Paul Preston habla del padre Joan Tusquets

Hace un par de años, en abril de 2005, se organizó un pequeño revuelo en Barcelona, a raíz de la conferencia que dio el historiador Paul Preston sobre mi tío Juan, con el título «Una contribución catalana al mito del contubernio judeo-masónico-bolchevique». Hubo comentarios en la prensa y algunos amigos me telefonearon para lamentar el vergonzoso incidente y ofrecerme su apoyo. Algo, bastante, sabía yo de las aventuras políticas de mi tío, y me apetecía muchísimo saber más. De modo que conseguí el texto de la conferencia, dada en catalán, y lo leí con cuidado. Algunas cosas las sabía, otras las sospechaba, otras me sorprendieron. Dice Preston:

Joan Tusquets i Terrats nació en una familia de banqueros adinerados de Barcelona el 31 de marzo de 1901. Su padre descendía de banqueros judíos, era un catalanista comprometido y muy amigo de Francesc Cambó. Su madre pertenecía a la rica familia Milà, mecenas de Gaudi. De adolescente, también fue militante catalanista. Durante los sucesos revolucionarios de 1917, se lanzó a la calle con sus compañeros. Cursó secundaria en una escuela de jesuitas, estudió en la Universidad de Lovaina, e hizo el doctorado en la Universidad Pontificia de Tarragona, donde se ordenó sacerdote en 1926.

Siempre según Preston, mi tío desarrolló luego un interés obsesivo por las sociedades secretas.

A pesar o a causa de sus orígenes judíos, cuando se estableció la Segunda República, sus investigaciones sobre sociedades secretas desembocaron en un intenso antisemitismo y en un gran odio por la francmasonería. Tusquets (rechazando sus orígenes) se convirtió al anticatalanismo y se hizo muy famoso por acusar falsamente a Francesc Macià de ser masón. Junto con otro sacerdote, Joaquim Guiu Bonastre, creó una red de contactos que le informaba de los actos de los masones. Estaba dispuesto a espiar si era preciso. Quemó una sala de reuniones francmasonas para poder robar unos documentos. Estas investigaciones fueron la base de sus artículos regulares en el periódico carlista El Correo Catalán… Tusquets declararía más adelante que como represalia por esos artículos habían intentado en dos ocasiones asesinarle.

Todas las afirmaciones de Preston vienen apoyadas por notas a pie de página, que dan la procedencia de las citas en que se sustentan. Deben de ser, por lo tanto, básicamente ciertas. Pero ¡qué difícil resulta compaginar el recuerdo que yo conservo de mi tío, al que traté bastante, al que quise bastante, un hombre que parecía amable, bueno, nada agresivo, cargado sobre todo de sentido común, con ese joven fanático, que juega a espía, incendia locales, roba documentos, lanza acusaciones graves sin disponer de pruebas suficientes!

Las tesis de tío Juan sí las conocía yo de antiguo —no porque él las aireara, sino porque me picó la curiosidad y me hice con alguno de sus libros, entre ellos Orígenes de la revolución española, que se vendió muchísimo en su momento y tuvo, según Preston, gran repercusión— y me parecieron delirantes, un puro disparate, impropias de un hombre tan culto y tan inteligente, que creía, sin embargo, en ellas con sinceridad absoluta, y que había colaborado a que otros muchos creyeran… También creía en ellas alguien tan distinto de él en todo como Víctor, mi tío materno, el nazi de opereta, que fue quien trajo a casa el primer ejemplar de los Protocolos de los sabios de Sión. Y me pregunto: si de verdad los Tusquets eran judíos, es raro pero posible que nunca se comentara entre ellos, pero ¿y Víctor y mi madre? ¿No lo habrían dicho, caso de haberlo sabido o siquiera sospechado? Preston sigue:

Tusquets utilizó los Protocolos como la prueba de su tesis esencial de que los judíos estaban decididos a acabar con la civilización cristiana. Sus instrumentos serían los masones y los socialistas… En España, denunció a la Segunda República como resultado de la francmasonería y acusó al presidente, el católico Alcalá Zamora, de judío y de masón. El mensaje era claro: España y la Iglesia Católica sólo podrían salvarse si se destruía a los judíos, a los masones y a los socialistas; en resumen, a toda la izquierda del espectro político. El libro de Tusquets, Orígenes de la revolución española, no sólo se vendió como rosquillas, sino que provocó una polémica nacional que alimentó sus ideas… El impacto de sus escritos fue tan importante que en 1933 Tusquets fue invitado por la Asociación Antimasónica Internacional a visitar el recientemente inaugurado campo de concentración de Dachau…

