[1] Es el príncipe Carlos (1545-1568), hijo de Felipe II y de su primera esposa, la infanta portuguesa María Manuela, ésta a su vez hija de Juan III y de doña Catalina, hermana de Carlos V de Alemania y I de España (N. del T.). <<
[2] En Hof-und Pilgerreise, 71. <<
[3] Jerónimo Münzer, médico de Nuremberg, relata esos pormenores en una crónica en latín, de su viaje por España (1494-1495). <<
[4] Baste pensar en el origen del monje Jiménez de Cisneros y las atribuciones que, conforme a sus extraordinarias dotes, la reina le confiara sobre la Iglesia y el Estado; en Alemania, un hombre del tiempo y origen de Jiménez de Cisneros sólo podría soñar en llegar a ser provincial de su Orden o incluso santo, pero nunca Cardenal y, mucho menos, príncipe de Maguncia, Tréveris o Colonia. <<
[5] Estos ejércitos organizados sólo para presentar batalla y disolverse después, recibían el nombre de Tropas de acostamiento (N. del T.). <<
[6] El Gran Capitán concibió 2 coronelías de infantería con 12.000 hombres auxiliados por un millar de jinetes pesados y ligeros y por algo más de medio centenar de piezas de artillería. Esta nueva organización militar era conocida como ejército de escuela militar española (N. del T.). <<
[7] Antiguamente, «suizo» era un soldado de infantería armado de picas o «suizones» (N. del T.). <<
[8] El reconocimiento legal y oficial del sucesor del trono, frecuentemente tratado en nuestra exposición, pertenece también a este mismo ámbito. <<
[9] Más exactamente: la presentación de los arzobispados y obispados y prelacías y abadías consistoriales de estos reinos, aunque vaquen en corte de Roma (Novísima recopilación, libro I, ley 14, tit. 17). <<
[10] Los procesos de la Inquisición, lógicamente, eran otros juicios diferentes. <<
[11] El pueblo les llamaba «marranos». Munzer dijo de ellos, lisa y llanamente: Marrani, id est ficti Christiani, intus Judaei. <<
[12] Blesus est et inferius labrum extensum, et linguam suam nondum correxit, ut expedite loquatur. (Itinerarium, 131). <<
[13] Vázquez, Alonso, 459 ss. <<
[14] En Flandes sólo se hablaba del poder de los señores de Gante. <<
[15] Si destruye Gante, perderá la flor y perla de todos sus países. <<
[16] El veneciano Quirini cita como exquisiteces exclusivas del país, los tapices flamencos, los finos lienzos holandeses y el alto nivel en el cultivo de la música. Gachard, Monuments, 61. <<
[17] In atrio quodam sunt excellentes picturae si usquam ullo in loco invenirint possunt. Leo von Rozmital, 23. <<
[18] Toda esta belleza y magnificencia pasó a ser pasto de las llamas el 5 de febrero de 1731, en un desgraciado e inevitable incendio. <<
[19] La Corte española de los Habsburgo también transmitió esta disciplina palatina a la Corte de Austria. <<
[20] Compendio degli stati, etc. <<
[21] Del capítulo «Diversoria» de los Coloquios. <<
[22] «Conocimos también en aquel país la costumbre del baño, cosa harto difícil de describir. De Bruselas cabalgamos a Brujas. Allí pasamos la cuaresma y usamos por primera vez su afamado baño». Rozmital, 152. <<
[23] Vázquez, 471. <<
[24] Möeller, 201. <<
[25] Heine, 99. <<
[26] Padilla, 49. <<
[27] Padilla, 51. <<
[28] Höffer, 23; Storch, 26; Lockeren, 47; Heinne, I, 22. <<
[29] Sus seis hijos por orden cronológico, fueron son los siguientes:
