[1] En realidad, la única escena que David O. Selznick dejó relativamente intacta fue la de la violación. El productor era célebre por el respeto y fidelidad con que solía tratar los textos de procedencia de sus películas. Sin embargo, como él se apresuró a señalar: «Esto no afecta a la adaptación de libros que no han tenido éxito, o sólo un éxito muy moderado. Si el libro no consigue destacar en su propio medio, no hay motivo para creer que una transcripción fiel vaya a destacar en otro medio; con esta película me interesaban enormemente los personajes y sus relaciones (…) pero pensaba que la historia de los personajes se perdía en un laberinto de hazañas típicas del salvaje Oeste y que hacía falta dar mayor envergadura a la historia».
[2] Según King Vidor, «Perla era una mestiza medio degenerada que vivía dominada por completo por sus emociones físicas, y Jennifer no era así en absoluto. Para ella fue un gran esfuerzo (…) tiene una cara muy expresiva, siempre refleja sus pensamientos, y para hacer que se metiera en el personaje de la chica, yo tenía que contarle la historia todos los días, hasta el punto en el que estábamos, para que asumiera ese estado de ánimo. Es como una niña a la que hubiera que contar un cuento. (…) Entonces se transforma hasta donde se lo permite su capacidad. (…) Le decía cómo tenía que sentirse en aquellas situaciones, y así es como quería ella que la dirigieran. Quería escuchar toda la historia y todo el personaje. Es como arcilla en manos de uno».
[3] Corren diversas versiones sobre la causa de su renuncia. Según Selznick, Vidor pidió un travelling que, por su complicación, hubiera llevado horas preparar, cuando él ya había aprobado otra posición de cámara; David desautorizó al director, y éste renunció. Así lo contó: «Fui a la localización con King. Le pregunté repetidas veces si la cámara estaba instalada y él me aseguró, casi con impaciencia, que no tenía de qué preocuparme. [Por eso] me fui a la caravana para ocuparme de otras tareas. Unas horas después, volví al set para ver cómo progresaba el trabajo y descubrí con horror que King había cambiado por completo la posición de las cámaras. Por un capricho de última hora había tirado por la ventana veinticinco mil dólares más, porque estaba claro que iba a ser imposible terminar aquel día. Cuando se lo reproché, presentó su dimisión».
[4] Un día, mientras William C. Menzies estaba terminando de ensayar la escena de la fiesta, David entró apresuradamente en el plató y anunció que Japón se había rendido y que la guerra había acabado. Les pidió que se quedaran hasta que tuvieran una toma aceptable, y así, en palabras del operador Lee Garmes, «podríamos celebrar el final de la guerra y el fin del rodaje».
[5] Cuando Selznick pretendió suprimir el crédito “Una producción de King Vidor” del título principal, se encontró con la resistencia del director. La disputa fue creciendo, especialmente para David, quien escribió una carta de veintidós páginas al abogado de Vidor, Henry Herzburn, acusando al cineasta de estar ansioso de asegurase dos créditos, no mereciendo ninguno de los dos. Tras leer los guiones, y escuchar los testimonios de todo aquello que le concierne, el Arbitration Brad eligió el crédito de dirección en solitario. El productor tenía que aceptar su veredicto, y ocasionalmente los dos hombres reaunudaron su amistad, con DOS remarcando en una nota conciliatoria, «Odiaría pensar que ninguno de nosotros es tan infantil como para dejar que lo que pasó interfiera en una amistad de veinte años».
[6] Descrito como un “documento moral”, el Código de Producción comprendía tres principios generales: 1. No debe producirse ninguna película que rebaje los niveles morales de aquellos espectadores que la ven. Por lo tanto la simpatía del público nunca debe ponerse del lado del crimen, delincuencia, maldad o pecado. 2. Se presentarán formas correctas de vida, sujetas solamente a los requisitos del drama y el entretenimiento. 3. La ley, natural o humana, no será ridiculizada, ni se creará simpatía hacia su violación.
[7] La National Legion of Decency se formó en abril de 1934 como una agencia de los Obispos Católicos de los USA. Su propósito era asegurarse de que las películas se amoldaban a la moralidad aceptada y tradicional bajo la cual se fundó la civilización. La Legión clasificaba las películas en cuatro categorías, siendo las calificaciones asumidas por el Departamento de Películas de la Federación Internacional de Alumnado Católico: Clase A, Sección I, Inobjetable para Todos los Públicos; Clase A, Sección II, Inobjetable para Adultos; Clase B, Objetable en parte; Clase C, Censurada.
[8] Selznick escenificó su reacción en una serie de anuncios que llamaban la atención sobre el hecho de que «debido a esta edición voluntaria… la película era ahora unos tres minutos más corta que en su formato original… pero ninguna escena se había perdido…».