BOSQUEJO DE LA ESCUELA LATINA
1. Aquí hemos dispuesto un plan que, con los cuatro idiomas antes indicados, nos permitirá abarcar toda la enciclopedia de las artes. Esto es, que si los adolescentes pasan con eficacia por todas estas clases, llegarán a ser.
I. Gramáticos, capaces de expresar los conceptos de todas las cosas, con perfección en idioma patrio y en latín, y lo suficiente para las necesidades en griego y hebreo.
II. Dialécticos, peritos en definir con exactitud, hacer distinciones, exponer argumentos y resolverlos.
III. Retóricos u oradores, aptos para hablar con elegancia de cualquier materia que se les proponga.
IV. Aritméticos y V. Geómetras, ya por las diversas necesidades de la vida, ya porque estas ciencias sirven para despertar y avivar el entendimiento.
VI. Músicos, prácticos y teóricos.
VII. Astrónomos, por lo menos en lo más fundamental, versados en la doctrina esférica y en el cómputo, ya que sin esto son ciencias ciegas, tanto la Física como la Geografía y la Historia en su mayor parte.
2. Estas son las famosas siete artes liberales, cuyo conocimiento piensa el vulgo que basta para ser Maestro de Filosofía. Pero, como queremos que nuestros discípulos lleguen más arriba, pretendemos que sean además:
VIII. Físicos que conozcan la constitución del mundo, la fuerza de los elementos, las diferencias de los animales, las propiedades de las plantas y metales, la estructura del cuerpo humano, etc., tanto en general, conforme son en sí, como respecto a la aplicación de las criaturas a los usos corrientes de nuestra vida, lo que constituye gran parte de la Medicina, Agricultura y demás artes mecánicas.
IX. Geógrafos, que puedan recorrer el orbe de las tierras grabado en su imaginación y los mares con sus islas, los ríos y los reinos de todos los países, etc.
X. Cronólogos, que sepan de memoria, en todos sus períodos la revolución de los siglos desde el comienzo de los tiempos.
XI. Historiadores, que sepan referir a ciencia cierta los más notables cambios del género humano, de los reinos principales y de la Iglesia y las diferentes costumbres y acontecimientos de los países y hombres.
XII. Éticos, que conozcan los géneros y diferencias de las virtudes y vicios y sepan huir de unos y practicar las otras, lo mismo en su consideración general que en su particular aplicación respecto a la vida económica, política, eclesiástica, etc.
XIII. Finalmente, queremos formar TEÓLOGOS, que no solamente comprendan los fundamentos de la fe, sino que sepan defenderlos por medio de las Sagradas Escrituras.
3. Queremos que, al terminar el curso de los estudios de estos seis años, sean los adolescentes, si no perfectos en todas estas materias (ya que ni la edad juvenil consiente la perfección, puesto que es necesaria larga experiencia para afirmar la teoría con la práctica, ni en seis años es posible agotar el océano de la erudición) por lo menos que tengan sólidos fundamentos para una futura erudición perfecta.
4. Serán necesarias para la ordenada cultura de todo este período, seis clases distintas, cuyas denominaciones pueden ser las que siguen empezando por la inferior:
I |
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GRAMÁTICA |
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II |
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FÍSICA |
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Clase . . . |
III |
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MATEMÁTICA |
IV |
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ÉTICA |
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V |
. . . . |
DIALÉCTICA |
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VI |
. . . . |
RETÓRICA |
5. Pienso que nadie ha de reprochar que pongamos en primer término la Gramática, abriendo marcha; lo que seguramente llamará la atención a los que respetan la costumbre como ley es que pospongamos la Retórica y la Dialéctica a las ciencias reales. Pero es conveniente proceder de esta manera. Venimos sosteniendo que debe tratarse antes de las cosas que de su modo de ser, esto es, la materia antes que la forma, y que para hacer progresos sólidos y rápidos es el método más adecuado que nos instruyamos bien en el conocimiento de las cosas antes de que se nos obligue a juzgar acerca de ellas con acierto o enunciarlas con florido lenguaje. De lo contrario, por muy dispuesto que estés para hablar y discutir de todas las maneras, si desconoces la materia que has de exponer o defender, ¿qué será lo que expongas o discutas? Como es imposible que dé a luz una virgen no preñada, también es imposible que pueda racionalmente hablar de una cosa aquél que no tenga conocimientos previos de ella. Las cosas son lo que son por sí mismas, aunque no se les aplique ninguna razón o idioma. Tanto las razones como las lenguas versan exclusivamente sobre las cosas y dependen de ellas hasta el punto de que sin las mismas o desaparecen o son meros sonidos sin sentido alguno, empeño estúpido o ridículo. Y como el raciocinio y la palabra se basan en las cosas, es evidentemente necesario que el fundamento de ellas debe ir en primer lugar.
