VEINTICUATRO

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14.20 HORAS, 3 NOVIEMBRE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / SISTEMA SOLAR, PLANETA TIERRA / ÓRBITA MEDIA EN LAS PROXIMIDADES DEL ELEVADOR ORBITAL DEL CENTENARIO DEL UNSC

Fred, Linda y Will se aferraron a la base de la torreta, intentando resultar lo más pequeños posible. No era un arma tan impresionante como su pariente de mayor tamaño montada en los acorazados del Covenant, pues con una bobina de energía de aproximadamente un tercio del tamaño de un Warthog apenas conseguía ocultar a los tres Spartans.

Un gran plan… siempre y cuando no dispararan el arma.

Dos destructores del Covenant flotaban en la oscuridad, con las quillas lisas que recordaban más a una criatura de las profundidades marinas que a una nave espacial. Una docena de cazas Seraph y un puñado de transbordadores se dirigían a sus navíos base.

Fred dirigió un rápido movimiento de cabeza a los demás.

Funcionaba. Al menos tan bien como podía hacerlo cualquier plan que involucrara a tres humanos contra un centenar de Brutes y el poderío combinado de dos acorazados listos para combatir.

La corbeta Chalons del UNSC había hecho acto de presencia, pero no para una audaz exfiltración. Se había tratado de una pequeña actuación falsa que dio a las naves del Covenant algo en lo que concentrarse mientras los Spartans se trasladaban fuera de la vagoneta del elevador.

Cuando dos naves de desembarco del Covenant aparecieron para recoger las ojivas, Fred, Linda y Will se habían deslizado sin ser vistos bajo uno de los navíos y —si su suerte se mantenía— partirían con ellos.

La parte de «suerte» de aquella misión no podía darse por sentada…, porque por encima de ellos había una docena de cabezas nucleares FENRIS armadas.

«Una pequeña porción del Apocalipsis», lo había denominado Will.

Su nave de desembarco aceleró suavemente en dirección a uno de los destructores, y un muelle para trasbordadores apareció abierto ante ellos.

Distinguió la otra lanzadera mientras se aproximaban al navío hermano. Entonces, el casco del destructor apareció repentinamente ante ellos y les tapó la vista. La gravedad artificial tiró de ellos.

Habían conseguido llegar al interior.

Los tres Spartans se escabulleron de la parte inferior de la nave y rodaron fuera de las sombras. Fred y Linda se refugiaron detrás de cada una de las horquillas del casco. Will saltó a la parte superior de la nave.

Diez Jackals y una veintena de Grunts estaban de pie en el muelle abierto entre los cascos gemelos de la nave de desembarco; un espacio por lo general recubierto por un campo gravimétrico, desactivado en aquellos momentos para permitirles descargar el cargamento robado.

El equipo Azul abrió fuego.

Tres Jackals cayeron, pero los restantes alienígenas de cabeza de buitre conectaron inmediatamente los escudos de sus guanteletes y retrocedieron.

Los Grunts se desperdigaron, y Will concentró su fuego sobre ellos, derribando a seis e incendiando el casco de metano de otro, que estalló en una bola de fuego y acabó con otra docena.

Fred y Linda combinaron su fuego sobre el jefe Jackal que llevaba una armadura roja. El escudo de la criatura relució, falló y los proyectiles antiblindaje le traspasaron el cuerpo, haciendo que se estremeciera y cayera entre estertores.

Dos Jackals aullaron y arrojaron granadas de plasma contra Fred.

Linda siguió su trayectoria con el rifle, disparó una vez, dos, alcanzando ambos proyectiles a medio camino.

Las granadas estallaron en una lluvia de gas ionizado medio calentado, que hizo que los escudos de energía de Jackals y Spartans relucieran y se agotaran.

Entretanto, un par de Jackals abrieron fuego contra Will; éste esquivó los disparos, pero se vio obligado a retroceder.

Un proyectil de plasma chamuscó el casco cerca de Fred, pero él hizo caso omiso y se concentró en el par que iban a por Will. Pasó su rifle de asalto MA5B a automático y disparó. Linda apoyó su fuego, y entre ambos abatieron a los Jackals.

Los últimos cuatro Jackals arremetieron contra Fred y Linda disparando sus pistolas de plasma.

Linda cerró la mano para formar un puño y la agitó una vez.

Fred asintió y desapareció retrocediendo tras el casco, pero dejando una granada cebada en el suelo.

Volvió a cargar el arma, aguardó dos segundos, y luego dos explosiones idénticas recorrieron el casco con un estremecimiento.

Salió de su escondite y disparó a los Jackals heridos que intentaban alzarse de la cubierta.

Buscó otro blanco.

No quedaba nadie excepto los Spartans. El cavernoso muelle del trasbordador del destructor estaba vacío a excepción de los cuerpos despedazados y ensangrentados de Jackals y Grunts.

