«Al escribir su Didáctica Magna, Comenio contribuyó a crear una ciencia de la educación y una técnica de la enseñanza, como disciplinas autónomas.»
JEAN PIAGET
La Didáctica Magna de Comenio, que el lector tiene en las manos, es el libro que transformó a la Pedagogía en la Ciencia de la Educación e hizo que los pedagogos, de simples ayos que eran, se constituyeran en profesionales forjadores de ciudadanos. Este libro colocó al niño como centro del fenómeno educativo, haciendo que todo concurriera a su servicio: maestros, textos, aulas y métodos. A este libro se debe la creación de la escuela popular, en la que todos tienen acceso a la educación: hombres y mujeres, pobres y ricos, párvulos y adultos, superdotados y atípicos. Aquí se implanta el método activo —aprender haciendo— por el que el alumno crea su propio conocimiento con la memoria de la experiencia, antes que con la memoria de la palabra.
Comenio fue el primer promotor del desarrollo de la comunidad; se preocupó por elevar el nivel económico del pueblo, no limitando su acción educativa al recinto de la escuela, sino haciéndola llegar a todo el ámbito de la comunidad. Pero tiene otros méritos más. Es el precursor de los jardines de niños, puesto que quiso que cada hogar fuera una escuela materna, y, al ilustrar con imágenes sus textos escolares, fue también el primero en utilizar los materiales audiovisuales, que ahora son esenciales en la educación. Quería que toda la humanidad fuese una sola familia, con una lengua común, una misma educación y un solo gobierno. La Unesco lo reconoce precursor y la Onu lo proclama tutelar, puesto que diseñó ambas organizaciones. De ahí, que, al cumplirse en 1970 tres siglos de la muerte de Comenio, la Conferencia General de la Onu haya invitado a los Estados miembros a que conmemoren la obra de este insigne maestro que «consideraba a la educación como uno de los medios más importante? para establecer una mejor comprensión de los pueblos» (Onu, Resolución 2412.)
México no podía quedar al margen de este aniversario. La edición de esta obra cumbre de Comenio, que la Editorial Porrúa hace asequible a los estudiosos de la disciplina educativa, es su aportación al Año Internacional de la Educación. Antes de adentrarnos en su lectura, detengámonos en el autor, para que, enterados de la calidad del árbol, gustemos más del fruto.
I. EL CORAZÓN DE EUROPA
La naturaleza dejó proyectado el continente europeo hacia el Nuevo Mundo. Los litorales le dan una configuración de un ser en ademán de lanzarse al mar occidental, como queriendo retornar al continente americano, de donde se dice que lo separó el hundimiento legendario de la Atlántida. Ciertamente Europa es dinámica en todo su organismo. Y el corazón de Europa es Checoslovaquia.
En efecto, la República de Checoslovaquia está situada en el centro geográfico de Europa. Rondan sus límites Hungría, Austria, Alemania, Polonia y Rusia, con cada una de las cuales tiene algo de común, porque Checoslovaquia ha recibido de ellas los elementos que integran su ser. Sólo lamenta la carencia de uno, el mar, pues no puede recostarse sobre ninguna playa para recibir el baño de los oleajes tonificantes.
Su territorio está vertebrado por el tórax montañoso de los Altos Tatras, los Beskides y los Cárpatos, e irrigado por la red arterial del Moldava que lo cruza, del Danubio que lo limita por el sur, y de los manantiales del Oder y del Elba que nacen en su seno. La epidermis de praderas ondulantes y de espesos bosques parece dilatar la ensoñadora línea del horizonte hacia el infinito, con la nostalgia que es la única expresión de lo introvertido de su espíritu.
Checoslovaquia nunca ha conseguido proyectarse al exterior como ella quisiera. Como es un paso obligado de Europa, por su suelo han desfilado innúmeros ejércitos de los más grandes imperios. Esto la ha hecho volverse sobre sí misma, hasta constituirse en un microscomos, pletórico de vida interior, que genera patriotismo en sus habitantes y deseos de retornar en los turistas que la visitan; pero incapaz como nación de mantener por largo tiempo su autonomía.
La exigüidad territorial de cerca de 128 000 km2, podría compararse a una entidad mexicana, por ejemplo Durango; esto es, que en la República Mexicana cabrían quince Checoslovaquias. Sólo que mientras en el Estado de Durango hay medio millón de habitantes, distribuidos en cuarenta municipios, en Checoslovaquia viven catorce millones de seres humanos, que pueblan doce mil municipios.
Checoslovaquia es una de las naciones más civilizadas del orbe. La historia registra la fama de su cultura ancestral. En deportes, México fue testigo de su adelanto. El toque de exquisita feminidad dado por la campeona Vera Caslavska en los XIX Juegos Olímpicos de 1968, vinculó todavía más a México con Checoslovaquia, al elegir ella a nuestro país para fijar su destino en el matrimonio contraído en la histórica catedral metropolitana, cuyo recinto se iluminó con la presencia de la mirtácea diosa checa.
Para simplificar términos, utilizaremos la denominación de Checoslovaquia al referirnos a todo acontecimiento pretérito ocurrido dentro del ámbito geográfico que actualmente ocupa este país. Poco antes de nuestra era invadieron a Checoslovaquia, por el poniente, los celtas, cuya tribu boyense dio a la región occidental el nombre de Bohemia, con que se designó por siglos al país, y por el oriente los escitas. Cuando las legiones de Julio César penetraron en territorio checo, de paso hacia las Galias, cambiaron al país en su política y en su cultura. Posteriormente los bárbaros lo cruzaron en todas direcciones, antes de lanzarse a la conquista de Roma. Así fue como se convirtió el país checo en el campo de batalla de la descomunal pugna germano romana. Una vez que las victoriosas hordas bárbaras desalojaron el campo, le tocó el turno a una tribu eslava, la cual descendió por la cuenca del Danubio y, al arraigar, conjugó su cultura oriental con la occidental de los celtas. Se generó entonces un foco político y cultural de eslavos occidentales, conocido con el nombre de la Gran Moravia. A principios del siglo IX se integró un poderoso imperio que dilató sus fronteras —siempre en busca del océano— hasta los mares Adriático y Báltico. Cimentaciones y restos arquitectónicos descubiertos, muestran lo adelantado de la cultura de este imperio.
Como se ve, en Checoslovaquia la historia ha marchado siempre al paso marcado por los redobles bélicos de los tambores de mil ejércitos. Hay que reconocer, sin embargo, que los conquistadores sucesivos no sólo asolaron todo, sino que también construyeron muchas cosas nuevas. Podemos verlo en el florecimiento actual. Checoslovaquia es el único país de Europa que aparece como el más rico museo de colecciones de fuentes históricas arquitectónicas de todas las épocas, a partir del primer año de nuestra era. En el castillo de Praga se admiran cuadros del Veronés, de Rubens y del Tintoreto; en el Museo Nacional existe la partitura original de un concierto de Haydn para violoncello; recientemente fue descubierto en la Biblioteca de Mladá Vozice el manuscrito de «El Duque de Gandía», que Calderón de la Barca escribió en honor de San Francisco de Borja, tercer General de los jesuítas. Todo esto, y muchos tesoros culturales que se conservan ocultos, fueron rescatados de la rapiña del nazismo invasor en la Segunda Guerra Mundial.
Apagadas las llamas de esta conflagración y oreado el mar de sangre, la heroica República de Checoslovaquia cobró nuevos bríos, realizando una asombrosa actividad sobre la base objetiva del campo científico. Ya desde el Renacimiento, en la época de Rodolfo el Alquimista, la ciencia hizo acto de presencia en Checoslovaquia. Copérnico y Kepler iniciaron la revolución astronómico-heliocéntrica, base de las asombrosas conquistas espaciales que la humanidad está realizando actualmente. En Praga actuaron Bolzano, Barranda y Mendel. Goethe efectuó allí investigaciones geológicas. En estos tiempos destaca Jaroslav Heyrovsky, Premio Nobel de Química 1959, reconocido como el creador de la polarografía.
Al lado del desarrollo científico, atrae la atención mundial el progreso educativo. Para comprender el ansia de cultura y de educación que se desarrolla entre el pueblo checoslovaco, es necesario retroceder hasta los tiempos de Comenio.
II. EN LA FRAGUA ESCOLAR
Hay hombres que son como el acto en el cual todo un mundo de posibilidades se realiza. Juan Amos Comenio es uno de ellos. Sintetiza el genio de Checoslovaquia. Como su patria, Comenio fue toda la vida víctima. Esta no es una expresión hiperbólica, sino verídica, exacta, por eso se capta espontáneamente, dado que hay muchas naciones víctimas, al igual que muchos hombres elegidos. El magisterio comeniano trasciende las edades y las fronteras para guiar hacia la excelsitud a todo hombre que, aun sin nacer en la privilegiada Checoslovaquia, tiene la oportunidad de luchar por la redención cultural en su patria.
La infancia de Comenio transcurrió en la Eslovaquia morava, región rica en cantares y leyendas, cuyos habitantes son tenaces en el trabajo y valientes sin menoscabo de su piedad. Estas cualidades estructuran el carácter de los checos. No obstante las controversias existentes acerca del lugar de su nacimiento, se ha comprobado científicamente que Juan Amos nació en Nivnice, el día 28 de marzo del año 1592, un siglo después del descubrimiento de América.
Cuando apenas tenía unos días de nacido, sus padres pasaron a radicarse al poblado de Unersky Brod, en donde recibió el bautismo de la Hermandad Morava, por lo que quedó constituido miembro de esta iglesia evangélica. El hecho de haber sido descubierta en esta población la fe de su bautismo, hizo suponer a muchos historiadores que Comenio había nacido aquí; y así corre impreso en numerosas obras; pero investigadores serios testifican su origen nivnicita.
Se le impuso el nombre de Juan en honor de Hus, al que querían sus padres que imitara, como de hecho lo emuló. El apellido Amos, de origen israelí, confirma su ascendencia judía, ya que sangre de la estirpe de David circulaba por sus venas y mantuvo palpitante su inmenso corazón en una longevidad sostenida por Jahveh, como testimonio de bendición. El cognomento de Komenshy se deriva de la localidad morava de Komna —de donde era oriunda la familia—, y que al latinizarse se hizo Comenius, de donde proviene la forma española de Comenio, que le es familiar a todo maestro mexicano.
La agitación social circundante sacudió su cuna. Gavillas de bandoleros y comandos de guerrilleros asolaban en ese tiempo a Morovia. Aldeas, en llamas, hombres masacrados, mujeres raptadas, eran imágenes que se fueron incrustando en el interno yo del infante, que se sobresaltaba ante los relatos llenos de crudeza que narraban los mayores, y que perduraron de por vida a semejanza de las escoriaciones en el tronco de un árbol. A los doce años de edad quedó huérfano. Los tutores no pudieron atender su educación como lo hubieran hecho sus padres y lo requería la extraordinaria inteligencia del pupilo.
