«Me han dicho que no hable sobre ello», clamaba Margot Kidder, «pero no me importa. Los Salkind son gente despreciable y es hora de que se sepa». Cuando una de las estrellas de un gran blockbuster empieza una rutinaria entrevista promocional de esta forma, es que está ocurriendo algo extraordinario. En retrospectiva, las circunstancias del rodaje de Superman II se cuentan entre las más turbias de la historia del cine.

En enero de 1979, las cosas no pintaban nada bien para Superman II. Las demandas judiciales podían detener cualquier trabajo en la producción. Marlon Brando había llevado ante los tribunales a los Salkind por el supuesto incumplimiento de ciertos pagos en su contrato por la primera película, y era esencial para ellos eliminarle de la secuela o arriesgarse a un mandato legal contra la misma.

«Empezaron a meterse en un montón de problemas», explicó Kidder, «porque una vez que decidieron que no podían utilizar a Marlon, ya que no querían pagarle, tuvieron que cambiar un montón de cosas. Le reemplazaron por Susannah York, pero se perdió mucho».

Brando no era el único problema. El director Richard Donner, que había pasado veintiocho meses de su vida dando a Superman su asombrosa sensación de fidelidad, fue sumarialmente despedido de la secuela antes de que empezase el trabajo en ella.

Los acontecimientos se precipitaron tras el estreno de la película en las Navidades de 1978, Donner se fue a casa, esperando una llamada de los Salkind para volver al trabajo y finalizar la secuela. Declaró que el nuevo filme iba a ser mucho más grandioso de lo que se había planeado. Ya había dejado rodada una considerable cantidad de metraje y, según estimaba, sólo faltaba un veinte por ciento —aproximadamente— del total del metraje. Principalmente, los momentos clave entre Lois y Superman, la destrucción de Metrópolis y de monumentos característicos del mundo. Era básicamente trabajo de efectos especiales. El lanzamiento de Superman II estaba previsto para diciembre de 1979.

Entretanto, el director de fotografía Geoffrey Unsworth murió súbitamente en Francia mientras trabajaba con Roman Polanski en Tess, poco antes de la premiere de Superman. Profundamente entristecido por perder a un íntimo amigo, Donner dijo que le pediría a Peter MacDonald, director de segunda unidad, que se ocupase de completar la fotografía de la secuela.

El productor Pierre Spengler afirmó que en enero de 1979 trató de ponerse en contacto con Donner para ofrecerle una tregua y hablar sobre Superman II: «Tomémonos un descanso», le sugirió. «Después nos reuniremos para hablar de la secuela». Luego asistió a una fiesta de Año Nuevo, donde fue abordado por un columnista de “Variety”, que le dijo: «Creo que Donner y usted tuvieron peleas terribles».

«Cierto», admitió Spengler, «pero por lo que a mí respecta está todo olvidado. Lo importante es nuestra nueva película y estoy deseando trabajar con él en ella».

El columnista se apresuró a llamar a Donner, que le espetó: «Si Pierre va a hacerla, yo no». Después de consultar con los Salkind, Spengler trató de restablecer el contacto con su director, que seguía mostrándose beligerante y poco cooperador.

«¿Por qué nos estamos rompiendo la cabeza con este tipo?», preguntó Alexander Salkind. «No está cooperando y va a ser incluso peor que antes tratar con él. Veamos si podemos convencer a Lester para que dirija esta vez». Richard Lester consideró su extremadamente generosa oferta y decidió declinar. Decepcionados, los Salkind volvieron a su elección original y presentaron a Guy Hamilton (el hombre que había trabajado en la pre-producción de Superman en Roma en 1976, hasta que tuvo que abandonar el proyecto por sus problemas fiscales) como director a los ejecutivos de la Warner. «Lo sentimos», fue la respuesta. «Queremos a Donner».

«Eso es absolutamente imposible», dijeron los productores. «Bien, si no podéis conseguirle, Richard Lester es la única otra opción por lo que a nosotros respecta», respondió la Warner. «Ya hemos hablado con Richard. Rechazó nuestra oferta», replicaron los Salkind. «Dobladla. Warner pagará la diferencia», concluyeron los ejecutivos del estudio.

Lester, seducido por la nueva oferta económica (el sueldo más alto jamás pagado a un director hasta entonces), aceptó hacerse cargo de la película. «Si tanto me queréis», le dijo a Spengler, «está bien, lo haré». El cineasta no era un fan de los comics y no lo escondía, pero sabía que hacer Superman II era el único modo de recuperar todo el dinero que los Salkind aún le debían.

