La invasión de Egipto por Napoleón Bonaparte en 1798 no sólo fue una de las mayores aventuras militares de todos los tiempos, sino que también supuso un momento crucial en la historia francesa, egipcia y arqueológica. Para Bonaparte, Egipto sería a la vez derrota y trampolín, ya que le dio la desesperación y la fama para adueñarse del poder absoluto en Francia. Para Egipto, la invasión francesa supuso el inicio de la era moderna tras siglos de dominación otomana y mameluca. No sólo abrió la puerta al comercio y la tecnología occidentales, sino que también marcó el inicio de una turbulenta era de colonialismo, independencia, modernización y tensión cultural que perdura en la actualidad. Para la arqueología, el que Napoleón incluyera a 167 sabios en su fuerza invasora supondría un hito decisivo. A principios de 1799, soldados franceses descubrieron una piedra en Rosetta con un texto en griego, demótico y escritura antigua que sería la clave para descifrar los jeroglíficos. Eso, combinado con la monumental Description de Egypte escrita por los sabios y publicada luego en 23 volúmenes entre 1809 y 1828, dio origen a la ciencia de la egiptología. Hizo que la era romántica se prendara de la moda egipcia y causó una fascinación a escala planetaria por el antiguo Egipto que ha continuado hasta nuestros días. Casi todo lo que sabemos sobre el antiguo Egipto ha sido descubierto desde la invasión de Napoleón.
La idea de que la Gran Pirámide de Gizeh operaba como algo más que una simple tumba, y de que su faraón tal vez estuviese enterrado en otro lugar, se remonta a los antiguos historiadores griegos Herodoto y Diodoro. El enigma no hizo sino crecer cuando los ladrones de tumbas árabes del siglo IX no hallaron ninguna momia, tesoro o inscripciones al profanar la tumba. Durante los últimos dos siglos ha habido una inacabable fascinación y un interminable debate acerca de las dimensiones, los misterios y significados matemáticos de la pirámide. Si bien algunos de los teóricos más dados a la especulación acusan a los egiptólogos tradicionales de estrechez de miras, y si bien algunos académicos llaman «piramidiotas» a quienes defienden las hipótesis más descabelladas, existe un serio debate académico sobre la estructura y el propósito de las pirámides. Los exploradores robóticos no dejan de descubrir nuevos misterios, y se sospecha que existen más cámaras ocultas. Las pirámides de Gizeh reposan sobre una meseta de piedra caliza que podría contener cuevas, y Herodoto hablaba de un lago o río subterráneo debajo de la estructura.
La ubicación geográfica exacta de la Gran Pirámide, su misteriosa relación con el tamaño de nuestro planeta, su relación con pi y las fascinantes correlaciones entre las dimensiones de sus cámaras y algunos conceptos matemáticos son todas ciertas. La Secuencia de Fibonacci es un fenómeno real, visto en la naturaleza en pautas como las que describe Jomard, y el que la pirámide incorpora la sección áurea, o número áureo, también es cierto. El triángulo de Pascal es un concepto matemático real y proporciona muchos otros juegos de números que son mencionados en esta novela. Produce un valor bastante aproximado al egipcio para pi, aunque no voy a jurar que la pauta realmente conduzca a una puerta secreta. Me he tomado la libertad de permitir que mis sabios franceses adivinen unas cuantas cosas más sobre las matemáticas de las pirámides que las que quedaron de manifiesto inmediatamente durante la invasión de Napoleón. Si bien Jomard realmente publicó teorías fascinantes, algunos de los conceptos presentes en esta novela proceden de estudiosos posteriores, después de que hubiera sido posible llevar a cabo mediciones más precisas. Una fascinante y altamente polémica introducción a estos conceptos y un análisis exhaustivo de las matemáticas de las pirámides pueden encontrarse en Secrets of the Great Pyramid, el libro que Peter Tompkins y Livio Catullo Stecchini publicaron en 1971.
Esta novela sigue de cerca la primera historia de la invasión militar de Egipto por Bonaparte. La mayoría de los personajes son reales, incluido el niño de trece años Giocante Casabianca, cuya muerte en la batalla del Nilo inspiró el famoso poema del siglo XIX «The Boy Stood on the Burning Deck». Me he tomado la libertad histórica de hacer que el general Desaix apareciera en el templo de Dendara tres meses antes de que realmente llegara allí. El ejército hizo un alto en ese lugar a finales de enero de 1799, y el exhausto pintor Vivant Denon quedó tan fascinado por las glorias del templo que escribió: «Lo que he visto hoy compensa todas las miserias por las que he pasado». Unos días después, cuando la división francesa vio por primera vez las ruinas de Karnak y Luxor, las tropas se detuvieron espontáneamente, aplaudieron y presentaron armas.
Muchos de los detalles históricos utilizados en esta novela, como los globos de Conté, son ciertos. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre si Napoleón llegó a entrar en la Gran Pirámide y lo que le ocurrió si es que lo hizo; pero el autor se ha acostado en el sarcófago de granito como puede que hiciera Bonaparte, y halló la experiencia realmente única.
Este relato entreteje historia militar y política, tradición masónica, estudios bíblicos, especulación mística e información sobre el antiguo Egipto. Para una historia general de la invasión recomiendo el libro de 1962 de Christopher Herold Bonaparte in Egypt. De entre las fascinantes crónicas de la expedición escritas por testigos oculares, destacaría las del pintor Vivant Denon, el capitán francés Joseph Marie Mouret y el egipcio Al-Jabarti. Algunas de las citas atribuidas a Napoleón en esta novela están tomadas de la vida misma, aunque no todas fueron dichas durante la campaña egipcia. Sus palabras revelan a un hombre dotado de una fascinante complejidad.
Existen centenares de obras eruditas y de divulgación sobre la egiptología científica. La literatura especulativa e histórica sobre las pirámides, los antiguos dioses y la magia egipcia también es vasta. Una buena introducción reciente a las teorías alternativas es Pyramid Quest, escrita en 2005 por Robert Schoch y Robert McNally. Un libro que menciona el nacimiento del Rito Egipcio de la francmasonería y ayuda a entender los anhelos místicos en la Era de la Razón es The Last Alchemist, la biografía de Cagliostro que Iain McCalman escribió en 2003. Una ambiciosa, a veces incoherente, pero realmente monumental obra sobre el misticismo es el clásico que Manly P. Hall escribió en 1928, The Secret Teachings of All Ages. Resume lo que los entusiastas llaman sabiduría hermética, por el dios Hermes, la adaptación griega del dios egipcio Thoth.
Debo los hechos que han inspirado esta novela a docenas de otros autores de ensayos, así como a la guía Ruth Shilling de All One World Egypt Tours, los guías egipcios Ashraf Mohie el-Din y Galal Hassan Marghany y el egiptólogo en ciernes Richard Mandeville, del Reino Unido. La parte de verdad que hay en esta novela es mérito suyo, mientras que las ficciones son todas mías. Como siempre, he de expresar mi gratitud a mi editor en Harper Collins, David Koral, por su apoyo y sus innumerables aportaciones, y a mi editora de galeradas, Vicki Haire; a Michael Shohl; a mi agente, Andrew Stuart; y a Jill Schwartzman, Jonathan Burnham y a mi esposa, Holly, ayudante y sufrida lectora de galeradas, quien se arrastró conmigo a través de las pirámides. Finalmente, agradezco la hospitalidad de la gente de Egipto, que tan orgullosa está de su herencia.