Segunda parte

Si un hombre mira con amor compasivo a sus doloridos prójimos y a causa de su amargura pregunta a los dioses: «¿Por qué afligís a mis hermanos?», sin duda será mirado por Dios con más ternura que el hombre que le felicita por su misericordia y prospera feliz y sólo tiene palabras de adoración que ofrecer. Porque el primero habla a causa del amor y la piedad, atributos divinos y cercanos al corazón de Dios, mientras que el segundo habla por causa de un satisfecho egoísmo, un atributo bestial, que no tiene lugar en el ambiente luminoso que rodea el espíritu de Dios.

HORACIO