Llegó por fin el día de su ingreso en la escuela de Straznice. Cortésmente saludó al maestro y pasó a tomar asiento en el banco asignado. El rostro se iluminó ante la explicación de la lección. Estaba a gusto en el aula. Era manifiesta su vocación por el estudio. Desgraciadamente la paz escolar fue turbada por el tropel de gente en fuga. Cada padre arrebataba a su hijo para huir antes que las llamas consumieran al poblado. Fue el bautismo de fuego de Comenio. Nunca olvidará este incidente. El recuerdo de Straznice irá asociado al fuego que devoró las casas y a los métodos memorísticos con que su maestro les obligaba a aprender pasajes bíblicos, cánticos religiosos y preguntas de catecismo, mientras que la enseñanza de la lectura, escritura y cálculo era relegada a segundo plano, como si fuese complementaria, con procedimientos incomprensibles que exigían años de aprendizaje verbalista, cuando podía aprenderse en unos cuantos meses con una motivación interesante, como es la utilidad que prestan en la vida dichas disciplinas, y métodos activos que permitieran a los alumnos construir su propio conocimiento.
Lo excepcional de su aplicación atrajo la atención de nobles protectores de la Hermandad Morava, los cuales enviaron a Comenio a la escuela secundaria de Prevov, como becado. También esta escuela tenía los defectos propios de la época. Con todo, Comenio logró asimilar a los clásicos latinos y griegos, y profundizó en el estudio de la historia de todos los pueblos. Adquirió además los rudimentos de diversas lenguas. Sólo que el martirio que le producía la memorización de reglas ininteligibles, le hizo reaccionar posteriormente, redactando manuales; para aprender lenguas de una manera natural, como se aprende la propia en la infancia, a base de frases, no de reglas. Las reglas deberá redactarlas posteriormente el aprendiz, una vez que haya dominado la lengua aprendida.
Como premio a su aprovechamiento, Comenio fue seleccionado para ir a estudiar a la Universidad de Herborn, de donde sobresalió entre todo el alumnado, y posteriormente a la de Heidelberg, en donde volvió a triunfar durante el trienio de 1611 a 1614. El filántropo Carlos Zerotin costeó estos estudios. Comenio le agradeció de por vida, pues, hace frecuentes menciones de este protector. Fueron catedráticos suyos los eminentes maestros Juan Fischer y Juan Enrique Alsted. Lamentablemente fue turbada la paz que debía reinar en esas casas de estudios superiores. Se reflejaban en los muros universitarios las llamas de una guerra cruel que redujo a cenizas al país. Era creencia general muy arraigada la del Quiliasmo, según la cual, el cumulo de desgracias y sufrimientos no eran otra cosa que los dolores de parto de los que estaba naciendo la era de mil años, en la que debía reinar Cristo.
Durante este período, Comenio absorbió con avidez los conocimientos de las ciencias naturales, que giraban en torno a la teología, logrando además desenvolver su personalidad con la libertad de espíritu que él deseaba. Especial interés le despertó el «Memorial» de Ratke, en el que este pedagogo alemán hacía la exposición de un nuevo método para enseñar de acuerdo con los principios que Comenio seguía en su tarea de sistematización de la Pedagogía que ya comenzaba a esbozar. Así logró coronar sus estudios universitarios con la máxima distinción que unánimemente le hizo el claustro de catedráticos. Después de este triunfo retornó a su tierra.
Poco antes de dejar su querida Universidad de Heidelberg compró, con el dinero que tenía reservado para su pasaje de regreso, el manuscrito de Copérnico sobre «Las revoluciones orbitales de los astros». A Comenio le indujo a esta adquisición el interés que ponía en todos los descubrimientos que la ciencia hacía en aquellos difíciles tiempos del imperio de la metafísica escolástica. El recorrido lo hizo naturalmente a pie. Pero no sintió el camino. Absorto como iba por el placer de llevar consigo el manuscrito, no advirtió el centenar de kilómetros que se deslizó bajo sus plantas.
Aquellas páginas de Copérnico fueron toda una proclama de la revolución astronómica que comenzó a tomar carta de ciudadanía en las mentes cultivadas. Copérnico demostraba su teoría heliocéntrica, según la cual el centro de nuestro sistema planetario no era la Tierra, como se venía creyendo desde antiguo, sino el Sol. Entre jornada y jornada de aquella larga caminata, Comenio dedujo por analogía que el centro del sistema escolar no era el maestro, como se consideraba entonces, sino el alumno, en torno del cual debe girar toda organización escolar. Heliocentrismo en Astronomía y paidocentrismo en Pedagogía, fueron dos revoluciones contemporáneas que mucho han beneficiado a la humanidad.
Este profundo interés, por el conocimiento científico, y el deseo de que nada en este mundo constituyera un secreto ante la investigación del hombre, fue el criterio que Comenio sostuvo durante la época de su formación universitaria y que habría de proyectarse hasta su más avanzada edad. La fragua escolar forjó su carácter con una reciedumbre tal, que quedó preparado para la vida que le esperaba, llena de sufrimientos y de lágrimas.
III. EN EL CRISOL DEL DOLOR
Feliz comienzo para su edad adulta, fue el hecho de haber ejercido Comenio la profesión de instructor en Prevov, durante los años de 1614 a 1618; porque nada ayuda tanto al aprendizaje como el compromiso de una cátedra. Aquel maestro veintiañero rebullía de reacciones en contra del sistema pedagógico imperante en las escuelas. No sólo recordaba lo negativo de los sistemas en que había sido educado, sino que había concebido con nitidez genial todo un sistema nuevo, humano, científico, que atendía a las necesidades del alumno y velaba por sus intereses, con preferencia a los del maestro. Pero, virtuoso como era Comenio, esperaba con prudencia el momento de actuar. Entre tanto, rumiaba sus concepciones pedagógicas y precisaba los lincamientos de su sistema revolucionario.
En Fulnek, pequeña ciudad morava en donde permaneció hasta 1621, empezó a aplicar su método activo, que era totalmente desconocido. En vez de amedrentar a los alumnos con la vara en la mano, Comenio los atraía luciendo la más radiante de las sonrisas; y en lugar de hacerlos repetir cosas de memoria, procuraba explicarles primero la lección para que la entendieran; en seguida ayudaba a los alumnos a que ellos mismos elaboraran los conceptos explicados, hasta que quedaban fijos en la memoria; y finalmente los ponía a ejercitarlos en cosas prácticas de la vida. Estos tres pasos: comprender, retener y practicar, constituyen el tripié sobre el que descansa el sistema comeniano. Quedaron sintetizadas en sus correspondientes voces griegas que Comenio repetía a menudo: autopsia, autocracia y autopraxia.
Los opimos frutos que rendía este método en el aprendizaje de las lenguas, sobre todo del latín, que era el idioma oficial en las universidades, reportaron para Comenio una fama tal de sabiduría, que la Hermandad Mora va a la que pertenecía, en vista de las cualidades que lo adornaban, tales como probidad, celo apostólico, cultura universitaria y afán de investigador científico, lo eligió ministro evangélico. Recibió el Orden Sacerdotal a los veinticuatro años de edad. Aunó así, cómo Cristo, dos profesiones sublimes: la de maestro y la de sacerdote.
Comenio dio preferencia siempre a su ministerio escolar, pues consideraba a la educación como el factor principal para la pacificación de la humanidad y el progreso del país. No por ello descuidó el ministerio-sacerdotal, sino que predicaba con la misma intención con que impartía una clase, haciendo del púlpito una cátedra para la paz y el progreso. Por eso lo seguía la gente. Enseñaba a vivir. Porque para Comenio era más importante saber vivir que saber morir. Y nadie más indicado para esta misión que el maestro.
Este maestro consagrado tomó sobre sí, a manera de cruz, los padecimientos y necesidades de todas las personas con las que convivía y cuyas almas quería salvar. Le impresionaba mucho ver cómo todo aquel sufrimiento del pueblo provenía del orgullo y del egoísmo de los que se creían aristócratas por estar ahitos de todo. No hay cosa que tanto odien los pobres, los despojados, como ese desdén olímpico de los ricos que todo lo tienen. Por eso llega un momento en que se unen entre sí para hacer estallar su ira contra la pirámide de aristócratas hasta volcarla y dejarlos a todos hundidos en el caos. Es cuando se genera la revolución. Comenio lo sentía, de ahí que junto con la docencia en la cátedra y la predicación en la iglesia, no dejara de escribir para elevar los ánimos de tanto compatriota abatido. Pedía en sus oraciones a Cristo que diera a los pobres aquella protección que los poderosos de la tierra les negaban. Repetía a menudo: «Gracias te doy, oh Padre Eterno, porque has encubierto estas cosas a los poderosos de la tierra y se las has revelado en cambio a los menesterosos como yo».
Con tanta sabiduría y tan sublime santidad, no es extraño que a Comenio se le nombrara en Fulnek, Obispo de la Hermandad Morava y Rector del Colegio Alemán. No perdía oportunidad para proseguir sus ensayos en favor del mejoramiento de la enseñanza, no obstante que por sus cargos no podía estar, como él lo deseaba con toda humildad, en contacto directo con los escolares. Aprovechaba todo tiempo libre para volverse a conectar con los niños. Todavía está la vereda por la que Comenio solía llevar a los niños que se allegaban a él, a un paraje sombreado en donde, bajo la fronda de una haya, los apremiaba a conocer directamente la naturaleza y los hacía jugar llenos de júbilo.
Aún se conserva en Fulnek el lugar en donde Comenio instaló colmenas con el fin de enseñar a los niños la técnica de la apicultura. Más de un enjambre trató de posarse en su incipiente barba que con los años se haría patriarcal. Había un pacto de no agresión entre las abejas y él. Y si alguna insubordinada osaba probar el efecto de su fisga, el estoicismo del amo era reproche saludable. En estos detalles, aparentemente insignificantes, el pueblo detectaba la inmensa virtud de Comenio. Porque la gente acudía, junto con sus hijos, a recibir las enseñanzas del maestro. Comenio fue así el primer promotor del desarrollo de la comunidad, dado que, antes de instruir, él quería elevar el nivel económico del pueblo. Porque decía: «Primer deber es comer, antes que ser cristiano».
Para la comunidad de Fulnek, Comenio era una fuente inagotable de enseñanzas y beneficios. Era el centro de todo. Acudían a él para todo. Pero a Comenio le faltaba algo. En la Biblia releía las loas divinas al matrimonio: «No es conveniente que el hombre esté solo», afirma el Génesis. Cristo fue engendrado por María la esposa de José, y su primer milagro lo hizo en la boda de Caná. Como discípulos llamó a casados. ¿Qué le retenía, pues, a Comenio para fundar un hogar ejemplar? El impacto que en su sensibilidad producía la presencia de Magdalena, virtuosa joven que descollaba sobre la floración de la feminidad fulkeña por su hermosura y su silencio, fue la voz celestial que Comenio escuchó para elegirla por esposa. La boda fue sencilla, pero significativa, de acuerdo en todo al ritual de la Hermandad Morava. El pueblo entero acudió a ella. Comenio casado inspiró todavía más confianza. Comenzó a ser un hombre normal dentro de su perfección evangélica.