Fred señaló a Linda y luego a las cabezas nucleares de la nave. Tenían que desactivar aquellas cosas. La mujer asintió y marchó en dirección a las ojivas FENRIS.

Fred avanzó hasta un conjunto de puertas presurizadas y el panel de control situado a poca distancia.

Tres Spartans no podían hacerse con una nave del Covenant, no bajo circunstancias normales, pero el equipo Azul disponía de tres ventajas.

Primero tenían el elemento sorpresa. ¿Qué capitán del Covenant imaginaría que tres humanos podrían abordar su nave y capturarla?

En segundo lugar, el equipo Azul había estado a bordo de un navío enemigo con anterioridad y conocían su disposición básica.

Y por último, y lo que era más importante, el Covenant efectuaba cambios con lentitud. Mientras que su tecnología llevaba siglos de delantera a lo más avanzado que el UNSC podía lograr, ésta se había convertido más en dogma que en ciencia. No innovaban; imitaban.

Sin lugar a dudas, tenían que estar enterados de la captura del Ascendant Justice por parte de John, y de haberle sucedido eso a una nave del UNSC se habrían promulgado nuevos protocolos de seguridad en todas las naves de la flota para impedir que aquello volviera a suceder.

Fred estaba apostando sus vidas a que el Covenant no pensaba de aquel modo.

Recuperó la placa de datos de la ONI, recientemente actualizada con software traductor del lenguaje del Covenant, y la colocó sobre el panel de control. Luces moradas parpadearon en el panel cerca de la placa a medida que los programas de infiltración de red arrancaban… y el sistema de la placa penetraba en el sistema de la nave enemiga.

Estaba dentro. Era como tener a Cortana por allí… sin su parloteo.

Buscó mensajes internos de la nave y localizó una alerta: el equipo que descargaba las armas nucleares debía de haber informado hacía rato. Habían enviado a un equipo de Brutes para averiguar qué sucedía.

Will y Linda se pusieron a cubierto en el interior de la cabina de la nave de desembarco. Fred deseó poder unirse a ellos. Sus compañeros pusieron en marcha los motores de la nave, que se alzó del suelo, giró y retrocedió hasta la esquina más alejada para proteger las cabezas nucleares de la siguiente fase de su plan.

Fred regresó a la placa de datos. Tenía poco tiempo antes de que toda la nave estuviera sobre aviso de la invasión de aquel «ejército» de tres personas.

Hizo avanzar la pantalla por los sistemas de la nave y encontró el icono que necesitaba: una flecha que rodeaba dos puntos. Oxígeno molecular a presión. John les había mostrado aquello. Fred canceló el autosellado de los tabiques de la nave y los dejó encallados en posición abierta. Aseguró cada puerta presurizada en posición entreabierta. El programa pirata de la ONI se movía a toda velocidad mientras deshacía protocolos de seguridad. Activó las cápsulas de salvamento de la nave y congeló los sistemas hidráulicos de sus cámaras estancas.

El Spartan hizo centellear sus luces de situación en rojo, ámbar y verde para proporcionar a Will y a Linda una cuenta atrás.

Cuando la luz verde se apagó, se sujetó un asa de la pared y aferró con fuerza la placa de datos.

Mientras la luz ámbar se atenuaba, capturó los controles del escudo de energía del muelle del trasbordador, los liberadores de las cápsulas de salvamento de emergencia y los sistemas manuales de las cámaras estancas.

Con la luz roja… oprimió el disparador maestro.

Un redoble de golpes sordos repiqueteó en el casco del destructor.

El escudo de energía del muelle del trasbordador desapareció.

Un huracán se abatió sobre Fred e hizo volar por los aires cápsulas de cargamento, fuselaje, herramientas, pequeñas naves de reparaciones y los cuerpos de Jackals y Grunts.

El Spartan se aferró al asa. Un lado de la barra de metal se dobló y se desprendió de su fijación, pero entonces la tremenda galerna amainó. Todo el aire había sido desalojado al espacio.

Volvió a comprobar sus reservas atmosféricas. Habían estado en combate y en el elevador orbital un buen rato, durante el cual uno no respiraba pausadamente. A su traje MJOLNIR le quedaban siete minutos de aire.

Regresó a la placa de datos y efectuó una comprobación: todos los pasillos y salas daban presión cero. A menos que hubiera fuerzas del Covenant con trajes presurizados, aquella nave era ya una nave fantasma.

Will y Linda se reunieron con él.

Fred desvió la energía y las puertas se abrieron deslizándose en sentidos opuestos.

El equipo Azul entró en el pasillo y se encaminó a toda prisa al puente. Había seis Brutes muertos en el suelo. A pesar de toda su ferocidad, incluso ellos necesitaban respirar.

Fred se detuvo ante otro grupo de puertas presurizadas y accedió a los paneles de control. Linda se arrodilló junto a él, con el rifle de precisión apoyado en el hombro, apuntando al centro de las puertas. Will se colocó en el lado opuesto, con una granada en cada mano, listo para lanzarlas.

