XXVI

Son niños raros. Todos son niños raros. Tienen los ojos de otra persona en la mirada.

El inspector José Jara, número de placa 90 693, informa.

30/10/08. Que, siguiendo la investigación que arranca en la desaparición el 8/11/08 de Alma Heredia Martagón, visita el domicilio de trabajo de doña Expósita Jiménez Ruiz, venezolana, carta de residencia número 402 767, empleada de hogar a cargo de don Emilio Ovelar Caneda desde 22/3/05 con número de la SS 36 887 745.

—Que, comprobados todos los papeles y en regla, confirma que la hija de la entrevistada fue denunciada como desaparecida el 6/1/05 en su residencia, S/N, del poblado de Beneficio, Madrid.

—Que la testigo Expósita Jiménez Ruiz asegura que llegó a España con su hija el 3/7/04 procedente de Caracas (Venezuela) con visado turista.

—Que admite antecedentes por tráfico y posesión de drogas en los sumarios Proc. Ordinario 0000045/8/9/04 - PA. Auto; P. Ord. 0000189/23/2/05 - PA. Auto; P. Ord 0000276/14/3/05 - PA. Auto; y P.Ord. 0000409/19/4/05 - PA. Auto.

—Que denunció la desaparición el 9/5/05, tres días después de la última vez que vio a su hija, demora que justifica en su afición a la heroína.

—Que el 21/3/05 normalizó su situación en España tras formalizar contrato como empleada de hogar con don Emilio Ovelar Caneda tras entrevista personal.

—Que su función doméstica consiste en la limpieza de la casa C/ Goya, 33, 4-B y el cuidado de los tres hijos del matrimonio.

—Que su sueldo mensual asciende a 1400 euros brutos.

—Que su domicilio fiscal es C/ Cañada, 79, B-B, Madrid.

José Jara Santamaría

N.º 90 693

20/11/08

Niños raros. Niños a los que les han prestado los ojos. Niños que cojean. Niños con cicatrices. Niños con recuerdos de otros niños. ¿Por qué te escribo esto, Pepe, si tu alma garbancera nunca entenderá que el mal es mágico? Sí, compañero. La maldad es prestidigitadora. Un juego de manos. Por eso se puede ejercer con tanta impunidad.

¿Sabes, Ramos, que, de las sesenta y una personas que denunciaron la desaparición de sus hijos en los últimos diez años —sólo hablo de poblados chaboleros—, cincuenta y cuatro no tenían permiso de trabajo y lo consiguieron en menos de seis meses?

Ítem más: en dos días he recorrido once viviendas. Ya no voy a los domicilios. Me dirijo directamente a los hogares de trabajo. ¿Por qué en diez de las once viviendas me encontré a niños raros? Tengo miedo de estar volviéndome loco, compañero. He tirado el frasco de las anfetaminas por la ventanilla del Dodge. Díselo al loro, para que se tranquilice.

Tu trabajo ahora consiste en cruzar todos los datos de los contratantes de estas madres. Te envío nombres y direcciones detallados. Estoy seguro de que hay una relación. Todas obtuvieron un contrato pocos meses después de la desaparición de sus hijos: no hay hombres entre los investigados. Los sueldos que reciben las gitanas son superiores a los de cualquier empleada doméstica. ¿Qué pasa?

(Sigo pensando en los niños raros, Ramos. ¿Por qué en diez de las once casas que he visitado había un niño raro? Demasiadas casualidades. Y, aunque tú ya sabes que estoy loco, considerarás importante el hecho de que los muertos estén volviendo a decirme cosas. Incluso cuando no me he drogado, compañero. Creo que tenemos que empezar a trabajar como cabrones, porque, si no, este mundo va a seguir siendo una puta mierda. Dale un abrazo al loro. Sin pluma).

PARA: pperamos1845@hotmail.es