____ 13 ____

Volví a la rutina y al polvo de los caminos para ir a Belmontejo. Tenía ganas de acción y de abrirle los ojos a ese piloto kamikaze con un buen par de ostias. Propuse a Silly hacer el trayecto por la carretera vigilada por el Jaibo y sus amigos pero estaba demasiado asustado. Como me temía, no hubo rastro del kamikaze en toda la noche. Parecía mentira, pero los dos nos estábamos buscando y no éramos capaces de encontrarnos.

La noche me dejó otro puñado de números de matrícula que investigar y un poso amargo por la sensación de que, a pesar de que el inglés seguía vivo y yo estaba cumpliendo con mi trabajo, era el kamikaze quien controlaba la situación. No sabía cómo pero tenía claro que había que dar un golpe de timón al caso, si seguía por esos mismos derroteros nunca cazaría a ese maldito kamikaze.

El Jaibo y sus secuaces disfrutaban de esta situación como el primer día. No cabe de duda de que deseaban que el caso se alargase indefinidamente. Hacían de una noche sentado al pie de un chopo una auténtica aventura.