La residencia es sin duda alguna el lugar más conocido de Cuenca; ni las Casas Colgadas, colgantes para los de Madrid, ni la Ciudad Encantada, ni las Turbas, ni leches. Si los conquenses conocen algo de Cuenca, eso es la residencia. Si no quieres encontrarte con alguien de tu pueblo, o con aquel viejo amigo que no deseas ver, no vayas. Sé que es un tópico, y que seguramente todos digan lo mismo de todos los hospitales, no digamos ya en Harvardcete, pero en la residencia se sabe cuándo se entra, pero no cuándo se sale, por qué puerta entraste pero no por cuál saldrás. Afortunadamente esta vez no fue nada, cosas de críos. ¿Quién no ha metido alguna vez el dedo en una botella y luego no ha podido sacarlo?, o ¿Quién no ha metido alguna vez la botella en algún sitio del que luego no ha podido sacarla?
Entre la residencia y el truque me dieron las siete casi sin darme cuenta, y eso que en la residencia al final no estuve mucho tiempo y ni siquiera quise subir a ver a la madre de mi amigo Ramón a la que ahora sé que le quedaban horas cuando le daban semanas y es que las matemáticas y la medicina parece que no se llevan muy bien.
No eran aún la siete y cuarto, cuando sonó el timbre. Abrí la puerta. Era ella. Recorrimos el mismo espacio que la vez anterior para sentarnos exactamente igual, siguiendo la conversación de la mañana como si nada hubiese pasado por medio, como si las siete u ocho horas transcurridas hubiesen sido en realidad un par de segundos.
—¿Todo bien con su nieto, señor Mauricio?
—Sí. Cosas de chicos, le ruego que me disculpe. ¿Por dónde estábamos?
—La Tulipa de cristal. Le hablaba de la Tulipa de cristal.
—Ah, sí. Dígame, ¿qué tiene de especial esa tulipa? ¿Cómo puedo reconocerla?
—¿Es usted Católico?
—Pues claro.
—¿Sabe usted quién es José de Arimatea?
—Sí, claro, —la verdad es que no tenía ni idea, porque yo soy católico pero las cosas de los curas mejor lejos, y misas, las justas, que tengo un poco de cristofobia— bueno me suena mucho, pero ahora mismo no caigo.
—Es importante que escuche ahora con atención para que pueda entender el verdadero calado de la misión que le vamos a encomendar.
—Soy todo oído —contesté con cierto escepticismo.
—José de Arimatea, era el hermano menor de Joaquín, padre de la Virgen María. Según la tradición cristiana era el propietario del sepulcro donde fue enterrado Jesús, por eso es el patrón de los enterradores, y llegó a ser encarcelado, acusado por los judíos, por haber robado el cuerpo del sepulcro. Se dice también que cuando Jesús resucitó se le apareció y le reveló el misterio del Santo Grial diciéndole finalmente: «Tú custodiarás el grial y después de ti aquellos que tú designes».
Le puedo asegurar que todo esto es verídico. Pero Jesús no sólo encomendó a José de Arimatea la custodia y el secreto del Santo Grial, sino también de la traviesa de la cruz donde fue crucificado. Ambas reliquias, de poder inimaginable, sólo conservan su poder si están juntas —menudo tostón me estaba pegado. No voy a misa para no escuchar a los curas y resulta que la misa viene a mi despacho—. Como podrá imaginar, pronto circularon rumores de todo esto, por lo que José de Arimatea huyó a Francia, junto con María Salomé, madre de los apóstoles Juan y Santiago, y desde allí a Britania. Y aquí es donde la historia, tal como la conocemos, como la conocen la mayoría de los mortales, empieza a equivocarse y fantasear, ya que se relacionó el grial con Camelot, el Rey Arturo y todo eso, cuando realmente, José de Arimatea, sabiéndose perseguido no llevó nunca consigo las valiosísimas reliquias hasta Britania sino que las dejó bajo la custodia de María Salomé.
Tras un largo peregrinar María Salomé llegó a Orleáns, y allí fundó la Sagrada Orden a la que pertenezco: los Stultus Imperitus, capaces de crear el vacío a través de su mente, entre otras muchas cosas que ahora no vienen a cuento y son demasiado largas y costosas de explicar como para ponernos a ello. El grial y el madero, son custodiados allí, durante siglos hasta que de nuevo parecen correr peligro y en el año 1533 Esteban Jamete, el gran Jamete, descendiente directo de María Salomé y por lo tanto consanguíneo de Santiago Matamoros, trae las reliquias a España para salvaguardarlas de fuerzas oscuras. La intención de Jamete era la de ocultar el grial mimetizado en una de sus obras. Trabaja en multitud de obras, en colaboración con Andrés de Vandelvira: el Palacio de Dueñas, en Medina del Campo, en Valladolid, León, Madrid, Úbeda, y sobre todo en el coro de la catedral de Toledo, pero sabemos por las cartas que remite durante todo este tiempo a la orden en Orleáns que en 1545, cuando llega a Cuenca, lleva aún consigo las reliquias. Murió en extrañas circunstancias en 1565, en la localidad de Alarcón, creemos que traicionado por Andrés de Vandelvira, que a buen seguro se ganó la confianza de Jamete y es posible que conociese, por su vasta cultura, la existencia de las reliquias. Sea como fuere desde entonces no se conoce el paradero del grial. No sabemos si Vandelvira se apropió de él, o si a Jamete le dio tiempo a cumplir su misión y dejó el grial a buen recaudo en una de sus obras.
