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20.30 HORAS, 3 NOVIEMBRE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / SISTEMA ZETA DORADUS, PLANETA ONYX / ÁREA RESTRINGIDA CONOCIDA COMO Z0NA 67
Kurt se volvió hacia la doctora Halsey.
—La puerta, doctora.
La mujer presionó un icono, y se abrió una entrada.
—Use esta cosa —dijo Kurt, y movió la mano para indicar toda la habitación que contenía el mapa holográfico— y encuentre un modo de llegar a los Spartans criogenizados. Si no puede, entonces encuéntrenos una ruta para salir de este lugar, bajo tierra, lo bastante pequeña para que esos Centinelas no puedan seguirnos.
Una expresión de fastidio apareció fugazmente en las facciones de la doctora Halsey mientras manipulaba la habitación del mapa y efectuaba ampliaciones de la estructura interior del planeta —niveles de habitaciones, máquinas, cortes transversales de planos, bielas motrices y juntas esféricas, corredores y salas enormes— que pasaban a toda velocidad ante ellos.
—Existen unas cuantas cosas que debo comprobar primero, capitán. —La doctora Halsey ladeó sus gafas de modo que el resplandor de las imágenes holográficas que se reflejaba en ellas ocultara sus ojos.
—Will —dijo Kurt por el transmisor—. Cuide de ella… y ocúpese de que no pierda de vista su tarea.
Lo último que necesitaba en una situación de combate era a la doctora Halsey haciendo de las suyas y no siguiendo las órdenes.
—Comprendido —replicó Will.
—Kelly, Tom, defended el pasillo —siguió Kurt—. El resto de vosotros, a la parte superior conmigo.
Luces verdes de confirmación se encendieron en su visualizador frontal de datos, y Kurt condujo al resto de su equipo de vuelta a la escalera.
A mitad de la ascensión por la escalera de caracol, Kurt contactó con Dante.
—Quiero explosivos en esa cúpula. Sube ahí arriba lo antes posible.
Dante le respondió a través de la radio con un gruñido.
—Estoy ya a mitad de camino cuerda arriba, señor.
A Kurt le complació oír que sus SPARTANS-III iban dos pasos por delante de él.
Dobló la última curva de la escalera y pisó la plataforma de aterrizaje.
Una vez arriba, Kurt hizo una seña a los Spartans y luego indicó las cuatro cuerdas colgadas de los arcos sobre sus cabezas. Ash, Olivia y Lucy se encaramaron por las sogas trenzadas mientras él iba a reunirse con el Jefe Méndez junto a la nave de desembarco.
—Todo listo para marchar, señor —dijo Méndez—, excepto las ojivas FENRIS. Necesitaremos más tiempo para desmontar el resto de ellas para su transporte. —Señaló con la cabeza por encima del borde—. He montado seis cuerdas correderas ahí, por si necesitamos descender a toda prisa.
—Buena idea, Jefe.
Kurt retiró la placa de datos del tamaño de un pulgar de su guantelete y se la entregó a Méndez.
—Prepare los detonadores de las ojivas y sincronice los códigos de detonación a través de esta placa. Con Centinelas y el Covenant de camino, quiero todas las opciones abiertas.
El rostro de Méndez se convirtió en una máscara de acero.
—Sí, señor. Después de eso, ¿dónde me quiere?
Méndez era un tirador de primera, pero no llevaba blindaje y era más lento que los demás. Mantenerlo cerca arriesgaría las vidas de todos.
—Lo necesito con la doctora Halsey, Jefe. Siga las luces. Avise a Kelly de que va hacia ahí. Está atrincherada.
Dijo mucho a favor del Jefe que éste no diera muestras de decepción…, sólo un instante de vacilación antes de responder:
—Sí, señor.
Kurt agarró una de las cuerdas y se izó por ella, trepando con rapidez hasta una arcada situada veinte metros por encima de la plataforma de aterrizaje.
Linda le tendió una mano y lo ayudó a subir a la repisa, luego volvió a instalarse en su puesto en el extremo opuesto del arco, se tumbó y apuntó a través de la mira de su rifle de precisión.
