En el lavabo de señoras recobramos nuestra forma natural. Ax hizo lo contrario, adoptó su forma humana.
Pero habíamos perdido a Cassie.
—Yo me encargo de ella —dije—. Vosotros marchaos. Puede que sospechen si os ven por aquí, de que esté yo no se extrañarán.
Regresé a la zona del plató, todavía a oscuras. No sé lo que Cassie había hecho con las luces, pero les estaba costando repararlo.
Se oían gritos por todas partes y también muchos tacos.
Doblé una esquina y casi me estrello contra la espalda de un hombre. Ni siquiera se volvió, de lo concentrado que estaba en la persona que tenía delante.
—Sí —dijo una voz—, ¡hay que ver qué suerte tengo!
La voz me resultaba extraña y familiar al mismo tiempo, como si ya la hubiera oído antes, pero no exactamente igual.
Entonces comprendí.
—Ya le digo, me caigo donde los cocodrilos, luego se me hunde la casa conmigo dentro y ahora esto.
Me puse de puntillas, miré por encima del hombro de aquel señor y vi a alguien exactamente igual que yo.
El hombre con el que hablaba era uno de los productores del programa.
—Eres una chica con muy mala suerte —dijo el hombre.
—Eso mismo digo yo —confirmó Cassie—. No hacen más que comentarme la suerte que tengo por haber sobrevivido y yo insisto en que de eso nada.
—¿Sabes? —continuó el hombre mientras indicaba con la cabeza que la comprendía—, hubo un momento en el que llegué a pensar que… —dijo, sin terminar la frase. Luego se encogió de hombros y concluyó—: En cualquier caso el cocodrilo está muerto y tú sigues aquí después de todo.
Me pegué a la pared; si se volvía y me veía le daría un síncope. Además ¿y si se trataba de un controlador? No podía arriesgarme.
—Sí, todavía doy gracias por haber salido de ésta. Bueno, y ahora me marcho. Debo encontrar a mi padre, que andará por ahí. No estaría mal si alguien, ya sabe, organizara un poco todo esto.
Cassie lo apartó un poco y yo me di la vuelta para no sorprenderla.
—¡Andalita! —exclamó el hombre.
Me dio un vuelco el corazón. La estaba probando, quería ver si reaccionaba. Si mi amiga hacía el más mínimo gesto, si se detenía o dudaba, la descubriría.
Por suerte supo salir del paso. Cuando él dijo lo de «¡Andalita!», ella siguió tan campante y replicó:
—Sí, hasta la vista.
Me puse a caminar tras ella.
—Buen trabajo, hermana.
—Oh, menos mal que ya estás de vuelta —exclamó—. ¡Lo estoy pasando fatal para controlar esta forma!
—¿Tienes problemas siendo yo? ¿Qué es lo que te cuesta tanto?
—Tu cerebro —respondió levantando una ceja de manera que me recordaba tanto a Cassie como a mí misma—. No deja de incitarme a hacer tonterías.
Los de la asistencia sanitaria pasaron a nuestro lado a toda prisa y nos empujaron.
—Oye —continué cuando nos quedamos otra vez solas—, dije que íbamos a improvisar, ¿no?, y mira lo bien que ha acabado todo. Estamos todos vivos, a Jeremy Jason no le quedarán ganas de promocionar nada durante una buena temporada y menos La Alianza, y además yo pisé al yeerk.
—A pesar de todo, Jake te matará.
—Cassie —dije riendo—, si yo fuera Jake, también me mataría. Estooo… Supongo que no te apetece seguir con mi forma otro ratito…
—Ni soñarlo.
—Cobarde.
—Eso mismo.