[1] A los consejos de Hammett, por ejemplo, se debe que Horace Giddens padeciera una enfermedad cardíaca en vez de la sífilis de las primeras versiones de la obra. También desapareció el confinamiento del banquero en un pabellón de esclavos donde Regina le mantenía apartado.
[2] A Bette Davis no debió hacerle ninguna gracia que se barajara el nombre de su íntima enemiga Miriam Hopkins para sustituirla. La enemistad de ambas actrices constituye una de las leyendas favoritas del Hollywood de los años dorados. Según parece, Miriam acusaba a Bette de haber mantenido un romance con su tercer marido, el director Anatole Litvak. Pero lo cierto es que la señora Hopkins no gozaba de muchas simpatías… Fue detestada por casi todos sus compañeros y acabó considerada como una verdadera arpía.