Kurt se agazapó en el otro lado y escudriñó la ciudad. Bajo cualquier otra circunstancia, el panorama nocturno de arquitectura alienígena y las luces en movimiento de los Centinelas lo habrían sobrecogido. Sin embargo, en aquellos instantes sólo le preocupaba sobrevivir.
El espacio aéreo estaba despejado.
Puesto que no quería arriesgarse a usar siquiera el canal de comunicaciones, Kurt agitó la mano en dirección a Fred, que estaba en el arco adyacente, y efectuó una seña en forma de círculo horizontal en el aire, preguntando: «¿Dónde están?»
Fred alzó una mano.
Una pareja acoplada de Centinelas planeó silenciosamente junto al arco abierto… diez metros por delante de Kurt. Las esferas situadas entre los botalones se movían de un lado a otro. El objeto prosiguió con su órbita alrededor de la cúpula, desapareciendo de la vista, y otra pareja de Centinelas apareció siguiendo la misma trayectoria.
No los atacaban, sin embargo, percibían sin la menor duda la presencia de los Spartans allí dentro. Casi daba la impresión de que custodiaban aquella cúpula.
Kurt se armó de valor, resistiendo el impulso de disparar contra un blanco tan cercano. ¿De qué habría servido? No podía traspasar aquellos escudos.
Notó vibraciones, y a lo lejos vio titilar unas luces en el borde del cráter.
El casco bulboso de una solitaria nave Seraph del Covenant hizo su aparición, luego apareció otra, seguida por siete más… y a continuación dos docenas de ellas volando en formación.
Kurt contuvo la respiración, esperando que aquello sólo fuera un grupo de búsqueda.
Una fila de destructores del Covenant siguió a las naves, tan enormes que oscurecían las estrellas del cielo nocturno. Una segunda oleada de navíos con aspecto de cetáceo se materializó, y luego un transporte voló por encima de todos ellos, rodeado por un centenar de cazas de la clase Seraph.
Kurt jamás había visto tantas naves enemigas a tan poca distancia, y todas ellas dirigiéndose hacia su posición. Veinte naves de combate. El repiqueteo subsónico de sus módulos antigravedad le cosquilleó en el estómago.
Los Centinelas que describían círculos alrededor de la cúpula marcharon a interceptar aquella nueva amenaza, pero la artillería láser de precisión de las naves los hizo saltar por los aires.
Los dos destructores que iban en cabeza se separaron del grupo de combate y fueron a colocarse sobre la cúpula. Haces de centelleante luz púrpura relampaguearon desde la parte inferior de sus cascos; eran haces de transporte antigravitacionales. Un centenar de tropas de asalto formadas por Elites con armadura descendieron en tropel al suelo.
Kurt buscó a Dante con la mirada y lo descubrió muy arriba, en la superficie interior de la cúpula, sujeto con una cordada y fijadores de succión. Presionaba pequeñas bolas de C-12 sobre la piedra cubierta de dibujos.
Kurt dirigió su haz de comunicación al repetidor situado en la plataforma de aterrizaje.
—Will, ¿cuál es la situación de la doctora Halsey?
—Ha encontrado algo —respondió éste—. Dice que necesita diez minutos para tenerlo listo.
—¿Tener listo qué? No importa. No disponemos de diez minutos —le dijo Kurt—. Preparaos para tener problemas.
Kurt observó como miembros del Covenant descendían a raudales por los haces transportadores y se congregaban en la ciudad: más Elites con rifles de plasma, titánicas parejas de Hunters empuñando cañones de proyectiles de combustible y escudos casi impenetrables, torretas de plasma y sus operadores Grunts, y un monstruoso Scarab.
Naves de desembarco Spirits y Phantoms escoltadas por Banshees volaron casi a ras de la cúpula.
Era un ejército invasor.
Kurt hizo una seña a sus Spartans para que descendieran por las cuerdas hasta la plataforma. Tenían que retroceder… y rápido.
Sus equipos se deslizaron silenciosamente hasta ponerse a salvo. Cuando todos hubieron bajado, Kurt los siguió.
Plasma azul salpicó las repisas del arco.
Kurt aflojó el control sobre su cuerda y descendió en caída libre una docena de metros, oprimiendo el freno en el último instante antes de chocar contra el suelo. Rodó y se zambulló detrás del casco por el lado de estribor de su nave.
