El presidente de los Estados Unidos leyó el informe con expresión de creciente terror.
—Esto es espantoso —dijo, cuando hubo terminado—. No tengo alternativa. Mejor dicho, elija lo que elija, mucha gente va a morir.
Adam Munro le miró, sin pizca de compasión. Había tenido tiempo de aprender que, en principio, las pérdidas de vidas interesan poco a los políticos, con tal de que no se advierta públicamente que tienen algo que ver con ello.
—No será la primera vez, señor presidente —dijo, con firmeza—, y, sin duda alguna, tampoco la última. En la Empresa lo llamamos «La Alternativa del Diablo».