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Un tren de mercancías corta la noche atravesando el paisaje invernal. La locomotora Traxx arrastra un convoy de casi trescientos metros.

El conductor, Erik Johansson, está sentado en la cabina. Descansa la mano sobre los controles. El ruido de la sala de máquinas y las vías es rítmico y monótono.

La nieve parece precipitarse en el túnel de luz que dibujan los dos faros. El resto es todo oscuridad.

Cuando el tren sale de la larga curva alrededor de Vårsta, Erik Johansson vuelve a aumentar la velocidad.

Piensa que hay tanto polvo de nieve que tendrá que parar como muy tarde en Hallsberg para hacer un control de deceleración.

Al fondo de la neblina, dos corzos bajan de un salto del terraplén y salen corriendo por el prado blanco. Se mueven por la nieve con una suavidad mágica y desaparecen en la noche.

Cuando el tren se acerca al puente de Igelstabron, Erik recuerda cuando Sissela a veces lo acompañaba en los trayectos. Solían besarse en cada túnel y en cada puente. Ahora se niega a perderse una sola clase de yoga.

Comienza a reducir de forma progresiva, pasa Hall y sale al puente elevado. Es como volar. La nieve se arremolina a la luz de los faros casi hasta el punto de que la sensación de arriba y abajo se confunden.

La locomotora ya ha alcanzado la mitad del puente, muy por encima del hielo de la ensenada de Hallsfjärden, cuando el conductor, Erik Johansson, ve una sombra vacilante en la neblina. Hay alguien en la vía. Erik hace sonar el silbato con insistencia y ve que la figura da un paso largo hacia la derecha, hacia la otra vía.

El tren se acerca a toda velocidad. Durante medio segundo, la persona queda iluminada por la luz de los faros. Un hombre joven y cadavérico. La ropa ondea sobre su cuerpo flaco y después desaparece.

Erik no es consciente de que ha activado el freno de emergencia y que todo el convoy se está deteniendo con un estruendoso chirrido metálico. No sabe si ha arrollado al joven o no.

Está temblando, nota el golpe de la adrenalina en la sangre y llama a SOS Alarm.

—Soy conductor de tren y acabo de cruzarme con una persona en el puente de Igelstabron… Estaba en medio de la vía, pero creo que no lo he atropellado…

—¿Hay algún herido? —pregunta la operadora de emergencias.

—Creo que no lo he tocado, sólo lo he visto unos segundos.

—¿Dónde lo has visto exactamente?

—En mitad del puente de Igelstabron.

—¿En la vía?

—Aquí no hay nada más que vía, es un puente ferroviario…

—¿Estaba quieto o caminaba en alguna dirección?

—No lo sé.

—Mi compañero está contactando con la policía y con el servicio de ambulancias de Södertälje ahora mismo. Hay que interrumpir el tráfico de trenes por el puente.