Fuego láser acribilló la plataforma de piedra tras él.
Seis naves de desembarco y sus escoltas Banshees entraron a través de las arcadas y empezaron a describir círculos, descendiendo rápidamente.
Fred y Lucy se acuclillaron, alzaron lanzamisiles SPNKR, y dispararon.
Los misiles ascendieron como una centella y detonaron en las cabinas de las naves de desembarco. Los vehículos dieron bandazos incontrolados y se estrellaron contra la pared de la cúpula.
Las otras cuatro naves de desembarco se posaron violentamente; grupos de Elites saltaron de su interior, ocuparon posiciones tras los cascos y abrieron fuego.
El aire se llenó con el entramado que dibujaban las pistolas de agujas, los proyectiles de plasma y las estelas de trazadoras MA5B y MA5K.
Kurt no quería abandonar las cabezas nucleares FENRIS, pero no había modo de que pudieran mantener aquella posición. La protección de que disponían era pobre, y tendrían que vérselas con más apoyo aéreo dentro de poco. Empezó a dar la orden de retroceder, pero una rociada de plasma cayó a poca distancia, y un metro cuadrado del casco de su nave de desembarco salió volando por los aires.
Una pareja de Hunters hizo su aparición y se agacharon tras sus superpuestos escudos blindados de combate.
Linda apuntó a la monstruosa pareja y aguardó a que le ofrecieran un blanco.
Un Hunter deslizó su cañón de combustible por el borde de sus impenetrables escudos —los proyectiles verdes activados brillando con mortífera radiación— y disparó.
Fred saltó fuera de su escondite, con la armadura MJOLNIR llameando como si fuera fósforo candente.
El Hunter lo alcanzó justo en el centro del pecho, una explosión que habría destruido su nave de desembarco. Los escudos de energía llamearon con más intensidad, se apagaron, y Fred cayó hecho un ovillo al suelo, con la armadura desprendiendo humo.
—¡Fuego de cobertura! —chilló Kurt.
Los Spartans lanzaron una andanada contra los Elites y los Hunters, que se resguardaron tras sus escudos.
Dante y Lucy salieron a campo abierto como una exhalación y agarraron a Fred, arrastrándolo hacia atrás.
Un equipo de combate de Élites asomó de detrás de su refugio y soltó un torrente de plasma y agujas. Los Spartans los acribillaron a balazos y cayeron…, pero uno consiguió alcanzar a Dante, y un proyectil de plasma le dio de refilón en el costado. El muchacho hizo una mueca de dolor, pero no dejó de arrastrar a Fred para ponerlo a salvo.
La pareja de Hunters se asomó por detrás de sus escudos superpuestos.
Linda disparó metódicamente, y un chorro de sangre anaranjada brotó de la desprotegida región abdominal de un Hunter.
Las criaturas volvieron a refugiarse tras los escudos, chillando pero todavía en pie.
—Saltad todos por el borde —ordenó Kurt.
Uno a uno, los Spartans se deslizaron por el borde y saltaron a la oscuridad.
Kurt colocó tres granadas en el suelo, agarró una cuerda corredera, y descendió en rappel. Tras un amplio balanceo que lo hizo ponerse al descubierto, efectuó un movimiento pendular de vuelta, aterrizando en la curva de la escalera de caracol situada bajo la plataforma.
En lo alto resonaron unas explosiones sordas y las cuerdas se desprendieron.
Kurt vio que Dante y Lucy sostenían a un Fred semiinconsciente entre ellos. La armadura MJOLNIR del Spartan estaba totalmente ennegrecida y sus señales biológicas eran erráticas pero fuertes. Las señales biológicas de todos ellos rozaban la zona roja.
—Vuela la cúpula —ordenó a Dante.
El muchacho asintió, pasó a Fred al hombro de Mark y cojeó hasta el extremo opuesto de la escalera con los detonadores de control remoto en la mano.
Kurt hizo una seña a Olivia para que encabezara la marcha, y el resto de Spartans la siguieron escaleras abajo.
Un gran estruendo resonó en las paredes de la cúpula, y pedazos de roca cayeron con un ruido sordo a la plataforma situada sobre sus cabezas. Se oyeron los gritos de los Elites y fuertes detonaciones de plasma azul iluminaron el aire.