Tusquets tuvo una gran influencia sobre la derecha española en general y más específicamente sobre el general Franco, que era un entusiasta de los debates antimasónicos y antisemitas de Tusquets. En cualquier caso, Tusquets hizo mucho por desarrollar las ideas que justificaban la violencia. Estuvo en la periferia del golpe militar contra la República por sus contactos con los carlistas catalanes. A finales de mayo del 36, le pidió a Joaquim María de Nadal, secretario privado de Cambó, ayuda para el golpe de Estado.

Al producirse el golpe militar, los miembros de mi familia que quedaron atrapados en la Cataluña republicana fueron duramente golpeados. Joaquim Guiu fue asesinado el 30 de enero en Collell. Los dos hermanos pequeños de mi padre debieron de morir (nunca se encontraron los cadáveres ni testimonio directo de lo sucedido) a primeras horas del 19 de julio. Emili Blay fue asesinado en Vilafranca del Penedès el 26 de julio. Por parte de mamá, tío Víctor pasó una temporada en la cárcel, por haber desertado del frente, y también Xavier, el marido de Blanca (el buey emparejado con una golondrina), estuvo en la cárcel bajo graves acusaciones.

Pero volvamos al texto de Preston. Tío Juan habría permanecido escondido unos días en casa de mis padres, donde el 29 de julio estuvo a punto de entrar una patrulla de la FAI. Lo salvó de la muerte que saliera papá con un documento de la organización nacionalista catalana, el Estât Català, lo que obligó a los anarquistas a seguir su camino. El 31 mi tío consiguió escapar, con un pasaporte portugués, en un barco alemán que le llevó a Génova. De allí pasó a Roma y días después, con permiso del Vaticano, cruzó Francia y llegó a Pamplona y finalmente a Burgos, donde se reunió con su hermana Teresa y sus dos niños, de los que se hizo cargo.

Fue recibido calurosamente por Franco y los círculos militares, y trabajó durante un tiempo con Mola. Dice Preston:

Después de que Franco se instalara en Salamanca como cabeza del estado nacionalista, el 1 de octubre de 1936 el poder de Tusquets creció. Le ayudó mucho que su amigo y compañero de estudios en Barcelona, el padre José María Bulart, se convirtiera en capellán de la familia Franco. Cuando Bulart no podía decir misa, Tusquets le sustituía y decía misa para la familia Franco en el Palacio Episcopal. También fue preceptor de la hija del dictador, Carmen. Y visitaba a menudo a los Franco…

Franco le encargó crear el Servicio Nacionalista de Prensa, produciendo el dossier de prensa de cada día con la vista puesta en los masones que habían dado su apoyo al alzamiento militar. En palabras del falangista Maximiano García Venero, Tusquets buscaba rastros masónicos en los escritos, las palabras y la conducta privada de los miembros del Movimiento Nacional. Veía masones por todas partes. Aún más importante: el escrutinio de la prensa republicana y de la documentación capturada hinchó mucho sus archivos de sospechosos de masonería. El material capturado en las reuniones masónicas era archivado bajo su supervisión en Salamanca.

Si bien lo que cuenta Preston de la ideología y las consiguientes actividades políticas de mi tío no me sorprende demasiado, y salvo en algún detalle estoy dispuesta a darlo por cierto, son párrafos como el que cito a continuación los que me dejan atónita.

Como fue el caso de otros miembros del bando nacionalista, Tusquets sintió una mezcla de pensamientos suicidas y deseos de venganza. Por eso este pálido y elegante sacerdote estableció una relación muy estrecha con el asimismo traumatizado Ramón Serrano Súñer, cuando el cuñado del Caudillo llegó a Salamanca el 20 de febrero de 1937. Imitando al general José Millán Astray, Tusquets le dijo a un amigo carlista: «Estoy enamorado de la muerte y la muerte es la peor de las amantes. Cuando advierte que es deseada, idolatrada y amada, se escapa, deserta».

