VEINTINUEVE

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18.10 HORAS, 3 NOVIEMBRE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / SISTEMA ZETA DORADUS, PLANETA ONYX / PROXIMIDADES DEL ÁREA RESTRINGIDA CONOCIDA COMO Z0NA 67

Kurt había visto a francotiradores ajustar la mira de sus instrumentos otras veces, pero nunca para un objetivo casi vertical situado a una distancia de tiro tan enorme.

Linda se tomó la tarea con tanta seriedad como un cirujano que se prepara para un trasplante de corazón. Despejó un pedazo de terreno pedregoso y extendió una estera de camuflaje para que el polvo no ensuciara su rifle SRS99C-S2 AM. A continuación abrió un estuche que contenía herramientas, botellas de líquido limpiador y lubricante, varios cargadores para su rifle, una caja de munición de 14,5x114mm. y una diminuta placa de datos. Seleccionó uno de los cargadores y lo inspeccionó; satisfecha, abrió la caja de munición y retiró uno de los proyectiles: pétalos de polímero rojo superendurecido rodeaban un dardo de tungsteno con aletas. Lo hizo girar boca abajo y contempló la base del cartucho. Frente a la inscripción «51» lucía el sello con el reloj de arena alado flanqueado por dos dobles «X», marca que significaba que era munición de precisión cargada a mano procedente de la fabrica de armas Misrah situada en Marte. Deslizó el cargador en el rifle.

A continuación conectó la mira telescópica Oráculo con la placa de datos y efectuó microcalibraciones. Finalmente se sentó, apoyó la culata del arma contra el hombro y apuntó hacia el cielo.

—Lista —dijo por su transmisor monocanal, la voz sonó indiferente y como de alguien en trance.

—Estad ojo avizor —indicó Kurt a todo el mundo.

Los Spartans se habían trasladado del hoyo del punto de encuentro al terreno elevado entre desfiladeros y mesetas escarpadas donde el equipo Sable había encontrado por primera vez a los Centinelas. Kurt hizo que se desplegaran a lo largo de ambos lados del valle.

Kelly estaba de pie en un depósito de grava en el centro del valle y oteaba el horizonte, aguardando a que el Centinela doble la descubriera. El sol estaba alto y la sombra de la mujer era un punto fluctuante a sus pies.

Para alguien que actuaba de cebo, se mostraba totalmente tranquila.

El túnel en el que Dante había equipado la abertura y la salida con cargas explosivas se encontraba a un cuarto de kilómetro de distancia de la posición de la Spartan. Justo lo bastante lejos.

La parte más peliaguda del plan sería conseguir que la pareja de Centinelas entrara en el túnel en lugar de permanecer en alto y hacer pedazos a Kelly mientras ésta estaba dentro. ¿Proseguirían aquellas cosas con su «juego» del gato y el ratón, o había finalizado la fase de recogida de datos de su operación?

En cualquier caso, Kurt había colocado a su amiga en un grave peligro.

Kelly alzó la vista hacia la posición de Kurt y activó su transmisor.

—Lo veo —dijo—. A dos kilómetros de distancia. Voy a darle una palmadita en la espalda.

—Adelante, Azul Dos —respondió él—. Mantén la calma.

Kurt alzó una mano, la cerró en forma de puño y la movió de arriba abajo dos veces: la señal de «preparaos» para el resto del equipo.

Kelly disparó a la pareja de drones con el MAB5; un blanco imposible con un rifle de asalto, pero la idea no era acertar, sino atraer la atención de aquella cosa.

El Centinela giró en dirección a la detonación y aceleró hacia la Spartan.

—Divisado vigilante en las alturas —informó Will— a las once en punto, elevación dos mil cuatrocientos metros. Viento del noroeste, tres nudos.

Kurt transmitió la información a Linda.

Su luz de situación titubeó en color ámbar mientras la Spartan efectuaba un leve ajuste a su posición, alzaba el rifle y luego permanecía totalmente inmóvil. A ambos lados, Tom y Lucy levantaron los lanzamisiles, aguardando la orden de disparar.