1. Leonor, nac. 15-XI-1498, en Bruselas.
2. Carlos, nac. 24-II-1500, en Gante.
3. Isabel, nac. 27-VII-1501, en Bruselas.
4. Fernando, nac. 10-III-1503, en Alcalá de Henares.
5. María, nac. 15-IX-1505, en Bruselas.
6. Catalina, nac. 14-I-1507, en Torquemada. <<
[30] Correspondencia, XXVIII. <<
[31] Para comprender el significado real de este gesto de protocolo cortesano, cfr Huizinga, 53-59. <<
[32] Padilla, 83. <<
[33] Antoine de Lalaing, ayuda de cámara de Felipe el Hermoso, nos ha dejado un minucioso relata de este viaje. <<
[34] Padilla, 88. <<
[35] Collection des voyages des souverains des Pays-Bas I, 381. <<
[36] Juan II rey de Castilla y padre de Isabel, murió en Valladolid en el año 1454. Después de enviudar, su madre vivió hasta su muerte acaecida el 15 de agosto de 1496, es decir, 42 años, en Arévalo, sana de cuerpo pero no de espíritu. Mariti desiderio nimis flens in mentis aegritudinem incidit, dice Lucio Marineo Sículo (Hispania illustrata, de Schotti, 469). <<
[37] Gómez de Fuensalida, Correspondencia, XXXI. <<
[38] Cfr. fuente anteriormente indicada. <<
[39] Padilla, 125, 129. <<
[40] K. H. Roth, Cartas, etc., 138. <<
[41] Landsquenetes o «Landsknechte», son soldados alemanes de infantería, muy jóvenes (N. del T.). <<
[42] Estos dos textos, el de Villafáfila y la retractación del rey Fernando el Católico, se encuentran en Colección de documentos inéditos, t. XIV, y algunos fragmentos también en Zurita, lib. 7, cap. 7, y en Gachard, Collection des voyages, I, 543. <<
[43] Una fea llaga apareció en el blanco cuello soberano. / Nobles y doctores dijeron estar envenenado; / del hígado altas fiebres subían y en su lecho hubo de permanecer postrado. / Consultas, consejos, nada pudo recuperarlo. / La vida le habían arrebatado.
K. H. Roth, Cartas, etc., 153. Otra versión, en Liliencrons, 251. <<
[44] Bergenroth (p. XXXVII, nota 3) aporta documentos manuscritos sobre este asunto. Y recordemos también que Furstenberg escribía desde Coruña a Maximiliano I: «Participo a V. M. que mi bondadoso señor de Castilla ha comido más de diez veces conmigo y no quiere otros manjares que los preparados a mi estilo alemán». La crónica de Zimmern (ed. de Barak II, 216) y, en su anexo, E. Münch, Geschichte des Hauses Furstenberg (I, 422), defienden la hipótesis, enteramente improbable, de que Felipe fuera envenenado por su propia mujer en un arrebato de celos. El informe del médico de cabecera doctor Parra, sobre la enfermedad, está en el t. VIII, p. 394, de la Colección de documentos inéditos, y según ese informe, la muerte podía ser atribuida a una inflamación de los pulmones y anginas. Pero no existe absoluta garantía sobre la verdad objetiva de dicho informe. <<
[45] Crónica, 149. <<
[46] Gachard, Monuments, 60. <<
[47] Correspondencia, IX. <<
[48] Il luy sembloit qu’il pouvoit beaucoup plus acomplir des oeuvres de nature qu’il n’en fesoit. Gachard, Collection, I, 459. <<
[49] «El mayor enemigo de mi gentil Señor de Castilla, exceptuando al rey de Aragón es la reina, su gentil esposa, mucho peor de lo que yo pueda escribir a Vuestra Imperial Majestad». K. H. Roth, Cartas, etc., 146 (N. del T.). <<
[50] En telle ardeur d’amour et folie rage elle se contenoit tellement qu’il n’avoit joye au monde et ne dé oit que la mort… De laquelle chose le bon roy avoit sy gran deuil que sans faute s‘a ésté une des principales causes de sa mort. Gachard, Collection des voyages, I, 551, 559. <<
[51] Anales, 343. <<
[52] Su nombre completo era Bernardo de Sandoval y Rojas, marqués de Denia, conde de Lerma. <<
[53] A. Rodríguez Villa, 406. De un manuscrito de la Biblioteca de la Academia de la Historia. <<
[54] Bergenroth, 293, 305. <<
