La interpretación de Errol Flynn en Robin de los bosques es por momentos viril, determinada, atlética, tierna y romántica. En ninguna otra película, ni anterior ni posterior, se había topado el actor con un personaje más agradecido. Tiro con arco, esgrima, lucha con varas, escalada de torreón…, todo un desafío a sus facultades atléticas, del que cumplidamente salió triunfante en unas cuantas secuencias memorables que ya pertenecen por derecho propio a la mitología hollywoodiense.

Basil Rathbone se pasó muchas horas con un instructor de esgrima para preparar su climático duelo con Flynn, una de las batallas más excitantes jamás vistas en la pantalla. Errol Flynn, por su parte, encontró un papel de héroe legendario cortado a su medida, el prototipo de galán apuesto y atlético capaz de salir airoso de cualquier emboscada con la sonrisa en los labios. El secreto del heroísmo de Errol es que pocas estrellas de cine parecían divertirse tanto empuñando una espada o besando a una chica. Pero también podía conseguir el adecuado tono de gravedad cuando incita a los hombres de Sherwood a rebelarse. Sin embargo, cuando la Warner inició en 1935 la producción de Robin de los bosques, el papel del arquero de Sherwood estaba destinado a su figura más taquillera, James Cagney, pero los problemas contractuales con Cagney y el éxito de El capitán Blood impulsaron al estudio a darle a Flynn el papel del pícaro forajido.