Fred acercó el casco al tabique y escuchó, incrementando la potencia de sus sensores auditivos. Nada.

A continuación tecleó el código para abrir las puertas.

El puente ovalado estaba vacío a excepción de un único Hunter del Covenant aferrado milagrosamente a la barandilla de la consola de control. Desde el interior de la armadura de ocho centímetros de grosor del monstruo, el cuerpo, compuesto por una colonia de criaturas con forma de anguila, había rezumado al exterior y se había liofilizado sobre la cubierta.

Los tres Spartans comprobaron las escotillas de las cápsulas de salvamento en busca de alguna señal del enemigo. Fred vio el espacio abierto más allá, y al otro destructor del Covenant que giraba hacia ellos.

Se trasladó a la plataforma de mando y colocó la placa en el puesto de la interfaz. Debía darse prisa; también debía moverse despacio. Precipitarse en aquellos instantes podía causar errores que les podían costar más tiempo. Necesitaba todas sus energías para concentrarse en matrices de lenguaje, números e iconos.

Will observó por la escotilla de una cápsula de salvamento y murmuró en el comunicador:

—Destructor en vector de intercepción.

Fred accedió a la memoria de la placa de datos y obtuvo la solución de salto de Slipspace proporcionada por un oficial de navegación en la estación Cairo. Confió en que la nave del Covenant aceptase las matemáticas humanas, o de lo contrario estarían atrapados allí.

Linda se reunió con Will ante la escotilla abierta, atisbando a través de la mira Oráculo de su rifle.

—Diez mil kilómetros y acercándose a toda prisa —anunció.

—Arma las ojivas FENRIS —le dijo Fred.

—Comprendido.

Allí era donde la parte de suerte del plan tendría que tensarse al máximo. ¿Había transportado el Covenant las cabezas nucleares ahora activas a sus naves? ¿Advertirían que se habían conectado los detonadores?

—Confirmación de señal fijada —dijo Linda.

—De acuerdo, ahí vamos —murmuró Fred a la placa de datos.

Las superficies de mando se iluminaron y geometrías holográficas flotaron sobre su superficie. Una versión diminuta de la consola apareció en su placa de datos con traducciones en su idioma.

Fred agarró el mando esférico de Slipspace y lo hizo girar. La luz que indicaba que estaba listo parpadeó con un color ultramarino, y el Spartan introdujo las coordenadas de salto.

Entonces, la esfera se detuvo en seco, y un vector blanco se extendió hacia diminutas estrellas que aparecieron sobre la superficie de mando. Un parpadeante y dorado estallido estelar surgió para iniciar la transición.

—Cuenta atrás de dos segundos —dijo a Linda—, a mi señal.

Will tiró del sistema hidráulico de la escotilla abierta, agarró la puerta, y volvió a colocarla en su lugar.

El visor holográfico principal del puente se encendió con un parpadeo y mostró al destructor que se acercaba. Indicadores de advertencia señalaban que las baterías laterales de plasma de la nave empezaban a calentarse.

—Temporizador de dos confirmado —dijo Linda—. Órdenes aceptadas y confirmadas. Las seis ojivas FENRIS aparecen activadas.

—¡Ya! —Fred pulsó el botón de salto.

Nada sucedió…

El espacio negro se tornó blanco.

* * *

Lord Hood observaba desde la cubierta de mando de la estación Cairo, sin prestar atención a las señales de emergencia.

El destructor del Covenant había maniobrado hasta situarse a una distancia de disparo óptima para su plasma, y el almirante confió en que los escudos de la nave capturada por los Spartans detuvieran al menos una salva y dieran al equipo Azul el tiempo que necesitaban.

El plan del Spartan-104, sin embargo, en opinión de lord Hood, era más bien suicida. La doctora Catherine Halsey le había confiado en una ocasión que los Spartans consideraban su deber demostrar que lo imposible era posible.

Las baterías de plasma de la nave del Covenant enrojecieron y los proyectiles salieron disparados. Al mismo tiempo, el destructor enemigo centelleó desde el interior de sus escudos de energía; el casco refulgió y se vaporizó al detonar el armamento nuclear robado que llevaba a bordo. Un círculo de luz blanca apareció durante un instante antes de que los escudos polarizadores de la estación Cairo desconectaran las pantallas. Lecturas térmicas y radiológicas mostraron grandes manchas de color ámbar y rojo que crecían hacia el exterior en forma de hongo.

La estación Descanso Irregular también había quedado totalmente destruida. Toda la extensión del tallo negro del maíz se desplomó y cayó a tierra.

No se veía ni rastro de la nave controlada por los Spartans. No había modo de saber si habían tenido éxito y saltado al Slipspace o no.

Lord Hood eligió creer que habían hecho lo imposible y susurró:

—Buen viaje, equipo Azul.