XXXII

Mulengri dori, mulengri dori. Ay pen, ay pen. Ay hermana mía, phuri dae. El shanglo, llama al shanglo de la payita. Te merav, te merav

—Siéntate encima de él y sujétale la cabeza, no se vaya a romper el cuello con las convulsiones.

Convulsiones. Sinvulsiones. Prikaza para mí y para mis mule. Fotógrafo. Guapa. Encima de mí. Yo te robé tu turulo de plata, puta, después de follarte y de bebernos una copa de pliashka. ¿Dónde está Rosita? Está jugando con unos huesos. ¿Son tabas? No, son sus propios huesos. Las niñitas que juegan con sus huesos están muertas. No tienen una muñeca vestida de azul, ni con su camisita ni con su canesú. Son otros paramitsha los que les cuenta el nivasi, Mulengri dori, mulengri dori.

—Ponle esto entre los dientes, no se vaya a comer la lengua.

—No puedo, Sole.

—Dale una hostia.

La cara caliente. La cara caliente. La cara caliente. Prikaza, siempre prikaza. Las manos frías. Mudita. Mi chi. La saqué a paseo y se me resfrió por culpa de la martyia. La tengo en la cama con mucho dolor. A los pies de los caballos de los sargentos feroces. Te xai o Raki lengo Gortinao, ojalá el cáncer se coma su garganta… Lavarse. Tengo que lavarme. Tengo que decirle a la Muda que para mí no es muda. Caén. Caén. Madre. Padre canta mañana en Granada y va a venir mucha gente a verle. Papá es un gitano subido a un caballo.

—No, puedo, Sole.

—Trae.

—Joder, Sole, ¿y si se muere?

—A mí no se me muere un gitano tan grande, niña. Por mucho que le hayan metido. ¿Hay más hielo?

—Voy a mirar.

Ahorcado con los bordones de una guitarra. Ahorcadito de un peral. Suena. Suena. Suena. Cuando el viento pasa, el ahorcado suena como el bordón. ¿Son armónicos o son ecos? Es papá, que tose su esputo de muerte en romaní.

—Aún no se ha hecho, pero las bolsas están frías.

—Cúbrele la cara con ellas. Así, Monge, así. Ya se pasa. Ya se pasa. Ya se pasa, Tirao. Siente el frío.

¿Ya me he muerto?

—Lleva ya más de dos horas, Sole.

—Éste aguanta. Por mis cojones que aguanta. No, Tirao, aún no te has muerto. Ni te vas a morir.

Monja. Tú, tú, tú. Puta. Puta. Puta. Tú te comes a los niños, puta. Tú te los comes.

—Tápale la boca, Sole, que los vecinos van a llamar a la policía.

—No te preocupes, niña. Ninguno de tus vecinos va a llamar a la pasma por unos gritos.

Bogart. Bogart. Mudita, ¿quién cuida ahora de Bogart?

—Hostia, el pájaro.

—¿Qué dices, Sole?

—El pájaro.

—¿Qué?

—Nada. Cuando se duerma, recuérdame que nos acordemos del pájaro.

Bogart no tiene agua. Bogart no tiene agua.