Capítulo XVIII

LA BATALLA DEL EBRO
¿ERROR, TRAICIÓN, PIEDAD?

Castro no tenía dudas. Cierto que no hablaba con los dirigentes del Partido con frecuencia, pero la situación se manifestaba tan clara que no era necesario preguntar.

—Sabía que ya no se podía ganar la guerra.

—Sabía que a la URSS y al movimiento comunista internacional le interesaba la prolongación de la resistencia republicana que frenara los planes de Hitler en Europa.

—Sabía que en este propósito de prolongar la resistencia morirían muchos hombres, se destruirían pueblos y ciudades.

¿Qué importaba?

La revolución tiene siempre un elevado costo. Asustarse ahora de él le parecía ridículo. ¿Qué valía España? No lo sabía muy bien. Pero si el precio de un desahogo de la URSS, si el precio de un aplazamiento de la agresión a la URSS era España ¿qué importaba? Los sentimentales se horrorizarían de esto, los románticos quizá pensaran en imitar a Larra, gran poeta y pobre hombre, los patriotas de una patria chata se escandalizarían pensando en un gran crimen contra España.

¿Qué importaban ellos?

¿Qué importaba España?

Para Castro no había más que una patria: la patria socialista. Y no había posibilidad de elección: sólo existía Rusia.

«¿Y el patriotismo de que hacías gala los primeros días de la guerra?»

«No sean tontos, señores. Aquello era una maravillosa cortina de humo que debía ocultar ante los ojos de los demás los objetivos del Partido y la condición humana de los comunistas… ¡Y en verdad que se logró!. Tan maravillosamente se logró que hubo muchos tontos, muchísimos, que en los comunistas vieron la manifestación perfecta del patriotismo, la expresión exacta de un maravilloso sentimiento nacional»… «¡Ja… ja… Jaaaaa!»… «¡Hacer que la mentira parezca verdad!» «Y lo hicimos muy bien, estupendamente bien»… ¿Por qué se extrañan?… Para los comunistas la mentira no es un pecado, es un medio que se justificará siempre ante la historia por la inmensidad del objetivo logrado… ¿Por qué dicen que el mundo comunista es un infierno de escombros humanos?… No tienen razón, y por ello están ustedes al borde de la más asquerosa de las calumnias… No comprenden ustedes todavía en qué se convierte un hombre cuando la razón ha sido sustituida por el dogma; cuando la libertad del hombre ha sido sustituida por la más terrible de las disciplinas: por la esclavitud mental; cuando para él no existe lo moral ni lo inmoral, sino la tarea; cuando para ese hombre no existe más mundo que el mundo-Partido; cuando para él no hay más jefe ni dios que Stalin… ¿No lo comprenden todavía?… Mejor, inmensamente mejor. Así será más fácil su tarea… No, no hablen de un mundo de criminalidad política refiriéndose el mundo comunista… No es eso… Lo que pasa es que ustedes tienen de la política una ida muy vieja, terriblemente vieja».

Y pensando en esto y en otras cosas, cuando no tenía mucho que hacer, Castro sonreía.

O reía a carcajadas.

¡Que el cinismo también ríe!

Pero lo fundamental para él no era pensar en esto… Su obsesión era en cómo resucitar una nueva esperanza en millares de combatientes, en cómo reverdecer su fe en la victoria, en cómo hacerles que lucharan y murieran a montones si era necesario.

Lo demás no tenía importancia.

«Para nosotros no existe más que el fin… Sí… Lo demás no es más que el caminar hacia ese fin».

* * *

Esperanza tose.

Tiene hambre.

Tiene pena.

Pero Castro no se da cuenta. Está demasiado ocupado con la consigna «¡Resistir!»

«Concud» tiene hambre.

Y debe tener pena porque en las noches aúlla muy bajito como si no quisiera que escucharan su llorar.

Pero Castro no se da cuenta. Está muy ocupado con la consigna «Resistir!»

* * *

Su madre siegue en Arenys de Mar.

¿Tendrá hambre?

¿Tendrá pena?

Castro no lo sabe. Está muy ocupado con la consigna «¡Resistir!»

* * *

En sus andares por la ciudad Castro se cruza con gentes tristes y flacas. Y con mujeres enlutadas que caminan con la cabeza inclinada mirando al suelo u ocultando sus lágrimas.

¿Tendrán hambre?

¿Tendrán pena?

Castro lo ignora. Él vive tan sólo para la consigna «¡Resistir!»

* * *

«¡¡¡Stalin necesita tiempo!!!»

Es todo.

* * *

Antonio Cordón, nombrado subsecretario de Guerra, había instalado la subsecretaría en el mismo edificio en que estaba el Comisariado General de Guerra. Por este motivo los encuentros entre Castro y él eran frecuentes. Y Castro pudo conocer a Cordón. Es posible que hasta pocos meses antes Antonio Cordón hubiera sido un hombre casi bueno. Casi y no bueno del todo porque era uno de esos hombres que cuando su mujer ha parido mucho y envejecido un poco encuentra la fácil solución del abandono. Ahora vivía con una tal Rosita, gallega, flaca, trabajadora e intrigante. Era el sostén de Antonio Cordón, porque ella era en verdad la subsecretaria. Ella hablaba de nombramientos, ella hablaba mal de Rojo, ella mantenía a unos cuantos fascistas en el aparato de la subsecretaría, ella tenía a un falangista emboscado que se encargaba de traer los mejores manjares para el subsecretaria Ella era más que la «mujer» del subsecretario de Guerra, el mecanismo físico y mental del subsecretario. Y ante ella, él era obediente. Casi sumiso.

¿Qué sabía ella de él para estar a caballo de él?

Castro no lo sabía, pero desconfiaba, desconfiaba mucho. Mas era difícil golpear a Cordón, Porque Cordón hacía todo lo que quería el Partido y como el Partido quería. Y esta «fidelidad» suele ser a veces el Gran Jordán del viejo pecador. Tenía un ayudante valenciano, pequeñito y flaco al que colocó sobre su pecho cordones dorados que le hacían parecer un extraño muñeco; tenía después como secretario a Alejandro del Val, viejo comunista, pero cuya carrera política había terminado hacía tiempo, desde que salió de jefe del transporte del Estado Mayor, cuando éste estaba en Valencia. Alejandro del Val era solamente un impecable uniforme y un mundo de despecho y rencor. Vivía sentado ante una mesita en un pequeño despacho, rumiando sus odios y esperando a que sonara el timbre para acudir a la llamada del subsecretario.

Antonio Cordón tenía una gran habilidad: ser sumiso ante el Partido y ser simpático con sus dirigentes. Lo que no era poco.

¿Un compañero de camino?

No.

Cordón no quería esto. Cordón quería unirse al Partido más que por razones ideológicas, porque el Partido podía asegurarle un vegetar cómodo, que él no era un hombre ni de grandes inquietudes ni de grandes horizontes. Uno de esos hombres pequeños a los que una casita, un buen sillón, unas babuchas y alguien que se las ponga al llegar a casa constituye su felicidad, su «socialismo». No se podía calificar por tanto a Antonio Cordón como un buen comunista, sino como un buen empleado de los comunistas.

Castro transigió con él.

Y en realidad hasta valorizaba honestamente sus trabajos.

Cuando entraba en el despacho, Cordón, que le gustaba aparecer como algo importante, comenzaba a llamar a sus subordinados, a dar enérgicas órdenes, a mover los papeles que tenía sobre la mesa y de vez en cuando a decir como sin darle importancia:

—Es una nueva lista de nombramientos de oficiales y de ascensos—¡Casi todos comunistas!…

—Magnífico, Cordón —contestaba el otro.

Y después llegaba la subsecretaria que cuando había alguien con el «otro» se mostraba como una secretaria conocedora del oficio: recogía los nombramientos, pedía instrucciones y cuando ya iba a salir se volvía y con una sonrisa y una simpatía un poco raras preguntaba:

—¿Quieren una tacita de café?

—Sí… Sí. Tráenos café.

Y poco después entraba ella con una bandeja y dos tazas de humeante y oloroso café, cargado de leche condensada. Y colocaba cada taza delante de cada uno de ellos. Y miraba a los dos. Y sonreía. Y después, como una agilísima sombra, desaparecía por una pequeña puerta que daba a su despacho. Pero a Castro no le importaba él, ni ella tampoco. Le importaban los nombramientos, los ascensos, el control que el Partido ejercía a través de Antonio Cordón en el aparato del Ejército republicano…

* * *

El nombramiento de Álvarez del Vayo como ministro de Estado dejó vacante el puesto de Comisario General. Durante unos días no supo nada sobre quién sería el nuevo Comisario General. Pero un día recibió una llamada del Partido. Se encontró con Pedro Checa y Francisco Antón.

—Salud.

—Salud.

—Te hemos llamado, Casto, para preguntarte algo importante: ¿Crees que entre los subcomisarios generales haya alguno que pudiera sustituir a Del Vayo y servir al Partido tan escrupulosamente como «Don Julio»?

—No… Pretel es un hombre débil, aunque en manos del Partido; Do-porto es un hombre decorativo y de mal genio; Crescenciano Bilbao es demasiado socialista para servirnos; Instal, anarquista, no se sometería; el representante de Izquierda Republicana es buena gente, calvo y simpático, pero nada más. Y el sustituto de Pestaña tampoco nos vale ¡Decididamente no!…

—¿Conoces a Bibiano Ossorio y Tafall?

—Sí… Le conocí cuando la huelga de metalúrgicos. Era subsecretario de Trabajo… Republicano y gallego… Creo que charlatán y mujeriego… Sí… ¡No será un estorbo para nosotros!… Se trata simplemente de satisfacer sus vicios o debilidades…

—Vas a ir con el camarada Antón a verle… Debe aceptar… Pero debe quedar claro que el nombramiento se lo debe al Partido…

Y salieron a ver al señor Ossorio y Tafall… Era entonces secretario de Izquierda Republicana… Le encontraron en su despacho… Les recibió afectuoso y dándoselas de gran personaje. Los otros viéndole reían por dentro. Y Antón le planteó el problema.

—¿Creen que valdré?

—Contará usted con nuestra ayuda.

Y a los pocos días llegó Bibiano Ossorio y Tafall al Comisariado. Llegó acompañado de una secretaria flaquita, con gafas, feílla, pero de no mal ver. Era simpática y trabajadora. Lo demás a Castro no le importó mucho. Él había trazado ya su plan: presentarse ante él como un subordinado obediente, hacer la vista gorda ante su comer, su beber y otras cosillas que no vienen a cuento; no mirar mucho a la secretaria porque parecía un poco celoso; invitarle constantemente a visitar a las unidades de Líster y a Líster mismo que por ser también gallego y tener buena despensa le era más fácil el soborno… Lo demás… Lo demás era cosa suya… Y en honor a la verdad, Ossorio y Tafall no fue jamás un obstáculo… Él sabía por quién era lo que era… Dárselo a entender de vez en cuando era suficiente. Porque en aquellos momentos los republicanos, comenzando por don Manuel Azaña, no eran más que el decorado republicano de una situación poco republicana.