Entretanto, la pareja fusionada de Centinelas descendía en picado hacia Kelly, que permaneció allí quieta, observándola.

Holly se acercó más a Kurt, con su rifle de asalto apuntando inútilmente al drone que se aproximaba.

—¿Es lo bastante veloz?

—Kelly es la más veloz de los Spartans —susurró Kurt.

Aquello no respondía a la pregunta de la muchacha: era lo bastante veloz.

La pareja de Centinelas estaba a medio kilómetro de distancia. Una de las esferas se calentó y centelló una luz.

Kelly dio tres pasos laterales al mismo tiempo que el suelo donde había estado se volatizaba. Gotas de roca fundida salpicaron y rebotaron en el escudo de energía de su armadura MJOLNIR.

Dedicó un viejo y anticuado ademán a la máquina con un dedo.

Mark se unió a Holly y a Kurt.

—No podrá —musitó.

Kelly dio media vuelta y corrió, dejando una columna de polvo tras ella.

Los Centinelas que descendían aceleraron a doscientos kilómetros por hora. Una lanza dorada centelló desde su masa central… haciendo estallar el suelo bajo los pies de la Spartan.

Kelly se enroscó como un ovillo, dio una voltereta y volvió a alzarse a la carrera sin perder velocidad.

Se introdujo como una exhalación en el interior del túnel.

La geometría hexagonal de los Centinelas aleteó siguiendo la trayectoria fijada por el impulso adquirido. Apenas a cinco metros por encima de la grava y zumbando en dirección al túnel… no tuvo tiempo de frenar.

Siguió a la Spartan al interior del agujero.

Kelly apareció recortada en la boca, con una iluminación dorada llameando tras ella…

… y el túnel estalló.

Chorros de fuego salieron disparados por ambos extremos. La onda sobrecalentada por el exceso de presión tornó borrosa la imagen de Kelly mientras ésta salía disparada por los aires girando sobre sí misma.

La colina se desplomó, y un centenar de toneladas de tierra aplastaron a la pareja de Centinelas. Tierra, piedra y polvo salieron despedidos por el aire en humeantes chorros.

El cuerpo de Kelly chocó contra una pared de roca y cayó inerte sobre la capa de grava.

Kurt hizo una señal al equipo Sable para que bajaran y la ayudaran. También él deseaba correr a su lado, pero tenía que permanecer allí y asegurarse de que la parte del disparo a larga distancia de su operación tenía éxito. O, si eso fracasaba, planear una retirada.

Linda permanecía en su puesto totalmente inmóvil, siguiendo con la mira al Centinela que vigilaba desde lo alto. Tom y Lucy estaban arrodillados uno a cada lado, con los misiles preparados.

Kurt miró con ojos entrecerrados a lo largo del ángulo de tiro de sus compañeros. Flotando en el aire, a unos dos kilómetros de distancia, había un punto solitario: el objetivo.

Tenían que acabar con él o el Centinela informaría sobre su posición y pediría refuerzos… que no volverían a dejarse engañar por aquel truco.

—Apuntad descentrado, botalón de estribor —murmuró Linda a Lucy y a Tom—. Al frente.

Ajustaron las armas.

—Blanco fijado —respondió Tom.

—Fuego —dijo Linda en voz baja.

Dos columnas de gas los envolvieron mientras los misiles salían zumbando por el aire.

El Centinela de vigilancia giró en dirección a los proyectiles y su escudo de energía titiló.

La boca del rifle de Linda lanzó un fogonazo. Sin que pareciera moverse ni una molécula, la Spartan disparó hasta agotar el cargador.

Los misiles dieron en el blanco, humo y llamas envolvieron rápidamente al Centinela.

Al cabo de un instante, los vientos apartaron a un lado la nube provocada por los estallidos…, el Centinela dio una sacudida y cayó en picado al suelo.

Linda se puso en pie.