En marzo, Donner recibió un telegrama de los productores que decía sucintamente: «Sus servicios ya no son requeridos». Le habían despedido. El director puso su mejor cara de póker, deseó toda la suerte del mundo a Superman II y continuó con su demanda en curso contra los Salkind. «Creyeron conveniente reemplazarme», suspiraba poco después. «Ya que yo completé al menos el ochenta por ciento del filme, sólo espero que no lo fastidien mucho».

No cabe duda de que Donner se sintió completamente traicionado por la decisión de Richard Lester de tomar el control de Superman II, particularmente porque éste nunca le llamó para decírselo. La disputa fue mucho más agria porque Lester había trabajado en la primera película como una especie de productor intermediario en una época en que las relaciones entre Donner y los Salkind estaban en su punto más bajo, y los dos hombres se habían hecho amigos en el transcurso del largo rodaje.

Lester recordaba la situación de un modo diferente. «Donner tuvo una terrible pelea con los productores y concedió una entrevista a “Variety” diciendo que no iba a hacer Superman II a menos que se hiciesen cambios considerables en los temas de producción», explicó. «Entonces ellos dijeron: “Richard no va a decirnos cómo producir una película”, y no quisieron tener más tratos con él».

Por otra parte, Lester enfatizaba que no “heredó” Superman II de Donner, sino de otro director intermedio (Guy Hamilton) que había sido contratado mientras tanto. «Las circunstancias eran completamente diferentes cuando hice la secuela», argumentó el realizador. «Yo había hecho dos películas, Los primeros golpes de Butch Cassidy y Sundance y Cuba, y no me había acercado a los Salkind ni a Superman. Donner ya estaba fuera cuando yo me impliqué en Superman II, y un director intermedio, Guy Hamilton, entró en escena durante un tiempo. Más aún, había una demanda entre Donner y los Salkind, y no hubiese sido inteligente por mi parte implicarme de ningún modo».

Margot Kidder fue fulminante en sus críticas al comportamiento de los Salkind hacia Donner y hacia ella, y les hizo pagar generosamente por esa conducta. «Trataron de quitarme 40.000 dólares», decía la actriz, «una gran cantidad de dinero para mí y muy poco para ellos. Yo estaba en mitad de un divorcio y endeudada, y tenía un hijo al que cuidar. Pero me recomendaron un abogado que había ayudado a toda la gente de Los mosqueteros y, como resultado, renegocié mi contrato y gané una fortuna con Superman II. Se estaban comportando de un modo totalmente ilegal y acabó costándoles un millón de dólares». Su actitud provocó que los productores la “castigaran” más tarde, eliminando virtualmente su personaje en Superman III. «Donner hizo mi carrera», mantenía Kidder. «Hizo la de Chris, hizo ganar billones a los Salkind. Y ellos le apuñalaron por la espalda. No siento más que desprecio por ellos».

Christopher Reeve coincidía con su compañera, sosteniendo que Donner había sido despedido sin su conocimiento. El actor echaba humo porque se había visto impotente para actuar, ya que todos los contratos habían sido firmados antes de que él fuese informado. Definió a los Salkind como «indignos de confianza, arteros y lamentables como personas. No son la clase de personas a las que quieres dedicar mucho tiempo».

Por fin, en el verano de 1979, comenzó el rodaje de Superman II. David y Leslie Newman se incorporaron de nuevo a la producción y trabajaron en su guión original con Lester. Algunas de las revisiones que Tom Mankiewicz había realizado en el libreto inicial de la secuela fueron eliminadas, aunque recibió un crédito como asesor creativo debido a que otras de sus ideas sí se mantuvieron en el montaje final.

La liberación de los villanos kryptonianos de la Zona Fantasma en Superman II era causada originalmente por el cohete que Superman lanzaba al espacio en la primera película. La segunda parte tenía que empezar con una repetición de ese metraje, seguido por la explosión del cohete en el espacio y la liberación del General Zod y sus compinches. Lester cambió ese concepto por la escena de los terroristas en París, rompiendo la continuidad que Donner intentaba conseguir entre las dos películas.

Gran parte del metraje que Donner rodó para Superman II fue eliminado, pero se mantuvo una cantidad apreciable y las opiniones varían respecto a exactamente cuánto de su trabajo se ve en la pantalla. Spengler y Lester afirman categóricamente que sólo se conservó el diez por ciento; otros estiman al menos un treinta por ciento; y hay incluso quien habla de la mitad.

«Déjame ponerlo de esta forma», corroboró Donner, «todas las partes buenas de Superman II son mías. Todo lo de Hackman, Brando —bueno, eliminaron a Marlon porque quería más dinero—, Beatty y Perrine, lo rodé yo, e iba a seguir la línea de la primera película. Los villanos iban a ser mucho más creíbles. Odié lo que hicieron con los villanos en el pueblecito. Parecía el punto de vista de un inglés sobre cómo era América, con el ejército, los jeeps, la gente… Pierde su sensación de importancia».