[55] Es casi seguro que el marqués de Denia que, junto con su esposa e hijas, tenía el encargo de vigilar a la reina, en algún caso se excediera y abusara de su autoridad tratando a la mísera reina Juana como a un vulgar preso. Por otra parte, las mujeres de la familia del marqués, además de enfadarse cuando Juana se obstinaba en sus cerrazones, también sentían placer en embarullarla aún más, sin compadecerse de ella. ¡Mujeres, al fin y al cabo! Pero igualmente hay que decir, que es enteramente falso lo que G. A. Bergenroth, hombre por cierto de grandes méritos e investigador de archivos, dijera a mediados del siglo XIX sobre esta historia en Tordesillas y luego publicara, a bombo y platillo, como gran y revolucionario descubrimiento histórico. Según él, Juana había sido víctima propiciatoria de la ambición y el fanatismo de Denia, siendo maltratada incluso hasta la tortura, y nunca visitada por su imperial hijo Carlos I, por la razón de que Juana secretamente ¡había abrazado la religión protestante! Es decir, era una española luterana diez años antes de la aparición de Lutero. Nada más falso que eso. Lo que hay de cierto en ello es que Bergenroth no supo traducir correctamente y no comprendió una serie de expresiones de los documentos estudiados en los archivos españoles e investigados por él. El supuesto protestantismo de Juana, lo dedujo arbitrariamente de una circunstancia, también falseada. Gachard, Lafuente y Roesler han desmentido y rectificado esas interpretaciones erróneas, de forma que, en lo sucesivo, la tesis de Bergenroth ya no tiene ningún valor. No obstante y en aras de la verdad histórica, nos parecía conveniente añadir y mencionar aquí ese asunto; para más detalles cfr. V. Bibl. (Maximiliano II, p. 20), donde también se argumenta la falsa interpretación de Bergenroth. <<
[56] Su relato al príncipe don Felipe, se encuentra en Rodríguez Villa, 391. <<
[57] En efecto, su trágica vida y peculiar historia son patrimonio de todo el pueblo español. Hasta no hace mucho tiempo podía adquirirse un pequeño libro muy económico, como un folleto con ilustraciones, que se titula: Historia de la célebre reina de España Doña Juana llamada vulgarmente la Loca. En la portada puede verse a doña Juana sollozando desconsolada, echada sobre el féretro de su esposo, y en otra ilustración se ve a doña Juana con las tijeras en la mano, persiguiendo a sus damas de honor. <<
[58] Collection des voyages, 3, p. X. <<
[59] Psychiatrie, 436. <<
[60] Dementia praecox, 201. <<
[61] La forma usual de los esquizofrénicos para reparar sus malas acciones o presuntos delitos, consiste en lavarse repetidas veces alguna parte del cuerpo. Al principio lo hacen consciente y significativamente, pero después es una acción exclusivamente mecánica y asignificativa. Cfr. A. Bostroem, 66. <<
[62] Epist. 351. <<
[63] Cfr. Kraepelin, Psychiatrie, 452: Durante el desarrollo de esta polifacética enfermedad, la conciencia del enfermo está permanentemente turbada. Pero se ha podido comprobar que en general nunca se hallan desorientados. Aunque hayan tenido un comportamiento extraño durante varios meses, ignorando todo lo de su entorno y haciendo cosas extrañas, el enfermo sorprende de pronto a todo el mundo llamando a las enfermeras por su nombre, quejándose de alguna molestia, informando con todo detalle y máxima corrección de su anterior conducta, o escribiendo una carta a sus familiares dando cuenta de su buen estado de salud actual y rogando vayan en su busca. Suelen añadir incluso sus apreciaciones personales sobre la enfermedad. <<
[64] Sandoval, I, 50. <<
[65] Laurent Vital presenció esta escena y la describe detalladamente (y el resto del viaje a España también), en su narración. Premier voyage de Charles-Quint en Espagne. <<
[66] Los españoles cambiaron a su gusto la forma francesa y la latinizaron en «Plus ultra». El sentido de esta divisa es: «¡Siempre adelante, más allá de cualquier frontera!». <<
[67] K. Hielscher, La España desconocida, muestra las cavernas que, hasta hace un siglo eran no muy distintas a las de la época. <<
[68] Existen numerosas descripciones de estos desfiles, entre otras, de H. Baumgarten, en la Historia de Carlos V, I, 85. <<
[69] Las Casas. <<
[70] Cartas de Ximenez, II, 240. El moderado humanista Erasmo, ya había comprobado la gracia del joven rey en Bruselas y quiso dejar constancia de ello: Placet animus Principis erga me, vel potius Cancellarii, qui reipsa Princeps est. Opera omnia, III, 137. <<
