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10.45 HORAS, 3 NOVIEMBRE 2552 (CALENDARIO MILITAR) / SISTEMA ZETA DORADUS, PLANETA ONYX / PROXIMIDADES DE LA REGIÓN CONOCIDA COMO ZONA 67
Kelly se agachó rápidamente y fue a colocarse entre la explosión y la doctora Halsey. Astillas y piedras acribillaron el escudo de energía de su armadura MJOLNIR.
Cuando el polvo se disipó, la otra persona —la que había sonado increíblemente igual que Kurt— había desaparecido. Lo mismo le había sucedido al soldado que ella había dejado sin sentido.
Sus preguntas tendrían que esperar, porque Kelly vio el origen de aquella explosión: un drone idéntico a los que había visto en el espacio revoloteaba en aquellos momentos a diez metros por encima del suelo de la jungla, moviéndose como una morena entre árboles y enredaderas.
Apuntó su MA5B y disparó.
Una ráfaga de tres proyectiles golpeó y salió rebotada de unos escudos que destellaron en tonos dorados.
El objeto giró hacia Kelly, y su esfera central empezó a irradiar calor.
Kelly echó a correr para atraer el fuego lejos de la doctora Halsey. Cinco zancadas, moviéndose como una flecha entre los árboles, y de improviso se detuvo, dio la vuelta… y saltó.
Un fogonazo la cegó, y a continuación el mundo estalló justo allí donde ella había estado un segundo antes.
La sobrecarga de presión la lanzó por los aires. Los escudos se quedaron a media potencia, y sintió el aguijonazo del calor en la carne.
Chocó contra el suelo con el pecho por delante, rodó torpemente, se bamboleó y volvió a ponerse en pie.
Un impacto directo de aquella arma de energía destrozaría su escudo, y posiblemente derretiría la armadura… y a ella.
A través de la maleza sonó fuego de pistola. Los escudos del drone centellearon, y la cosa dio media vuelta y se alejó.
Kelly distinguió los contornos camuflados de tres soldados que atraían al objeto en su dirección.
Agradeció la ayuda, pero aquello significaba un suicidio para ellos.
Empezó a avanzar hacia allí.
Una luz ámbar de acuse de confirmación centelleó dos veces. Era la señal de «esperar» del equipo Spartan, así que se puso a cubierto tras el tronco de un árbol.
El drone se colocó de modo que tuviera a dos en su ángulo de tiro. Su esfera central brilló como metal fundido.
Los árboles a ambos lados del drone estallaron convertidos en humo y astillas. Fue el agudo chasquido de explosivos potentes que Kelly reconoció como una mina antitanque LOTUS detonada por encima del nivel del suelo.
Dos de los botalones del drone se retorcieron, doblados hacia dentro por la fuerza de la explosión. La máquina cayó al suelo con un golpe sordo.
Los árboles que habían sostenido las minas antitanque también se desplomaron, y sus troncos de dos metros aplastaron el drone mientras la madera se incendiaba.
—Uno más —dijo una voz en su transmisor—. A las diez. Se acerca de prisa.
La joven vio a la nueva amenaza que se deslizaba hacia ellos.
Aquélla era sin lugar a dudas la voz de Kurt. Sus últimas palabras habían atormentado sus sueños durante años. Lo recordó dando vueltas mientras se perdía en la oscuridad del espacio. «Estaré bien. Estaré…».
Iba a responder, pero entonces se dio cuenta de que no le hablaba a ella.
—Equipo Sable —prosiguió Kurt—, adelantaos y atraed el fuego. Las minas LOTUS están fuera de alcance.
Luces verdes de confirmación parpadearon en el visor de Kelly, luces que habían estado reservadas exclusivamente para los Spartans del equipo Azul.
Kelly era el Spartan con los reflejos más rápidos, un hecho del que estaba sumamente orgullosa, y practicaba cada día con ejercicios de respuesta inmediata y prácticas de fuego zen para mantenerlos bien afinados. Pero sus reflejos físicos no eran los únicos que actuaban a la velocidad del rayo.
En un santiamén, varios hechos se relacionaron entre sí en su cerebro.
Aquellos drones tenían escudos, pero éstos no operaban de modo permanente. Las minas antitanque habían atrapado a uno con los escudos desactivados.
Sin embargo, el drone la había visto a ella, anticipado el disparo de su rifle, y contraatacado. Eso significaba que o bien había activado deliberadamente los escudos o éstos se activaban automáticamente por el movimiento o el radar.
De modo que, posiblemente, tenía un modo de acabar con ellos. Sería arriesgado, pero no pensaba quedarse esperando mientras el vulnerable equipo de Kurt atraía su fuego y acababa achicharrado.