De hecho, en una reciente entrevista, Margot Kidder afirmaba que existen suficientes escenas rodadas por Donner «en un baúl en alguna parte» para permitirle hacer su propio “Montaje del Director”. Respaldando las declaraciones de la actriz, resulta interesante comprobar que cuando la cadena de televisión ABC emitió Superman II en 1984, utilizaron más de treinta minutos de metraje eliminado de la versión cinematográfica, casi todo dirigido por Donner. Éstas son algunas de las escenas: Superman adelantando al Concorde (una secuencia concebida para la primera cinta); diálogos adicionales entre Lex Luthor y Otis en la cárcel y entre Luthor y Miss Teschmacher volando hacia y dentro de la Fortaleza de la Soledad; una escena en la que Lois dispara a Clark para demostrar que es Superman; y casi quince minutos de metraje extra con Gene Hackman, incluyendo una secuencia clave dentro de la Fortaleza en la que el villano suplica piedad a Superman y éste se arriesga a confiar en él.

Todo el material rodado con Marlon Brando se quedó en un rincón. Si lo utilizaban, los Salkind tendrían que pagarle un porcentaje de los beneficios de la secuela, así que decidieron prescindir de él. Originalmente, Donner había filmado a Superman hablando con su padre para Superman II, pero los productores ordenaron eliminar sus escenas y las sustituyeron por las del héroe hablando con su madre, Lara (Susannah York).

Spengler admitió alegremente que «no había nada artísticamente erróneo con gran parte del material que eliminamos. Nos habría gustado utilizarlo. Pero las cosas resultaron de otro modo y estamos muy felices de cómo quedó». En cambio, el productor negó categóricamente otras hirientes afirmaciones que se han hecho sobre Superman II. Se dijo que, para evitar pagar a Gene Hackman para que volviese a doblar una de las escenas en la Fortaleza de la Soledad, contrataron a un doble que trató de imitar su voz.

«Lo que ocurrió», explica Spengler, «es que Hackman no estaba disponible para grabar un par de pistas que le pedimos que hiciese. Tuvimos que contratar a un doble de voz para hacerlo, pero él nos dio su autorización».

Margot Kidder realizó otra acusación más seria contra la producción: «Es el único filme en el que he trabajado», dijo la actriz, «en el que el personal exigía su dinero por adelantado cada semana porque los cheques eran devueltos».

«Eso es una absoluta mierda», desmintió tajantemente Spengler. «Nunca ha habido ni un solo cheque devuelto en ninguna de las producciones en que los Salkind o yo hemos trabajado. Eso es una difamación, y llevaré ante el juez a quien mantenga lo contrario».

A pesar de todas las dificultades, Lester logró imponer su personalidad sobre la película y se ganó la confianza de sus protagonistas. «De repente teníamos este nuevo guión, que yo no pensaba que fuese ni de lejos tan bueno como el que Donner tenía para la segunda parte. Y creo que es una atrocidad cuando eliminas a un gran actor como Marlon Brando para no tener que pagarle», reflexionaba Christopher Reeve. «En cualquier caso, aprendí muy deprisa que no puedes hacer un buen filme con un sentimiento hostil, y cuando conocí a Lester realmente me gustó y le respeté, y en absoluto le culpé por lo que había pasado».

Si Superman II era «una película tan buena», sostenía el actor, se debía al «enorme talento de Lester como director. Si no hubiese sido por eso y por el gran legado dejado por Donner [un metraje estimado por Reeve en cerca de un veinticinco por ciento del montaje final, incluyendo todas las escenas con Gene Hackman], hubiese sido un chiste. Porque desde mi punto de vista, el modo en que fue producida es lo más bajo que se puede caer sin timar a la gente». Reeve hacía hincapié en que estaba hablando del rodaje, no de la película terminada, a la que juzgaba «diferente de Superman I, ni mejor ni peor».

En su estimación del material, Reeve estaba pasando por alto varios puntos. En la lucha por terminar la primera película, al menos media docena de directores fueron reclamados para ciertas secuencias, incluyendo a Peter Duffel y al veterano André De Toth. Y aunque todas las escenas de Hackman fueron rodadas por Donner, la mayoría de ellas tuvieron que ser reescritas, re-montadas y re-dobladas por Lester, que también dirigió algunas secuencias adicionales utilizando dobles. Donner consideró que muchos de estos cambios se hicieron para privarle del crédito de director.

«La repetición de tomas se hacía esencialmente cuando teníamos problemas con la disponibilidad de los actores caros», recordaba Christopher Reeve. «Filmamos muchas escenas del “Daily Planet”, si no todas, mientras hacíamos la primera parte. Así que ésas estaban enlatadas. También se hicieron todas las secuencias de Gene Hackman. No recuerdo que volviese después».