Tras tres giros en la escalera, Olivia alzó una mano. Todos se detuvieron.
—Os tengo en mi objetivo —dijo Kelly por el transmisor—. Aguardad, estoy desactivando las minas… Ya está, adelante.
Kurt y sus acompañantes entraron en la sala, y éste observó la presencia de minas antitanque LOTUS pegadas a las paredes y techo de aquella habitación convirtiéndola en una zona letal.
Will y Kelly estaban agazapados a ambos lados de la abertura que conducía al puente de luz, ocultos por su resplandor.
Kurt efectuó un rápido recuento. Todos presentes… excepto Dante.
Éste apareció, cerrando la marcha, y entró cojeando en la habitación con una mano apretada sobre el costado. Se irguió y saludó a Kurt.
—Señor —dijo—, creo que me han dado.
Las lecturas biológicas de Dante se tornaron planas y el Spartan se desplomó.
Kurt se dejó caer junto a Dante y le soltó la zona pectoral del SPI. Había visto como un disparo de plasma le arañaba el costado izquierdo, y efectivamente, había quemaduras de segundo y tercer grado que habían evaporado la capa balística líquida. Bajo el brazo y sobre el pecho se habían alojado y estallado una docena de proyectiles de aguja. Los huesos de la caja torácica estaban al descubierto, y más al interior se acumulaba sangre negra que empezaba a coagularse.
Estaba inerte. Frío. Las lecturas biológicas planas.
Dante estaba muerto. Nada se podía hacer.
Kurt había contemplado como Shane, Robert y Jane morían, había escuchado el relato de Tom sobre el modo en que habían aniquilado a la compañía Beta en Pegasi Delta. Ahora era Dante. Había perdido a otro más de los que estaban a su cargo.
Sería fácil culpar a Ackerson y a Parangosky por las muertes de sus Spartans. Diseñados para misiones de alto riesgo, todos ellos estaban destinados a morir, ¿no era así? Y Kurt les había seguido el juego y acatado las órdenes. ¿Qué otra opción había?
Examinó sus manos, cubiertas de sangre de Spartan.
—Lo llevaremos con nosotros —dijo Linda, posando una mano en el hombro de Kurt.
El adiestramiento se hizo patente. Muévete… pelea… vive. La alternativa era quedarse allí sentado y unirse a Dante.
Kurt depositó a Dante en el suelo con suavidad.
Tenía que concentrarse. Tenían una misión: hacerse con la tecnología de los Forerunners. Sacar al resto de su equipo con vida. Kurt prometió que ajustarían cuentas en nombre de Dante. De algún modo. Se ocuparía personalmente de ello si era necesario.
Linda y Olivia se acercaron a Dante y lo levantaron del suelo.
—Coge tu equipo y sígueme —dijo Kurt a Kelly.
Cruzó el puente de luz y entró en la habitación del mapa holográfico.
La doctora Halsey estaba de pie ante la consola, por cuya superficie pululaban jeroglíficos. El significado de los símbolos cambiaba a medida que se alineaban en pautas de mayor dimensionalidad por un instante, para luego reagruparse en nuevas formaciones caleidoscópicas.
Olivia y Linda depositaron el cuerpo de Dante en el suelo.
Mark, Ash y Holly se arrodillaron junto a él y juntaron con cuidado las manos del muchacho sobre el pecho.
—¿Doctora Halsey? —llamó Kurt.
La mujer alzó una mano y con la otra tecleó furiosamente en el ordenador portátil que Méndez sostenía para ella. La diminuta plataforma de proyección del ordenador emitió una mota de luz que revoloteó entre los símbolos como una abeja recolectando néctar.
Méndez entregó a Kurt la placa de datos del tamaño de un pulgar.
—Códigos fijados y listos para detonar, señor.
Kurt verificó los datos: Códigos de detonación para las ojivas FENRIS fluyeron veloces por la diminuta pantalla. Introdujo la placa en el puerto de entrada de datos de su guantelete y apretó el puño.
—Hay tantas cosas aquí… —murmuró la doctora Halsey—. He confirmado que este mundo es parte del plan de los Forerunners junto con los anillos Halo; su «espada» y su «escudo». Otras partes todavía se me escapan. Hay referencias al «arca». Todavía me falta determinar si algo salió mal…, por qué no están aquí.
