En un principio, Alma en suplicio eran unas sobras: Barbara Stanwyck, Bette Davis y Ann Sheridan rechazaron el papel, pero el productor Jerry Wald se arriesgó con la rebotada de MGM Joan Crawford, y la película barrió en taquilla, recaudando cinco millones de dólares para la Warner. Aunque modifica la trama original, el guión de Ranald MacDougall retiene la agudeza de la novela de James M. Cain, mientras la serena dirección de Michael Curtiz mantiene la acción en marcha y a Joan Crawford, Ann Blyth y Zachary Scott lejos de la caricatura. Crawford era perfecta para el papel. De hecho, según la rumorología de la época, podría haber sido la historia de su vida.

Alma en suplicio está imbuida de pericia cinematográfica, y la admirable interpetación de Joan Crawford está respaldada por cada uno de los departamentos del estudio: así la banda musical de Max Steiner, la fotografía de Ernest Haller y una dirección ágil y carente de sentimentalismo, trabajo del notable Michael Curtiz. El cineasta húngaro se aseguró de mimar a Mildred Pierce con la cámara, regalándole interesantes ángulos y evocadoras iluminaciones.