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Como sabes, mi teólogo, cada vez que estoy deprimido me gusta visitar a Jesucristo. Este hombre es mi antídoto. Como tú eres su digno representante, haré cualquier cosa por confiarme a ti. No te preocupes, no quiero que haya víctimas. Es cierto que me siento mejor en cuanto me arrodillo en tu reclinatorio; la iglesia es mi ansiolítico. Jesús está muy bellamente iluminado detrás de tu altar. Todas las velas del peristilo reaniman mi corazón. ¿El Mesías se sacrificó realmente por nosotros, como un kamikaze checheno? No sigas alternando esa mirada irritada y después consternada. Lo que es indudable es que Cristo acabó mal. Sí, tienes razón. Resucitó. Me encantaría imitarle. Los musulmanes no son los únicos que pueden ser mártires. Los cristianos que se arrojaban al foso de los leones, ¿no hacían saltar a otros? Pues bien, quizás ha llegado el momento de que eso cambie: seré el primer kamikaze católico que volará una catedral ortodoxa. ¡Cristo Akbar! Yop la bumski!

Quédate sentado, oh patriarca. Tienes que escucharme hasta el final; no me obligues a transformar la catedral de Cristo Salvador de las Aguas en Zona Cero bajo el Moscova. Sabes muy bien que si avisas a la policía no vacilará en gasear con Fentanil a todos los fieles que se encuentren debajo de esta cúpula, o nos atacará con lanzallamas, sin poder impedir que yo desencadene la explosión. Más vale escuchar pacientemente mi confesión, darme la absolución y dejar que me vaya en calma y sereno. En cuanto haya conseguido que regrese Lena Doicheva, te prometo que desapareceré definitivamente de tu vida. ¿La religión ortodoxa prevé el perdón de los pecados? Te lo suplico, presta atención a mi queja, sólo soy una oveja sarnosa que se prosterna a tus pies. Te aseguro que nadie sufrirá ningún daño si los medios de comunicación difunden mi llamamiento y la chechena rubia que ganó el Aristo Style Contest de San Petersburgo muestra la punta de su nariz respingona. Mientras hablo contigo, Lena se ducha en alguna parte del mundo, el jabón corre por su torso, es inadmisible. Estoy aquí para pedir socorro y perdón.