—Doctora —dijo Kurt con mayor firmeza, y se le acercó—, tenemos una armada del Covenant sobre nuestras cabezas, y un ejército a punto de irrumpir en este edificio. ¿Existe una salida?
—Sí y no —respondió ella, todavía sin mirarlo—. Existe una habitación en el núcleo de este mundo —explicó— donde los Forerunners debían de salvaguardar algo precioso. Tal vez las tecnologías que ustedes buscan. La habitación por lo general es inaccesible, pero la activación de los anillos Halo puso en marcha algo en el interior de este planeta. —Pasó los dedos sobre raudales de jeroglíficos superpuestos esforzándose por leerlos—. Hay una entrada a esa habitación, abierta ahora, pero que se está cerrando. En una hora y diecisiete minutos la entrada del núcleo se cerrará. Para siempre.
—¿El núcleo del planeta? —preguntó Kurt—. No hay modo de llegar al núcleo tan de prisa.
—Debemos recoger lo que se encuentra en su interior y escapar. —Finalmente lo miró, con el entusiasmo brillando en sus ojos—. Y desde luego existe un modo de llegar allí. Esta habitación cartográfica puede acceder a un sistema de translocalización de Slipspace similar al que Cortana utilizó en el anillo Halo.
Señaló al suelo con el dedo.
Kurt vio que se encontraban sobre una superficie negro mate empotrada en el suelo. Tenía cuatro metros de ancho y siete lados. Su mirada pareció deslizarse más al interior de la superficie, como si contemplara algo infinitamente profundo… o nada en absoluto.
Pestañeó y desvió la mirada.
—¿Translocalización de Slipspace? ¿Un sistema de teletransportación?
—En efecto, sí.
La habitación se estremeció y una lluvia de polvo cayó del techo.
La doctora Halsey concentró su mirada más allá de Kurt, al interior de la habitación, y efectuó un leve gesto perpendicular sobre varios símbolos dorados.
El puente de luz que conectaba con la sala exterior desapareció. La puerta de la sala del mapa se cerró.
Vio entonces a Dante y su rostro palideció.
—¡Oh! —susurró.
—Primero tiene que conducirnos hasta los otros SPARTANS-III que están criogenizados —dijo Kurt.
—Desde luego, creo comprender las complejidades del sistema de teletransporte lo suficientemente bien —respondió—. Debo advertirle, no obstante, que no detone las ojivas FENRIS. El pulso electromagnético convertiría el sistema en inoperable.
—Comprendido —replicó Kurt—. Ahora limítese a activar este artilugio de translocalización. Lléveme hasta mis Spartans.
—Hay tanto todavía por aprender aquí —dijo la doctora Halsey—. Sugiero que me deje. Puedo…
Una tremenda sacudida zarandeó la habitación y llovieron pedazos de roca del techo. La doctora Halsey cayó, y Kurt la sujetó y la protegió con su cuerpo mientras piedras del tamaño de pelotas de béisbol rebotaban en las endurecidas placas de su SPI.
Fuera de la estancia se oyeron cuatro detonaciones desgarradoras: las minas antitanque LOTUS que Kelly había colocado.
—Nos hemos quedado sin tiempo, doctora —respondió Kurt—. Están aquí.
La mujer se puso en pie, sacudió el polvo de su bata de laboratorio, y enderezó las gafas.
—Eso parece. —Pulsó un puñado de símbolos—. Existe una plataforma de translocalización —consultó el mapa holográfico— a un kilómetro de los otros Spartans.
Al otro lado del mapa holográfico de Onyx, la pared de la habitación empezó a agrietarse a medida que las piedras se calentaban adquiriendo un apagado tono rojo.
Los Spartans se situaron entre la pared y la doctora Halsey.
Kurt se colocó justo frente a ella y Méndez se apostó a su lado, con el MA5B alzado.
Ash rebuscó en su mochila y distribuyó guanteletes escudo Jackals a su equipo. Juntos se acuclillaron ante los SPARTANS-II, formando una pared protectora.
La doctora Halsey cambió de posición los símbolos.
—Ya está —susurró.