Puedo imaginar a mi tío luchando por unas ideas delirantes pero en las que creía a ciegas (a pesar de que yo leí por consejo de Víctor los Protocolos siendo una niña, y no fui capaz de tomármelos en serio), puedo imaginarlo incluso viendo masones por todas partes, pero verlo como novio de la muerte, rizando el rizo del romanticismo más cursi, me supera. ¿Cómo pudo decir un hombre inteligente, y que yo conocí lleno de sensatez, tamañas bobadas?

Pero en el texto de Preston descubrí algo también muy curioso y que tenía conmigo una relación directa. Yo sabía que Lumen, que compró mi padre en 1960 —no a su hermano Juan, sino a su hermano Carlos, el que estaba casado con «una Llinás» y había vivido desde dentro la sospechosa quiebra de la Banca— y dirigí durante cuarenta años, era hasta entonces una editorial de textos religiosos que había fundado tío Juan en Burgos durante la guerra civil. En algún momento se me ocurrió pensar que era una idea peregrina montar una editorial en pleno conflicto bélico. Pero es que no se trataba de lo que yo creía… Dice Preston:

El cuartel general de Franco ayudó a Tusquets a establecer una editorial, Ediciones Antisectarias. Serrano Súñer colaboró con él y le escribió el prólogo del tratado antisemita Masones y pacifistas, donde alababa la contribución de Tusquets a la creación de la atmósfera precursora del alzamiento militar… Masones y pacifistas fue el tratado antisemita más virulento que escribió Tusquets… Cuando se publicó, Tusquets se había convertido en una figura muy influyente en el bando nacionalista. En otoño del 38, justo antes de la ofensiva contra Cataluña, Franco y Serrano Súñer le pidieron que sugiriera nombres para liderar las instituciones establecidas por las fuerzas de ocupación. Basándose en estos consejos, Franco nombró alcalde de Barcelona a Miguel Mateu e hizo otros nombramientos a dedo.

O sea que Lumen, o mejor dicho la editorial predecesora de Lumen, nació como una editorial de propaganda franquista y antisemita, la financió el cuartel general del Caudillo y se llamó inicialmente Ediciones Antisectarias… Resulta paradójico que luego, durante cuarenta años, figurara entre las editoriales más comprometidas con el antifranquismo…

Después de la guerra civil —concluye Preston— el padre Tusquets volvió a Barcelona y, traumatizado quizá por las actividades de las fuerzas de ocupación de Cataluña, decidió no aceptar la Dirección General de Prensa y Propaganda que le ofrecía Serrano Súñer y volver a sus tareas eclesiásticas. Asimismo, cuando Franco le ofreció el cargo de consejero religioso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, decidió rechazar la propuesta. Si tenemos en cuenta lo cerca que había estado del poder en los años anteriores y lo que había luchado por conseguir un salario decente, es significativo que no aceptara estas propuestas. Hay razones para sospechar que estaba atemorizado por la brutalidad de las fuerzas de ocupación en Cataluña. Diría más tarde que hizo un esfuerzo especial por sacar a personas que conocía de los campos de concentración. En varias entrevistas, aseguró que gracias a él tesoros catalanes como el Archivo de la Corona de Aragón o la Biblioteca de Cataluña no acabaron en Salamanca como había sido el caso de otras instituciones catalanas.

Habiendo contribuido tanto a la mentalidad de odio que se ocultaba tras la represión catalana, no es poco razonable especular que estaba horrorizado por las consecuencias prácticas de sus campañas antimasónicas y antijudías.

Tusquets volvió a Barcelona y a centrar su trabajo en la educación religiosa. Sin renegar de su pasado, intentó dejarlo atrás, y justificó o tergiversó algunos hechos para Preston incuestionables. Fundó las revistas Formación catequista y Perspectivas pedagógicas, y la editorial que ahora bautizó Lumen y que dejó en manos de su hermano Carlos y su cuñado Guillermo. Fue catedrático de Pedagogía en la Universidad de Barcelona. Escribió muchos libros: sobre pedagogía, sobre Ramon Llull, sobre temas diversos. Vivía en un piso de la calle Valencia. Primero con su madre, tía Teresa y sus dos niños, las dos hermanas solteras y Gregoria. Años más tarde —cuando María y Montse se casaron, y Teresa se fue con sus hijos a un piso propio— sólo con la Abuelita y con Gregoria. Pero ya no era el Joan Tusquets de Preston, que había desempeñado un papel importante en la historia reciente de nuestro país, no era el comemasones, el furibundo antisemita, ni mucho menos el novio de la muerte: era sencillamente «mi tío Juan».