* * *

Con Rojo se veía ahora menos que otras veces… No era necesario: Negrín estaba controlado en la medida que lo permitía su frivolidad y las frecuentes visitas a sus amantes por el Partido Comunista. Por el Partido directamente y por dos de sus colaboradores más cercanos; un tal Benigno, que fue director de «Milicia Popular», el órgano del Quinto Regimiento; y por Sánchez Arcas, buen arquitecto y maravillosa persona, ciegamente obediente al Partido, que ocupaba la subsecretaría de Propaganda. Además, Rojo comenzaba a perder interés para Castro. Para ganar la guerra les era necesario, para prolongar la agonía mucho menos necesario. Sin embargo, le seguía tratando afectuosamente, porque eso era lo «conveniente». Acudía de vez en cuando a la Casa Roja, donde Rojo tenía su despacho y hablaba con él, fumaban, alguna que otra vez tomaban café. Y nada más. La «cuestión» estaba decidida. Y Castro lo aprovechó para liberarse de un aburrido y ya demasiado largo convivir.

Con los consejeros rusos que tenían su hotel en Vallvidrera, en aquel declive maravilloso del Tibidabo desde el que se veía el mar y la ciudad, tampoco se veía a menudo.

¡Todo estaba resuelto!

Su actividad se concentraba en el Comisariado y en visitar con cierta frecuencia a las unidades del V Cuerpo de Ejército que mandaba el teniente coronel Modesto, a Líster, jefe de la 11 División y a «El Campesino» que desde que perdió Lérida se decía tuberculoso a pesar de su maravilloso aspecto. Las unidades del V Cuerpo estaban cerca de la desembocadura del Ebro. Y Líster tenía su estado mayor en un maravilloso lugar de la costa y su casa «particular» en un precioso hotel cerca de la playa en el pueblo de los grandes millonarios catalanes en donde vivía su nueva mujer, Carmín, con sus familiares, escoltas, automóviles y una gran despensa y una no menos gran bodega: en Sitges. Castro era siempre bien recibido por Líster, porque el afán de Líster era hacer su estancia agradable y que no tuviera muchas ocasiones de hablar mucho con el resto de la gente, que Líster no quería que al Partido llegaran sus «cosas». Se comía bien, se hablaba un poco y después Castro era invitado a presenciar el entrenamiento de las fuerzas de la II División… A presenciar estos entrenamientos iba sin Líster, porque Líster después de cada «banquete» debía dormir para acabar con su borrachera o reducirla. Le acompañaba muchas veces el jefe de Estado Mayor de Líster: Manuel López Iglesias, profesional, trabajador, entendido y maravillosa persona. Era el cerebro de la 11 División como después lo fue del V Cuerpo de Ejército. Líster sólo era el jefe, el «héroe», el «caudillo»… Después de estas visitas otra vez a Barcelona.

Su trabajo seguía concentrado en el V Cuerpo de Ejército porque los comisarios de Modesto y Líster, principalmente, siendo más o menos capaces, eran en realidad dos pequeños domésticos, dos pequeñas Celestinas de sus jefes. Ocultaban sus orgías, su incapacidad, sus crímenes. Se limitaban en la mayoría de los casos a controlar y alimentar el llamado «Batallón del Talento» integrado por un grupo de poetas y escritores que vivían como pequeños cortesanos, lanzando incienso, disfrazando a los enanos de gigantes y envenenando a las gentes con la peor y más miserable de las literaturas: la literatura del elogio, de la baba, de la sumisión al jefe, de la exaltación al jefe, de la adoración al jefe…

Y así eran sus días.

Y en este quehacer iba matando el tiempo.

* * *

¿Lograría el Partido cumpliendo las órdenes de Moscú prolongar la agonía?… ¿O surgiría una voluntad por encima de la voluntad del Partido que contra los intereses de Moscú precipitara el fin?

Era la incógnita.

La única incógnita de aquellos días.

* * *

El 19 de abril el dispositivo de las fuerzas fascistas para m ofensiva sobre Valencia era el siguiente:

El Cuerpo de Ejército de Galicia, bajo la dirección del general Aranda, apoyando su izquierda en el mar, sobre la línea Peñiscola-Punta Magdalena-Cati:

El destacamento de enlace en la región de Morella-Forcall.

El Cuerpo de Ejército de Castilla, al mando del general Varela, sobre el Alfambre entre Mezquita de Jarque y Teruel.

El 22 de abril el Cuerpo de Castilla inicia un ataque en la región del Alto Alfambre hacia Mezquita de Jarque, que le pone en posesión de Aliaga. Días después en un nuevo ataque desde Galve ocupa Ababuj.

De otro lado, y en este mismo período, el Cuerpo de Galicia había alcanzado la línea Alcocebre-Alcalá de Chisvert-Cuevas de Vinromá. Su derecha quedaba un poco retrasada en Cati.

Durante el mes de mayo, después de activas operaciones por parte del Cuerpo de Castilla y las fuerzas del general García Valiño al frente de los rebeldes, pasaba por: Villastar, Cabra de Mora-Linares-Norte de Puertomingalvo-Sur de Villafranca del Cid y del Arco del Maestre-Cati-Cuevas de Vinromá-Alcalá de Chisvert y Alcocebre.

Con esto se completaba la operación del corte, el flanco sur de la cuña que salió hasta el mar; y al mismo tiempo, se creaban condiciones favorables para desarrollar una nueva y sucesiva operación sobre Valencia.

La realización de este objetivo estratégico, requería primeramente la destrucción de la fuerza principal que lo defendía, o por lo menos anular su capacidad defensiva.

Para ello, el mando fascista llevó a efecto dos maniobras que constituyen etapas sucesivas de una misma operación cuyo objetivo era Valencia.

a) La operación de Castellón que debía dar por envolvimiento la destrucción de la masa principal del Ejército de Maniobra, operación que, desde el punto de vista de la realización de este objetivo fracasó, ya que dicho Ejército logró replegarse al sur del río Mijares, desgastando fuertemente al atacante y consolidando su resistencia.

b) La operación combinada mediante una ofensiva convergente en dos direcciones:

—Dirección de la costa Nules-Sagunto.

—Dirección Teruel-Segorbe: que debía dar el envolvimiento y destrucción de un núcleo considerable de fuerzas del Ejército de Levante (cuerpos de Ejércitos XVII, XIII y XXI total 9-10 Divisiones) y abrir el camino a Valencia entre Liria y el mar.

Este es el fondo estratégico sobre el que se desarrolla la operación de Valencia, durante su breve duración (14 al 23 de julio).

* * *

El Ejército de Levante que cubría un frente de 250 kilómetros disponía de un total de siete Cuerpos de Ejército, formados por 21 divisiones incompletas (55 brigadas). Su posición principal de resistencia (Posición «X-Y-Z») tenía una extensión de 100 kilómetros. El total de fuerzas en este sector era de 16 Divisiones, 150 cañones, 660 tanques y 2 Divisiones como reservas operativas del frente del Ejército. El Ejército de Levante mantenía entre el Espadán y Javalambre un saliente de unos 45 kilómetros que al norte de Mijares comprendía la región de Zucaina-Linares-Mora de Rubielos. La razón por la cual, el Ejército de Levante mantenía este frente cubierto por 8 Divisiones y a pesar de que suponía una condición de debilidad determinada por una menor densidad operativa en la posición principal y por el peligro de un envolvimiento parcial de una agrupación considerable de fuerzas, era porque además de constituir una magnífica plaza de armas para cualquier reacción ofensiva sobre los flancos de las direcciones de Teruel y la costa, mantenía alejado el frente de Valencia y evitaba que el Ejército estuviera condenado a una estéril pasividad si las condiciones generales cambiaban en su provecho.

La misión del Ejército de Levante era defender a toda costa la posición «X-Y-Z». Se trataba en realidad de una misión pasiva, que podía sólo proporcionar tiempo para el mando supremo, y que estaba en relación con el estado real de aquellas divisiones diezmadas por un combatir ininterrumpido desde Teruel, que duraba varios meses.

Los fascistas disponían en julio de 1938 alrededor de más de 54 Divisiones y una absoluta superioridad en artillería y aviación. La masa de maniobra comprendía hasta un tercio de sus fuerzas, esto es, unas 18 Divisiones.

El total de las fuerzas desplegadas en el frente de Teruel al mar (150 kilómetros) era de más de 21 Divisiones en dos agrupaciones. La agrupación principal en la región de Teruel, con 14 Divisiones y 300 cañones y la Auxiliar con 7 Divisiones y 160 cañones. Tal despliegue absorbía casi la totalidad de las posibilidades enemigas.

En su ofensiva sobre Valencia el enemigo procedió por golpes sucesivos con ambas agrupaciones. Fue la ofensiva del Cuerpo de Galicia y la agrupación de García Valiño, transformada en Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, que no logró pasar de Alcir-Nules. Aquel ataque se ahogó por los estrechos desfiladeros de la Serranía de Aonda y Espadán. No era posible para el enemigo desplegar más fuerzas en aquella dirección y se vio obligado a detenerse después de un gran desgaste.

Entonces el Alto Mando franquista se vio obligado a desplegar su masa de choque en una dirección más amplia y favorable, ésta fue la de Teruel-Sarrión y allí llevó en la primera quincena de julio las fuerzas de los Cuerpos de Ejército italiano y marroquí, junto con los de Castilla y Turia, que cubrían el frente. Con esto, el despliegue acusaba claramente el propósito: cortar el saliente, destruir la fuerza envuelta y abrirse así paso a Valencia sin dar tiempo a los defensores a cerrar la brecha producida en su dispositivo por la destrucción de aquel núcleo de fuerzas.

El esfuerzo principal debía hacerse por la fuerte agrupación de choque desplegada al Sureste de Teruel y que debía operar en la dirección general de Liria. Un esfuerzo de la agrupación de la costa debía combinarse con el anterior para cortar la carretera Sagunto-Segorbe y completar el rodeo.

Ambos esfuerzos no fueron simultáneos. La ofensiva se inició el 14 de julio por la agrupación principal, atacando en un frente de unos 16 kilómetros con 6 Divisiones en primer escalón, 300 cañones y dominio en el aire; a ambos lados del ferrocarril Teruel-Sagunto.