—Espere, espere. Un momento, señorita. Que me lo estoy viendo venir. ¿Pretende que yo encuentre un objeto místico, que en el caso de existir, que ya es mucho decir, llevaría desaparecido como quinientos años? ¿Quién se piensa que soy yo, Indiana Jones? Una cosa es ser católico y otra muy distinta obrar milagros.
—Usted conoce Cuenca, y los recursos y procedimientos de una investigación, por eso ha sido elegido.
—Sí, Cuenca sí, señorita, pero no el país de las maravillas. Yo no puedo comprometerme a encontrar un objeto que ni siquiera sé si existe. Yo soy un profesional.
—Le pagaremos bien —sacando un fajo de billetes de cada copa del sujetador y dejando a la vista una evidente carencia de atributos femeninos—. ¿Le vale con trescientas mil pesetas para empezar?
—No sé. No se piense que es cuestión de dinero. —Se me hacían los dedos huéspedes, eso me apañaba la boda del hijo de mi primo Rufi y algún capricho propio.
—La vida es mucho más que dinero, Señor Mauricio, y eso le honra.
—Está bien, lo haré. Pero no le aseguro resultados.
—Bien, entonces, déjeme proseguir, para que pueda hacerse una idea más exacta de lo que llevamos entre manos.
Estábamos con Jamete. Desde la muerte de Jamete, el grial y el madero, llevan caminos separados. Si bien el Santo Grial siempre ha sido venerado y perseguido, el Santo Madero ha destacado por ser desconocido y revuelto entre las cosas de un imaginero y entallador como Esteban Jamete pasó totalmente desapercibido. De ese modo solo el Santo Grial debió ser robado, y el madero, después de algunas vueltas, pasó a ser custodiado de forma definitiva en el convento de las Clarisas de Sisante, fundado por el Prócer de la orden el padre Hortelano, D. Cristóbal Jesús Hortelano, en 1695. Para que se haga una idea del poder de nuestra orden ya en el siglo XVIII y la importancia de nuestra misión divina, las obras del convento duraron solo seis años, de 1702 a 1708, puesto que se necesitaba con urgencia un lugar donde proteger de forma definitiva el Santo Madero. En algunos círculos ya se conocía la existencia del Santo Madero, de este modo Carlos II, ante la imposibilidad de tener descendencia y buscando seguramente un milagro, ordenó a Luisa Ignacia Roldan Villavicencio, conocida como la Roldana, realizar una imagen utilizando el Santo Madero, esta imagen no es otra que la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuyas manos pertenecen al Santo Madero.
Aunque la historia dice que la intención de Carlos II era regalar la imagen al papa Inocencio XI, perteneciente a nuestra orden, eso es falso, ya que la obra se realizó entre 1697 y 1701 y el papa Inocencio XI murió en 1689. Como he dicho antes, la intención de Carlos II era llevarla a la corte para utilizarla, de alguna manera, para poder tener descendencia. Nuestra orden, los Stultus Imperitus, no podía permitir que la imagen visitase la corte, ya que con el grial desaparecido suponía un peligro intolerable, por lo que el Hechizado murió en 1700 con 39 años. Dado su lamentable estado físico, que de siempre atribuyeron a brujerías e influencias diabólicas, fue sencillo acabar con él, de hecho, el forense ni siquiera reparó como algo especial que en su cabeza sólo hubiese agua, que no tuviese ni una gota de sangre, que su corazón fuese del tamaño de un grano de pimienta, o que sólo tuviese un testículo negro como el carbón. Por todo esto la obra queda, como olvidada, gracias a las influencias del Padre Hortelano en el convento de las Clarisas de Sisante, y sólo puede visitarse los viernes de marzo, cuando se ofrece en besapiés, bajo la estrecha vigilancia de las monjas y una vez cada cien años sale en procesión por las calles del pueblo como estableciera la abadesa madre Rafaela.
—Bueno, es toda una historia, no cabe duda, digna de un oscar, o incluso dos si son pequeños. Pero tendrá que decirme algo más. ¿Por dónde empiezo?
