Escribí Dreams of the Raven a lo largo de dos años, sin que se me ocurriera que podía publicarlo hasta que el manuscrito estuvo acabado. En un momento de absoluta locura, acepté escribir Los niños de Hamlin en tres meses. El escribir de acuerdo con las exigencias de un plazo límite fue una experiencia del todo nueva, y nunca podría haberlo conseguido sin la ayuda de las siguientes personas:
Daphne Kutzer, quien sabía que yo podía hacerlo y demostró una enorme paciencia mientras yo le daba continuamente mil razones por las cuales no podía. Leyó cada palabra y continuó pidiendo más.
Pat Hoffmann, que fue mi soporte en la distancia y me sacó de los pasos difíciles.
Dave Stern, que me pidió que escribiera una novela de la serie Star Trek: La nueva generación, y me permitió cambiar de opinión después de haber dicho que no.
Denise Tathwell, que conoce mejor que yo a la tripulación de la NCC-1701D, y se aseguró de que yo los comprendiera.
Y un especial agradecimiento a Apple Computer por haber diseñado el Macintosh. (Si usted tiene que preguntar por qué, déjelo estar, no lo entendería).