El segundo día de ataque el enemigo logró abrir brecha en el frente del XIII Cuerpo, en su enlace con el XVII entre Albentosa y Manzanera en un hueco de 8-10 kilómetros La incapacidad del jefe del XII Cuerpo determinó que esta unidad se desfondase y retrocediera, creando con ello una grave situación sobre la única carretera que alimentaba el XVII Cuerpo que quedaba a unos 20 kilómetros de la brecha abierta.

El día 17 hizo crisis la batalla: se trataba para el atacante de explotar el éxito para así, penetrando rápidamente por la brecha, cortar las comunicaciones del XVII Cuerpo que se ofrecían sin apenas defensas a 15 kilómetros; para la defensa se trataba de detener aquel avance, impedir el paso de las columnas motorizadas y restablecer el frente. Para ello, el Ejército de Levente contaba con las divisiones 68 y 70 y logró hacerlo.

La esencia de la maniobra defensiva que con éxito realizó el Ejército de Levante consistió en:

Ante la ofensiva del enemigo con fuerzas superiores, replegar el grueso del Ejército a las posiciones de «X-Y-Z» en: donde librar la batalla defensiva preparando el contragolpe sobre el flanco derecho del ataque enemigo, apoyándose en Javalambre-Manzanera-Sierra del Toro.

La ejecución de esta maniobra defensiva tenía su máxima dificultad en la retirada del XVII Cuerpo que guarnecía el saliente Zucaina-Linares Mora de Rubielos. Su retirada prematura permitiría al enemigo aproximar peligrosamente su base de partida a Jérica-Viver-Segorbe y daba al ataque la excelente rocada de Mora y Lucena, la comunicación más corta entre Teruel y Castellón y con ello, más posibilidades de maniobra entre ambas direcciones operativas, de que el enemigo hasta entonces carecía, y que inútilmente en los ataques sobre Mora de Rubielos y Zucaina había tratado de conseguir. Su retirada tardía comprometía tres Divisiones del XVII Cuerpo.

Además, siendo del enemigo la iniciativa del ataque, la variante a elegir en esta difícil maniobra sólo podía ser determinada una vez que el plan enemigo se perfilara.

Al precisarse que el golpe principal enemigo iba en la dirección Teruel-Sarrión-E1 Ragudo, la maniobra del ejército se determinó así:

El XIII Cuerpo de Ejército se mantiene en la dirección del golpe principal enemigo entre Javalambre y el río Mijares. A su izquierda, el XVI Cuerpo mantiene a toda Javalambre y Manzanera. A su derecha, el XVII Cuerpo se retira al sur del río Mijares, contraatacando simultáneamente sobre el flanco enemigo con parte de sus fuerzas.

Las reservas del ejército (68 y 70 Divisiones) y el mando del XX Cuerpo se concentran en la región de Abejuela tras la derecha del XVI Cuerpo para lanzar desde allí el contragolpe del Ejército sobre el flanco enemigo.

Este contragolpe de 2-3 Divisiones no podía tener efecto decisivo (proporción 1/3 a favor del enemigo), pero aseguraba tiempo suficiente para el repliegue del XX Cuerpo y permitía disponer de nuevas reservas con las que apoyarle luego.

En su ejecución, ocurrió, que por el rápido desplome del XIII Cuerpo, debido a la incapacidad de su jefe teniente coronel Gallego, no dio el mínimo de tiempo que para la ejecución de la maniobra se necesitaba. De las dos divisiones de reserva del Ejército, núcleo de contragolpe, la 68 División hubo de entrar en combate en la región de Barracas-El Toro al segundo día de combate, el 16, y las dos brigadas de la 70 División hubieron de entrar aproximadamente en combate el día 17.

Brillantemente realizó su difícil maniobra el XVII Cuerpo. Desde el día 13 sin interrupción presionaba con la 40 División de su izquierda (Mora de Rubielos) el flanco enemigo y en la noche del 16-17 concentrando la XIX División de su derecha (región Zucaina) al sur de Mijares, lanzó el mismo día 17 un fuerte contraataque con la 19 División sobre Vértice Pina, al mismo tiempo que la 70 División detenía el avance enemigo al sureste de El Toro.

Con esto la batalla hizo crisis favorablemente para la defensa, los objetivos principales del Ejército de Levante fueron así cumplidos con éxito y el frente se restablecía en Olba-Barracas-El Toro. Las fuerzas de los Cuerpos XVII y XIII se replegaban a las posiciones de la línea «X-Y-Z» sobre la que lentamente los días 18 al 23 las fuerzas de las Divisiones 70, 68 y 19 y restos de la 41, se replegaban combatiendo y desgastando duramente al enemigo.

El segundo esfuerzo a realizar por la Agrupación de la costa no llegó a producirse por la acción ofensiva del Ejército del Ebro, que arrancó al enemigo la iniciativa y le obligó a acudir a la curva del río Ebro y renunciar a su ofensiva sobre Valencia.

* * *

Juan Negrín no era un político veterano. Pero no era un hombre tonto. Se daba cuenta de la gravedad de la situación. Y en un intento de provocar una reacción de la opinión pública internacional y de las fuerzas conservadoras y liberales de la zona dominada por el general Franco lanzó sus «13 puntos» en los que pretendía desenterrar la etiqueta enterrada de la II República, en donde pretendía convencer a la gente de que el peligro de una hegemonía comunista si la república ganaba la guerra no existía.

Fue un intento.

Fue un fracaso.

Por aquellos días también el Presidente de la República, don Manuel Azaña, pronunció el último discurso de su vida. Llamó a la insurrección, contra lo que él llamaba la dictadura de Negrín. Pero lo más importante fue el final de su discurso: «Paz. Piedad. Perdón».

Estas tres palabras calaron más hondo que los n13 puntos» de Negrín. Porque los españoles son gentes acostumbradas a pensar. Y comprendieron que Negrín mentía, que Azaña no mentía. Que Negrín intentaba prolongar lo que era un crimen prolongar; que Azaña pretendía poner fin a una terrible sangría que no podría jamás cambiar el destino inexorable de una República que habían asesinado en primer término los republicanos que no supieron cuidarla, ni hacerla auténtica, ni hacerla nacional.

* * *

La ofensiva fascista continuaba sobre Valencia. Fue en estas condiciones políticas y militares cuando el alto mando republicano comenzó a montar la operación del Ebro, la gran batalla que había de desarrollarse entre Fayón y Benifallet.

En los primeros días del mes de julio de 1938, la sección de operaciones del Estado Mayor republicano terminó la elaboración del plan operativo del Ejército del Ebro.

Inmediatamente después, el general Rajo convocó en su domicilio una pequeña reunión a la que asistieron el teniente coronel Líster, jefe eventual del Ejército del Ebro, el teniente coronel Sánchez Rodríguez, jefe del Estado Mayor de dicho Ejército y el teniente coronel Ruiz Fornells, jefe de la sección de operaciones del Estado Mayor Central.

En dicha reunión se presentaron dos proyectos para el golpe del Ejército del Ebro: la dirección Serós-Fraga-Sariñena y la segunda, Gandesa-Valderrobres-Morella. Se eligió la dirección Gandesa-Valderrobres-Morella, que, aun siendo la más difícil, ofrecía la garantía por amenazar puntos fundamentales del enemigo, de que éste en la imposibilidad de actuar en dos frentes se vería precisado a acudir sobre el flanco y retaguardia amenazados renunciando a su acción sobre Valencia.

Para conseguir este fin estratégico-fundamental, el Ejército del Ebro tenía como tarea: forzar por sorpresa el Ebro, salir al frente de Fayón-Batea-Benisanet con el propósito de apoderarse después del límite Fayón-Monroyo-Cati-San Mateo-Vinaroz.

El golpe principal debía ser asestado por una parte de los efectivos del Ejército del Ebro, divididos en dos grupos y en el frente de Ribarroja-Mora la Nueva-Ginestar-Benifallet.

La columna número 1, al mando del teniente coronel Tagüeña, y del comisario Fusimaña, formada por cuatro Divisiones de Infantería, un regimiento de caballería, cuatro compañías de tanques y cuatro de autos blindados cruzaría el río Ebro en el sector Ribarroja-Ascó con la tarea inmediata de salir al frente de Batea-Gandesa. Posteriormente, debía avanzar en tres direcciones: sobre Maella desde Batea; sobre Calaceite desde Gandesa y sobro Valderrobres-Monroyo desde Gandesa.

La Columna número 2, al mando del teniente coronel Líster y del comisario Santiago Álvarez, formada por dos Divisiones de Infantería, dos Compañías de tanques y tres de autos blindados, debía cruzar el Ebro en el sector Ginestar-Benifallet, salir a la región de Pinell y ocupar las alturas de la Sierra de Pándols, estableciendo ligazón con el flanco izquierdo de la columna número 1 y continuar el avance en la dirección de Vinaroz.

El plan preveía operaciones demostrativas en los flancos de la Agrupación de choque con objeto de impedir que el enemigo pudiera precisar rápidamente la dirección del golpe principal. Para ello, una brigada debía forzar el Ebro cerca de Mequinenza y avanzar hacia Fayón. Otra brigada debía cruzar el Ebro en la región de Amposta avanzando sobre Santa Bárbara con el fin de apoderarse del ferrocarril y la carretera que va de Vinaroz en dirección norte, con el fin de aislar al enemigo con sus fuerzas del sector norte.

El Estado Mayor Central pensaba, paralelamente a la acción del Ebro, realizar una operación ofensiva, desde la región de Castellón de la Plana en la dirección general de San Mateo.

Para la operación de pasar el Ebro, fueron designados de los efectivos del Ejército del Ebro dos Cuerpos de Ejército (el V, XV y la 42 División del XII reforzados con artillería, tanques y autos blindados). En total, para esta operación fueron designadas siete Divisiones de Infantería (con un total de cerca de 45.000 hombres), 224 cañones de diferentes calibres, 62 tanques, 97 autos blindados, 6 baterías antiaéreas de 66 milímetros, 20 baterías antiaéreas «Oerlikon» de 20 milímetros, 49 aviones de caza y 21 de bombardeo.

Todas estas fuerzas actuarían bajo la dirección del mando del Ejército del Ebro teniente coronel Modesto y del comisario Delage.

