Prólogo especial
con ocasión del centenario de Robert Graves

La celebración del centenario de Robert Graves ha puesto de relieve una vez más su merecida reputación como uno de los grandes poetas amorosos de este siglo, pero también ha ofrecido la ocasión de evaluar globalmente su variada obra en prosa. Graves, de hecho, llegó a públicos muy diversos, consolidándose como estudioso bíblico, mitólogo, ensayista, historiador, traductor y novelista, y su producción literaria fue verdaderamente impresionante, con títulos que sobrepasan el centenar.

En los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, en la cual tomó parte activa, Graves tuvo que enfrentarse al vacío dejado por la desaparición del mundo Victoriano de su infancia, y con él a la de los propios ideales juveniles por los que había luchado en las trincheras. Como poeta y pensador sentía la necesidad de hallar explicaciones a las fisuras de su sociedad, y para ello inició una larga tarea de investigación que le llevó a estudiar en profundidad los orígenes de su herencia cultural, cuestionando hechos aceptados y actitudes ortodoxas. Se convirtió en un autor individualista y a menudo polémico, empeñado en hallar la respuesta a lo que para él eran enigmas de la historia occidental. De esta búsqueda «poética» emanan no sólo sus estudios mitológicos, religiosos e históricos, sino también sus novelas históricas, género en el que Graves ha alcanzado tal vez su más extenso público. Es en la novela histórica donde más claramente se funden el poeta y el autor de prosa, pues su intuición poética le ayudó tanto como su erudición a recrear los diversos escenarios en que se desarrollan sus historias. El hecho es que Robert Graves posee como nadie la facultad de situarse en contextos remotos, como un viajero en el tiempo, y así explicaba su arte:

Leo los relatos contemporáneos disponibles, manejo y estudio cualquier objeto que encuentro de la época, retrocedo en el tiempo, y me pongo a caminar por las calles de Roma y Jerusalén del siglo primero o las de Oxford o Londres del diecisiete, o las de Dublín o Boston del dieciocho, o allá donde me sea necesario desplazarme.

LUCÍA GRAVES