Para ser estrella de cine nunca ha sido imprescindible saber actuar, pero en los años cuarenta, cuando los estudios buscaban nuevas estrellas debajo de las piedras, ésa era la cualidad menos solicitada. Linda Darnell tenía otros atributos: provocativa belleza, cabellera azabache, enormes ojos oscuros y una especie de sinceridad que le salía por los poros y que no tenía nada que ver con ninguna definición de esa cualidad que se pueda encontrar en un diccionario. Del mismo modo, fue una de las mujeres más hermosas de Hollywood y una de sus actrices más incomprendidas. Durante mucho tiempo se dijo que era incapaz de dar una buena interpretación. Con los años, sus películas demostraron que en sus momentos más afortunados podía llegar a estar magistral. Poseía una voz sugerente, un encanto algo vulgar y una sensualidad teñida de exotismo, y podía resultar apasionada, con un apasionamiento pizpireto que no tenía nada que ver con el verdadero temperamento. Los colegiales la adoraron en su papel de la amada de Tyrone Power en El signo del zorro, aunque es difícil imaginar que a un hombre adulto le pudiera parecer de carne y hueso. Daba la sensación de ser una belleza natural, incontaminada, a la que nada ni nadie podía pervertir.
En sus comienzos se mostró como una dama cálida y deliciosa y, a medida que avanzó su carrera, se especializó en papeles de femme fatale perversa y viciosa. Sus armas fueron una variada gama de registros, que le permitían brillar tanto en el drama como en la comedia, y un rostro definido como “demasiado perfecto”, además del glamour imprescindible que requería el Hollywood de aquella época. Estuvo fascinante en Pasión de los fuertes y en Ambiciosa. Lo cierto es que su deslumbrante belleza condicionó de manera negativa su carrera. Su carga erótica, tan soberana, se proyectó en detrimento de su valía artística, que fue generalmente poco utilizada. Nunca consiguió ser una primera estrella y su gloria apenas duró diez años, pero Linda Darnell es una referencia obligada a la hora de hablar del cine americano en los años cuarenta.
Para los que estén buscando lo que posiblemente sea una película accidentada, Ambiciosa es algo así como encontrar el vellocino de oro. Es un filme tan inenarrablemente gafado que sólo podemos pensar que todos los que trabajaron en el proyecto debieron de perder completamente el juicio durante varios meses. Basada en el best-seller más comentado de la época, “Forever Amber”, de Kathleen Winsor, y concebida para convertirse en la respuesta de la Fox a Lo que el viento se llevó, el resultado fue un filme maldito, pero fascinante, tan atractivo e incomprendido como el alma de su protagonista.
En su momento fue considerada el colmo del escándalo, aunque para escándalo el que debió montarse en los pasillos de la Fox a medida que se amontonaban los problemas en la mesa del productor, el presupuesto se estiraba hasta límites insospechados y los problemas asolaban el plató. Pero empecemos por el principio.
Nada más finalizar el rodaje de Pasión de los fuertes, Darryl Zanuck anunció que Linda Darnell interpretaría el papel titular en la muy esperada y multimillonaria producción Ambiciosa. La novela de Winsor sobre la Inglaterra de la Restauración había sido saludada durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial como el libro más picante en años, y la Fox había pagado 200.000 dólares por los derechos cinematográficos. El estudio estaba preparado para gastar cinco millones en una épica en Technicolor, convirtiéndola en la película más costosa que la compañía había producido. Para Linda, Amber era la oportunidad de su vida, el rol más codiciado desde Scarlett O’Hara.
El rodaje de la película había comenzado cuatro meses antes con la actriz inglesa Peggy Cummins en el papel de Amber St. Clare. Sin haber cumplido aún los veinte, la coqueta rubia no tenía prácticamente experiencia interpretativa, pero había conseguido el papel porque a Zanuck le gustaba. Después de cinco semanas y media de filmación bajo la dirección de John Stahl, la producción fue cancelada. «El material rodado hasta ese momento», declaró el productor, «no se ajusta a los altos niveles de calidad originalmente planeados. Tenemos que revisar este material y determinar qué cambios habrá que hacer cuando la producción se reanude».