El enemigo tenía en el sector del cruce dos Divisiones de Infantería (la 50 y la 105), con un total de 20.000 hombres, 18 cañones, cerca de 100 aviones de caza y 50 de bombardeo. El mando republicano tenía asegurado el éxito táctico, pera siendo inferiores las reservas de la región catalana a las del enemigo, y disponiendo éste de absoluta superioridad en el aire, la explotación del éxito táctico había de ser necesariamente muy limitada y su transformación en éxito operativo-estratégico sólo era posible si acciones coordinadas de la Zona Centro-Sur, distraían a la aviación enemiga y fijaban sus reservas. Esta condición fundamental refleja aquel rasgo de la nueva situación que se puso de manifiesto al examinar lo nuevo en la guerra después del corte del territorio republicano. Todas las operaciones habían de ser de cooperación. Esta era la gran condición, la condición suprema.

En la noche del 22 de julio las tropas republicanas se concentraron en las regiones de partida para el cruce del río. La 42 División se concentró al noroeste de Almatret. La 3.° División al noroeste de Ribarroja. La 35 División se situó en la región de Vinalse. En segundo escalón al este de Vinebra se concentró la 16 División. La 11 División se situó al sur de Ginestar. En segundo escalón, teniendo una brigada en el sector de Benisanet se concentró la 46 División. Una brigada de la 45 División se situó al sudeste de Tortosa; las otras dos brigadas de esta División se encontraban en la primera línea de defensa sobre la misma orilla del río.

El general Aranda no pudo descargar su golpe en la dirección Sagunto y Segorbe.

En la noche del 25 de julio las unidades del ejército del Ebro, superando todas las dificultades cruzaban el río. Millares de soldados ansiosos de victoria no esperaron ni lanchas ni puentes. Sobre las espaldas del Ejército fascista, que clavaba sus garras sobre el rico suelo levantino, surgía de improviso una seria amenaza.

Al sur de Mequinenza la 226 brigada de la 42 División comenzó a forzar el río. A las cuatro de la mañana había terminado el paso y comenzaba a cumplir sus tareas en la orilla opuesta. Al norte de Ascó fuerzas de la 35 División, la 11 Brigada Internacional y la 15 Brigada Internacional al sur, llevando en segundo escalón la 13 Brigada comenzaron a franquear el río. A las 20 horas del día 25 la 13 Brigada ocupa Corbera chocando con las fuerzas de la 5ª y 13 Divisiones enemigas. En la noche del 25 llega a las puertas de Gandesa. A las 13 horas la 11 Brigada reforzada con fuerzas de la 15, ocupa Ascó liquidando los focos de resistencia enemiga. En la noche del 25, fuerzas de la 15 Brigada ocupan La Fatarella. Por el sector de la 35 División fuerzas de otra Brigada cruzan el río por el Molino en las proximidades de Ribarroja, llevando a retaguardia otra Brigada. A las 8 horas dichas fuerzas ocupan Ribarroja. Horas más tarde bajo el empuje violento de las fuerzas republicanas los fascistas pierden Flix.

Paralelamente se desarrollaba la acción del V Cuerpo. En el sector de la 11 División, el batallón de Ametralladoras y dos batallones de la 9ª Brigada cruzan el río. El batallón de ametralladoras sin encontrar resistencia en la orilla opuesta se infiltró por la carretera de Miravet a Pinell, ocupando este pueblo antes de que el enemigo tuviera tiempo de reaccionar. Las fuerzas de la 9 Brigada, encontraron una enérgica resistencia. El enemigo, rehecho de la sorpresa, abrió un fuego violento de artillería, morteros y ametralladoras sobre la orilla opuesta del río. Bajo el fuego enemigo lograron a las 6 de la mañana alcanzar la orilla opuesta la 9 y 100 Brigadas y horas más tarde la 1ª. Las brigadas 100 y 1, avanzaron hacia las Sierras de Pándols y Cavalls. En el camino fue necesario en combates breves, pero encarnizados, ir venciendo las reservas de la 50 División fascista que avanzaba desde Gandesa.

Al final de la jornada las fuerzas republicanas ocuparon los pueblos de Ascó, Camposines, Corbera, Ribarroja, Flix, Benisanet, Miravet, cortando el camino de Fayón con la carretera Maella-Fraga y la carretera de Gandesa a Tortosa, llegando hasta la vértice Cavalls.

El día 26 las tropas republicanas continuaron su avance. Sin embargo, este mismo día el enemigo realizó varios contraataques enérgicos en el sector de la 42 División. La 3ª División conquistó el pueblo de La Fatarella. Pero su avance fue detenido por la resistencia enemiga en las proximidades de Pobla de Masaluca-Villalba sin que pudiera abrir brecha en la resistencia enemiga. Durante todo el día la 35 División atacó violentamente las defensas de Gandesa que había sido reforzada con las reservas de otros sectores sin obtener éxito. En el sector sur la 11 División sostuvo todo el día violentos combates en la Sierra de Pándols, avanzando lentamente en dirección a Bot. Al final del día la 11 División lograba ocupar totalmente las Sierras de Pándols y Cavalls. El mismo día, la 45 División que se encontraba en segundo escalón pasaba el río y se concentraba en la región de Pinell para reforzar la dirección de ataque hacia Bot.

Al terminar la segunda jornada los republicanos habían alcanzado la línea Pobla de Masaluca-Villalba-Gandesa-Sierra de Pándols. Sin embargo, las posibilidades de los republicanos se reducían rápidamente, A la resistencia del enemigo que crecía por momentos, había que añadir la abertura de las presas del Segre y Noguera-Pallaresa que aumentaron en 2'50 metros el nivel normal del Ebro, creando dificultades a los republicanos y retrasando el paso del material. En la jornada del 26 los republicanos han logrado pasar 28 blindados; 3 tanques, una parte de la artillería, algunas piezas antiaéreas y medios de transporte. Pero esto era insuficiente. Y era difícil superarlo, porque el alto mando republicano no autorizaba el paso del grueso del material. De esta forma iban siendo anuladas todas las ventajas de la sorpresa y el éxito inicial del paso del río al tener que limitar su avance al ritmo de la infantería. La lentitud en el paso de los medios, consecuencia de las debilidades del Alto Mando, que hubiera permitido la explotación rápida del éxito, iba cortando rápidamente todas las perspectivas que el heroísmo y la rapidez de las unidades del Ejército del Ebro habían creado en las primeras horas de la batalla.

El día 27 la intensidad de los combates aumenta. El enemigo, que ha acudido con importantes reservas, ofrece una resistencia tenaz, al mismo tiempo que la superioridad inicial de los republicanos tiende a desaparecer. En el sector de la 42 División el enemigo continúa sus contraataques contra la 226 Brigada, aunque sin éxito. La 227 Brigada que ha logrado pasar todos sus efectivos, recibe la orden de apoderarse de la región de Fayón. El retraso de dos días en el paso de esta Brigada, malogró las operaciones de los republicanos en este sector.

Mientras tanto, los ataques de la 3 División sobre Villalba y de la 35 sobre Gandesa, no han tenido éxito. El mando rebelde que ha tenido la posibilidad de reforzar la defensa, rechaza todos los intentos de las fuerzas republicanas. En vista de ello, el mando del Ejército ordena que la 16 División se concentre en la zona de unión de la 3ª y 35 Divisiones, con el fin de asestar un golpe en la dirección sudoeste cortando Gandesa por el oeste.

En el sector del V Cuerpo, los combates continúan con violencia. El enemigo ha logrado llevar a este sector la 4, 16 y 14 banderas de Falange y dos batallones de moros. Este mismo día, la 46 División republicana recibió la orden de ocupar un frente de defensa a la izquierda de la 11 División haciendo frente hacia el sur y el oeste. La 46 División tenía como tarea ocupar el vértice Rey cortando la carretera de Prat de Compte a Cherta. La 9 Brigada de la 11 División asaltaría el Puig Cavalls por el Sur y el Oeste, avanzando posteriormente a cortar la carretera de Bot a Gandesa en el kilómetro 4.

Esta operación sobre Bot ocupó cuatro días seguidos donde se luchaba con fiereza por cada palmo de terreno. La 9 Brigada no logró ocupar Puig Cavalls. La 100 Brigada logró ocupar el día 30 la Ermita de San José de Bot, pero el enemigo contraatacó con fuerzas frescas de Levante y la obligó a replegarse a sus posiciones de partida.

Al final del día, el enemigo con dos brigadas efectuó un fuerte contraataque sobre el extremo del flanco izquierdo de la Sierra de Pándols, amenazando seriamente desde la retaguardia las fuerzas de la 9ª y 100 Brigadas. Fue necesario un esfuerzo encarnizado que absorbió las reservas de la División para poder salvar a las dos brigadas de la amenaza. Durante los días 1 y 2 de agosto en que el enemigo orientó sus ataques sobre La Tosa y los Malletos, en el flanco izquierdo hacia Prat de Compte, la lucha adquirió caracteres épicos, sin que lograra el enemigo el más pequeño éxito.

En estos días empezaron a pasar los tanques, autos blindados, camiones y víveres para el V Cuerpo.

El día 1.° se pasa a la defensiva. Con ello termina la primera fase de esta gran batalla.

Los republicanos habían logrado detener la ofensiva sobre Valencia. En el territorio republicano el entusiasmo del pueblo impuso el silencio a todos los derrotistas. Los objetivos fundamentales interiores se habían logrado. Sin embargo, el éxito táctico no supo aprovecharse y la ruptura se localizó pronto. Y el enemigo, aprovechando la lentitud de las unidades republicanas y lo estrecho del sector de ruptura, concentró rápidamente sus reservas, su aviación y artillería y paralizó en los primeros días la ofensiva obligando a los republicanos a pasar definitivamente a la defensa.

La iniciativa había cambiado de manos.

Era lógico:

—El enemigo en la zona de ruptura dispone de hasta dos Divisiones de Infantería en línea y reservas próximas que pueden acudir de la región de Lérida, de algunos batallones, menos de una División, o hasta una División.

—En la profundidad el enemigo dispone de hasta 20 ó 22 Divisiones en dos núcleos, Castellón y Teruel, actuando contra Levante, además, hasta de una División de Infantería, posible de reservas generales en la región de Zaragoza.

Las posibilidades de maniobra franquista eran aproximadamente de:

a). — Por ferrocarril: directo Castellón-Vinaroz-Tortosa con hasta cuarenta pases de trenes por día y 160 kilómetros de distancia.

El de Teruel-Zaragoza-Flix con ramal a Alcañiz extensión de cerca de 300 kilómetros y capacidad de tráfico de hasta 20 a 30 pases de trenes diarios (aproximadamente).

b). — Por carretera: La de la costa de Castellón a Tortosa y la de Teruel a Alcañiz-Gandesa, de unos 200 kilómetros.