6. La ciencia de lo natural debe anteceder a la enseñanza moral, aunque parezca a muchos que debe ser lo contrario, y se prueba con razones de un docto varón. Lpsio, en Fisiología, 1. I, c. I, escribe como sigue:
Nos agrada la opinión de ilustres autores, y coincidimos y aprobamos que la Física deba enseñarse en primer lugar. El agrado en esta parte (de la Filosofía) es mayor y más adecuado para atraer hacia ella y retenerla; mayor es también la dignidad y esplendor para excitar la admiración, y, por último, es preparación y desarrollo del espíritu para estudiar con fruto la ética.
7. Acerca de las matemáticas puede existir la duda de si han de ir antes o después de la física. Los antiguos partían, en efecto, del conocimiento de las matemáticas, de donde les viene el nombre a dichas enseñanzas (ματηματωυ), y Platón no admitía en su Academia a quien estuviera ayuno en estos conocimientos (αγεωμετρητον). La causa de ello salta pronto a la vista, porque dichas ciencias, al tratar de los números y cantidades, se reciben y fijan en los sentidos y, por tanto, son más fáciles y exactas, desarrollan y hieren más la imaginación y, finalmente, predisponen y estimulan para el estudio de otras materias más remotas de los sentidos.
8. Todas estas alegaciones son absolutamente ciertas; pero, sin embargo, nosotros tenemos que hacer aquí otras consideraciones. En primer lugar, hemos preceptuado nosotros que en la escuela común han de ejercitarse los sentidos y el entendimiento por medio de las cosas sensibles, aun con la enseñanza de los números cuidadosamente efectuada, por lo cual nuestros discípulos ya no estarán completamente limpios de conocimientos matemáticos (αγεωμετρητοι). Segundo. Nuestro método procede siempre gradualmente. Antes de llegar a las elevadas especulaciones de la cantidad se intercala oportunamente la doctrina de los concretos al tratar de los cuerpos, y así se marcha sutilmente por grados a la comprensión de lo abstracto. Tercero. Hemos incluido en el programa de la clase matemática algunas materias no reales, cuyo conocimiento fácil y verdadero puede adquirirse casi sin la enseñanza de las naturales y por esto las colocamos al principio. Ahora bien, si los argumentos ajenos o la práctica misma demostrasen lo opuesto, nosotros no tenemos intención de llevar la contraria, lo hemos dispuesto conforme nos lo aconsejan los motivos que acabamos de reseñar.
9. Después que se haya obtenido un regular conocimiento de la lengua latina (por medio del Vestíbulo y Puerta, que destinamos a la primera clase) aconsejamos que se instruya a los discípulos en la ciencia más general, llamada primera sabiduría y vulgarmente Metafísica (a nuestro parecer sería más exacto denominarla προφυσικα o υποωυσικα, doctrina o enseñanza antenatural o subnatural). Esta ciencia, en efecto, investiga los primeros y más profundos fundamentos de la Naturaleza; o sea los requisitos necesarios, atributos y diferencias de todas las cosas, con las reglas más generales para todas ellas, así como las definiciones, axiomas, imágenes y composiciones. Conocido todo esto (y fácilmente puede conseguirse con nuestro método), ya no habrá dificultad ninguna para acometer el conocimiento de todo lo particular, que en su parte principal aparecerá como ya conocido, y, por lo tanto, lo que únicamente resultará nuevo será la aplicación de lo general a los casos especiales. Inmediatamente que estas generalidades sean conocidas, y bastará emplear en ello un trimestre (se percibirán fácilmente, puesto que no serán sino meros principios que todo sentido humano, con la sola luz natural, podrá conocer y admitir), se pasará a la consideración del mundo visible, para que las creaciones de la naturaleza (ya indicadas en Metafísica) se revelen más y más mediante los ejemplos particulares de la misma Naturaleza, principalmente. Estas enseñanzas corresponderán a la Clase Física.
10. De la esencia de las cosas pasaremos al estudio de a sus accidentes, que denominamos Clase Matemática.
11. En seguida se presentará a la consideración de los alumnos el hombre mismo con los actos de su voluntad libre, como señor de las cosas, para que aprendan a observar qué es lo que cae bajo nuestra potestad y albedrío, qué es lo que a ello no está sometido y cómo es conveniente administrar todo conforme a las leyes del universo, etc. Esto se enseñará el cuarto año en la Clase Ética; pero no de un modo histórico solamente respondiendo al cómo (το οτι), según se hacía en los rudimentos de la escuela común, sino atendiendo al porqué (το διοτι) para que se vayan acostumbrando los alumnos a inquirir las causas y los efectos de las cosas. Hay que tener cuidado en estas cuatro clases primeras de no deslizar nada que origine controversia, porque esto queremos reservarlo única y exclusivamente para la quinta clase que sigue.