Aunque Stahl fue reemplazado posteriormente, el mayor problema residía en Peggy Cummins, que simplemente no tenía la suficiente experiencia para interpretar el personaje central. «Peggy exhibió sus dos expresiones en treinta y nueve días», explicaba Cornel Wilde, que interpretó a Bruce Carleton en ambas versiones. «Tras ese espacio de tiempo, Zanuck admitió que ella no podía hacerlo. Al final se rindió y quemó todos los negativos para que nadie viese nunca el terrible error que había cometido».
Para cuando Miss Darnell fue anunciada como el reemplazo de Cummins, el estudio ya había invertido más de un millón de dólares en Ambiciosa, y había una gran presión para asegurarse de que la película fuese un éxito comercial. Otto Preminger fue seleccionado para relevar a Stahl como director, mientras Zanuck insistía en que el reparto —con la excepción de Wilde como protagonista masculino— fuese cambiado de arriba a abajo.
Los problemas de fechas de Linda la obligaron a abandonar el personaje de Catana en Captain from Castile. «Para conseguir el mejor papel de mi vida, Amber», declaró la actriz, «tuve que renunciar a Catana. Supongo que nunca puedes conseguir todo lo que quieres». Jean Peters haría su debut cinematográfico en Captain from Castile, mientras Peggy Cummins fue enviada a un papel menos exigente en The Late George Apley. Mientras tanto, Darnell se dio cuenta de que su futuro descansaba en el éxito de una película que ya estaba sumergida en un mar de problemas.
Zanuck, normalmente tan hábil para elegir la historia y reunir al equipo apropiado, había comprado la novel a de Kathleen Winsor convencido de que su controvertido título podía por sí solo asegurar el éxito del filme. «Era un libro terrible», dijo el guionista Philip Dunne, que trabajó en el script durante casi un año. «Era amateur, pero de algún modo enganchaba. Supuestamente era provocativo, y por supuesto, ahí estaban los censores mirándonos en plan “No os atrevais a moveros”. Yo quería hacer una parodia con ella, pero Zanuck dijo: “No, es un best seller. Vamos con ello”».
Dunne seguía convencido de que el único modo de salvar el proyecto era convertirlo en una comedia satírica. Después de varias semanas de trabajo poco inspirado, el escritor terminó lo que él consideraba «un guión pesado y sumisamente saneado», que Zanuck juzgó como una mejora respecto al anterior. Cuando Otto Preminger fue llamado para salvar el proyecto, se ordenó otra reescritura. Sin embargo, el cineasta vienés, conocido en el plató como “Otto el Terrible”, no quería participar en Ambiciosa. «Leí el libro cuando fue enviado por el departamento creativo. Me pareció terrible», le expetó al mandamás del estudio. Después de ver lo que Stahl había filmado, su opinión era más negativa que nunca. Zanuck le recordó a Preminger que era un muy bien pagado miembro del equipo creativo de la Fox e insistió en que estaba obligado a salvar el filme. «No te culparé si la película no funciona», le dijo Darryl.
El director exigió que le permitieran incorporar a un guionista de su propia elección, Ring Lardner Jr. Pero Darryl no quería que Preminger tuviese pleno control sobre el proyecto y le ordenó a Dunne que se quedara. Así que éste y Lardner tuvieron que trabajar juntos en un guión que no gustaba a ninguno de los dos. «Yo pensaba que Ambiciosa no tenía ningún valor», confesaba Dunne. «Ring compartía mi desprecio por el material, así que trabajamos bien juntos».
Cuando Cornel Wilde se enteró de que “Otto el Terrible” iba a dirigir la película, quiso abandonar el rodaje. Los dos habían trabajado juntos en Centennial Summer, y apenas se dirigían la palabra. El actor odiaba el sarcasmo y el comportamiento tiránico del realizador y desde el principio había encontrado el guión de Ambiciosa pomposo y estático. Pero Wilde era una estrella popular por entonces, y Zanuck necesitaba su nombre en una producción ya cargada de problemas. Darnell, por otro lado, veía el filme como una oportunidad de oro, como casi todas las actrices de Hollywood. Su elección para el papel central fue una gran sorpresa, especialmente para la propia Linda. «Estaba prácticamente viviendo y respirando a Catana cuando supe que iba a ser la nueva Amber», comentó. «Naturalmente, fue la sorpresa más excitante que nunca me han dado. Pensé que era la chica más afortunada de Hollywood».