Con la derrota que sufrió el pueblo checo en la Montaña Blanca el año de 1620, terminó para Comenio el único período apacible de su vida. Un destacamento de soldados, a las órdenes del emperador Carlos V, cayó sobre Fulnek, con la orden de no dejar piedra sobre piedra en aquel reducto del Protestantismo. Comenio se vio precisado a esconderse en los bosques. Los soldados lo buscaban para extinguir su luz. Tenían especial encargo para ello. Olfateaban todos los caminos, hurgaban todos los recodos, pero el pueblo entero se encargó de salvar de la muerte al maestro.
Hay una escena enternecedora en la vida de Comenio; fue cuando abrazó por vez postrera a su esposa Magdalena en Fulnek. Llevaba ella en los brazos al primogénito y en su seno al segundo que estaba por nacer. Debió de nublarse la faz de Comenio, siempre luminosa, frente al primogénito amado. ¡Se parecía tanto a él! El padre estaba impaciente porque pasaran los años para que los balbuceos del niño se tomaran en voces bien timbradas, como la suya de maestro; para enseñarle lenguas extranjeras, como lo hacía con los millares de alumnos; para transfundirle sabiduría y virtud; para enseñarle, en fin, a ser un hombre excepcional. ¡Inmensa ilusión la de Comenio ante su hijo! Pero la guerra hundía implacable su espada de dos filos entre Comenio y su familia, para separar lo que Dios había unido. Comenio abrazó con ternura a Magdalena y besó reverente al pequeño que le tendía los brazos, como ademán de súplica de que le permitiera correr los mismos riesgos. Ella insistió en acompañarlo, pero su estado de avanzada gravidez obligó al esposo a recomendarle, a ordenarle, que permaneciera en Fulnek al cuidado de su prole y de sus escritos. Magdalena obedeció anegada en llanto. Comenio partió transido de dolor rumbo al destierro, acompañado de un puñado de hermanos moravos cuyas vidas corrían el mismo peligro. Nunca más volvió a ver a los suyos.
Al confirmar los soldados que Comenio había escapado, estrecharon todavía más el cerco de muerte en torno a Fulnek. Tal vez por hambre, tal vez por la peste, pero ciertamente por la soledad, murió Magdalena al dar a luz. Con la madre, perecieron los dos hijos de Comenio. El sepulturero recogió el cadáver de la madre, sobre cuyos pechos estaban los cuerpos de los pequeños, con las boquitas hundidas por el hambre mortal; y los arrojó a la fosa casi llena en donde fueron sepultadas las víctimas de Fulnek.
Los invasores lograron, al fin de larga búsqueda, dar con la casa de Comenio. Removiendo la tierra localizaron, dentro de un arcón recubierto de brea, los valiosos manuscritos del maestro. Ni siquiera se entretuvieron en pensar qué destino les darían. La orden terminante de la Inquisición estaba en pie: «Si alguno se atreve a guardar libros de herejes, queda excomulgado». Por la noche, en la plaza pública de Fulnek, bajo la sola mirada de las estrellas, una hoguera consumió el arcón donde Comenio había depositado sus obras. Intento vano, además de injusto, porque como escribió el maestro mexicano don Jaime Torres Bodet:
«El libro, maestro mudo pero constante,
hasta en tas llamas donde lo arrojan los dictadores,
su cuerpo estoico, quemado en vano, despide luz»
Sin libros y sin hijos, completamente solo —sin esposa—, aquel maestro evangélico, de treinta años de edad, después de un largo peregrinar, encontró albergue en Brandys nad Orlicí, en la casa del piadoso Carlos de Zerotín, miembro de la Hermandad Morava. Aquí libró Comenio un doloroso duelo en su interior, ante la desesperación sin límites que lo estrujaba internamente y la cerrazón exterior que no dejaba entrever ningún porvenir mejor. Esta fue para Comenio la noche oscura del espíritu de que hablan los místicos y que en esa misma época describió magistralmente el también perseguido San Juan de la Cruz.
En este tiempo Comenio acrisoló definitivamente su temple de hombre perfecto, base de la estatura colosal que alcanzó como maestro de todos los pueblos de la tierra. Lo elevado de su gigantesca talla exigía un cimiento proporcionado; de ahí la profundidad insondable que el dolor cavó en su alma. A la tenue luz de una candela escribió una carta llena de consolación para su amada esposa Magdalena y de encargos para sus hijitos, la que envió a Fulnek, sin saber que hacía tiempo que ella y los niños habían fallecido. Cuando regresó el mensajero, exangüe y mudo, Comenio se echó sobre él presintiendo una fatal noticia. Cuando el mensajero habló y confirmó lo que Comenio sospechaba, éste no soportó más y se echó a llorar como nunca lo había hecho.
Las víctimas se multiplicaban. El cielo de Checoslovaquia se ponía cada vez más sombrío. Las humaredas de los incendios impedían que el sol se viera. En todo el país resonaban lúgubres los llantos y se regaban con lágrimas los campos. Comenio siente flaquear su fe. El ver que: los instintos más bestiales se satisfacían a rienda suelta; al cerciorarse de que los crímenes más atroces quedaban impunes, como si durmiera la justicia divina, le hizo dudar de la existencia de Dios. El desaliento no sólo hundió a Comenio en la duda, sino que lo dejó a merced de la desesperación. Así lo confiesa con sinceridad en las páginas que escribió con lágrimas y que por lo mismo se leen con reverente silencio. Desde lo profundo de su ser lanzaba a la cara de Dios esta pregunta dictada por su insoportable dolor: «¿Piensas acaso, oh Dios, que mi corazón es de acero?»
De esta tormentosa época data su célebre libro «El laberinto del mundo», en el que Comenio, en medio de su torbellino, se guarece dentro del refugio íntimo de su castillo interior, como los grandes místicos de todas las religiones. Esta sentencia de Comenio: «Penetra en la morada de tu corazón y cierra la puerta detrás de ti», inspiró al poeta mexicano Enrique González Martínez el soneto de El Alcázar, que concluye así:
«Echados los cerrojos, levantaré el rastrillo,
y al foso que circunda los muros del castillo
una noche de orgullo arrojaré las llaves…»
Después de siete años de vida clandestina en su patria, Comenio se vio obligado a cruzar la frontera en una fría noche del invierno de 1628. Pero antes tomó un puñado de tierra checa, a la que besó reverente, y la envolvió en su pañuelo, para colocarlo en la alforja de errante desterrado. Dejó así la patria en pos del éxodo de treinta mil familias expulsadas por los severos decretos dictados en contra de los no católicos.
Más por compasión que por amor, contrajo segundas nupcias con la abnegada moza exiliada que lo asistía con piedad filial. Junto con numerosos compatriotas fugitivos, Comelio y Dorotea radicaron en la ciudad polaca de Leszno. El conde Rafael Leszczynski, señor de aquella ciudad, comprobó la valía de muchos ilustres refugiados, entre los que descollaba Comenio, y fue dándoles cargos adecuados a su profesión. A Comenio lo comisionó como maestro de escuela.
IV. VIDA, ESTAMOS EN PAZ
La estancia de Comenio en Polonia fue fecunda. Gracias al remanso de paz que le proporcionó el conde Leszczynski y a la eficaz colaboración de su amanuense Dorotea, pudo Comenio dar a la humanidad el acervo riquísimo de sus obras. Precisamente aquí en Polonia comenzó a difundirse la noticia de qué Comenio escribía, y fueron numerosos los países que le invitaron para que los visitara y les orientara en lo que el maestro llamaba reforma educativa.
El primer país que visitó Comenio para este fin fue Inglaterra. Estando allí recibió la invitación que el Cardenal Richelieu le hizo para que pasara a Francia a fin de que lo auxiliara en la organización de una escuela pansófica que el purpurado proyectaba; pero no aceptó Comenio debido a que estaba comprometido a ir antes a Suecia. Además Francia estaba imbuida del catolicismo, en nombre del cual se perseguía al reformador Comenio; en cambio Suecia le brindaba completa seguridad, máxime que el que lo invitaba era el llamado «Filántropo de Europa», nombre con que se designaba al magnate industrial holandés, Luis de Geer, por la generosa solicitud con que acogía a todos los exiliados checos.
En Suecia tuvo por primera alumna a la propia reina Cristina, la cual al poco tiempo dio público testimonio de los adelantos que había logrado en sus estudios lingüísticos, gracias a los métodos que Comenio exponía en sus manuales. El entusiasmo de la reina contagió en tal forma a la corte, que el Canciller Axel Oxenstiern, conocido como el «Águila del Septentrión», se declaró también alumno del ilustre pedagogo checo. En esta forma se inició en Suecia la reforma educativa, basada en Comenio, que revolucionó los métodos, los textos y las escuelas, de una manera paidocéntrica, que mucho benefició a la educación popular.
Fue en la ciudad sueca de Ley den, en donde se entrevistaron Comenio y Descartes —el revolucionario de la Pedagogía y el revolucionario de la Filosofía— para intercambiar impresiones en un diálogo cordial de trascendencia educativa. Aquél ponía como centro de la educación al alumno, en lugar del maestro; éste establecía como punto de partida del conocimiento a la razón, en vez de la revelación. La modestia del maestro Comenio contrastaba con la prestancia del filósofo Descartes. Sin embargo, ambos coincidieron en la plataforma común de la filosofía baconiana, sobre la cual fincaban sus lucubraciones científicas. Las siluetas de los dos reformadores se recortaban —dialogando— en el ocaso medieval de la escolástica, la cual se eclipsaba para siempre en la noche de los tiempos. De este diálogo surgieron los filósofos y, consecuentemente, los pedagogos, que en la edad moderna guiaron a la razón y a la conducta de los hombres occidentales sobre los senderos de la experiencia. Descartes recordará con agrado esta entrevista, según lo expresó en sus escritos posteriores. Comenio ratificó la veracidad y corrección de su posición, al grado de que allí mismo retocó su plan pansófico, para explayarlo en su retorno a Checoslovaquia.
Como el Canciller Oxenstiern insistiera en que Comenio debería prolongar su estancia en Suecia, éste aceptó de grado y fijó su residencia en Elblag, en donde vivió durante los años de 1642 a 1648. Allí escribió nuevos manuales para el aprendizaje del Latín, que la corte sueca le pedía y agradecía. La necesidad económica mantenía a Comenio escribiendo textos escolares, de inmediata remuneración. Hubiera sido mejor si, como se lo pedían sus amigos de Inglaterra, se hubiese dedicado de lleno a escribir la Enciclopedia Pansófica que tenía en proyecto y que nunca llegó a escribir; porque habría sin duda alguna constituido una innovación Utilísima paira la cultura de todos los hombres del planeta.