—Suspended el fuego —dijo a través del transmisor del equipo.
Con cuatro vigorosas zancadas que abrieron profundos boquetes en el suelo margoso de la jungla aceleró hasta su máxima velocidad de sesenta y dos kilómetros por hora.
Kelly se movió en diagonal alejándose del drone, en dirección a un árbol situado justo a la derecha del objeto.
Saltó, pateó el tronco tres metros más arriba y… se impulsó lejos a la vez que giraba, propulsándose por el aire directamente hacia la máquina flotante.
No apareció ningún escudo para detenerla.
Agarró los botalones de babor y estribor y rodeó con ambas piernas el inferior.
El ojo central se clavó en ella y empezó a generar calor hasta ponerse al rojo blanco.
La Spartan se soltó y se sujetó lo mejor que pudo al resbaladizo botalón inferior, cerró las manos convirtiéndolas en puños, y a continuación golpeó a aquella cosa con todas sus fuerzas… impactando en el centro mismo del ojo. Sus escudos llamearon al repeler el intenso calor.
La esfera se abolló y giró hacia atrás.
El drone también giró debido al impulso, y Kelly gateó para recuperar el punto de apoyo.
Echó el brazo hacia atrás una vez más, y antes de que la cosa pudiera recuperarse y hacerla volar por los aires…, volvió a asestarle un mazazo.
En el revestimiento de metal del objeto apareció una hendidura, y en su interior vio una bola de calor azul blanquecino. Los bordes metálicos de la esfera se separaron a la vez que se fundían y borboteaban.
Kelly se acuclilló y saltó fuera, desviando toda la energía a sus escudos.
El aire se incendió con un blanco deslumbrante. Su visualizador frontal de datos llameó inundado de estática. Kelly cayó dando volteretas, envuelta en fuego y humo… Golpeó un árbol, rebotó y cayó al suelo de la jungla.
Parpadeó y no vio otra cosa que el rojo resplandor de las llamas. El dosel de hojas ardía. Su visión se aclaró y distinguió una masa borrosa compuesta por tres figuras que se aproximaban con el camuflaje activado en sus armaduras.
Se puso en pie.
Una de las figuras lucía una curiosa abolladura en forma de huella de una mano en el blindaje del pecho donde Kelly la había golpeado. El diseño del camuflaje se veía desalineado en ese punto, parte sombras, parte llamas.
Las tres dieron un paso atrás con los MA5K apuntando al suelo.
Otra figura camuflada apareció y fue a colocarse entre ella y aquellos soldados.
—Todo el mundo quieto —dijo—. Bienvenida a mi rincón del bosque, Kelly.
La voz era exactamente como la que recordaba.
—¿Kurt? —susurró.
—Me alegro de que te acuerdes.
Como si ella pudiera olvidarlo.
—Déjame ver tu rostro —pidió, manteniendo las manos levantadas.
El camuflaje activo desapareció y el dorado visor facial de espejo desconectó la polarización.
Kelly atisbo al interior del casco. El pequeño hoyuelo en la barbilla, los ojos color avellana, la sonrisa veloz… Era Kurt.
A su alrededor, Kelly detectó movimiento: otros dos vestidos con la curiosa armadura que ocupaban buenas posiciones de tiro. Eran listos. Los habían adiestrado bien.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, dejando caer las manos.
—Te lo explicaré todo —dijo él—, pero tenemos que movernos. Ahora cazan en los árboles. Una pareja de patrulla y uno a gran altura para vigilar desde el aire. Tendrán nuestra posición.
Kurt señaló a dos miembros de su equipo y luego a la inconsciente doctora Halsey.
Dos soldados fueron hacia ella y la envolvieron en una manta térmicamente reflectora; luego la transportaron entre los dos.
—Nada de radio —indicó Kurt a Kelly, y a continuación le hizo una seña a ella y a su equipo para que lo siguieran.
Todos avanzaron rápida y silenciosamente entre la maleza.
Kelly admiró la cautela, velocidad y profesionalidad de aquellos soldados. No habían pronunciado ni una palabra. Los dos que transportaban a la doctora Halsey se mantuvieron a la altura del resto. Nadie rompió la formación en «V».
Sin embargo, algo en aquellos soldados la inquietaba. No se trataba de nada que pudiera cuantificar, pero tal y como Kurt decía a menudo, «era sólo una sensación».
—¿Qué es este equipo Sable? —preguntó a Kurt con un susurro.
—Me desilusiona que no lo hayas adivinado —le respondió él con otro susurro—. Son Spartans.