Cuando Darnell se presentó al trabajo en septiembre, fue inmediatamente sometida a una estricta dieta. Después se decidió que trabajaría con Constance Collier, la distinguida actriz británica, en un intento por conseguir algo de acento inglés. Como en Ambiciosa había cuarenta y dos cambios de vestuario, la actriz se pasaba horas y horas probándose el elaborado guardarropa que hacía su papel tan deslumbrante. Luego, surgió una gran duda sobre si debería teñirse de rubio para el papel. Finalmente, sus trenzas morenas fueron decoloradas en capas, cada una más clara que la anterior. Gladys Witten, que estaba de gira con la actriz Vivian Blaine, fue llamada de vuelta al estudio. Tuvieron que diseñarse treinta y cuatro peinados distintos.
Linda celebró su 23o cumpleaños de rubia, rodeada de más publicidad de la que había tenido en toda su vida. Los periodistas más importantes querían entrevistarla, y sus fotos con las ropas de Amber aparecían destacadas en todas las revistas de fans. Los artículos señalaban cómo la carrera de Linda era paralela a la de Amber, ambas surgiendo de orígenes humildes y labrándose su camino hacia la cima.
De repente conseguía mejores mesas en los restaurantes y hablaba con los magnates de Hollywood. Cuando le preguntaron por su relación con el magnate Howard Hughes, Darnell rehusó hacer comentarios. Con Ambiciosa en preparación, al estudio no le disgustaban los rumores de su divorcio. Ya que Linda iba a interpretar un personaje inmoral, la última cosa que la oficina de publicidad de la Fox quería era tener a la estrella felizmente casada. Un poco de mala reputación en el momento adecuado podía incluso ayudar en la taquilla.
Mientras tanto, Cornel Wilde seguía intentando abandonar la película. «Todo el asunto fue una mala experiencia para mí», explicaba el actor. «Ya había tenido bastante con Cummins y no quería trabajar con Preminger». Pero Zanuck necesitaba el nombre de Wilde en las marquesinas. «Creyeron que estaba pidiendo más dinero», dijo el actor, «y me dieron un gran aumento de 200.000 dólares al año por cuarenta semanas».
El rodaje se reanudó a mediados de octubre y se prolongó durante 125 días. Para Linda Darnell esto significaba levantarse a las cuatro y media de la madrugada y correr al estudio, donde pasaba una hora y media haciéndose los peinados y otra hora con el modisto. Normalmente acababa el trabajo a las ocho de la tarde, aunque la película tenía una gran cantidad de rodaje nocturno. Pronto la tensión comenzó a pasarle factura.
Preminger no hizo nada por aligerar su carga. «A Otto le gustaba que los actores se derrumbasen para poder tener el control», dijo Cornel. «Hacía cosas crueles, sobre todo a la gente poco importante». Darnell, que previamente ya estaba disgustada con el cineasta vienés, terminó asqueada de él. «Linda no era alguien que se llevase mal con mucha gente», aseguraba su hermana Undeen, «pero no podía tolerar a Preminger. Era un buen director, pero un gran hijo de puta. Ella le odiaba».
El 11 de noviembre, la producción sufrió otro revés cuando Linda fue enviada a casa con fiebre. Su médico, el Dr. Samuel Alter, diagnosticó la enfermedad como mastoiditis, aunque la extenuante dieta a la que se había sometido también contribuyó a esta situación. Una semana después, la actriz estaba de nuevo ante las cámaras, sintiéndose muy mal. Su médico le ordenó mucho descanso, que no bebiera y que una enfermera estuviese con ella a todas horas para supervisar su dieta.