La dinámica humanista de Comenio le dictaba internamente que había algo más importante que escribir y que él podía realizar, como era la unificación de todos los hombres. Deseoso de conseguir esta meta inaplazable para salvaguarda de la humanidad, planeó y logró realizar el Congreso de Torun el año de 1645. Desgraciadamente por ser el primer, intento de unificación internacional y por constituir de suyo un arduo problema, dados los intereses nacionalistas que estaban en juego, no obtuvo resultados positivos. No le dolió tanto el fracaso sufrido, sirio el comprobar que sus anhelos y actividades ecumenistas le trajeron la animosidad de muchos suecos aferrados a su nacionalismo exclusivista. Consecuencia de esta animosidad sueca, fue el hecho de que en el Tratado de Westfalia, en 1648, ni siquiera fuera incluida, en la agenda de asuntos por tratar, la cuestión de Checoslovaquia, que muy bien hubiera podido ser presentada en Suecia. En vano insistió Comenio ante el Canciller Oxenstiern. Por lo que, desilusionado, decidió regresar a su patria a como diera lugar.
De retorno a Checoslovaquia, cae enferma y muere su esposa Dorotea que tanto le había ayudado en su labor. La sepulta a la vera del camino y, nuevamente solo, con sus manuscritos bajo él brazo, se establece por segunda vez en la ciudad polaca de Leszno. Allí recibe un tenue rayo de esperanza procedente de la Transilvania que regía Rakoczi. A Comenio le pareció que el intrépido Príncipe Segismundo podría encabezar un movimiento de liberación checa en contra de los Habsburgos, puesto que estaba prometido a la hija de Federico V. Sin pérdida de tiempo marchó para Hungría a fin de asistir a la boda que se celebró en 1650. Logró exponer su plan al Príncipe, quien le prometió meditarlo. Entre tanto, Comenio se instaló en Sarospatak, en donde se dedicó una vez más a impartir clases.
En esta ciudad húngara apareció en Comenio la faceta de dramaturgo. Hizo experimentos teatrales con la mira pedagógica de introducir al teatro como instrumento auxiliar para el aprendizaje escolar. Fue aquí en donde escribió su famosa obra «Orbis Pictus», que resultó el primer texto de educación audiovisual que se conoce en la historia de la Pedagogía. Sus obras dramático-pedagógicas se releen con interés y deleite. ¡Cuánto debieron gustar a los escolapios que presenciaban su escenificación!
Al morir intempestivamente el Príncipe Segismundo, y poco después su joven esposa, Comenio puso sus esperanzas emancipadoras en el hermano menor, el Príncipe Jorge; pero los Rakoczi no eran los señalados por la historia para empresas de esta índole. Desilusionado, Comenio vuelve a Leszno en 1654, en donde la Hermandad Morava lo retiene para aprovechar sus últimos años.
En Suecia la reina Cristina había abdicado a favor de su hijo Carlos Gustavo, con lo que entró en la historia una fuerza nueva. El monarca Carlos X declaró al punto la guerra al rey de Polonia, Juan Casimiro. Al invadir a Polonia los ejércitos suecos pasaron por Leszno, sin entrar, por el respeto que le guardaban a Comenio a la sazón residente allí. En cambio, los ejércitos polacos tomaron poco después a Leszno, castigando duramente a la ciudad por haber albergado al «hereje». Al quedar Leszno convertida en llamas, Comenio tuvo que salir, no sin antes enterrar sus manuscritos, con el fin de volver por ellos una vez pasada la persecución. Pero resultó que al arder la casa en donde se había ocultado, el fuego calentó a tal grado la tierra, que sus escritos sufrieron las consecuencias del calor. Se dañó sobre todo «El Tesoro de la Lengua Checa», obra en la que había trabajado asiduamente por espacio de cuarenta años. Comenio lamentó el resto de su vida tamaña pérdida.
De ahí en adelante transcurrieron varios años en los que Comenio caminaba en la mendicidad, solo y agobiado, con la senectud a cuestas. Los enemigos, la peste y el hambre lo acosaban por doquier. En esta postración recibió la invitación del holandés Lorenzo de Geer, hijo de Luis, quien le brindó un mecenazgo en la ciudad de Amsterdam que estaba entonces en su apogeo. Comenio inmortalizará la magnanimidad de su Mecenas al dedicarle las Obras Didácticas Completas que editó allí y cuya reproducción facsimilar publicó Checoslovaquia en 1957, al cumplirse el tercer centenario de su aparición.
Holanda, estado libre desde hacía poco tiempo, comenzaba a vivir una época de oro, gracias a su navegación y a su comercio. Allí le dieron a Comenio una residencia en la que pasó sus últimos años. Gracias a este período de paz y bonanza logró recopilar, sus escritos pedagógicos que, como acabamos de decir, la familia de Geer y los regidores del ayuntamiento de Amsterdam decidieron publicar en 1657, bajo el título de «Opera Didactica Omnia», a la cabeza de las cuales puso Comenio su obra cumbre, «La Didáctica Magna» que el lector tiene en las manos, con esta dedicatoria: «A Amsterdam, la ciudad admirable, que es orgullo de Holanda y gloria de Europa».
Todavía en este tiempo hizo; Comenio su última tentativa para libertar a Checoslovaquia de los Habsburgos. Después de las batallas de las dos guerras agotadoras en que estaban trabadas Inglaterra y Holanda, ambas naciones contendientes enviaron delegados a la Junta de Breda para las pláticas sobre la manera de lograr la paz. Comenio se apresuró a enviar una ponencia, simbólicamente titulada «El ángel de la paz», en la que conjuraba a los contendientes a que sus pláticas fueran abiertas y francas, ya que los acuerdos allí logrados tendrían grande interés para toda Europa, pero principalmente para la oprimida Checoslovaquia.
Con esto, Comenio creyó haber hecho todo lo posible para liberar a su patria y por educar a la humanidad en el amor, que es la base de la paz. Todavía hace vibrar a la humanidad su mensaje de perenne actualidad: «Si todos somos conciudadanos de un mundo en donde los hombres se unen en conjuntos cada vez más grandes, ¿qué nos impide esperar que algún día logremos constituir una comunidad duradera, bien organizada, unida por los lazos de una ciencia común y de unas mismas leyes?»
Los días estaban contados. Comenio sabía que le quedaba poca vida, pero estaba tranquilo. Así lo revela la efigie espiritual del retrato que pintó el célebre Juriaen Owens, reproducido en el dintel de esta obra, en el que Comenio irradia nobleza y delicadeza, como un patriarca del pueblo escogido, al que él pertenecía. Después de escribir sus «Confesiones» y de dictar las últimas cartas para mantener en la humanidad la conciencia de la paz, el gran pensador, el pedagogo insigne, el predicador profético, el pastor amoroso, parecía repetir con el poeta mexicano Amado Nervo:
«Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste, ni esperanza fallida
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino.
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas
y, en cambio, tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!»
Su muerte acaeció sin ninguna convulsión, apaciblemente, cual si durmiera un sueño profundo, el día 15 de noviembre de 1670, cuando había cumplido 78 años de edad. Su cuerpo inmóvil y corpulento, cual montaña sagrada, fue sepultado en la iglesia de Naarden, en Holanda.
La persecución en contra de Comenio, que lo acosó durante toda su vida, no perdonó que el pueblo se diera cita en torno a su tumba. Para impedir el culto popular de las multitudes devotas de Comenio, la pequeña iglesia de Naarden fue convertida en cuartel. Los guardias, como en el sepulcro de Cristo, custodiaban el cuerpo de Comenio, ahuyentando a todo devoto que se acercaba para venerar los restos del maestro.
El filósofo alemán Leibnitz, que durante su juventud había profesado una veneración filial a Comenio, al enterarse de su deceso escribió un poema en honor del maestro, del cual entresacamos estos versos:
«Ganar la universal sabiduría te cupo en suerte;
por eso tu palabra de paz sobrevivirá a tu muerte.
Aquellos hombres que quieran contarse entre los buenos,
realizarán, oh Comenio, tus esperanzas y tus sueños.
Tiempos vendrán en que las multitudes de hombres de bien
reandarán tus caminos; y en ti honrarán también,
además de tus obras, tu deseo y tu esperanza,
al ver cómo de todos los hombres se ha hecho una alianza.»
El polvo del olvido cubrió después su tumba. Pasaron los siglos sobre aquella lápida empolvada, hasta que no hace mucho tiempo que, gracias a la colaboración y diligencia que pusieron sabios checos y holandeses, fue descubierta y restaurada con el decoro debido a tan insigne ciudadano del mundo. Actualmente es un precioso museo abierto a todos los comeniólogos del orbe. Allí flota su espíritu ecuménico. Allí luce nuevamente ese hombre que, herido, luchaba; y que, muerto, ha resucitado.
V. LA SUMA PEDAGÓGICA
Comenio fue un hombre de extraordinaria actividad. Algo parecido a lo que actualmente es un Secretario General de las Naciones Unidas. Su anhelo era llegar a ver a todos los hombres conviviendo pacíficamente, como lo propugna la Onu. Viajó de un país a otro con ese fin. Hasta logró reunir el Congreso Internacional de Torun en 1645 para negociar la paz mundial. Pero viéndose fracasado en la acción política se refugió en la enseñanza, porque él estaba convencido de que la educación de los hombres es el mejor camino para la paz, como ahora lo sostiene la Unesco. Desgraciadamente también en la enseñanza lo hicieron fracasar los enemigos. No le quedó entonces otro recurso más que escribir.
Desde la penumbra de sus refugios, siempre acosado por los perseguidores, ora en un país, otra en otro, su pluma llenó de luz páginas y más páginas que son faro de salvación para las naciones. Escribió para todos los hombres, de todos los tiempos. La colección de escritos comenianos son para la Pedagogía, lo que los tratados de Santo Tomás de Aquino son a la Teología, esto es, su estructura y sistematización. Constituyen una verdadera Summa, vale decir, un cuerpo de doctrina que sirve de alma a un sistema ideológico. La «Opera Didactica Omnia», a la que nosotros hemos denominado una Summa Pedagógica, es fuente obligada de consulta, no sólo para los docentes, sino también para los estadistas internacionales.
Trataremos de esbozar una guía para que los estudiosos de Comenio tengan una noción de las obras del padre de la Pedagogía. Muy de lamentar es que la mayoría de los escritos de Comenio haya sido pasto de las llamas. Lograron muchos salvarse de la destrucción. De los existentes, no todos se han editado. Permanecen valiosos manuscritos ocultos bajo el polvo del olvido en oscuras bibliotecas. Los escritos conocidos se clasifican en tres grupos: obras pedagógicas, obras políticas y obras pastorales. En estas últimas están incluidos sus sermones y, sobre todo, sus cartas llenas de doctrina y de unción. Como último obispo de la Hermandad Morava, tuvo la misión de levantar el espíritu de cada hermano abatido por el caos reinante.