El Centinela se desperdigó a medida que caía, la esfera central y los tres botalones giraron sobre sí mismos sin control hasta chocar contra el suelo.

—Id —les dijo ella—. Aseguraos de que está destruido.

Kurt no malgastó otro segundo en el Centinela; giró de nuevo en dirección el barranco y corrió… hacia Kelly.

Examinó sus señales biológicas: pulsaciones erráticas, la presión sanguínea descendiendo, temperatura corporal baja. Estaba a punto de tener un shock.

Kurt se detuvo con un patinazo en el fondo del barranco mientras Ash y Holly la incorporaban.

—Lo siento, señor —dijo Ash—. Los Centinelas estaban a tres metros de la salida. De haber esperado un poco más habrían escapado de la trampa. Le habrían disparado a ella. No podía correr ese riesgo.

Kelly negó con la cabeza… no para mostrar su desacuerdo, sino más bien para despejar los sentidos. Sus señales biológicas recuperaron los niveles normales.

—Tiene razón —murmuró—. El chico lo hizo bien. —Alzó los pulgares en dirección a Ash.

El muchacho inclinó la cabeza.

Kurt soltó un suspiro de alivio al comprobar que Kelly había sobrevivido. Había arriesgado la vida de su compañera para obtener una ligera ventaja sobre el enemigo y ahora tenía que usar esa ventaja sabiamente.

—¿Ahora qué? —preguntó Fred.

—Ahora tenemos una oportunidad —les dijo Kurt—. Si ese Centinela de vigilancia no consiguió determinar nuestra posición, tendremos un poco de espacio para maniobrar y tomar la iniciativa.

—¿Maniobrar adonde? —preguntó Holly.

—Zona 67 —repuso Kurt—. Es el centro de todo. Si hay alguna tecnología que se pueda recuperar aparte de restos de Centinela, estará allí.

—Las patrullas se tornan más compactas cuanto más al norte vamos, señor —comentó Dante.

—No tardará en oscurecer —replicó Kurt—, tiempo suficiente para dar un rodeo de vuelta a la nave de desembarco del equipo Azul. El sol se estará poniendo y la haremos volar bajo; las sombras nos proporcionarán algo de camuflaje. Las rocas en estos desfiladeros se han estado asando al sol todo el día y eso nos proporcionará también cobertura térmica.

Kurt contempló a su equipo.

—¿Alguna idea mejor?

Su mirada se posó en la doctora Halsey mientras ella y el Jefe Méndez descendían por la ladera del valle. La mujer lo miró como si pudiera ver a través de su visor facial de espejo.

—De acuerdo. Estad atentos. Olivia, Will, Linda, explorad al frente. Sin charlas por la radio. Acabemos con esto.

* * *

La doctora Halsey contempló como Kurt daba instrucciones detalladas a los Spartans.

No le importaba cuáles eran sus órdenes tanto como el modo en que las daba y el efecto que tenían en ellos. Hablaba con seguridad, pero también había calidez y orgullo en su voz, y ella jamás había oído que un Spartan se mostrara tan expresivo. Desde luego, Kelly era capaz de contar algún que otro chiste, pero aquello no era más que una capa de blindaje emocional.

Kurt era diferente.

Los Spartans, jóvenes y viejos, respondían a ello. Existía el acostumbrado estoicismo Spartan y no se hacían preguntas, pero también había cabeceos, ligeras inclinaciones de las cabezas; las señales involuntarias de atención extasiada. Kurt era su líder sin ninguna duda.

Aquel hecho podría serle útil en la crisis que se avecinaba.

Por supuesto, Kurt ocultaba algo sobre sus SPARTANS-III. Si la psicológicamente muda Lucy era alguna indicación de cuál era ese secreto, la doctora Halsey sólo podía hacer conjeturas sobre sus horrores.

Pero a medida que se acercara el fin, ella no tendría otra elección que confiar en Kurt. Tendría que confiar en que todos ellos perdonarían las mentiras que les había contado sobre el tesoro oculto de tecnologías de los Forerunners.