—No he acabado, señor Mauricio, no se impaciente, aún queda algo más. La Roldana no utilizó para la talla de las manos de Nuestro padre Jesús Nazareno todo el Santo Madero, sino sólo una parte. Durante la guerra civil la imagen fue dañada, y en 1940 se le encargó su restauración a Federico Coullaut Valera, que advirtió algo especial y debió comentarlo, cosa que hizo que llegase a oídos del mismísimo Franco, el cual, tras crear un equipo de investigación interdisciplinar debió averiguar muchas cosas y, no sabemos con qué perverso y esotérico fin, por mediación de su paisano José Guerra Campos que había luchado para él en la 108.ª División, y que con el tiempo llegó a ser obispo de Cuenca en el 73, no por casualidad, encargó a Marco Pérez que realizase una imagen con la parte del Santo Madero que se conservaba. Obviamente, no sabemos cuál es esta imagen. Tampoco podemos asegurar al cien por cien, que Marco Pérez llegase a utilizar el Santo Madero o que en caso de utilizarlo, fuese el auténtico.
—Vale, vale, ya me estoy situando, pero no me queda claro qué tengo que encontrar exactamente. ¿Tengo que encontrar el Santo Grial? ¿Tengo que encontrar el Santo Madero? ¿Las dos cosas? ¿La Tulipa que no sé muy bien que pinta en todo esto…?
—No se impaciente, a eso vamos. Resumiendo.
—Sí, resuma mejor, que al final voy a necesitar un croquis.
—Para que el Santo Grial muestre su poder es necesario que este junto al Santo Madero. Nosotros, los Stultus Imperitus, tenemos el santo madero en la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Por lo que tenemos que encontrar la del Santo Grial. Pero, del mismo modo que el Santo Madero cambió su forma, estamos convencidos, por algunas fuentes, que también lo hizo en el siglo XVIII el Santo Grial. El maestro vidriero Diego Cosme de Peláez, fue el encargado de dar al grial su nueva forma de tulipa, y en su lecho de muerte, arrepentido, confesó a un miembro de la orden su error. Damos total veracidad a este testimonio, por lo que la posibilidad, pues, de que Jamete lograra esconder el Santo Grial en alguna de sus obras en Cuenca queda descartada casi por completo. No en obstante, es una línea de investigación, que usted mismo tendrá que agotar y descartar.
—Mire, sinceramente, lo del Jamete este se puede investigar. Como usted bien ha dicho, yo soy de Cuenca de toda la vida, como aquel que dice, y conozco a mucha gente en un montón de sitios; si hay que hacer alguna gestión o algo, está hecha, y si hay que pasar a algún sitio que nadie puede pasar, se va a pasar sin problema. Y si Jamete escondió el grial en Cuenca, yo le digo que lo encuentro, que Cuenca es muy pequeña para estas cosas. Pero si el Santo Grial o la Tulipa Sagrada, o lo que sea, porque tengo ya la picha hecha un lío, esta por ahí, por el mundo, perdido desde que Franco era corneta, ya le digo ahora mismo que la cosa está complicada. Y que la cosa esta complicada quiere decir que no la vamos encontrar. Porque igual que puede estar en El Cañavate, por decir un sitio, puede estar en Madrid, o que se yo… incluso en Francia, o más lejos.
—La tulipa va a estar en Cuenca.
—¿Cómo?
—Que la tulipa va a estar en Cuenca.
—¡Copón! Pues haber empezado por ahí.
—Copón no, recuerde que ahora tiene forma de tulipa de cristal. Aunque cuando siga la pista de Jamete sí tiene la forma de cáliz.
—Que no, lo siento, que copón se dice aquí en Cuenca, así como para decir: leches, repámpanos, cáspita… es una intersección de esas de la gramática.
—Sea quien sea, quien tiene la Tulipa de Cristal tiene que utilizarla este año, y tiene dos oportunidades para que su uso sea seguro y otra para jugársela. Nuestro Padre Jesús Nazareno saldrá este año en procesión el 31 de Marzo en Cuenca, y el 1 de Abril en Sisante, y las imágenes de Marco Pérez salen como cada año durante la Semana Santa, pero parece difícil que quien posea la tulipa conozca cual es la imagen tallada con el Santo Madero.
—De acuerdo. ¿Y cómo puedo reconocer la tulipa?
—No lo sé. No tenemos detalles.
—¿Usted tiene la más mínima idea de las tulipas que puede haber en Cuenca en esas fechas? Y encima en una procesión. Es como buscar una aguja en un pajar. Peor aún, es como buscar una brizna de paja concreta en un pajar.
—De momento empiece con Jamete si no le parece mal. Tome esta tarjeta. Los teléfonos son de dos miembros de la orden que le ayudarán. Son de total confianza y han sido instruidos e ilustrados en el tema. Este otro es mi teléfono. Llámeme con cualquier novedad, o para cualquier cosa que necesite —entonces se levantó e hice ademán de levantarme—. No se moleste, conozco el camino.
Apuré un pitillo frente al escritorio pensando en qué clase de lío me había metido esta vez. No tenía claro si esa chica era una chalada, o peor aún, si esa historia que me había contado tenía algo de cierto o solo era la última del cine de Pepillo.