[1] Herman Melville (1819-1891) está considerado como uno de los mejores prosistas en lengua inglesa por la magia de su estilo, de un acento épico muy acorde con la sensibilidad actual. Tuvo una juventud rica en experiencias de vida marinera, y en toda su obra exaltó la calidad del hombre primitivo que vive en contacto con la naturaleza, en contraposición al hombre transformado por la convivencia civil. “Moby Dick” (1851), su obra maestra, fue concebida a partir de experiencias personales. Durante dos años estuvo el autor enrolado en un ballenero (1841-42), de donde sacó toda la materia prima necesaria para escribir la novela; luego, desembarcó en las islas Marquesas y allí vivió con una tribu desconocida por los occidentales. Convertida con el paso del tiempo en una obra cumbre de la literatura, “Moby Dick” fue acogida, sin embargo, con indiferencia por sus contemporáneos. El público y la crítica no aceptó la complejidad de un relato con profundas raíces bíblicas —la búsqueda obsesiva de una ballena blanca, la lucha entre el bien y el mal—, cargado de simbolismos, que trasciende con mucho el relato de aventuras. Incomprendido por sus contemporáneos, alcanzó la fama póstumamente.

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