[1] Samuel Taylor, que por aquel entonces contaba cuarenta años, ya había logrado un éxito anteriormente con “The Happy Time”, una comedia sobre una excéntrica familia francocanadiense. Años más tarde, Taylor escribiría —en colaboración con Alec Coppel— el guión de Vertigo.
[2] Billy Wilder, en cambio, siempre afirmó que fue él quien solicitó a la Paramount que comprara los derechos para Audrey, sin que la propia actriz interviniera.
[3] Tony Curtis recordaba haber oído decir a Billy Wilder que la causa de la negativa de Cary Grant había sido un simple accesorio del vestuario: «Billy le dijo: “En la película vas a interpretar al hermano mayor.” Cary replicó: “Muy bien.” Y Billy dijo: “Y en una escena, aparecerás con un paraguas en la mano.” Cary dijo: “Me parece que no quiero llevar ningún paraguas.” Billy replicó: “Pues tienes que hacerlo porque está escrito en el guión.” Y Cary le respondió: Muy bien, pues si tengo que llevar un paraguas, no haré la película.’ Así que no la hizo. Fue una simple cuestión de ego».
[4] Para hacernos una idea del rango estelar de Bogart basta saber que tenía derecho a aprobar el guión antes de ponerse delante de las cámaras, aunque nunca tuvo ocasión de hacerlo, porque el libreto se escribió en paralelo a la filmación.
[5] “Sabrina” se estrenó en Broadway con Margaret Sullavan como Sabrina Fairchild y Joseph Cotten como Linus Larrabee. La crítica aplaudió el trabajo de ambos actores.
[6] A Bogart le sorprendieron primero, y le enfurecieron después, todos los primeros planos de Hepburn. Bogie era un gran actor, pero Wilder sabía que casi todo el mundo prefería ver el dulce rostro de Audrey antes que el rocoso rostro de Humphrey. Bogart era un tipo duro, pero seguía siendo una estrella de cine, y la joven belleza.
[7] De febrero a septiembre de 1953, Bogart se sometió a un ritmo de trabajo agotador. El actor había rodado en Italia, Gran Bretaña y Los Ángeles, además de sufrir los rigores de La burla del diablo, cuya filmación había resultado muy fatigosa debido a las preocupaciones añadidas en razón de su coste y del rendimiento en taquilla. Si Humphrey hubiera sido más joven, su aguante y capacidad de recuperación hubieran hecho más llevadera aquella carga, pero ahora tenía ya cincuenta y cuatro años y su salud no era buena.
[8] El peor problema entre Bogart y Wilder derivó de un malentendido social. Un día después del rodaje, Billy Wilder invitó a William Holden, Audrey Hepburn y varios otros a tomar unas copas —consciente o inconscientemente excluyendo a Bogart—. «Cuando me di cuenta», dijo Wilder, «era demasiado tarde». Es muy posible que Humphrey no hubiera aceptado, pero quería que se le invitara, y se refugió en la indignación y el sarcasmo, que eran su coraza tradicional.
[9] Bogart se quejó a un reportero de “Time” de que «Wilder es uno de esos alemanes prusianos, con un fuerte acento y látigo en la mano. Es el tipo de director con el que no me gusta trabajar. Sólo trabaja en equipo con el guionista y excluye a los actores. ¡Ni siquiera me dijo cómo acababa la película y quién se quedaría con Sabrina!».
[10] William Holden también adoraba a Billy Wilder, tanto que no se quejó por perder a la chica o incluso por el teñido de su cabello, que Wilder sugirió para darle un aspecto a lo Jay Gatsby. El actor estaba ansioso por complacer a su mentor. En una escena, tenía que saltar una valla mientras se aproximaba a Audrey. Hizo el salto con total facilidad en la primera toma. «Eso ha estado bien, Bill», dijo Wilder, «pero demasiado rápido. ¿Podrías hacerlo un poco más despacio, por favor?». Para asombro del director y de todos los demás, Holden repitió el salto y pareció casi pararse en el aire antes de aterrizar.
[11] Las pruebas disponibles confirman la reconciliación. Cuando un nervioso Bogart buscó la opinión de expertos sobre el montaje definitivo de La burla del diablo, acudió, entre otros, a Wilder. Pocas semanas después de que concluyera el rodaje de Sabrina, “Daily Variety” mencionó a Wilder y a Bogart como parte de un grupo —del que formaban parte John Huston, Clark Gable y William Wyler— que estaba considerando asociarse con Allied Artists, una organización que financiaría producciones de independientes famosos. Y meses después, en una fiesta celebrada en casa de Danny Kaye, se pudo ver a Bogie en una actitud muy amistosa con los Wilder.
[12] Billy Wilder nunca ocultó su admiración por Audrey Hepburn. De hecho, durante el rodaje de Sabrina, declaró a los medios de comunicación: «Después de tantísimas camareras de bares de carretera como hemos tenido últimamente en el cine —la verdad es que hemos sufrido una auténtica sequía de todo lo demás— por fin hay alguien con clase; una persona culta, con estudios y que es posible que sepa tocar el piano. La otra chica con clase es Katharine Hepburn. Ya no hay nadie más». Y con una irreverencia bastante sexista típica de los años cincuenta, añadió: «Nos ha invadido una ola de “tetitis”, pero con esta chica… ella solita puede hacer que las delanteras sean cosa del pasado».