La pared cada vez más caliente estalló y rebotaron cascotes en los escudos de los Spartans. Desde la brecha abierta en la pared, proyectiles de plasma y agujas de cristal atravesaron el aire en todas direcciones.
Los escudos de los Jackals lo desviaron todo…, pero se agotaban rápidamente.
Will, Kelly y Fred se asomaron y rociaron la oscuridad con fuego de contención.
Linda maniobró entre ellos, apuntó con su rifle, y disparó tres proyectiles.
El fuego enemigo cesó.
—Ahora sería un buen momento, doctora —dijo Kurt.
—Activando —respondió ella—. Puede existir cierta desorientación —añadió, y alargó la mano en dirección a un refulgente símbolo.
El transmisor de Kurt se encendió con un chisporroteo y la voz de Endless Summer inundó su casco.
—Conteste, Ambrose —dijo la LA—. Tengo una redirección de misión de alta prioridad.
Kurt agarró la mano de la doctora.
La mota de luz del portátil se estiró hasta convertirse en un guerrero indio con el pecho al descubierto.
—Pensaba que te habían destruido —dijo Kurt.
—Los Centinelas localizaron y destruyeron el lanzador de comunicaciones, pero yo tenía bien planeada mi huida. —Extendió una mano a un lado y apareció una esfera que rotó en dirección a la región polar septentrional, efectuó un zum al interior de los campos de hielo y a continuación descendió por una caldera volcánica—. Estas coordenadas son las últimas imágenes térmicas proporcionadas por una patrullera del UNSC en órbita alta. Debe ir allí. Ahora.
—Tenemos otros asuntos de los que ocuparnos primero —le respondió Kurt.
Técnicamente, Endless Summer tenía autorización para enviarlo adonde quisiera, pero en aquellas circunstancias, Kurt no pensaba hacer caso de una IA controlada por la ONI… no cuando las vidas de su gente estaban en peligro.
—Este emplazamiento es un complejo de fabricación de Centinelas —siguió Endless Summer, dirigiéndole una mirada fulminante—. En órbita se está librando una batalla encarnizada entre una flota del Covenant y estas naves alienígenas, una batalla que probablemente destruirá a las fuerzas del Covenant.
—Estupendo —replicó Kurt—. Déjalos.
Una nueva andanada de proyectiles de plasma penetró por la pared agujereada.
El escudo de Ash chisporroteó y se sobrecargó, y el muchacho se tiró al suelo para evitar quemarse.
Fred y Kelly arrojaron granadas. Resonaron explosiones y chillidos lejanos.
Una nueva sección de la pared empezó a calentarse… y otra más. El Covenant no iba a darse por vencido tan fácilmente. Abrirían tantos agujeros como fuera necesario para traspasar sus defensas.
—No lo entiende —siguió Endless Summer—. Una vez que las fuerzas alienígenas hayan acabado con las naves del Covenant, se concentrarán en la amenaza menor: el grupo de combate del UNSC en órbita. El que enviaron a rescatarlos.
La perspectiva estratégica cambió al instante en la mente de Kurt. El destino de aquel grupo de combate y el de sus Spartans estaban ligados. Si salvaba las naves, tendrían un modo de abandonar aquella roca; si fracasaba, estarían atrapados allí combatiendo a Centinelas y a fuerzas terrestres del Covenant hasta que el infierno se congelara. El rescate de los SPARTANS-III criogenizados tendría que esperar.
—Esta fábrica de Centinelas produce una nueva unidad cada seis segundos —explicó la LA—. A esa velocidad no tardarán en aplastar a cualquier ejército que el UNSC pueda enviar.
—¿Puede localizar ese lugar? —preguntó Kurt a la doctora Halsey—. ¿Puede transportarnos allí?
La mujer se mordisqueó el labio inferior y movió rápidamente las manos sobre los símbolos, haciendo girar la proyección holográfica del planeta alrededor de todos ellos a una velocidad de vértigo.
—Lo tengo —anunció.
Endless Summer efectuó una inclinación de cabeza y se apagó con un parpadeo.
Kurt hizo una seña a los Spartans para que retrocedieran hasta el centro de la habitación.
—Hágalo —dijo—. Ahora.
Las paredes de la sala estallaron hacia el interior.