[71] Se ha podido calcular que con esos negocios llegó a ganar medio millón de ducados en breve tiempo. Henne, II, 299. <<
[72] Cedillo (El cardenal Cisneros, etc.) demostró la autenticidad de ese documento, puesto en duda por algunos. En cualquier modo, Cisneros falleció antes de que llegara a sus manos y, por tanto, la afirmación defendida por algunos de que ese escrito fue un golpe mortal para Cisneros, es insostenible. <<
[73] Letters and Papers, II, n° 3605. <<
[74] La carta se encuentra en Calendar of State, Spain, II, 246. <<
[75] Desde los Reyes Católicos, estos dos cargos habían sido meramente honoríficos y para determinadas familias. Sin embargo, siempre tuvieron mucha ascendencia en la Corte y por consiguiente, gozaban de mucha influencia. <<
[76] Negarse a obedecer al príncipe, si éste infringía los derechos de los súbditos. <<
[77] Anales, 58. <<
[78] Anales, p. 107. <<
[79] Calendar of Letters, Despatches and State Papers, Spain. Supplement to vols. 1 and 2 (1868), pp. 376-390. <<
[80] A. Walther, Die Anfange Karls V. 210 A.2., 185-201. Aquí se puede leer un detallado capítulo sobre las tendencias universales y antifeudales de Gattinara. <<
[81] Gachard, Monuments, 67. <<
[82] He aquí algunos pasajes de dos cartas del 16 y 18 de julio de 1530 (Heine, 17 y 20): «Recuerdo que Vuestra Majestad me decía con frecuencia que deseabais dar la vida por Cristo, para darle así gracias por las muchas que de Él habíais recibido. Éste es el momento apetecido por Vos; ahora podremos saber si estabais engañado o si hablaba Vuestro corazón. Si fuera necesario vender un reino para, con su producto, curar esta enfermedad, se vendería. Pues con ello ganaríais Vos el mundo en esta vida, y después de muerto, el Cielo que por derecho os corresponde. Pues bien, mi graciosa Majestad, entre estas espinas quisiera yo veros como rosa; entre estas fieras, veros como león; entre estos avaros, veros generoso. Ora necesitáis lisonjas, ora serias amenazas, ora obsequios y bienes temporales. De ese modo deberéis quitar a Cristo crucificado de su Cruz y recompensarle de haberos librado de la afrenta de la más terrible muerte. Dios quiere reconoceros como fiel hijo suyo y que no halléis entre las criaturas, os lo prometo, fuerza que se os resista, mayor que la Vuestra. Todas estarán a Vuestro servicio para que Vos le ganéis la corona de este mundo». <<
[83] Meister del Politik, ed. E. Marcks y K. A. Muller, I, 551. <<
[84] Brewer, II, 2, 938. <<
[85] Epístolas, 561. <<
[86] Gachard, Monuments, 68. <<
[87] Die Osmanen, etc., 96. <<
[88] E. Friedell, I, 310. <<
[89] Epíst., 722. <<
[90] Heine, 6. <<
[91] Heine, 94. <<
[92] Gachard, Relations, 23. <<
[93] Ibídem, 36. <<
[94] M. Koch, Quellen, I, 119. Alto alemán: «No puede mostrar lo que lleva en su corazón, porque es algo frío» (N. del T.). <<
[95] M. A. S. Hume. <<
[96] Dichos y hechos del señor rey don Felipe II, el Prudente, potentísimo y glorioso monarca de la España y de las Indias. (Sevilla, 1639, 3.ª ed., 1748). <<
[97] Sega, fol. 19. <<
[98] Papiers d’Etat de Granuelles, IX, 568. <<
[99] Forneron, III, 76. En el momento de escribir esa carta, Granvela (era su nombre español) era una especie de Secretario de Estado y tuvo ocasión de observar al rey y ver su manera de ser, al menos durante cinco años. Ocupó el puesto en lugar de Antonio Pérez a partir de agosto de 1579. Granvela murió en septiembre de 1586. <<
[100] Loserth, l86. <<
[101] Gachard, Correspondence de Philippe II, II, 15. <<
[102] Existen relatos, algunos enteramente unívocos, otros bastante dudosos, a este respecto, en Pedro Martir, Epist, 633; Gachard, La bibliotheque nationale a Paris, II, 66; Henne, II, 298; Bratli, Ann., 226. Cfr. además, Cabanés, 148. <<
[103] Juan III de Portugal estaba casado con Catalina, hermana menor del emperador Carlos V, y María, esposa de Felipe II, era hija suya. Y el emperador Carlos V estaba casado con Isabel, hermana de Juan III de Portugal, y Felipe II era su hijo. Pero, además, la madre de Juan III y de Carlos V, María y Juana respectivamente, también eran hermanas e hijas de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. Por consiguiente, Carlos V era primo hermano de Juan III, hermano de su esposa, esposo de su hermana, y suegro de su hija. <<