Dados los límites de este prólogo, prescindimos del acervo epistolar y homilético de Comenio, para detenemos únicamente en sus tratados pedagógicos y políticos. La enumeración general de éstos irá seguida de una reseña breve, a modo de guía.
He aquí el catálogo de las obras conocidas, por orden cronológico:
1. Reglas gramaticales más fáciles: Es la primera obra que Comenio publica cuando tenía veinticuatro años de edad, en 1616. Estos preceptos gramaticales siguen un proceso inductivo, esto es, de los casos particulares se deduce la regla; en contraposición del sistema antiguo que mandaba memorizar primero la regla para aplicarla después a los casos particulares.
2. La puerta abierta de las lenguas: Escrita en 1631, fue la primera obra famosa de Comenio que se introdujo en todos los palacios y que fue traducida a varias lenguas. Se trata de un cuaderno de lectura bilingüe, con base en el latín, de cien títulos, con diez frases cada uno, que arrojan un total de mil sentencias. Algunos títulos son: Origen del mundo, El firmamento, El fuego, Las aguas, La tierra, Las plantas, Las aves, Los peces, Los animales domésticos, El cuerpo humano, Las enfermedades, Las artes, La ganadería, La pesca, La avicultura, Los viajes, El comercio, La herrería, El hogar, El parto, La economía, La ciudad, El gobierno, La paz, La escuela, El museo, Las ciencias, Las virtudes, La conversación, Los deportes, La muerte, etc.
3. La escuela materna: En el mismo año de 1631 publica esta obra en la que Comenio trata de la educación durante los seis primeros años del niño, con el fin de prepararlo para el ingreso a la escuela primaria. Esta educación doméstica ha de realizarse dentro del hogar, por lo que toda madre debe ser ante todo educadora. Con esta obra Comenio se constituye en el precursor de los jardines de niños, a los que él les dio este nombre.
4. La puerta abierta de la sabiduría: En 1637 escribe esta propedéutica para aquellos que quieran alcanzar el verdadero saber. Sabiduría, viene de «sápere», que significa saborear; y consiste en gustar internamente los conocimientos suministrados por la ciencia. El científico es erudito, acumula conocimientos; el sabio es contemplativo, rumia lo conocido.
5. El aprendizaje del Latín: El mismo año aparece este manual escrito para que los niños iniciaran el estudio del Latín por medio de conversaciones latinas. La novedad de su método consiste en comenzar hablando, como el niño aprende la lengua materna, en lugar de empezar memorizando reglas.
6. El estudio del Latín: En 1638 Comenio escribe este curso superior para los aprendices infantiles. Empieza el estudio de las declinaciones y de las conjugaciones, así como pequeñas traducciones de trozos elementales escogidos.
7. Pródromo de la Pansofía: Se trata de una introducción a la sabiduría universal que dan al hombre los años, para que los adultos que la han adquirido faciliten su consecución a los jóvenes. La publicó Comenio en 1638, porque no soportaba ver que se enseñaba, no conforme a los jóvenes que aprendían, sino de acuerdo con la petulancia de los viejos que enseñaban. Tales maestros —dice Comenio— convierten las «sxolas in xolas, id est, ludos in cruces»; lo que se traduce: que la escuela, en vez de ser un lugar agradable, resulta un lugar de tormentos, como definen los escolásticos al infierno. Naturalmente, una obra así tenía que despertar polémicas. Hasta el mismo Descartes criticó a Comenio porque confundía la filosofía con la teología; ya no digamos los Hermanos Moravos, los cuales lo tacharon de impío, por tratar de destronar a la teología de su rango de reina de todas las ciencias. Desde entonces —todavía hasta la fecha— Comenio ha sido signo de contradicción de corrientes opuestas. A los materialistas les molesta todo el equipaje, bíblico de sus obras, como el de la Didáctica Magna que el lector tiene en las manos; mientras que los evangélicos no soportan las bases baconianas de su sistema. Este equilibrio de Comenio, que en sí es una virtud, es la razón por la que pocos lo aceptan plenamente.
8. El camino de la luz: Escrito durante la estancia de Comenio en Inglaterra el año de 1641. Es un tratado de política trascendente en el que confía su apasionada convicción de que ilustrando a la humanidad entera, se elevarán los niveles de cultura y moralidad en el mundo; por tanto, las guerras quedarán proscritas y reinará la paz en todas las naciones. En este libro Comenio delinea y pide el establecimiento de un Consejo de la Luz o academia mundial de sabios —lo que ahora es la Unesco— que formaran una liga internacional. Jean Piaget, con muy justa razón, le da a Comenio el título de Precursor de la Unesco.
9. Tratado sobre las oportunidades que hay para proseguir la investigación didáctica: El año de 1643 da a la imprenta esta obra con la mira de que los maestros no se contenten con impartir asignaturas, sino que estudien a cada alumno para darle una respuesta adecuada a sus exigencias personales. No deben sólo instruir, sino sobre todo formar.
10. La dilucidación pansófica: Escrita en Suecia en 1643, explica por qué Comenio gusta de llamar Templo a la enciclopedia del conocimiento universal. Templo proviene de «Tu-emplum: tuendum am-plum spatium», es decir, tener ante los ojos una grande explanada. Gradúa aquí el ingreso a él: Pórtico, Puerta; Primer Atrio, Segundo Atrio, Tercer Atrio, Santuario y Fuente. Términos que usa en muchos títulos de sus obras. El itinenario arranca de la naturaleza, para llegar al hombre, a Dios y a la Sabiduría.
11. Compendio de Física proyectada hacia Dios: El mismo año de 1643 aparece este manual en el que Comenio reforma la filosofía natural, para darle una proyección de cosmología espiritualizada que eleve al hombre hacia el Criador.
12. Moderno método lingüístico: Escrito en 1648, es una especie de gramática de treinta capítulos en los que Comenio diserta sobre el concepto, variedades, prerrogativas de algunas lenguas, en particular de la latina, de la que expresa el método más reciente para enseñarla. Muestra cierta reserva hacia los autores paganos. Defiende las lenguas vernáculas y alaba a los hombres políglotos. En el capítulo vigésimo-quinto luce un ejemplo de lo gráfico que es Comenio en sus explicaciones. Esclarece el concepto de escuela diciendo que es el taller en donde se forjan los hombres: «Schola humanitatis officina esse dicitur». La palabra escuela en griego se expresa por una voz que significa juego; por tanto, en toda escuela los niños deben estar contentos, como si jugaran. Oficina o taller es aquel lugar en donde, mediante ciertos instrumentos, los artesanos hacen lo que tienen que hacer, confórme a las reglas de su arte. Se requieren tres cosas: instrumentos, operarios y métodos. Humanidad es la naturaleza humana con sus tres operaciones: pensar, obrar y hablar. Estas tres acciones: «Sapere, Agere, Loqui», forman la voz SAL con sus iniciales. La sal es un elemento natural que preserva de la corrupción, como debe hacerlo también la escuela. Ingeniosamente hace Comenio un acróstico con el triple objetivo escolar, en esta forma:
Sapienter Cogitare |
: |
Con sabiduría pensar. |
|
La escuela es para |
Honestate Operati |
: |
Con honestidad actuar. |
Loqui Argute |
: |
Hablar con propiedad. |
Cuando Tomás Masaryk leyó esta obra, comentó: «Para Comenio la escuela es un taller forjador de hombres —«officina humanitatis»—; es decir, su misión es elevar al hombre, no solamente como individuo, sino también como miembro de una comunidad.»
13. Léxico portátil: En 1650 aparece este vademécum para uso de viajeros, en el que se explican en latín y alemán muchas voces derivadas.
14. El testamento: Es una obra pastoral, especie de sermón, que Comenio escribió en 1650, dolorido por el Tratado de Westfalia que humilló a Checoslovaquia. Con la esperanza hecha jirones, este hombre acongojado no vacila y todavía encuentra palabras de aliento para aquellos compatriotas con quienes compartió el destierro. Este «ruego de la madre moribunda —que es la Hermandad Morava— pide la unidad de los checos». Por tres siglos nutrió la fe de generaciones de checos hasta que lograron el triunfo final de la justicia, acaudillados por el Presidente Masaryk.
15. Mandamientos para evitar el mal: Lo dio a luz en 1653, con la intención de que los hombres vivan con buenas costumbres.
16. La felicidad de la nación: Comenio dedicó esta obra en 1654 al Príncipe Jorge; describe la personalidad de un gobernante sabio, y prudente, al tiempo que delinea los caminos que dicho mandatario debe seguir para darle a su pueblo el bienestar.
17. La clase juego: La preocupación de Comenio por hacer de la escuela un lugar agradable, le hizo escribir esta obra teatral, con el fin de llevarla a la escena, no obstante lo extensa que es. La compuso el año de 1655, después del incendio de Leszno.
18. Panegírico de Carlos Gustavo: En 1655 escribió también esta pieza oratoria en honor del rey Carlos Gustavo X, que ascendió al trono cuando la reina Cristina abdicó la corona de Suecia. Agradecido el monarca por esta distinción de Comenio, respetó a Leszno, ciudad en donde se alojaba Comenio, cuando los ejércitos suecos invadieron a Polonia.
19. Vestíbulo de la lengua latina: En 1656 publicó esta introducción bilingüe, en latín y alemán, de la siguiente obra.
20. Puerta de la lengua latina: Después del vestíbulo bilingüe de las cosas, con el léxico respectivo, Comenio expone en esta obra, aparecida el mismo año que la anterior, las nociones de Gramática. Define ésta como el arte de hablar correctamente. La divide en tres partes, según sus oficios: Etimología, que distingue las partes de la oración; Sintaxis, que construye oraciones; y Ortografía, que pronuncia: verbalmente, Ortotonía; y por escrito, Ortografía. Las partes de la oración son: Nombre, que designa la cosa; Adnombre, que designa el modo de la cosa; Pronombre, vicario del nombre; Verbo, que designa el movimiento de la cosa; Participio, que designa la acción con su agente o la pasión con su paciente: es un verbo hecho adnombre; Adverbio, que designa, el modo del movimiento; Preposición, que indica relación; Conjunción, que señala conexión, e Interjección, que es abreviación de muchas voces, por ejemplo, ¡Olé!: alabo lo hecho. Con esta concisión prosigue Comenio explicando toda la Gramática en los setenta y seis capítulos de que consta la obra.
21. Adnotaciones gramaticales: Complemento de la anterior.
22. OOPERA DIDACTICA OMNIA: Las Obras Didácticas Completas que en 1657 publicó en Amsterdam Lorenzo de Geer, las reeditó fotolitográficamente la Academia de Ciencias de Praga, por acuerdo del Gobierno de la República de Checoslovaquia, al cumplirse el tercer centenario de su aparición. Se trata de una bella edición conmemorativa en tres volúmenes, todos ellos en latín, en los cuales están contenidas diversas obras didácticas de Comenio. El autor dedica esta colección «A la ciudad de Amsterdam, celebérrimo emporio del orbe, y a su sapientísimo Senado». En la introducción afirma: «He vivido sesenta y cinco años; no sé si logre vivir siquiera sesenta y cinco días más. Esta es una magnífica ocasión para rememorar mi vida. Ha sido bastante el tiempo que he callado en público; tiempo es ya de hablar en público. Hace treinta años que comencé a escribir. De todo lo escrito lo que más me satisface es la Didáctica Magna.» Efectivamente, ésta obra encabeza la colección. De ella hablaremos en el siguiente inciso.
