27

Dos días después, nos encontrábamos en la habitación del hotel viendo la tele. Todavía faltaba por lo menos otra semana antes de que acabasen de reconstruir mi casa.

Mientras tanto, disfrutábamos del servicio de habitaciones y de televisión por cable.

Allí estábamos, holgazaneando y comiendo tarta, todos los animorphs: Cassie, ecologista radical, la defensora de los animales; Marco, el que se toma todo a broma y nuestro valiente, aunque modesto, líder.

También había un chico de inquietante belleza: Ax, que es en realidad un andalita, salvo cuando adopta forma humana. Tenía la cara llena de tarta. Como los andalitas no tienen boca, cuando se transforma en humano el sentido del gusto le vuelve loco. El chico es peligroso en presencia de la comida.

Y sobre el alféizar de la ventana había un fiero ratonero de cola roja. A Tobías no le apetecía tarta.

Veíamos la tele y picoteábamos lo que quedaba de tarta mientras empezaba a sonar una sintonía que nos resultaba familiar.

Noche de estrellas, somos los que tienen más verborrea. Noche de estrellas, risas para ellos y para ellas. Os divertiréis todo el rato y del cerebro no os quedará ni rastro.

Jake le tiró una almohada y le dio en la cabeza.

—Chiss —pidió Cassie—, que ya empieza.

—Todos recordarán —empezó el presentador— la historia que les referíamos ayer sobre la increíble confusión que se formó durante la retransmisión del show de Barry y Cindy Sue. Algunos de los animales que llevó Bart Jacobs al programa se soltaron y provocaron una escena terrible, durante la cual, Jeremy Jason McCole, la joven estrella de la serie televisiva Power House, estuvo a punto de ser devorado por un cocodrilo.

»Bien, pues tenemos novedades. Jeremy Jason McCole ya ha salido del hospital y los doctores aseguran que se encuentra bien. Pero lo que no esperábamos es que, según ha confirmado su agente, Jeremy Jason deja la serie Power House y se marcha del país. El agente de McCole se niega a revelar su paradero actual, pero fuentes fidedignas aseguran que ha sido visto en Uzbekistán, una pequeña nación de Asia Central.

<¿Uzbekistán?>, repitió Tobías.

—Supongo que es lo más lejos que ha encontrado para evitar a los yeerks y a la prensa —aventuré.

—¿Habrá cocodrilos en Uzbekistán? —se preguntaba Marco.

—Me da la impresión de que no —respondí—. No creo que Jeremy Jason McCole vuelva a acercarse a un cocodrilo a menos de mil kilómetros de distancia.

—O de un yeerk, al menos si puede evitarlo —concluyó Jake.

Cassie exhaló un suspiro que todos oímos.

—¿Qué te pasa, Cassie? —preguntó Jake.

—Es que es una lástima —respondió suspirando de nuevo—, porque era guapo de verdad.

—Mmmmm —continué—, aquellos hoyuelos.

—Aquel pelo.

—Aquellos ojos.

—Aquellos labios.

—Ax —intervino Marco—, deberías habérselo dejado al cocodrilo.

Ignoré a Marco, como siempre.

—Es —aseguré— el chico más guapo que he visto en mi vida.

—Ya basta —intervino Jake—. Marco, cambia de canal y pon Los vigilantes de la playa.

Me estiré para impedir que Marco se hiciera con el mando a distancia, pero fue más rápido que yo.

—Ah, ahí está —dijo.

Levanté la vista, esperando ver los bañadores rojos, pero en su lugar vi espaldas y botas de cuero. Xena: la princesa guerrera, mi ideal de chica.

Marco me guiñó el ojo.

—Vale —dije—, esto sí se puede ver.