. No iba a poder buscarlo y al mismo tiempo vigilar a Summa y a Lumi, no a las dos, ni a cada segundo.
Si contrataba a dos guardaespaldas que las acompañaran las veinticuatro horas del día, los ahorros de la familia se agotarían en medio año.
El ayudante de Jurek había esperado varios meses antes de llevarse a la familia de Samuel. Quedaba comprobado que tenía paciencia y que no hacía nada de forma precipitada.
Joona intentó encontrar salidas para los tres. Podían mudarse, cambiar de trabajo y de identidad y vivir en silencio en alguna parte.
No había nada más importante que poder estar junto a Summa y Lumi.
Pero, como policía, sabía que las identidades protegidas no eran seguras. No eran más que un respiro temporal. Cuanto más lejos se fuera uno, más respiros se podía dar, pero en el expediente de las diferentes víctimas de Jurek Walter había un hombre que había desaparecido en Bangkok, en un ascensor del Sukhothai Hotel, y también sin dejar rastro.
No tenían adónde ir.
Esa noche, Joona no tuvo más remedio que aceptar que había algo más importante que poder estar con Summa y Lumi.
Sus vidas.
Si él se fugaba o desaparecía con ellas, sería un desafío directo para que Jurek iniciara la búsqueda.
Y si uno busca, tarde o temprano acaba encontrando a las personas que se esconden, eso Joona lo tenía muy claro.
No podía permitir que Jurek Walter buscara. Ésa era la única manera de que no las encontrara.
Sólo había una solución posible. Jurek Walter y su sombra tenían que creer que Summa y Lumi habían muerto.