23. Diccionario latino: En 1657 publicó este manual de setecientas frases con las letras del alfabeto.
24. Templo de la latinidad: En esta maqueta del templo de la latinidad, Comenio va graduando ejercicios en latín, en el orden que acostumbra: Pórtico, Atrio, Vestíbulo y Santuario.
25. Disertación del Latín: Es uno de tantos apuntes que Comenio escribió para facilitar el aprendizaje, del Latín. Afirma el autor: «El fin de estos apuntes es hacer expedito el estudio del latín, presentando las cosas antes que las palabras. Porque las palabras sin las cosas son la sombra sin el cuerpo o el cuerpo sin el alma. A los seis años el niño debe hablar el latín de cualquier modo; su texto es el Vestíbulo. A los doce, lo ha de hablar con propiedad, después de haber traspuesto la Puerta. A los dieciocho, con elegancia, puesto que está en el Palacio. Y a los veinticuatro con elocuente persuasión, ya que posee el Tesoro. Termina con los avisos a los preceptores, en uno de los cuales asienta que «él que enseña, no debe enseñar cuanto sabe, sino cuanto pueda aprender el alumno».
26. El mundo ilustrado en imágenes (Orbis Pictus): En 1658 apareció editado este valiosísimo libro que Comenio tenía escrito desde su estancia en Hungría. Es el primer texto escolar ilustrado que aparece en la historia de la Pedagogía. Ha servido de modelo para los textos escolares posteriores. Durante siglos aprendieron en este libro las generaciones de los países occidentales. Goethe expresaba la opinión de que después de la Biblia nunca tuvo durante su juventud un libro tan excelente como éste. Gustavo Doré lo contemplaba admirado; de él sacó la técnica que perfeccionó genialmente. La obra demuestra no sólo la comprensión de Comenio hacia lo que era necesario hacer para lograr que la educación fuese atractiva y eficaz, sino también su profundo interés en utilizar los recursos audiovisuales para la formación del joven. Consta de trescientas láminas en las cuales están numerados los objetos que se especifican en cuatro lenguas: latín, checo, alemán y húngaro. Con este libro Comenio conquista el título de precursor de la educación audiovisual.
27. El laberinto del mundo y paraíso del corazón: Escrito en checo desde 1623, poco tiempo después del desastre de la Montaña Blanca (1620), apareció este libro hasta el año de 1663. Es un reflejo de aquella sociedad profundamente trastornada, llena de injusticias y de abusos. Describe al mundo como una ciudad en donde por cada calle pulula gente de diversas profesiones. Comenio se finge un peregrino que recorre unas calles para examinar los defectos humanos. Censura la falta de originalidad y las estériles disputas de los teólogos, así como el espíritu de riña del clero. Recrimina a los militares el que se jacten de ser los profesionales de la guerra, en vez de ser los guardianes de la paz. Les gusta —dice Comenio— provocar guerras nada más para robar y enriquecerse. Chantajean con la muerte para despojar y acrecer fortunas. Diagnostica los males, sugiere soluciones constructivas: «Es necesario un cambio radical.» La reforma social ha de hacerse por medio de la educación. Como premisa para el cambio, Comenio satiriza con una sagacidad que hasta en nuestros días pega en el blanco. Ha sido traducido a varias lenguas.
28. Tratado universal para la reforma de la humanidad: Con este libro Comenio escaló la cumbre. Porque se trata de una obra que transmite el postrer esfuerzo de Comenio para ayudar a los hombres a salir del gran desorden babilónico en que están perdidos. Concibió esta obra al terminar la Guerra de Treinta Años. Permaneció perdida por varios siglos hasta que fue descubierta después de la Segunda Guerra Mundial por el sabio checo Cyzevskij, quien la encontró en los archivos del orfelinato de Halle. Consta de varias partes, de las cuales reseñaremos dos:
—La Pampedia: Es la parte cuarta de la anterior, trata de la educación universal de todo el género humano. Para los griegos, «páideia» significaba la formación de los hombres, y «pan» quiere decir universalidad. Comenio asienta la necesidad de instruir a todos, en todo, totalmente. El plan de educación que propone aquí es más amplio que el de la Didáctica Magna, porque no lo restringe a la sola escuela, sino que lo amplía a toda la vida. La educación que debe comenzar dentro del vientre materno, no debe terminar sino con la muerte. El mundo es una escuela para aprender toda la vida. La Pampedia responde al siguiente plan: Exposición de objetivos; Necesidad, posibilidad y facilidad de una cultura general para todos; Exigencia de escuelas, textos y maestros; Escuelas que educan al hombre durante su vida; Ventajas de esté sistema. Comenio hace una triple recomendación, a saber: lo. Que la educación se imparta a todos, sin excepción alguna? 2o. Que se instruya en todo aquello que hace al hombre sano, sabio y santo. 3o. Que la instrucción impartida sea uniforme, o sea, de una manera universal, para que los que viven marginados en las tinieblas reciban la luz. Termina diciendo: «Se necesita difundir la verdad que hace libre al pueblo. Porque son contadas las gentes que actúan por convicción, sobre la base de la realidad; la mayoría se va como por inercia tras las opiniones de los demás». Lo asertado de estas recomendaciones hace exclamar así a Jean Piaget: «Comenio es de esos autores a los que no es necesario actualizar; basta traducirlo. Lo que más admiro en él, es haber diseñado la organización internacional de la instrucción pública en la forma como la realiza hoy la Unesco.»
—La Panotorsia: Es la sexta parte, significa «Renovación Universal». La escribió en 1644, en medio de la confusión y devastación reinantes. Comenio dice: «Asombraos de que yo, el más insignificante de todos los que peregrinan, pretenda portar una nueva antorcha, o por lo menos nuevos destellos.» Ante la lamentable realidad de que la sola educación no puede, consumar la reforma social, Comenio advierte la necesidad de apoyarse en una organización internacional, con un idioma común, para que se estrechen los vínculos fraternales de todos los hombres. He aquí el esquema de esta obra: Plan de reforma universal; Reforma filosófica, política y religiosa; Ayudas internacionales para conseguirla; Reforma individual, familiar, escolar, religiosa y cívica; Creación del Consejo Universal como coronamiento de la reforma. En lo que se refiere al tribunal de justicia, Comenio afirma: «Este tribunal tiene la misión de que la sabiduría impere en todo, a fin de poder conservar inalterable a la sociedad humana, y de que la justicia se difunda entre todos los pueblos del mundo, porque sólo así reinará la paz. A este tribunal podría dársele el nombre de Senado de los Poderes o Areópago Mundial. A sus integrantes podría llamárseles: Arbitros supremos de la paz. El nombre de cuerpo consultivo mundial, que Cicerón daba al senado romano, conviene más a nuestro tribunal, porque a éste lo integran todas las naciones del mundo». Por esta obra, la Onu le rinde homenaje de inspirador y tutelar a Comenio.
29. Lo único necesario: Es un profundo y conmovedor testamento espiritual, a la vez que su confesión pública ante el mundo, en el que con la impasibilidad que da la vejez, desde la cumbre en que lo colocó el estoicismo con que soportó tanto dolor, hace el postrer encargo a la humanidad: «Reprimid toda violencia. Amaos los unos a los otros. Solamente una cosa es necesaria: la salvación de la humanidad.»
VI. LA DIDACTICA MAGNA
Antes de Comenio ser pedagogo era un dicterio; después de Comenio, ser pedagogo es un privilegio. Porque antiguamente la Pedagogía, como su nombre lo indica, era un quehacer de rayos. No tenía otra función que vigilar a los niños, llevarlos y traerlos; a lo sumo, suministrarles nociones por medio de la memorización. De ahí lo subestimados que eran los pedagogos. Un proverbio de la antigüedad latina decía: «A aquel mortal que quieren castigar los dioses lo destinan a cuidar niños.» La sociedad veía con lástima a todo pupilero. Ejercían la pedagogía aquellos que fracasaban en repetidos intentos de ser alguien, los ineptos para los carreras profesionales, los remansados por inútiles.
Transformar a este menospreciado quehacer en honrosa profesión no fue tarea fácil. Había que hacer antes ciencia lo que se consideraba arte tutelar. A Comenio le cupo en suerte esta hazaña. Tuvo el mérito de hacer de la enseñanza de los niños una ciencia, conforme lo asevera Jean Piaget con estas palabras que nos sirvieron de epígrafe: «Al escribir su Didáctica Magna, Comenio contribuyó a crear una ciencia de la educación y una técnica de la enseñanza, como disciplinas autónomas.» La Didáctica Magna es el primer manual de la técnica de la enseñanza, basada sobre principios científicos, que hacen de la educación una ciencia.
A esta obra cumbre, Comenio la divide en tres partes, a saber: Didáctica General, que comprende los capítulos del primero al décimonono; Didáctica Especial, del capítulo vigésimo al vigésimo cuarto; y Organización Escolar, que abarca los restantes capítulos hasta el trigésimo tercero, que es el último. Este esquema orientará al lector en su recorrido por los capítulos de la Didáctica Magna, que le darán la pasión que Comenio vertió en ellos al escribir.
Primero la escribió en checo durante los años de 1627 a 1630. Posteriormente la vertió al latín, que es el texto clásico, publicado en la edición príncipe de las Obras Didácticas Completas hecha en Amsterdam en 1657, cuya reproducción facsimilar se encuentra en toda embajada checa y en las bibliotecas de muy contados comeniólogos. De esta versión latina es la traducción literal y castiza que el lector tiene en las manos.
Se debe al esfuerzo de don Saturnino López Peces, jurisconsulto español y excelente profesor. Es tan exacta, que si Comenio hubiese hablado la lengua de su contemporáneo Cervantes, la hubiese redactado en esta forma. Hasta las acotaciones marginales son literales.
Únicamente nos permitimos hacer una observación que esperamos dejará satisfecho al lector. En la prelusión «A los lectores», Comenio dice que Didáctica es lo mismo que «artificium docendi», lo que Saturnino López Peces tradujo por «arte de enseñar», apoyado en la sentencia del Nacianceno que viene en la siguiente página: «tecné tecnoon», que los romanos traducían «ars artium», y que en castellano decimos «el arte de todas las artes.» Pero Comenio no usó la palabra «ars» sino «artificium», (de «artifex», el artífice) que significa habilidad e industria. Nosotros en 1970 traducimos el «artificium docendi» por técnica de la enseñanza, que es el término usual. López Peces, que tradujo la obra al comenzar el siglo veinte, no disponía, como ninguno de los diccionarios latinos de entonces, del término «técnica» que es de reciente cuño, según lo confirma Martín Alonso en su Enciclopedia del Idioma.