Estas posibilidades ciertamente limitadas por disponer el enemigo de muy escaso material de transporte en la línea del ferrocarril Castellón-Tor-tosa, permitían al enemigo trasladar por día hasta dos Divisiones de Infantería, más rápidamente de las del sector de la costa, es decir del grupo operativo del general Aranda en Castellón-Nules-Onda.

De acuerdo con el ritmo posible de llegada de las reservas enemigas al sector de Gandesa, una vez que el enemigo reaccionara, lo que en caso de éxito de nuestra ofensiva debía ocurrir al siguiente día de forzamiento del río (D + 1 si llamamos día D al del paso), debiera preverse por calendario los siguientes cambios en la relación de fuerzas.

D… Dos Divisiones)

(Las existentes 50 y 105)

D + 1 Dos Divisiones

D + 2 tres-cuatro Divisiones: las existentes más una de Castellón y una de Lérida-Zaragoza

D + 3 5-6 Divisiones

D + 4 7-8 Divisiones

D + 5 9-10 Divisiones

D + 6 11-12 Divisiones

D + 7 13-14 Divisiones, esto es, las dos existentes más 12 de las reservas generales, quedando 8-10 D frente al Ejército de Levante.

Así, el día D + 7 o D + 8 el enemigo podía haber trasladado su concentración principal frente al Ejército del Ebro.

El Ejército del Ebro ataca con seis Divisiones en primer escalón y dos en reserva general, en total ocho divisiones que le aseguran superioridad hasta el día D + 4 o D + 5, esto es durante 5-6 días, pero teniendo en cuenta la inferior potencialidad de fuego y choque de las divisiones republicanas, más ligeras y peor armadas que las enemigas, esta superioridad en realidad existe sólo hasta D + 3 o D + 4, esto es, 4-5 días.

Con este plazo de tiempo, era lícito pensar dentro del margen de fuerzas de que se disponía. Luego, las fuerzas se equilibrarían y el avance no podría seguir de no introducir en la lucha nuevas unidades o bien impedir o retardar el transporte de las divisiones enemigas.

Otras fuerzas en la zona catalana para alimentar la ofensiva del Ejército del Ebro podían conseguirse a cuenta del Ejército del Este y de nuevas formaciones en cantidad reducida (en total de 3-4 divisiones) elevando el número de divisiones del Ejército del Ebro hasta 12 divisiones y mantener la superioridad dos días más, esto es, 6-7 días. Tal es, el máximo posible dentro de los recursos de la zona catalana. Es claro que si el enemigo disponía de libertad para la maniobra de sus reservas generales, para el séptimo día había logrado el equilibrio de fuerzas y para el octavo la superioridad.

Esto podría retrasarse ganando más tiempo en provecho de nuestra ofensiva por medio de:

—Acciones sobre sus líneas de comunicaciones.

—Acciones sobre otros frentes para fijar e inmovilizar reservas.

De ambos medios el primero era auxiliar, sólo el segundo era de eficacia verdadera y podía dar las posibilidades de éxito en la operación general que suponía la última ocasión favorable que se ofrecía al mando republicano; tras la tenaz resistencia de Levante que había extenuado a las mejores fuerzas enemigas, el poderoso contragolpe del Ebro, si era debidamente apoyado por los otros ejércitos, podía y debía ser el principio del fin; ya que en su ejecución el mando republicano empeñaba sus mejores fuerzas de Cataluña, jugaba su última carta en una batalla que podía ser y fue decisiva. Esta condición, es decir el apoyo, la cooperación, fue lo que no quiso ver el general Miaja.

Las acciones sobre las líneas interiores de comunicación enemiga para retardar el movimiento de tropas podía llevarse a efecto por medio de la aviación o de la flota de guerra.

La aviación republicana estaba en condiciones de absoluta inferioridad, los 21 aviones de bombardeo republicanos no podían hacer mucho, pero la flota de guerra tenía superioridad absoluta sobre los barcos rebeldes y la carretera y el ferrocarril Tortosa-Castellón que un recorrido de casi 100 kilómetros bordean el mar, y especialmente en los sectores de Oropesa-Benicarló y Vinaroz quedaban bajo el fuego eficaz de la artillería de los barcos.

Pero nada de esto se hizo y el enemigo disfrutó de absoluta libertad para maniobrar sus fuerzas.

Con la proporción inicial de fuerzas en tierra (2/1) y en el aire (1/3) el ritmo de avance de las divisiones republicanas no podía planearse superior a diez kilómetros por día, como media. Las seis compañías de tanques de que se disponía, aun reunidas en una sola dirección, suponían un grupo de no más de 70 tanques ligeros, demasiado pequeños para acciones lejanas e independientes; salvo acciones eventuales, el grupo de tanques había de seguir el ritmo de la infantería; y el ritmo de avance de la operación en conjunto no podía rebasar la media de 10 kilómetros por jornada.

De acuerdo con lo anterior, debía preverse que a los 3-4 días de la operación, las reservas del ejército (dos Divisiones) debían ya empeñarse y que desde los 4-5 días de la operación el avance se detendría de no reforzar al Ejército del Ebro con nuevas reservas.

Estos plazos de tiempo aseguraban alcanzar la línea Fayón-Batea-Sierra de Pándols-Benifallet, pues para ello bastaba penetrar 30-40 kilómetros (3-4 días).

Pero para ampliar los objetivos de la tercera fase (salir a Monroyo-Vértice Carrascal-Sierra de San Marcos-Cati) había que penetrar 70-80 kilómetros lo que obligaría a un esfuerzo de 7-9 días y para ello el Ejército del Ebro no tenía fuerzas suficientes, sus 8 divisiones serían equilibradas el 5.° día y superadas el 6.° y su avance posterior era poco probable.

La consecución de los objetivos de la 3ª fase obligaban a empeñar la totalidad de las reservas de la zona catalana y a empeñarlas oportunamente, esto es, el 5.°-6.° día de la operación, lo que obligaba a tenerlas ya concentradas en lugar oportuno y dispuestas desde el comienzo mismo de la ofensiva. Esto no se hizo y con ello, claramente se renunciaba de antemano a lograr los objetivos de la tercera fase que eran los decisivos.

Respecto a la cooperación con la zona Centro-Sur, el proyecto del plan del mando supremo, para la operación del Ebro, está firmado el 5 de junio de 1938, cuando los ejércitos de Maniobra y Levante combatían al sur de Castellón y en Onda, manteniendo la línea del general Mijares y el saliente de Lucena del Cid-Linares-Alcalá de la Selva-Mora de Rubielos. Entonces, era lógico planear y posible ejecutar el golpe auxiliar sobre la Sierra de Valdancha para cortar la carretera de Morella-San Mateo, ya que lograr este objetivo suponía una penetración de unos 50 kilómetros.

Pero cuando. el paso del Ebro se llevó a efecto, 25 de julio, han pasado 50 días de combates intensos en el frente de los Ejércitos de Maniobra-Levante y estos ejércitos se defienden en la línea «X-Y-Z» a la altura de: Vértice-Javalambre-Puerto del Ragudo-Espradán-Vall de Uxó; se ha visto obligado a abandonar aquel saliente ofensivo de Linares, que tanto quería conservar el mando del frente de Levante, pensando siempre en la acción sobre Morella en cooperación con la zona catalana; y desde las posiciones que ocupaba el 25 de julio la carretera de Morella-San Mateo, ya que lograr este objetivo suponía una penetración de 90 kilómetros, por un terreno sumamente difícil que a un enemigo muy superior en número, con dominio absoluto en el aire, había costado recorrer más de 80 días con enorme desgaste.

Era claro que la operación auxiliar de cooperación que era buena el 5 de junio no servía el 25 de julio. Era necesario buscar nuevas formas de cooperación. Y, sin embargo, hasta tres veces se lanza estérilmente a las divisiones del Ejército de Levante al ataque en esta dirección que ya nada podía dar que representara una ayuda oportuna para los combatientes del Ebro.

Tal es el defecto esencial del plan de cooperación.

* * *

La segunda etapa de la operación comienza con la preparación del Ejército del Ebro para la defensa.

Esta fase que comienza el 4 de agosto, transcurre en medio de combates memorables hasta el 12 de octubre. En este periodo el enemigo realizó seis contraofensivas contra el frente de los Cuerpos V y XV reforzados con unidades del XVII Cuerpo de Ejército. El enemigo apoyó estas seis contraofensivas con más de 200 tanques, con una gran masa de artillería que efectuó más de 900.000 disparos y el empleo de toda su aviación, que efectuó 19.535 vuelos en los que arrojó sobre la infantería republicana 4.256.800 kilogramos de bombas.

Estos hechos demuestran que el enemigo no renunció fácilmente a su ofensiva sobre Valencia. Cambió un objetivo estratégico por otro objetivo estratégico: la conquista de Valencia por el aniquilamiento del Ejército del Ebro, Valencia por Barcelona.

Esta segunda fase se caracterizó por una lucha de desgaste, en la que el enemigo vuelca sus poderosos recursos técnicos contra los mejores hombres del Ejército republicano. Sobre los hombres que realizaron la gran batalla de nuestra guerra, contra los hombres sin los cuales era difícil continuar la lucha.

Veamos cómo se desarrolló este período, el más intenso de la guerra.

Primera contraofensiva sobre la cabeza de puente de Mequinenza-Fayón. (4 al 7 de agosto).

Para el enemigo el sector de Mequinenza-Fayón era al parecer el motivo de mayor preocupación por considerar sin duda que constituía la dirección de nuestro golpe principal, cuyo objetivo creía que era el de ocupar Caspe envolviendo al mismo tiempo su frente Norte. Por ello, una vez detenida la ofensiva republicana empezó a concentrar fuerzas de las Divisiones 102 y 82 a las que agregaron 100 tanques y 200 aviones.

Durante los primeros días del mes de agosto las fuerzas de la 42 División republicana principalmente la 220 brigada sufren fuertes ataques del enemigo que no logró éxitos. El 7 de agosto el enemigo comienza su ofensiva con una fuerte preparación artillera sobre los altos de los Auts y sobre los puentes, en cuya acción coopera también la aviación. A las 10 de la mañana el enemigo se lanza al asalto protegido por 20 tanques sobre el frente de la 226 brigada que se ve obligada a replegarse. Durante todo el día los combates son intensísimos. En vista de la enorme superioridad de medios por parte del enemigo y de las dificultades de la defensa en una cabeza de puente batida por la artillería enemiga, como asimismo los puentes, el mando republicano dio la orden de repasar el río. A las 10 de la noche las fuerzas de la 42 División que han logrado despegarse del enemigo, pasan a la orilla oriental del río sin que el enemigo se aperciba.

