BORRACHO
Vaya, don, ahí está usted todavía. O sea que no lo soñé. No fue una alucinación, producto de esas mezclas asesinas que les gustan a mis primos: pisco con cerveza, cosas así. ¡No se las recomiendo a nadie que tenga úlceras!
PROFESOR BRUNELLI
¿A qué ha vuelto?
BORRACHO
A ver si usted estaba aquí o si eran los diablos azules.
PROFESOR BRUNELLI
Ya lo comprobó. Váyase, ahora. Lo que tengo que hacer, debo hacerlo solo. Con dignidad y sin testigos.
BORRACHO
La calle es también mía, por si acaso. Además, quería decirle que ya me acordé de usted. El viejito que hace mítines en las casas que van a tumbar. Es usted, ¿no?
PROFESOR BRUNELLI
Sí.
BORRACHO
Claro que es usted. Su foto estaba en Última Hora el otro día. ¿Cierto que le quemaron todos esos balcones que tenía en un corralón del Rímac? El periódico decía que lloró usted como un niño. ¿De veras, don?
PROFESOR BRUNELLI
Yo no he llorado jamás. Por lo menos, para el público. Cuando lloro, lo hago para adentro y nadie lo ve.
BORRACHO
Llora con los ojos del alma, entonces. Como dice el vals.
PROFESOR BRUNELLI
Falso también que me los quemaran. Los quemé yo. Les eché queroseno y los prendí, con estas manos.
BORRACHO
¿Por qué lo hizo? ¿No era usted, más bien, el salvador de los balcones?
PROFESOR BRUNELLI
Le ruego que siga su camino, amigo. Debo hacer algo grave y no quiero testigos.
BORRACHO
¿Por qué quiere usted matarse, se puede saber?
PROFESOR BRUNELLI
Los maté porque ésa era una muerte más digna para ellos que irse pudriendo, lentamente, ahora que no tendrán quien los cuide.
BORRACHO
¿Se refiere a los balcones?
PROFESOR BRUNELLI
Preferible acabar en un gran acto ceremonial, purificador, que a poquitos, comidos por polillas y ratones, roídos por la humedad, sirviendo de meadero a perros y a borrachos. Morir en un holocausto tiene grandeza. Ir desapareciendo entre la incuria y el desprecio de la gente, es innoble.
BORRACHO
¿Para eso se va a matar? ¿Para tener un final de película?
PROFESOR BRUNELLI
A los condenados a muerte se les concede la última voluntad. Sea generoso: váyase.
BORRACHO
No puedo irme. Estoy un poco asustado ¿sabe? No me gusta esto de saber que se quiere matar. Me siento cómplice de un crimen.
PROFESOR BRUNELLI
Diga más bien que no se va por morboso. Quiere verme morir.
BORRACHO
A lo mejor es por eso.
PROFESOR BRUNELLI
¿Piensa usted pillar mi cadáver? Se llevará una decepción. No tengo nada encima, salvo este terno raído y estos zapatones cansados.
BORRACHO
Me enojaría si no fuera usted el viejito que es, don. Y el mal rato que debe estar pasando para querer matarse. Soy más honrado que cualquiera. No he visto morir a nadie hasta ahora. ¿Será por simple curiosidad, que no puedo irme? No. Por compasión, más bien. Aunque, quién sabe, hay tantas cosas torcidas en la cabeza humana… ¡Jajajá! ¿Sabe de qué me río? Me acabo de acordar. En alguna parte leí, o alguien me dijo, que a los ahorcados, en el instante de morir, cuando la soga se les cierra en el pescuezo, se les para la… Bueno, que tienen una erección, para decirlo en educado. La despedida de la virilidad, o algo así. Aunque, usted, a sus años ¡jajajá! Disculpe, ya sé que no está para bromas. No sé por qué me río, ni por qué digo estas cosas. Estoy nervioso. Me pone usted raro, no sé qué hacer. No puedo irme. Por qué no me hace un favor. Bájese de ese balcón y vayamos a tomarnos un caldito de gallina, aquí nomás, al mercado del Rímac. Lo invito. ¿Me oye? Oiga, oiga, pero qué es esto. ¡Profesor, profesor! ¿Se ha ahorcado usted? ¿Eso hacía mientras yo bromeaba? Dios mío, qué pesadilla. ¡Socorro, policía! ¡Ayuda! (Se oye crujir el balcón, amenazadoramente). Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre… (Lo interrumpe el estrépito con que se vienen abajo el balcón y el hombre colgado en él. Es un sonido aparatoso, monumental, de tablas y tablillas que se desparraman por todo el derredor entre una gran nube de polvo). ¡Dios mío! Perdóname mis pecados, Santa Madre del Señor.
PROFESOR BRUNELLI
(De entre las tablas, su voz suena remota y adolorida).
Déjese de rezo y ayúdeme a salir de aquí. Me siento una rata aplastada.