VII. BIBLIOGRAFIA ANTOLÓGICA
Las obras hasta aquí reseñadas constituyen sólo la décima parte de las escritas por Comenio, cuyo total asciende a trescientas. De éstas, más de la mitad aún no han sido descubiertas, no obstante la afanosa búsqueda que realizan los comeniólogos.
El entusiasmo por Comenio se despertó a partir del siglo XIX. Juan Kvacala es el iniciador de este renacimiento. A él se debe el descubrimiento de importantes obras. Le siguió en 1931 el profesor Soucek, de la Universidad de Brno, con el hallazgo de manuscritos en Leningrado. En 1933, el profesor Turnbull, de la Universidad de Sheffield, descubrió en Londres las cartas que Comenio escribió a su amigo Samuel Hartlib, las cuales constituyen un acervo considerable. En varias de ellas hace mención Comenio de su Didáctica Magna.
La literatura comeniana es vastísima. Quien desee profundizar en el estudio de Comenio puede consultar «Archiv pro badani o Zivote a dile J. A. Komeneskeho», conocido también como «Acta Comeniana», que el Gobierno de la República de Checoslovaquia ha estado publicando con motivo del tercer centenario de la muerte de Comenio. Praga sigue siendo la principal fuente comeniana y el epicentro de los comeniólogos del mundo.
Para que esta bibliografía resultase funcional, omitimos las obras escritas por Comenio que han sido publicadas en diversos países y épocas, cuyo catálogo dio a conocer la Unesco en 1957, restringiéndonos exclusivamente a las obras que tratan de Comenio y que circulan en México, por lo qué su adquisición es fácil. Las acompañamos de un extracto del pensamiento principal que encierran.
1. Agramante, Diccionario Cronológico Biográfico Universal, Aguilar, Madrid 1961: Cronológicamente sintetiza la vida y las obras en el artículo titulado Comenius. Amerita dos correcciones. Dice que Comenio nació en Uivnitz, y debe decir Nivnice, y que murió en 1671, cuando él año de su muerte fue el de 1670.
2. Cuauhtli Héctor Campillo, Manual de Historia de la Educación, Fernández, México 1962: «La Didáctica Magna es la obra suprema de Comenio. Es un tratado sistemático de enseñanza, de solidísima estructura interna y, sin duda, el primer avance decisivo sobre el «Tratado de la Enseñanza» de Luis Vives, autor a quien Comenio debe mucho aunque lo cite poco. La visión del hecho pedagógico es en Vives más científica; en Comenio, más mística. La teoría del fin es la misma, aunque mejor construida en el checo. En la metodología general y en la organización escolar, Comenio representa un progreso considerable sobre el siglo anterior. Pero hay un aspecto en el que Comenio queda manifiestamente por debajo del español. Para éste la cuestión esencial de la educación es el maestro; para Comenio, es el método; siendo así el precursor del metodologismo ingenuo que a través de Pestalozzi y Froebel ha llegado hasta nosotros como una peste de la pedagogía burocrática, escolástica y mercantil.»
3. Chateau Jean, Los grandes pedagogos, Fondo de Cultura Económica, México 1960: El año de 1592 señala una fecha privilegiada en la historia de la pedagogía. Mientras se extinguía Montaigne, venía al mundo Comenio. Montaigne había dado cien vueltas, sin conseguir una doctrina sistemática ni un plan de organización escolar, a su idea pedagógica dominante: «La mayor dificultad y la importancia de la humana ciencia parecen hallarse en ese sector que se refiere a la alimentación y a la enseñanza de los niños.» Correspondía a Comenio medirse con esta gran dificultad y superarla publicando su Didáctica Magna o tratado de enseñar todo a todos. Compayré llama a Comenio «el Bacon de la Pedagogía», y Michelet, «el Galileo de la educación», por los principios fecundos enunciados y analizados en la Didáctica Magna. Cuando al cabo de más de tres siglos se lee esta obra, Comenio aparece como un profeta; profeta apasionado del advenimiento de una inteligencia entre los pueblos y de la creación de la escuela democrática que prepararía el camino a aquélla; profeta creyente en la pedagogía que tiende la mano a la política, entendida ésta en el sentido etimológico y más noble de la palabra, para hacer de cada homúnculo un hombre perfecto.»
4. El Maestro, Revista de la Secretaría de Educación Pública de México, Número 12, 1970: «Comenio es uno de los más grandes educadores de la historia humana, comparable a los filósofos griegos que marcaron nuevas rutas a los sistemas de enseñanza. Su obra fundamental, la Didáctica Magna, es la elaboración sistemática de sus ideas pedagógicas. Comenio la escribió en su lengua natal, y posteriormente la tradujo al latín. En español es más conocida la traducción de Reus, editada en Madrid.» Conviene rectificar que se trata de la traducción de Saturnino López Peces, que se reedita aquí; Reus es la editorial madrileña que la publicó en 1922.
5. Espasa-Calpe, Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, 1926: No obstante que fija como lugar de nacimiento de Comenio a Uhersky Brod, en donde únicamente fue bautizado a los pocos días de haber nacido en Nivnice, el artículo «Komensky» es ilustrativo. Concluye así: «Sólo la época moderna ha sabido apreciar debidamente, en toda su extensión, la importancia pedagógica que tienen las obras de Komensky, en primer lugar su Didáctica, en la cual se fúnda toda la metódica moderna de la enseñanza, a base de la lengua materna y el método intuitivo, que sistemáticamente enlaza lo concreto con lo abstracto, haciendo la instrucción accesible a todas las clases sociales.»
6. Ganelin, La asimilación consciente en la escuela, Grijalbo, México 1968: «Ya Comenio se daba cuenta de que no se puede imaginar de forma aislada la asimilación consciente como principio fundamental de la didáctica. Algunos historiadores de la pedagogía, al estudiar el sistema pedagógico de Comenio, pasan por alto la asimilación consciente. Sin embargo, hablar del sistema pedagógico de Comenio y no mencionar la asimilación consciente significa olvidar lo más importante. Es verdad que Comenio no emplea el término de asimilación consciente, pero hay que abordar el problema no literalmente, sino realmente. La revolución que Comenio llevó a cabo en la pedagogía consistió en desenmascarar a la escuela y pedagogía medievales, basadas en la percepción dogmática, por parte de los alumnos, de las lecciones sin meditarlas, sin comprenderlas, apoyándose exclusivamente en una retención memorística puramente mecánica. En opinión de Comenio, el conocimiento de los hechos sin una comprensión de las conexiones entre ellos no presupone una asimilación consciente. Comenio traza ya las tres etapas del acto de la asimilación consciente: la comprensión, la fijación y la aplicación. La asimilación consciente, según la entiende Comenio, va estrechamente relacionada con el principio de conformidad con la naturaleza.»
7. Hubert René, Historia de la Pedadogía, Kapelusz, Buenos Aires 1952: «Comenio es realmente el primer gran pedagogo de los tiempos modernos. Una educación basada en la naturaleza del niño y siguiendo su desarrollo, orientada hacia el conocimiento de las cosas con miras a su utilización, tal es la pedagogía de Comenio. En la reforma de la enseñanza de la gramática, Comenio se inspiró en la obra del jesuíta Bath, muerto en 1614, el cual había publicado en 1611 una «Puerta de las lenguas», simple colección de sentencias que reunían las palabras más importantes de la lengua latina. Comenio es considerado como el teórico de la educación realista por las cosas, el defensor de la educación natural adaptada al desarrollo espontáneo del niño, el inventor de los métodos intuitivos y activos, el partidario de una enseñanza popular generalizada. Su influencia en la orientación de las instituciones escolares en la Alemania moderna, así como en la evolución de las doctrinas propiamente dichas, no podría ser exagerada.»
8. Labor, Diccionario de Pedagogía, Barcelona 1964: «Comenio guarda fidelidad al principio de los preceptores de su época, según el cual, el reino de Dios vendrá después de la unión de todas las naciones bajo una sola religión, un idioma y un amor fraterno. La instrucción del hombre, en todas las etapas de su vida, se coronará con la educación moral y religiosa, a la que concede extraordinario valor, pues el fin último del hombre es la vida espiritual, a la que se llega por medió de la ciencia, la virtud y la piedad.»
9. Larroyo Francisco, Historia General de la Pedagogía, Porrúa, México 1968: «Grandes son los rendimientos históricos de Comenio. Nos encontramos en él la más extensa y rica de todas las doctrinas pedagógicas hasta entonces formuladas. Claro que no todo es original, en su pensamiento: Vives, Bacon, Ratke, Andrea, han inspirado y orientado la obra pedagógica del gran checo. Pero en su sistema las ideas de éstos van encontrando su pertinente acomodo, a la vez que un nuevo y más fecundo sentido. Comenio descubre en la relación de los métodos de las ciencias con la teoría antropológica, el principio de la didáctica. Advierte que las aptitudes del niño deben ser desenvueltas en su orden natural y en permanente contacto con las cosas; que la educación comienza con el nacimiento y que el niño puede y debe adquirir los primeros fundamentos de la cultura. Se eleva con viva conciencia del hecho a la idea de la continuidad del proceso educativo y al plano moderno de la escuela unificada. Reduce a su justo valor el aprendizaje de las lenguas, poniendo en primer plano la lengua materna. Además: en torno del postulado de un agrupamiento concéntrico de las materias de enseñanza, postula la idea del aprendizaje autoeducativo. Pensamientos todos de innegable valor, poco importa que Comenio haya intentado asociarlos a una concepción mística y utópica del mundo, cuando creía que a la realización de su obra toda la humanidad sería como una estirpe, un pueblo, una casa y una escuela de Dios. O, como dice él mismo, en tono profético: «Entonces los paganos se convertirán; los judíos reconocerán las tinieblas; todos los países se someterán a la soberanía de Dios; el mundo entero disfrutará de paz; éste será el siglo verdaderamente dorado; el Sábado de la Iglesia, el séptimo momento del mundo, antes de que resuene la llamada de la sagrada eternidad.» En fin, el carácter integral de su pedagogía hace de él uno de los reformadores sociales más importantes de la época. Hay, más: es el profeta de la moderna escuela democrática, dado que reconoce igual dignidad a todos los niveles educativos e igual derecho de todos los hombres a la educación.»
10. Luzuriaga Lorenzo, Diccionario de Pedagogía, Losada, Buenos Aires 1962: «Comenio ha sido una de las personalidades más salientes de la pedagogía. Es el creador de la Didáctica en un sentido realista. Con este fin crea un método de enseñanza basado en la observación y la intuición. Organiza la educación en cuatro grados, correspondientes a los períodos del desarrollo: infancia, puericia, adolescencia y juventud, a cada uno de los cuales corresponde un tipo especial de escuela: materna, pública, Gimnasio y Academia.»