[104] Alberi, Relazioni, serie I, V, 73. <<
[105] Gachard, Don Carlos, 11. <<
[106] Lafuente, Historia de España, XIII, 295. <<
[107] Cabrera, Libro, 5. Salazar, Libro, 4. <<
[108] Gachard, Don Carlos, 17. <<
[109] Migneti, 155. <<
[110] Ranke, Don Carlos, 498. <<
[111] Comparado con lo que dice Ranke, 501: «En una ocasión que un mercader le ofreció una perla de un valor de 3.000 escudos, se la llevó a la boca e hizo que se la tragaba; el rey declaró que la angustia del mercader le había hecho sus delicias. Después de tres días el príncipe le devolvió su joya», no se comprende por qué Ranke quiso modificar y suavizar el texto de Gachard con citas de fuentes inequívocas. Sólo podría entenderse interpretando que Ranke, historiador muy contrario (como se sabe) a Felipe II, quisiera justificar la conducta de su hijo presentándola como una simple e inocente anécdota. <<
[112] Fray Diego murió el 12 de noviembre de 1463. Su biografía se encuentra en Marieta, libr. XV, fols. 3-18. <<
[113] Alberi, Relazioni, serie I, V, 72. <<
[114] Ibídem, 519. <<
[115] Soranzo también coincide a este respecto: Rispose cosi basso et intricato che non potessimo ben intender le sue parole. Ranke, 503. <<
[116] Colección de documentos inéditos, XXVII, 101. Aquí hay una errata de imprenta que dice pagadas en vez de pegadas. Pero en el documento original de Simancas, dice claramente pegadas. Cfr. Gachard, Don Carlos, 296. Sin embargo, V. Bibl. (El heredero de la Corona, 57), incurre de nuevo en esa errata sin corregir, y además la utiliza como un argumento de peso a favor de don Carlos. <<
[117] Publicada en El bibliotecario y el trovador español, II (Madrid, 1841), 21. <<
[118] Gachard, Don Carlos, 244. Información de Alonso de Laloo y Leonardo de Nobili. <<
[119] In ogni pocca d’occasione da loro e pugni e minaccia di pugnalardi, según un informe del embajador florentino, el 24 de julio de 1567. En Gachard, Don Carlos, 232. <<
[120] Cabrera (I, 557) relata una larga enumeración de aquellos disparates. Para nuestro propósito, baste aquí citar uno de ellos. Don Carlos pidió al comediante Cisneros —director de una compañía de cómicos y maestro en su oficio— que dieran una representación privada en palacio. Pero Cisneros no pudo complacer sus deseos porque, a la vista de los muchos desatinos cometidos por su compañía de comediantes, fue expulsado de la capital por orden del cardenal Espinosa, entonces presidente del Consejo de Castilla. El príncipe se encontró con el cardenal en palacio, y cuando le vio, se abalanzó sobre él con un puñal en la mano e insultándole le sacudía por el brazo amenazándole al mismo tiempo con darle muerte. Entonces el cardenal Espinosa, hombre entrado en años y muy venerado por todos, se arrojó a sus pies implorando su perdón. La intervención de algunos caballeros de la Corte, salvó la vida del venerable príncipe de la Iglesia amenazado. <<
[121] El relato de esta conversación con el Duque de Alba, se encuentra en Gachard, Don Carlos, 490 A.1. <<
[122] Cabrera da fin a todo lo referente a don Carlos con las siguientes palabras: «He escrito lo que, por mi entrada a las reales dependencias, he visto y oído». <<
[123] Un criado italiano de Ruy Gómez fue tomando nota de todo cuanto acontecía en un informe escrito que aún se conserva. Actualmente se encuentra en Simancas (Estado, leg. 2018, hoj. 195). Y otro informe procedente de un lacayo del príncipe, también puede leerse en el capítulo sobre el príncipe don Carlos, de Llorente. <<
[124] Fourquevaux, Dépêches, I, 321. <<
[125] Porreño, Bl. 78. <<
[126] A algunos les parece insólito procesar a un enfermo mental, y se reservan, consciente o tendenciosamente, todo lo referente a estos planes e intenciones del rey Felipe II. <<
[127] Como sabemos, su narración Histoire de Dom Carlos, nouvelle historique (1672), sirvió de fuente principal para el drama de Schiller. La forma utilizada Dom, indica claramente que el autor francés no conocía bien la lengua española, por lo que tampoco podía conocer bien las fuentes. Sus afirmaciones carecen, por tanto, de valor. También en la versión original de Schiller, dice Dom. <<