Segunda contraofensiva de la 4ª División Navarra y la agrupación de Banderas de Falange al mando del general Alonso Vega (10-17 de agosto) sobre la Sierra de Péndola.

El 10 de agosto, desde las 6 de la mañana el enemigo comenzó una intensa preparación de artillería, aviación y morteros sobre las cotas centrales de la Sierra de Pándols. Después de tres horas y media el enemigo se lanzó al asalto. Durante cinco días los combates se sucedieron con una intensidad inigualable en donde los combates cuerpo a cuerpo y por cada cota se sucedían intensamente. Cada cota de la Sierra de Pándols pasaba durante el día 6-7 veces de unas manos a otras.

En estas condiciones, rebajando el nivel de las cotas a fuerza de metralla, haciendo imposible en ellas la permanencia de los combatientes republicanos, lanzando oleadas de hombres una tras otra, los facciosos consiguieron ocupar 6 cotas que les costaron sus mejores fuerzas.

El 14 de agosto el mando rebelde se vio obligado a retirar los restos de la IV División Navarra, la mejor unidad del Ejército franquista. Ese mismo día la 11 División republicana era relevada por la 35 División. Con ello, se puso fin al choque sangriento de las dos mejores unidades de los ejércitos en lucha.

La IV División Navarra no pudo participar en nuevos combates hasta el final de la batalla. La 11 División había tenido en 4 días 5.000 bajas entre las que se contaban 2 jefes de brigada, 10 comandantes de batallón, 43 capitanes, 147 tenientes y 4.600 clases y soldados. Los barrancos de la Siena de Pándols cubiertos de cadáveres llevaban a la historia este gran macizo montañoso como el teatro del más grande combate de la guerra.

El día 15 la 35 División republicana contraataca y obliga al enemigo a detenerse. El día 16 la contraofensiva enemiga hace crisis.

Tercera contraofensiva de las Divisiones 102, 74 y 82 al mando del general Vigón sobre el sector de Villalba de los Arcos (20 al 29 de agosto).

Terminada la acción sobre la Sierra de Pándols, el enemigo procedió a la concentración de las Divisiones 102, 74 y 82 que apoyadas por 100 aviones y 50 tanques debían de atacar el flanco derecho del XV Cuerpo de Ejército sobre el Gaeta que defendía la 60 División desde la confluencia del Matarraña con el Ebro hasta un kilómetro al sur de Villalba a la que estaba, agregada la brigada 135. En segunda línea se hallaban las Divisiones 3ª y 16.

El propósito del enemigo era la ocupación del Vértice Gaeta para desde allí llegar a La Fatarella y dominar todo el macizo de la Sierra del mismo nombre. Se trataba con ello de ir dividiendo en partes las fuerzas republicanas que se hallaban en la cuna del Ebro para mejor aniquilarlas.

El 20 de agosto el enemigo comienza una acción con una fuerte preparación artillera sobre el frente de las brigadas 84 y 115.

Al mismo tiempo extiende su acción artillera sobre las segundas líneas, sobre las posiciones artilleras y el observatorio principal. La aviación secunda con intensidad la acción de la artillería. Con el propósito de dificultar el abastecimiento e influir en la moral de las tropas el enemigo provoca una nueva crecida del río.

Durante todo el día, el enemigo realizó toda una serie de tanteos a lo largo de la línea que ocupan las fuerzas de la 60 División, sin que logre al final de la jornada otra cosa que ocupar la cota 362 al noroeste de Villalba.

Durante la noche, el mando del XV Cuerpo realiza algunos movimientos de fuerzas para reforzar la defensa.

El 21 de agosto, el enemigo logra abrir una brecha en el sector de la 84 Brigada en dirección sureste. El repliegue de la 84 Brigada determinó el envolvimiento de la 135 en su parte norte que se replegó. La 60 División, al mando del anarquista Mora, que se encontraba en segunda línea, se limitó a defenderse perdiendo la oportunidad de contraatacar y restablecer la situación.

El 22 de agosto el enemigo se limita a realizar algunos tanteos en busca de un punto favorable para la ruptura. El 23 el enemigo se lanza al asalto de las posiciones de la 60 División, Ésta retrocede y el enemigo logra ocupar el Vértice Gaeta. El día 24 el enemigo que había concentrado todo su esfuerzo en dirección a La Fatarella es detenido. Al final de la jornada, las fuerzas del general Vigón pasan a la defensiva después de intensos combates en los cuales sufrieron pérdidas cuantiosas.

Cuarta contraofensiva de las Divisiones 13, 72 y 1ª Navarra al mando del general García Valiño en la zona de unión de los Cuerpos de Ejército X y XV llevando como eje de ataque la carretera de Gandesa a Mora de Ebro (del 3 al 8 de septiembre). Para esta operación Franco, cuyos fracasos anteriores repercutían profundamente en su ejército y retaguardia, reunió las mejores unidades apoyadas por casi toda su artillería, aviación y tanques: también en el curso de los combates fueron utilizados los medios técnicos del Cuerpo de Ejército italiano. El día 3 de septiembre, Franco, previa una intensa acción de artillería y aviación, emprendió una serie de ataques ininterrumpidos, sin ninguna maniobra, directamente a lo largo de la carretera Gandesa-Mora de Ebro. Después de combates intensísimos contra la 27 División republicana del XVIII Cuerpo, afecta al V Cuerpo de Ejército, el enemigo rechazó a la 27 División ocupando las cotas 396, 403, 349, 402, 344 y 355, saliendo con sus fuerzas al extremo oeste de Corbera. Al final de la jornada el jefe del V Cuerpo ordenó relevar a las fuerzas de la 27 División, excepto la 124 Brigada, con la 11 División. Desde el amanecer del día 4 el enemigo realizó violentos ataques a los que precedían una preparación artillera y de aviación que se prolongaba durante cuatro horas. Durante cinco días la 11 División iba cediendo lentamente el terreno estableciendo sus líneas dos kilómetros al oeste de Corbera.

Quinta contraofensiva de la 4ª y 13 Divisiones en la zona de Corbera-Coll del Coso (del 20 al 28 de septiembre), bajo el mando del general García Valiño.

La acción del enemigo se efectuó con gran intensidad durante varios días contra la 35 y 45 Divisiones republicanas. Después de ocho días de intensos combates el enemigo pasó a la defensiva no habiendo logrado avanzar más de un kilómetro.

Sexta contraofensiva de las Divisiones 13, 82 y 4ª Navarra primero sobre la carretera de Alcolea y Sierra del Vall, luego hacia la Venta de Camposines y coll del Coso, dirigida por el general García Valiño contra la 46 División, relevada después por la 45 en la primera base y en la segunda contra la 42 División y la 145 Brigada de la 44 División y la 60 Brigada de la 3ª División (l al 12 de octubre).

Durante 12 días los combates se sucedieron sin interrupción. Al final de los combates, el enemigo había logrado profundizar unos 3-4 kilómetros en la dirección de Mora. Cada vez aparecía con más claridad el propósito del enemigo. Sobre el mapa la cuña enemiga iba abriendo brecha entre los Cuerpos de Ejército V y XV. Su táctica de dividir las fuerzas para aniquilarlas por partes realizada durante toda la guerra, se aplicaba en la curva del Ebro con una escrupulosidad febril.

Después de dos meses y medio de combates constantes, la batalla ofrecía una tregua breve en la que el enemigo se iba a preparar para el último esfuerzo, para la 3ª fase de la batalla.

En las líneas republicanas no había que prepararse. Se había comenzado la batalla con cuanto tenían. Ni las brechas abiertas por un combatir ininterrumpido se iban a cubrir. Los soldados clavados en la tierra catalana esperaban. Sus pensamientos se concentraban en la lucha, sólo en la lucha. Hasta habían olvidado que el alto mando republicano les había pedido un mes de resistencia y que en la zona Centro-Sur había la probabilidad de evitar un sacrificio y posiblemente la derrota republicana.

* * *

La historia como un film prosigue su marcha.

El 31 de septiembre el presidente Negrín proponía en la Sociedad de las Naciones que:

«El gobierno español, en su deseo de contribuir, no solamente con palabra, sino con actos al apaciguamiento y a la «detent» que todos deseamos, y resuelto a hacer desaparecer todo pretexto para que no se pueda confirmar dudando del carácter netamente nacional de la causa por la que se baten los ejércitos de la República, acaba de decidir la retirada inmediata y completa de todos los combatientes no españoles, que toman parte en la lucha de España, en las filas gubernamentales».

Se pretendía a pesar de las enormes diferencias, entre voluntario y «voluntario» obligar a Ginebra a que adoptara una posición enérgica contra las unidades regulares italianas y alemanas que habían invadido el suelo de España. Días después, la Sociedad de las Naciones aprobaba la propuesta del gobierno español, aunque no adoptó ninguna posición contra los invasores italianos y alemanes. El sacrificio de la República no permitió ganar la batalla en los salones de Ginebra. Como consecuencia de esta decisión sin reciprocidad, el Ejército republicano de Cataluña —el punto militar más débil —, iba a ser aún más debilitado un mes después por la salida de los combatientes de las Brigadas Internacionales. A la estrategia de Franco consistente en atacar el punto más débil del enemigo para poder lograr la superioridad que le permitiera el golpe decisivo, se le iba a facilitar la tarea. Los representantes de la II República alzaron la voz contra la política de capitulación de Ginebra. Pero, en Ginebra no se resolvían las cosas. Iban resueltas por los dirigentes de la «No intervención».

El 15 de septiembre se celebró en Berchtesgaden la entrevista Hitler-Chamberlain en la que se trazaron las líneas de un futuro inmediato. Mejor dicho, el «premier» inglés las aceptó.

El 29 de septiembre, ampliando la entrevista de Berchtesgaden con la presencia de Mussolini y Daladier, se firmó en Munich el acuerdo de las cuatro potencias, cuyas líneas generales dadas por la prensa eran:

«La evacuación de los territorios sudetes concedidos a Alemania, de acuerdo con el plan franco-británico. El 21 del corriente se realizará del 1.° al 10 de octubre y bajo el control de un destacamento de la «Legión Británica». Las tropas alemanas efectuarán la ocupación a medida que los checos desalojen las diversas localidades.

En cuanto a los territorios en litigio, no habrá en ellos plebiscito. El problema será estudiado y resuelto por una Comisión Internacional, formada por Francia, Inglaterra, Italia, Alemania y Checoslovaquia. La nueva delimitación de fronteras será fijada para el 25 de noviembre lo más tarde».

Las sombrías deliberaciones de Munich, que llevaban la desmembración y aplastamiento de Checoslovaquia, trazaban una perspectiva sangrienta para el pueblo español.

