Un tractorista montado en su enorme John Deere conducía con lentitud a lo largo de las interminables hileras de tallos de soja, sin pensar en nada más serio que una cerveza helada y un partido de los Sox que se estaba perdiendo en la televisión, cuando de pronto oyó a sus espaldas el zap-zap-zap de unos coches lanzados a toda velocidad y el rrrrawr-rrrrawr de un semirremolque de doble eje. Por el rabillo del ojo vio un diesel gigantesco que se lanzaba sobre él. Giró frenéticamente el volante de su tractor, destrozando una docena de hileras, pero cuando miró hacia atrás no había nada.