[128] Suponer un presunto cambio reactivo en el sentido de una psicosis causada por la prisión, sería insuficiente para explicar debidamente esta evolución. <<
[129] Dépêches, II, 443. <<
[130] Dépêches, I, 342. <<
[131] Büdinger, 271. <<
[132] Büdinger, 275. <<
[133] Bulletins de l’Académie Royal de Bélgique, 2.ª serie I, 407. <<
[134] Colección de documentos inéditos, XXIV, 515. <<
[135] Don Carlos, 131. <<
[136] El libro escrito por F. Rachfal sobre don Carlos significó dar un atrevido paso atrás que más valiera que nunca se hubiera impreso. Rachfal parte de la falsa hipótesis de una mente normal, y no de una mente enferma desde la infancia. Sobre esta base, Rachfal considera la historia del príncipe Carlos como una especie de enredo de índole psicológico y pedagógico y opina que el más culpable de todo no es el hijo, sino el padre que primero no le supo comprender y después tampoco supo rectificar. También Víctor Bibl tiene un corto capítulo dedicado al estudio de don Carlos en un libro sobre los herederos de tronos europeos y la suerte que corrieron, que vuelve a reproducir en su biografía del emperador Maximiliano II. Bibl llega a la conclusión de que la interpretación dada por Schiller, no es, en modo alguno, pura fantasía, y que, en general, el don Carlos de la poesía se aproxima mucho más al real, que el don Carlos de las biografías históricas. Pero no acompaña su apreciación con más documentación donde él haya basado sus conclusiones. En el prólogo de su biografía de Maximiliano II, hay una lista de archivos utilizados por él; pero en los textos de sus libros no se encuentran las citas de fuentes manuscritas o impresas que justifiquen sus conclusiones. Y por otra parte, de las erratas de imprenta conocidas de todos desde hace tiempo, saca conclusiones totalmente erróneas. Para él no existe la corrección hecha a una traducción errónea de Bergenroth. Y tampoco está de acuerdo con Rachfal; pero la explicación que da en oposición a lo que dice Rachfal es otro nuevo retroceso y, por lo mismo, imperdonable. <<
[137] Era el entonces profesor clínico de la Universidad de Viena, Prof. Theodor Meynert. <<
[138] Kraepelin, 661. <<
[139] Gachard, Relations, 63. <<
[140] Dépêches, I, 257. <<
[141] Ranke, p. 497. <<
[142] Éste es el momento de precisar las relaciones, tantas veces mal interpretadas, de don Carlos con su preceptor Honorato Juan. Del hecho de que don Carlos le citara en dos cartas como su único y verdadero amigo, y de que en una ocasión le escribiera que estaba loco de alegría porque pronto iban a volver a verse, se han sacado conclusiones demasiado precipitadas, porque el carácter de don Carlos era incapaz de albergar sentimientos de esa índole. Honorato Juan, sin menoscabo de sus otros méritos, era un hombre ambicioso y humanamente vanidoso. A pesar de su sabiduría, ignoraba la debilidad mental de su pupilo, al que atormentaba con aburridas lecturas de clásicos latinos, y murió, con fervor y recogimiento, antes que el vástago de la casa real, cuya instrucción creía él ser, más que un honor, un medro para su persona. El ejemplo de sus predecesores le tenía inquieto. El maestro de Carlos V, Adriano de Utrecht, había llegado a ser Papa; el instructor de Felipe II, Martínez Silíceo, fue nombrado arzobispo y luego cardenal. Así que, Honorato Juan, en sus últimos años, se dedicó a la teología y, por intercesión del príncipe, fue revestido de la dignidad episcopal. Murió en 1566, siendo obispo de la diócesis de Osma. Claro es, que este ascenso largamente soñado y discretamente adquirido, aumentó su ciega adhesión al que un día fuera su discípulo y ahora era su protector; este dignatario tan servicial, en efecto, fue un hombre como deseaba don Carlos que, con su patológica ambición y sus extremados deseos de mando, sólo deseaba tener en su entorno a personas de poca voluntad enteramente sometidas a él. <<
[143] Pp. 477 ss. <<