BORRACHO
Sí, sí, por supuesto. ¿Está usted bien? ¿Ningún hueso roto? No, no, menos mal que no le pasó nada. Déjeme sacudirlo, parece un fantasmón con todo ese terral encima. Bueno, bueno, ahora sí que se me quitó la borrachera ¡Qué emociones, para comenzar el día! ¡Pa su diablo! ¿No le duele el pescuezo? Y usted que decía que este balcón nos resistiría a los dos juntos.
PROFESOR BRUNELLI
Me salvaron la vida las polillas. ¿Se ha visto algo más ridículo? Ríase nomás, no es para menos.
BORRACHO
Me alegro de lo que pasó. No me hubiera gustado ser testigo de su muerte, don. Me pegó un sustazo, sabe, cuando lo vi ahí, colgando.
PROFESOR BRUNELLI
Yo quería terminar de una manera dramática, con un gran gesto simbólico. Para el presente y para la posteridad. Y todo ha terminado en una payasada. Pero lo peor no es eso. ¿Sabe qué es lo peor, mi amigo?
BORRACHO
¿Qué?
PROFESOR BRUNELLI
Que he destruido una de las maravillas barrocas del siglo XVIII. Yo, yo mismo la he pulverizado.
BORRACHO
Ésa es una manera de verlo. Podría haber otra, don.
PROFESOR BRUNELLI
¿Cuál otra?
BORRACHO
Que el balconcito se sacrificó para que usted se salvara. ¿No habla usted de esos balcones como si estuvieran vivitos y coleando? Entonces, cabe mi explicación. Cuando el balcón sintió su peso, reflexionó: «Ni de a vainas, yo no permito que el defensor de mis hermanos acabe así». Y prefirió desintegrarse para que usted viviera.
PROFESOR BRUNELLI
¿Sabe que esa explicación me gusta?
BORRACHO
A mí también.
PROFESOR BRUNELLI
¿Qué más pensó el balcón, antes de hacerse añicos para que yo me salvara?
BORRACHO
Bueno, mi cabeza ya produjo una genialidad. No producirá otra hasta el próximo año.
PROFESOR BRUNELLI
Pensó: «Ese viejo debe vivir para seguir batallando. Hay todavía muchas casas nobles, muchos balcones ilustres por salvar».
BORRACHO
¿Y eso es lo que va a hacer ahora?
PROFESOR BRUNELLI
No me queda alternativa. ¿Iba en serio eso del caldito de gallina en el mercado del Rímac?
BORRACHO
Espéreme, déjeme ver si me alcanzan los solcitos. Porque, anoche, mis primos me hicieron pagar a mí todas esas mezclas asesinas de cerveza y pisco. Sí, alcanza. Mire, ya hay luz. Nada como un caldito de gallina sustancioso para comenzar el día.
PROFESOR BRUNELLI
Vamos, pues. Y, luego, me acompañará usted a mi corralón a recoger un par de carretillas, que se salvaron de la quema. Y volveremos aquí.
BORRACHO
¿Volveremos?
PROFESOR BRUNELLI
Venga, deme el brazo que ando un poco magullado. Volveremos a llevarnos esas tablas, mi amigo. Las vigas, molduras, adornos. Hasta las astillas. Porque, aunque nos tomará algún tiempo, a este primor barroco lo vamos a resucitar.
BORRACHO
¿Me podría decir por qué habla en plural?
PROFESOR BRUNELLI
Porque usted será mi ayudante. Mi brazo derecho.
BORRACHO
Ah, caramba. Ya veo, es usted de esos a los que se les da la mano y se trepan hasta el codo.
PROFESOR BRUNELLI
Mientras nos tomamos ese caldito de gallina, se lo explicaré. Ya verá, salvar balcones viejos es mucho más que un servicio público. Ya verá qué aventura entretenida y exaltante puede ser.
BORRACHO
A este paso me voy a arrepentir de que se viniera abajo el balconcito, don. Ya me veo convertido en el loco de los balcones bis.
PROFESOR BRUNELLI
La cruzada ha experimentado una merma, con la partida de mi hija y de mi yerno. Y con ese malhadado incendio. Habrá que recomenzar desde cero. Usted y yo seremos la semilla. La cruzada rebrotará como los árboles luego de la poda: más fuerte que antes. Creceremos, formaremos un ejército de soñadores. Devolveremos a Lima la gracia y la majestad que le corresponden por tradición y por historia…
Mientras se alejan, tomados del brazo, en el amanecer azulino, comienzan a oírse los compases del Himno de los Balcones.
BORRACHO
Lo peor de todo es que, con esa labia maldita, usted es capaz de convencerme. Ya nos estoy viendo a los dos encerrados en un manicomio y con camisa de fuerza, don.
Sus voces se pierden, sumergidas por el himno, cantado a voz en cuello por invisibles cruzados, mientras cae el
TELÓN
Berlín, 13 de febrero de 1992