11. Mantovani Juan, Filósofos y Educadores, Ateneo, Buenos Aires 1961: «Comenio es el precursor de la educación del pueblo. Uno de los más grandes educadores que ha conocido el mundo. De todas sus obras, la que ha conquistado un lugar imperecedero en la historia del pensamiento humano es la Didáctica Magna, en la que aparece hasta en el título cierta inspiración baconiana se trata del punto de partida del esfuerzo por dar a la pedagogía una estructura científica. A este respecto el pedagogo italiano Giovani Caló ha dicho que Comenio, por la vigorosa huella que ha dejado en el campo teórico y en el terreno práctico de la educación, es un pionero, «el primero en haber querido dar a la pedagogía las características de una verdadera ciencia». Para Comenio el hombre es la culminación de la obra de Dios, la síntesis maravillosa de lo divino y de lo humano. Esta misma excelencia demuestra que su fin último no está en esta vida sino en la de más allá; su pasajera existencia debe convertirse en preparación para la vida eterna. Nuestra misma constitución física demuestra que no es bastante todo lo que en esta vida tenemos. Vivimos una triple vida: vegetativa, sensitiva e intelectiva. La naturaleza ha puesto en nosotros la semilla de los tres elementos que necesitamos para alcanzar la preparación que nos lleva a la eternidad: ciencia, virtud y religión. Se ha dicho que para ser educador es necesario sentir una religiosa confianza, parecida a la fe, en la humanidad, y creer en la perfectibilidad del hombre y en los frutos de la educación. Todo esto lo sintió Comenio, que fue un gran maestro; también era esclarecedor de los principios de la ciencia de la educación, un pensador de los problemas de la enseñanza y representó en su tiempo un progreso y el origen de una nueva época educativa, por lo que con justicia ha podido llamársele el iniciador de la pedagogía moderna.»
12. Mayer Federico, Pedagogía Comparada, Cesarman, México 1967: «Entre los reformadores más ilustres de la historia hay que situar en lugar privilegiado a Comenio. Fue influido por Ratich, el cual creía en el uso del idioma vernáculo y no gustaba de la compulsión en la educación, favorecía un sistemé de instrucción experimental y se oponía al memorismo mecánico que predominaba en esos tiempos, recalcó la importancia del interés por parte del estudiante y el hecho de que sin la metodología apropiada no puede haber un progreso efectivo en la educación. Comenio era esencialmente optimista. Mientras la mayoría de los teólogos destacaba la maldad del hombre, Comenio exaltaba su grandeza y ponía a la educación como el medio más eficaz para darle al hombre esta excelsitud. Insistía en que debía gastarse más dinero en escuelas que en cualquier otra cosa, ya que la mejor inversión de la sociedad era en maestros, y que todos los materiales pedagógicos, inclusive los libros de texto, se deberían distribuir gratuitamente, consciente de que la educación creadora es el supremo bien de la humanidad.»
13. Mora Gabriel de la, Comenio y su Didáctica Magna, Ediciones Oasis, México 1970: «Todo en torno a Comenio era religioso, porque —como dice Spranger— “entonces la religión era la vida”. Efectivamente, antes de Comenio la religión era la vida; después de Comenio la vida es fruto de la educación. A horcajadas sobre el filo de la Reforma, Comenio contempló dos vertientes: la escolástica, que se hundía en la tenebrosidad medieval, y la técnica, proyectada hacia la infinitud de un espacio surcado por naves tripuladas. Esta técnica portentosa ha sido producto de la educación, puesto que no se concibe un técnico sin el maestro que lo ha adiestrado. La prioridad que la educación tiene en la vida moderna, hizo a Comenio sistematizar a la Pedagogía, convirtiéndola en la Ciencia de la Educación, esto es, un conjunto de conocimientos verdaderos, ordenados y sistematizados, basados en principios y leyes, que se refieren al proceso social de la enseñanza en toda su amplitud e integridad. Es tal la densidad doctrinal de este insigne maestro checo, que todo reparo polémico emanado de sus circunstancias se esfuma ante su perennidad.»
14. Museo Pedagógico de la Secretaría de Educación Pública de México, Jefa Dolores Uribe Torres, 1965: «Checoslovaquia ha pagado tributo a su gran hijo reuniendo una convención de científicos de todas las latitudes del mundo; con el cuño de monedas conmemorativas y una emisión especial de sellos postales por medio de numerosas exposiciones, conferencias y reuniones, colocando placas alusivas en todos los sitios en que vivió y trabajó Comenio y con la erección de su estatua esculpida por Makousky, en Naarden. En el día de su nacimiento celebra Checoslovaquia el Día del Maestro. Tanto el año pasado cuanto el actual han sido dedicados por el Consejo Mundial de la Paz como aniversarios culturales en escala internacional, en cuya celebración la Unesco toma parte activa. Y así debe ser. Comenio miró con amor a las futuras generaciones de todas las latitudes, por esto su voz, llena de amor, todavía resuena a lo largo del mundo: «Es necesario que todas las naciones luchen por el bien común y que busquen la paz, la verdad y el amor del prójimo.» Palabras que todavía expresan la esperanza de la humanidad.»
15. Piaget Jean, La actualidad de Comenio, Unesco 1957: «La actualidad más sorprendente de Comenio está en haber asentado los fundamentos de una educación para todos los hombres y para todos los pueblos; y» lo que es más asombroso, en haber planeado la organización internacional de la instrucción pública en la forma como la realiza hoy la Unesco. Comenio es considerado como un gran precursor de los designios contemporáneos de colaboración internacional sobre el terreno de la educación, de la ciencia, y de la cultura. Al escribir su Didáctica Magna, Comenio contribuyó a crear una ciencia de la educación y una técnica de la enseñanza, como disciplinas autónomas. Comenio es de esos autores que no es necesario corregir para modernizarlos, sino que basta solamente con traducirlos.»
16. Ponce Aníbal, Educación y lucha de clases, Solidaridad, México 1969: «Al consejo solemne lanzado por Agrícola dos siglos atrás: “Considerar como sospechoso cuanto se os haya enseñado hasta hoy”, hacían coro en el mismo siglo Bacon, Descartes y Pascal; afirmando el primero que la verdad va cambiando con el tiempo; aconsejando el segundo no rendirse nada más que a la evidencia; invitando el tercero a introducir el experimento como criterio seguro de las ciencias. El Novum Organum de Bacon es de 1620; el Discurso sobre el método, de Descartes, de 1637; el Fragmento de un tratado sobre el vacío, de Pascal, de 1651. Con ligeras diferencias de años, la filosofía y la ciencia interpretaban los profundos cambios que la economía iba creando en el subsuelo social. Pero algo más faltaba todavía, que fue lo último en llegar… Un pastor de la iglesia protestante de Moravia —pastor para que se destacara mejor el carácter todavía indeciso de la burgüesía que iba siendo cada vez más revolucionaria sin saberlo— se propuso dar en el terreno de la educación el cuarto libro que faltaba: la Didáctica Magna. No importa que en el capítulo tercero Comenio afirma que la vida presente es tan sólo una preparación para la eterna; el título del capítulo decimonono lo marca de sobra como hijo de su siglo: Bases para fundar la rapidez de la enseñanza con ahorro de tiempo y de fatiga. Los mecánicos —dice Comenio— no dan al aprendiz una conferencia sobre su oficio, sino que lo ponen delante de un maestro para que vea cómo se hace; entonces coloca un instrumento en sus manos, le enseña a usarlo y a que lo imite. Sólo haciendo se puede aprender.»
17. Sainz de Robles Federico, Diccionario de la Literatura, Aguilar, Madrid 1950: En el tomo tercero, dedicado a los autores extranjeros, no españoles ni hispanoamericanos, dedica una ficha a Comenio, en la que hace una sucinta biografía y una reseña de sus obras, sin comentario alguno.
18. Sciacca Miguel Federico, El problema de la educación, Miraele, Barcelona, 1962: «Alma viviente y cerebro eximio, apóstol sincero de la religión y de la educación, espíritu inquieto y tenaz en su obra de escritor y de reformador, algo cercano a Bruno por el entusiasmo de la búsqueda, el aparente desorden de las ideas y la vida de exiliado, es el obispo protestante Comenio, a quien puede considerarse, mejor que Galileo, el Bacon de la pedagogía.»
19. Spranger Eduardo, Cultura y Educación, Colección Austral Número 824, Espasa-Calpe: «Ocurre con los siglos como con las estrellas: se nos hacen visibles y desaparecen según leyes determinadas, vida se alza ahora su pasión, el impulso capital de su espíritu, lo mismo. Hasta hace poco el siglo XVII estaba oculto a nuestra mirada. Ese siglo que, justamente como el nuestro, fue para Alemania un siglo trágico. Entonces la humanidad estaba profundamente escindida, no como en nuestros días por oposiciones económicas, sino por convicciones religiosas, y religión era entonces la vida. El siglo XVII poseía lo que nosotros buscamos: religión. Se pulsa ese siglo en el alma de Comenio. No es sólo el apóstol de la intuición y de la experiencia que ha hecho de él la pedagogía de los manuales. Comenio no era alemán, pero tampoco era moravo: era un peregrino del mundo. “Mi vida fue un errar, no tuve patria.” Pero del curso laberínticamente extraviado de la vida se alza ahora su pasión, el impulso capital de su espíritu, lo mismo que fue para Platón el eros, para Plotino el éxtasis. “Doy gracias a mi Dios porque me ha hecho ser a lo largo de mi vida entera un hombre apasionado.” El contenido de esta pasión no es otra cosa que la reducción de la pluralidad a la unidad, del mundo a Dios, del alma a Jesucristo. Los hilos de Ariadna que debían sacarlo del laberinto del mundo, sólo eran en el fondo el único que ya había guiado a San Agustín por su vida terrena: “Mi alma está inquieta hasta que encuentre reposo, Señor, en ti.” Actualmente tenemos una didáctica elaborada hasta en los más finos detalles. Los sueños más audaces de Comenio en esta dirección están superados. Pero es, a pesar de toda psicología, un arte sin alma. No llega a las honduras del alma humana. El espíritu de la técnica, un espíritu inteligente, pero limitado, ha entrado también en la educación. Detrás de todos los experimentos de un modo mejor de educar y enseñar, queda sin embargo sin respuesta la pregunta: “¿Por qué vivimos?” Las raíces que se hunden en lo metafísico están cortadas. En la superficie se mueve algo. Pero, ¿cuánto tiempo marchará sin alma el aparato de relojería? Sólo una educación que esté penetrada del sentido auténtico y vivido con hondura de la vida, puede despertar a la vida. Pero una educación semejante volverá a ser religiosa, aunque debe ser totalmente aconfesional.»
Sirvan estas palabras de Spranger, uno de los comeniólogos que más han penetrado en el alma de Comenio, como la motivación adecuada para que el lector se adentre en la lectura de la Didáctica Magna.
GABRIEL DE LA MORA