Las consecuencias de la reunión de Munich influyeron extraordinariamente en el interior de España. En muchos elementos, principalmente militares, que esperaban la victoria de la ayuda exterior, los resultados de Munich los hicieron perder toda esperanza. Los capituladores vieron una nueva coyuntura. Atrajeron a sus filas a todos aquellos que el desarrollo de la situación internacional les hizo perder la fe y se prepararon para un nuevo intento contra el Gobierno de Unión Nacional.

El día 31 de septiembre se reunieron las Cortes de la República en el Monasterio de San Cugat del Vallés.

El presidente Negrín hizo un discurso sobre el balance de la lucha y sobre sus perspectivas. Explicó las causas de la crisis y reforzó con nuevos argumentos la necesidad de la resistencia.

En relación con la crisis, los representantes de algunas minorías parlamentarias en sus intervenciones expusieron sus reservas. En realidad sus objeciones tenían una finalidad: empujar al gobierno a la crisis.

El Partido Comunista y el P. S. U. de Cataluña intervinieron expresando su adhesión al gobierno de Unión Nacional, presidido por el doctor Negrín. Lamoneda, por el Partido Socialista, lo hizo en el mismo sentido.

Pero de hecho, el Parlamento estaba dividido. Con la misma divisoria conocida: la capitulación y la resistencia.

El presidente Negrín rechazó la adhesión condicionada. La crisis estaba planteada de hecho. Pero los capituladores no se sentían fuertes para llegar hasta el fin. Prieto lo comprendió así, y en su intervención —ejemplo acabado de retiradas oportunas —, suavizó las reservas de la oposición y se otorgó el voto de confianza al Gobierno. Pero, un voto de confianza que representaba poco ya que los partidos republicanos y una parte de los diputados socialistas —a pesar de la declaración de Lamoneda —, le otorgaron contra su propia voluntad. Por cobardía. Ya que sabían que el pueblo no aceptaría un cambio de hombres que representara un cambio de la política de resistencia.

En realidad, la sesión de las Cortes fue un nuevo tanteo. Vencieron los partidarios de la resistencia. Pero, detrás de esta victoria la crisis política interior iba en aumento. La oposición de algunos hombres se había convertido en oposición de partidos.

Los acontecimientos producidos en Munich fueron severamente analizados:

«No nos hagamos ilusiones —decía José Díaz el 5 de octubre —, ni cerremos los ojos ante la realidad. Lo que ha ocurrido en Checoslovaquia es una derrota del proletario internacional, una derrota de las fuerzas democráticas y de la paz. El fascismo ha obtenido una victoria. La ha obtenido, gracias al apoyo de la burguesía reaccionaria inglesa y francesa, la orientación falsa, la desunión y la cobardía de las fuerzas democráticas y la ausencia de una acción enérgica y unida de la clase obrera internacional.»

Era el balance real de las deliberaciones de Munich que todos querían ocultar.

Europa acabó momentáneamente con su miedo.

Pero comenzaba su tragedia.

Los resultados de la conferencia de los representantes de las Cuatro Potencias en Munich y las perspectivas del final de la batalla del Ebro por la falta de una cooperación eficaz de la zona Centro-Sur, empezaban a crear un ambiente más favorable para los roedores de la resistencia del pueblo español.

El 28 de octubre, los voluntarios internacionales desfilaban por la Avenida de Pedralbes. Era el último desfile. Madrid —noviembre de 1936 —. Ebro, julio de 1938 pasando por Brunete, Jarama, Guadalajara, Belchite. Teruel, 5.000 muertos hablaban del esfuerzo de esos millares de hombres. 400.000 personas les dieron el último adiós.

El presidente de la República, D. Manuel Azaña no terminó de ver el desfile: la noticia de que unos aviones fascistas habían salido de Mallorca le alejó precipitadamente de la tribuna. Durante el tiempo que permaneció en ella, Castro le estuvo mirando: estaba viejo y daba la impresión de un hombre que hubiera estado encarcelado mucho tiempo y que no se acostumbrara al ruido, a la gente y a caminar por otro lugar que no fueran sus habitaciones. Castro no sintió pena. No era capaz de sentirla. Se limitó a ver la diferencia entre el Azaña del período pacífico de la república y al Azaña de la guerra.

«No valen».

«Son hombres que no conocen más estrategia que la del voto».

Y continuó en la tribuna hasta que terminó el desfile… Un desfile que anunciaba el fin de una agonía.

En los tres meses pasados desde el comienzo de la ofensiva en el Ebro hasta el final de la segunda fase de la batalla, las medidas adoptadas por el Presidente del Consejo y Ministro de Defensa eran bastante limitadas y tardías. Algunos ascensos, movilización de los reemplazos para reponer bajas y completar las unidades mermadas con la retirada de los voluntarios internacionales y movilización de otros tres reemplazos para fortificaciones. Militarización de los puertos y centralización de la industria de guerra.

Desde el punto de vista de la ayuda a las fuerzas que combatían heroicamente en la curva del Ebro, el esfuerzo de la zona Centro-Sur se había limitado a dos ofensivas parciales montadas por el jefe del Ejército de Levante, general Menéndez sobre Sarrión y El Toro. En ambos se puso de manifiesto lo sabido, todas las acciones chocaron con un enemigo fuerte en infantería, capaz de una defensa tenaz y de contraataques enérgicos. Las divisiones republicanas se estrellaron con las divisiones de choque del enemigo y no obtuvieron éxitos en sus propósitos.

Ante este hecho, el general Menéndez, informaba al general Miaja, de que el enemigo no había retirado en lo fundamental la infantería de su Agrupación ofensiva sobre Valencia y que esto le hacía pensar que en el Ebro, Franco se proponía realizar una batalla de desgaste (materia/ contra hombre), lenta pero segura, dada su superioridad técnica (aviones de bombardeo y artillería) e indicaba que cualquier reacción propia desde la zona Centro-Sur, para dar un apoyo real al Ejército del Ebro, debía necesariamente cumplir la condición de obligar al enemigo a dividir su aviación y esto sólo podía lograrse amenazando objetivos sensibles y lejanos del enemigo, esto es, el sur del Tajo.

El mando del grupo de ejércitos de la zona Centro-Sur no lo entendió así; y de acuerdo con el Estado Mayor Central dio una nueva directiva de ofensiva en el sector de la costa en la dirección Nules-Castellón. ¿Qué se buscaba con esto?: atacar en una franja estrecha de costa baja, llana, en parte pantanosa, con las alturas dominantes en poder del enemigo, sin dominio del aire, cuando la aviación desde los aeródromos de La Cenia podía actuar simultáneamente sobre el Ebro y el Mijares, era exponerse a costosas pérdidas y ningún resultado real positivo. La superioridad republicana en tanques (no más de 40 ó 50 y éstos ligeros de ocho toneladas) no permitía por sí, realizar operaciones decisivas en aquel terreno de árboles, canales de riego y arrozales pantanosos.

Así fue, el golpe de tanques bien dirigido en una pequeña zona compacta rompió hacia Nules y penetró cuatro o cinco kilómetros en la posición defensiva profunda que se apoyaba en aquel terreno excepcionalmente favorable. Detenido por tapias sólidas de piedra, canales y pantanos, aislados de la infantería que no les pudo seguir a través de la estrecha brecha abierta que cruzaban los fuegos de las ametralladoras enemigas desde los flancos en aquella tierra llana, el ataque de los tanques se detuvo y la operación se ahogó.

¿Cómo explicar aquel empeño terco del general Miaja de lanzar al Ejército de Levante una y otra vez a estrellarse contra el punto más fuerte del enemigo, cuando en el centro y el sur del Tajo cualquier acción enérgica de los republicanos hubiera obligado al enemigo a desplazar sus medios a frentes lejanos?

Sólo a la actividad de los agentes de Franco en el Estado Mayor del grupo de ejércitos parapetados detrás de la figura crasa del viejo general, se podía achacar la aplicación meticulosa de aquella estrategia que consistió, paralelamente al desarrollo de la cruel batalla del Ebro realizada por las mejores unidades, en lanzar estérilmente contra la masa de choque de las unidades enemigas en el sector de Levante, protegidas siempre por su aviación, a las mejores unidades de la zona Centro-Sur, a las Divisiones 70, 47, 19, 6, 39. etc., para golpear con tozudez sobre el aguijón.

Se realizaba consecuentemente una política tendente a aniquilar las fuerzas más combativas del Ejército Regular Popular, a las fuerzas que todas las veces, todas, habían llevado el peso de las más grandes batallas; se desbrozaba el camino tortuoso del coronel Casado.

¿Podía quedar al ministro de Defensa alguna duda en lo referente a que, para asegurar la cooperación de los Ejércitos Republicanos, la condición esencial era la depuración urgente de todo el aparato militar de la zona Centro-Sur?

¡Quién sabe!

Porque el doctor Negrín no dedicaba todo su tiempo a la guerra. Pensaba también en la ciencia. Y en la carne joven que en el derrumbamiento de la moral provocada por la guerra, estaba siempre al alcance de las manos del jefe del gobierno republicano.

* * *

Castro comprendía la gravedad de la situación que se estaba creando al otro lado del río. No tenía necesidad de preguntar al general Rojo, ni al coronel Chaponov, ni al Buró Político del Partido: le bastaba con mirar los partes de la Sanidad Militar. Ellos le estaban diciendo todo.

Y se fue al Ebro.

Quería ver con sus propios ojos toda la magnitud de la catástrofe.

Y antes de llegar a Líster y a Modesto, jefes de la 11 División y del V Cuerpo de Ejército procuró hablar lo más que pudo con las gentes que aún quedaban del Quinto Regimiento, con los viejos comunistas, con los hombres que nunca ocultarían la verdad a Castro, al Partido. Y supo todo: El heroísmo de los soldados, de los cuadros medios políticos y militares. Y se enteró de que durante todo el curso de la batalla, Líster y Modesto vivían borrachos, tambaleándose dentro de sus refugios. Y pasando de noche el río para ir a dormir a una zona de seguridad.

Después de esto fue a ver a Líster.

—Hola, Castro.

—Hola, Líster.

—Me alegro de que hayas venido. Tengo convocada para las diez de la noche una reunión de los jefes y comisarios de las brigadas y batallones de la 11 División.

—¿Qué quieres saber?

—Que sepas la situación.

—La sé.

—¿Cómo?

—Hasta ahora 50.000 bajas. Y la imposibilidad de sostener ni tan siquiera una pequeña cabeza de puente al otro lado del Ebro… ¿Qué más quieres que sepa?

—¡Que no podemos resistir más!