Lester y su equipo se trasladaron a París, Noruega y la isla caribeña de Santa Lucía para rodar nuevos exteriores para Superman II. «Cuando haces secuelas, tienes que mejorarlo todo. Y tienes que gastar el dinero», continuaba Reeve. «En la segunda película nos fuimos desde Pinewood a Santa Lucía. Llevamos todo un equipo para rodar una toma de Superman recogiendo una flor en un arroyo. Y después nos fuimos a Noruega para sacar algunas tomas en los campos nevados».

El rodaje finalizó en marzo de 1980, y la posproducción se hizo a toda máquina. La premiere iba a celebrarse el 4 de diciembre en Australia. Eso significaba que la película tenía que completarse en cuestión de meses.

Los Salkind y Warner Bros. firmaron interesantes acuerdos de distribución, en virtud de los cuales, por ejemplo, Superman II se estrenó en Europa en diciembre de 1980, y no llegó a Estados Unidos hasta junio del año siguiente. Los productores estaban desesperados por conseguir algo de dinero, y este plan de estreno era perfecto para ellos. Lanzar la película en Australia en su temporada veraniega les proporcionó ingresos rápidos, pero fue en detrimento de la calidad de la cinta. Los efectos especiales tuvieron que acelerarse para llegar a la fecha de estreno prevista.

Comparando los méritos y los deméritos de los dos filmes, todo depende de lo en serio que uno se tome a sus superhéroes. El Superman de Donner mereció todos los elogios de aquellos que prefieren que sus mitos no sean desafiados. «Larga, lúgubre y sólo desigualmente entretenida… con demasiados preliminares irrelevantes y un equivocado sentido de su propia importancia», se quejaba la revista “Guide”. El “New Yorker” encontraba el argumento «tan hecho a la buena de Dios que la historia nunca parece arrancar». Pauline Kael sostenía que la película daba la impresión «de haber sido realizada con miedo a que el estilo o demasiada imaginación pongan en peligro su atractivo para los cuadriculados de mente». Pero esos “cuadriculados” dejaron 134 millones de dólares en la taquilla norteamericana.

La secuela de Lester, capaz de prescindir de todo el material que había lastrado la cinta de Donner, disfrutaba del «lujo de pasar a la acción casi inmediatamente», señalaba “Variety”, que la definía como «una sólida y hábilmente construida pieza de entretenimiento».

“Time” alababa una «rareza entre las rarezas, una secuela que supera al original. Dado que el mayor cambio en los créditos es la sustitución de Richard Donner por Richard Lester como director», continuaba, «parece lógico señalarle como el único responsable de hacer que Superman despegue».

Superman II acabaría recaudando 108,2 millones de dólares en los Estados Unidos. El propio Lester dirigió Superman III en 1983. Esta segunda secuela (la primera vez que Christopher Reeve encabezó los títulos de crédito, acompañado por el cómico Richard Pryor) no recibió la misma respuesta entusiasta de las anteriores, pero aún así hizo 60 millones de dólares en norteamérica.

Richard Donner, que seguía esperando su porcentaje de los beneficios de la primera película mientras Superman II arrasaba en taquilla, declaró resignadamente: «Lo enfermizo de esta gente es que piensan que todo el mundo va a por ellos. Finalmente he descubierto que es verdad».

Más suerte tuvo Marlon Brando. Muchos años después, acabó cobrando todo su dinero por su aparición en Superman y volvió a trabajar con los Salkind en el fiasco comercial Cristóbal Colón, el descubrimiento.

Riéndose de su mito americano, pero sin caer nunca en la comedia autoparódica, esta secuela es deliciosa. El director Richard Lester firma un cartoon en el que Superman descubre que ya no es el tipo más duro del lugar cuando tres villanos son exiliados de su planeta natal y llegan a la Tierra. Los efectos igualan a los de la primera película, Christopher Reeve repite su rol como el Hombre de Acero con gran éxito y hay un gran reparto de actores secundarios, incluyendo a un irascible Gene Hackman y al excelente Terence Stamp.

La trama básica (supervillanos que esclavizan la Tierra) es potencialmente mucho más interesante que la de la primera parte, y aunque ocasionalmente se echa de menos la seriedad que Donner aportaba al tema, Lester la reemplaza con un inteligente matiz satírico y algunos buenos gags. Los puristas pueden encontrar ciertas cosas difíciles de aceptar, pero el público tiene pocos motivos para quejarse. El resultado es una película especialmente divertida y un raro ejemplo de secuela que no sólo iguala, sino que incluso mejora, a su original. No puede decirse lo mismo de Superman III y Superman IV, a pesar de que Reeve siguiese haciéndose cargo del papel.