Con la protagonista enferma, el estudio decidió rodar algunas secuencias de duelo entre Bruce Carleton y otro de los amantes de Amber. Otto quería conseguir el aspecto de la niebla de la mañana en el marco de una campiña inglesa. Primero lo intentaron con hielo seco, que se evaporaba rápidamente y no conseguía el efecto. «Entonces trajeron Nujol», recordaba Wilde, «una mezcla de aceite que era laxante. Rociaron grandes cantidades de esa cosa en el aire, y quedó muy bonito. Después se asentaba. La mitad del reparto y del equipo sufrieron diarrea, por respirarlo y tragarlo. La hierba, por supuesto, estaba resbaladiza».
Antes de que Wilde cogiese un resfriado, el actor Richard Greene tropezó con su espada y se hirió, y otro actor se lastimó la espalda al caerse de un caballo. La secuencia del incendio, que había requerido días de preparación, fue rodada a las tres de la mañana, con el tráfico interrumpido una milla alrededor del plató de la Fox. Sin embargo, el incendio simulado de Londres provocó una avalancha de llamadas a los bomberos, que aseguraban a los interlocutores que el estudio ya tenía sus propios camiones de bomberos asignados. La única víctima fue la propia Linda, que se quemó, aunque no de gravedad. «Ella escapó de la muerte», recordaba el director de fotografía Leon Shamroy, «porque durante el incendio un tejado se derrumbó. Yo tiré de la cámara y ella salió a tiempo. Le aterrorizaba el fuego, casi como si tuviese una premonición».
Cuando la producción entró en su quinto mes, el agotamiento de Darnell alcanzó un punto crítico. «Seguía y seguía», escribió Preminger. «El calendario de rodaje más largo que yo haya tenido nunca. Zanuck estaba decidido a que ésta fuese la película más grande, más cara y más taquillera de la historia». A tres días del final del rodaje, su estrella sufrió un colapso en el plató y tuvo que ser llevada a casa. Volvió al día siguiente y sufrió otro desmayo. Oficialmente, el rodaje concluyó el 11 de marzo de 1947, pero Linda y Cornel Wilde fueron requeridos para repetir algunas tomas cuando los censores protestaron por los «grandes pechos» de la protagonista. Finalmente la película costó 6 millones de dólares.
Ambiciosa se estrenó en el Roxy Theater de Nueva York el 22 de octubre, en medio de enormes colas. Bosley Crowther encontró que la novela de Kathleen Winsor había sido considerablemente «limpiada» en la pantalla, sus amantes reducidos en número y los detalles de sus romances menos atrevidamente narrados. El filme, pensaba Crowther, duraba una hora más de lo necesario, con la secuencia de la plaga de Londres como episodio más impresionante. «Ciertamente, sería difícil concebir una Amber más apropiada que la firme y lujosa criatura que compone Linda Darnell», concluía el crítico. «Vestida con ricas y brillantes prendas y armada hasta los dientes con maquillaje, desfila con un estilo verdaderamente sensual».
Desde el punto de vista financiero, la película fue un éxito, recaudando ocho millones de dólares durante su primer año, aunque nunca fue el blockbuster que Zanuck esperaba. Aunque Linda se había desenvuelto admirablemente, no pudo salvar un proyecto que estaba artísticamente condenado desde el principio. Lo cierto es que no supuso —en absoluto— un desastre en su carrera, procurándole buenos papeles en los años siguientes, pero tampoco le trajo el status de superestrella que anhelaba.
El espectáculo es muy lujoso, pero a la película le falta quizá algo de sutileza, aunque le sobra sabor de época y medios de producción. Sólo por eso, vale la pena verla. Bueno, por eso, y por la deliciosa interpretación de Linda Darnell, que se desenvuelve muy bien con su camaleónico personaje. Su trabajo merece los mayores elogios por el aplomo y por la riqueza de matices con los que compuso un personaje que estaba en el límite del estereotipo, y al que consiguió inyectar veracidad, vibración emocional y acordes de emoción no exhibicionistas. Privilegio de una actriz que se hallaba en la cumbre expresiva de su carrera.