—También lo sé… Y de ese gran pecado se os puede acusar a ti y a Modesto… Os ha cegado el que toda la prensa hablara de vosotros como dos grandes héroes. Esto os impide ver que la prolongación de esta terrible batalla de desgaste quemaba nuestras últimas posibilidades de defender Cataluña… De prolongar la resistencia… ¿Por qué no habéis tenido el valor de hablar claro?… ¿Por qué en vez de comprar vuestra gloria a tan alto precio no habéis renunciado a ella?

—¡Había que resistir!

—Se os pidió un mes y lleváis más del doble de este tiempo.

—¿Hubiera estado de acuerdo el Partido?…

—Escúchame, Líster: al Partido se le ha estado engañando desde hace tiempo… ¿qué crees que hubiera dicho el Partido si tú o Modesto le hubierais planteado que sin la cooperación de la zona Centro-Sur prolongar la resistencia era un crimen que anulaba además las posibilidades de defensa de Cataluña?… ¡Di!… ¿Qué crees que hubiera dicho el Partido?

—No sé…

—Todo esto ha sido un engaño y una traición… Se plantearon objetivos superiores a las posibilidades de los medios y fuerzas de que disponíamos… Faltó una cooperación justa de la zona Centro-Sur por parte de Miaja… ¿Hicisteis alguna observación al Partido?… ¡No!… He aquí vuestra gran responsabilidad. ¿Creéis que el Partido hubiera consentido la prolongación de esta batalla de desgaste si vosotros le hubierais dicho que era inútil y que además perdiéndola se perdía Cataluña?… ¿Qué idea tienes tú del Partido?

—Y tú que sabías todo esto, ¿qué has hecho?

—He enviado cada día al Partido la relación de bajas; he señalado la actitud de Miaja a pesar de tener como comisario a nuestro camarada Hernández; he señalado además de las bajas las deserciones y la composición política de las deserciones para significar la gran crisis política que se está produciendo en el Ejercito Popular… ¿Te parece poco?

—Yo creía…

—Líster: el Partido os ha hecho dos grandes figuras de nuestra guerra. Él cumplió. Pero vosotros no… ¿Habéis tenido miedo a hablar?… ¡Habéis tenido miedo a decirle al Partido los peligros de una operación como ésta!… Si tú analizaras la operación posiblemente hubieras llegado a estas conclusiones: ¿Error de Rojo?… ¿Traición de Rojo?… ¿O piedad de Rojo, hacia estos millares de hombres, hacia otros millares de hombres, hacia la población de nuestra zona?

—El error es posible… La traición también parte de Miaja al negarnos la cooperación indispensable… Pero ¿la piedad de Rojo?… No lo comprendo… No lo comprendo…

—No es tan difícil, Líster: Posiblemente el general Rojo convencido de la imposibilidad de ganar la guerra haya querido terminarla lo antes posible… ¡Yo no lo sé exactamente!… Pero ¿el acabar la guerra pronto no podría ser en opinión de Rojo una manera de acabar con los sufrimientos de una parte de España, con una interminable sangría de millares y millares de hombres? Líster se quedó callado.

Y comenzaron a llegar los comisarios y comandantes de batallón, los comisarios y comandantes de Brigada.

—¿Qué?

—¡Doscientos hombres!

—¿Qué?

—¡Ciento cincuenta hombres!

—¿Qué?

—Diez hombres… Y mi Comisario… Y yo.

Y terminó la reunión… Eran las doce de la noche… La luna parecía estar llena de curiosidad y andar por entre montañas y árboles buscando a los muertos, a los heridos, a los restos humanos de lo mejor del ejército republicano.

—Salud, Líster.

—¿Qué vas a decir al Partido?

—Una sola cosa.

—¿Cuál?

—La verdad.

Líster le miró fijamente… Ya era tarde para matar… Lo sabía Castro y lo comprendía él.

—Y no bebas, Líster.

—Sí.

—Y no pases el río para dormir tranquilo… Mantén en tus hombres la idea de que eres un valiente… ¡De que eres como ellos!

—Sí.

—Y dile a Modesto cuanto te he dicho… También vale para él.

—Sí.

* * *

Mientras tanto, el enemigo había ido concentrando sus mayores fuerzas para el último golpe contra la resistencia encarnizada de los republicanos. Con los mejores batallones formó un grupo de Banderas del Tercio y tabores de Regulares, que con la 4ª División formaron la Agrupación de choque al mando del general García Valiño. La 105 División formaba el segundo escalón. El sector Norte fue reforzado con la 50 División. Las Divisiones 82, 74 y 53 que se encontraban en línea, debían de actuar en todo el frente para impedir el movimiento de las reservas.

A la agrupación de choque se agregaron 200 cañones y el apoyo de casi toda la aviación disponible.

La operación en su conjunto era dirigida por Franco.

El 30 de octubre, desde las 8'30 de la mañana, el enemigo comenzó una fuerte preparación artillera sobre las posiciones de la 43 División en la Sierra de Cavalls. Paralelamente, la aviación enemiga desarrolló una enorme actividad. Como ejemplo, basta decir que en una hora y media bombardearon las posiciones de esta División más de 200 aviones y que al mismo tiempo, volaban más de 150 cazas enemigos que aseguraban el dominio del aire. A las 19 horas, el enemigo había conseguido ocupar totalmente las alturas dominantes de la Sierra de Cavalls rechazando a las fuerzas que la guarnecían hacia el sur.

Durante el día 31, después de combates encarnizados, el enemigo llegó a batir la carretera de Pinell a Miravet con fuego de fusilería. En vista de ello, el jefe del V Cuerpo ordenó al jefe de la 11 División que enviase dos brigadas para detener el avance enemigo sobre la carretera de Pinell. Aquel mismo día, las brigadas 11 y 9ª entraron en contacto con las fuerzas atacantes.

El día 1.° el enemigo detuvo su ofensiva en el sector de la 43 División y atacó insistentemente en el sector de la 45 División al sur de la Sierra de Cavalls y sobre las posiciones de la Sierra de Pándols.

El día 3 el enemigo ocupa Pinell, dividiendo las fuerzas del V Cuerpo y dejando aislados, sin caminos de repliegue hacia el grueso del Cuerpo, a las brigadas 100, 72 y 4 batallones del Ejército del Este. Inmediatamente, el enemigo se lanza por la Barranca de Pinell hasta el río Ebro con el objeto de cercar a las fuerzas aisladas. El mismo día, el jefe del Cuerpo dio la orden de que en la noche del 3 al 4 pasaran todas aquellas fuerzas a la izquierda del río. A las 5'30 del día 4 todas las fuerzas lograron pasar el río con todo el material.

El día 5 el enemigo ocupaba Miravet. El 6 se apodera de Benisanet.

El día 7, el Cuerpo de Ejército republicano, con el fin de debilitar la presión de las unidades fascistas sobre los Cuerpos de Ejército V y XV, cruzó el río Segre. Se vuelve a lograr la sorpresa. Después de cortar la carretera Lérida-Fraga y desbordar la línea del Segre en unos tres kilómetros, los republicanos concentraron el esfuerzo supremo para aniquilar la cabeza de puente que el enemigo tenía en Serós. Paralelamente, el ejército de Levante atacaba en la dirección Nules-Sagunto.

Pero, independientemente de los defectos de estas dos operaciones, en la primera, insuficiencia de fuerzas para crear una amenaza real que atrajera el máximo de fuerzas enemigas, y en la segunda, la elección de una dirección de ataque condenada al fracaso al chocar con un dispositivo de defensa en profundidad y más fuerte que el atacante, la ayuda no significaba nada serio.

Estas dos operaciones no tuvieron éxito. No podían tenerlo. Los motivos para ello, podemos concretarlos en lo siguiente:

1. —En la operación del Segre, el número insuficiente de fuerzas no permitía crear una amenaza suficiente para obligar al enemigo a retirar fuerzas del Ebro.

2.—La dirección de ataque Nules-Sagunto chocaba con un enemigo que se defendía en una faja costera y pantanosa de una anchura menor de 10 kilómetros, con los flancos asegurados en el mar y en la fuerte región montañosa de Onda-Artana-Eslira, con excelentes líneas naturales en profundidad.

3. —Por otro lado, los sectores elegidos para las acciones de ayuda a los Cuerpos V y XV, estaban tan próximos a las bases aéreas enemigas, que la aviación fascista podía acudir sin dificultades a los tres centros de actividad.

4. —Independientemente de estos errores, las operaciones de ayuda llegaban tarde, cuando en realidad el enemigo había debilitado de tal manera a las unidades republicanas que la defensa había hecho crisis.

Del 7 al 11, las fuerzas fascistas después de combates encarnizados, se apoderan de Mora de Ebro. Por entonces, se retiraron al otro lado del río las Divisiones 46 y parte de la 43.

El enemigo continuó su avance a lo largo de la orilla del río en las direcciones norte y noroeste, adelantando su flanco derecho de manera que su izquierdo quedaba en la región de Venta de Camposines. Era claro, que los rebeldes pretendían aislar a las unidades del XV Cuerpo, principalmente a las Divisiones situadas en el frente en la región de La Fatarella.

Los republicanos en su último intento, retiraron las Divisiones situadas en la región de La Fatarella con el fin de proteger la dirección Ascó-Flix. Pero esta medida no podía influir en el resultado de la batalla. Así fue. El 13 de noviembre el enemigo conquistó Ascó y en la noche del 16 las últimas unidades del ejército republicano se replegaban a sus bases de partida.

* * *

991.000 kilogramos de bombas y 250.000 disparos de la artillería lanzados en los quince días, habían puesto fin a la tercera fase.

La batalla del Ebro había terminado.

Durante cerca de cuatro meses el Ejército del Ebro realiza la batalla defensiva: durante esos cuatro meses los soldados del Ebro mantuvieron abiertas las posibilidades para poner fin a la agonía, pero era necesario que alguien las aprovechara y esto no podía hacerse en la zona catalana cuyas reservas se absorbían en el mantenimiento del esfuerzo defensivo. Esto sólo podía ser aprovechado en la zona Centro-Sur por el general Miaja. Pero esto faltó y, por ello fue estéril la batalla defensiva. Lo que pudo ser la base firme de la crisis, que llevara a una gran solución, fue un paréntesis de cuatro meses.

Se ha intentado encubrir la falta de cooperación del general Miaja con el pretexto de que la zona Centro-Sur no disponía de medios para actuar ofensivamente…

El general Miaja disponía en mayo de 1938 de:

492.000 hombres; 198.400 fusiles; 6.200 ametralladoras; 487 cañones. ¿Acaso esto no permitía hacer mucho más de lo que se hizo por el hombre al que el Partido convirtió en un héroe?