12. Así, pues, en la clase Dialéctica, después de hacer que precedan unos breves preceptos acerca del raciocinio, queremos que se repasen las materias anteriores físicas, matemáticas y éticas y que se resuelva aquí todo cuanto se presente de alguna importancia, y que suele aparecer en las controversias entre los eruditos. Aquí se ha de enseñar: cuál sea el origen de la controversia; cuál su actual situación; qué es tesis y qué antítesis; con qué argumentos verdaderos o verosímiles ha de defenderse esto o aquello. Luego descúbrase el error de la afirmación contraria, la causa del error y la falsedad de los argumentos, con la fuerza de la argumentación en pro de la verdadera tesis, etc., o, por el contrario, la conciliación de los argumentos, si en una y otra tesis hubiese algo verdadero. De esta manera con un mismo trabajo conseguiremos bien la provechosa y grata repetición de lo ya estudiado, bien la útil explicación de lo no entendido anteriormente; y se logrará enseñar con brevedad el arte de razonar, de investigar lo desconocido, aclarar lo oscuro, distinguir lo ambiguo, limitar lo general, defender la verdad con sus propias armas, combatir la falsedad, y finalmente, poner en orden lo confuso, por medio de constantes ejemplos, esto es, por el camino más corto y eficaz.
13. La clase última será la Retórica en la que proponemos que se desarrolle el ejercicio práctico, verdadero, fácil y agradable de todo lo que se haya aprendido hasta este momento, en donde ha de estar la demostración de que se ha aprendido algo y no ha sido en vano. Conforme al dicho socrático: Habla para que te vea, queremos ejercitar su lengua en la elocuencia a todos aquellos a quienes hasta ahora hemos ido formando su entendimiento para la sabiduría.
14. Previos, pues, unos breves y claros preceptos acerca de la elocuencia, comencemos en seguida los ejercicios; a saber, la imitación de algunos de los principales maestros del decir. Sin embargo, no habremos de imitarlos tratando acerca de las mismas materias, sino recorriendo nuevamente los campos de la verdad y variedad de las cosas, los vergeles de la honestidad humana y los jardines de la sabiduría divina: de manera que todo cuanto los discípulos saben que existe de verdadero, bueno, útil, agradable y honesto, sepan también expresarlo con belleza y defenderlo con energía si hubiera necesidad. Al llegar a este momento se encontrarán provistos de un arsenal no despreciable: el conocimiento verdadero de las cosas de todo género, y de una dotación más que suficiente de palabras, frases, adagios, sentencias, historias, etc.
15. Pero de esto ya se tratará más minuciosamente cuando venga el caso, pues la práctica misma nos dará naturalmente lo demás. Solamente conviene añadir esto: Como el conocimiento de la historia es la parte más hermosa de la erudición, y a modo de los ojos de la vida entera, es prudente distribuirle por todas las clases de estos seis años, para que no ignoren nuestros discípulos todo lo digno de memoria que consta que se ha hecho o dicho desde la más remota antigüedad. Hay, sin embargo, que efectuar este estudio con tal circunspección que no aumente el trabajo de los discípulos ni tampoco le relaje, sino que sea como el condimento de los estudios más serios.
16. Nosotros hemos pensado que podría componerse para cada clase un libro especial relativo a determinado género de historias; esto es, que se destine
I. |
Un epitome de Historias bíblicas. |
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II. |
Historia de los seres naturales. |
|
A la |
III. |
Historia de los seres artificiales, de invenciones de las cosas. |
clase |
IV. |
Historias morales, de los ejemplos más notables de las virtudes, etc. |
V. |
Historia rural, de las costumbres y ritos de diversas naciones. |
|
VI. |
Historia universal, de todo el mundo y principales países, especialmente la patria, todo de manear muy breve y sin omitir nada de lo esencial. |
17. Acerca del método particular que ha de seguirse en estas escuelas, no diré nada más que: Es nuestro pensamiento que las ordinarias cuatro horas públicas se inviertan del siguiente modo: las dos de la mañana (después del sagrado ejercicio de piedad) se destinen a la Ciencia o arte que da el nombre a la clase; y la primera de la tarde se dedique a la historia y la segunda a ejercicios de estilo, palabra, manuales, etc., conforme requiere la materia de cada clase.